jueves, 31 de diciembre de 2009

Adiós a mis viejos Converse... y al 2009 también


Hace unas horas usé por última vez mis viejos Converse negros. Descoloridos, sin forma y lleno de agujeros. Francamente me daba pena usarlos en tan deplorable estado. Por eso esta tarde me compré unos tenis nuevos. Aunque el modelo es el mismo la diferencia inmediatamente se nota. Algo tiene lo nuevo que revitaliza el alma y en cierta forma, nos expande un poco de olvido (siempre insuficiente) para dejar de lado el pasado.

En mi caso, no puedo dejar de ver con cierta melancolía mi antiguo calzado. Por más que mis nuevos Converse huelan a nuevo, su color negro sea intenso y estén inmaculadamente limpios, algo les falta. Resulta paradójico que cambie de tenis justo cuando el año también llega a su fin. Al igual que mis viejos tenis, el 2009 terminó algo maltratado. Varios de mis conocidos coinciden con algunos periodistas y analistas que dicen, lo mejor que podría pasar con éste año es que termine. No sé si comparto su punto de vista.

Mis viejos Converse están desgastados de tanto caminar, pero no me arrepiento de cada metro recorrido con ellos. Historias de mis andanzas que al fin y al cabo conforman mi presente. Lo mismo pasa con el 2009, por más desgracias o sinsabores tuvo sus cosas buenas, sus ratos inolvidables en los que el amor, la amistad y los buenos sentimientos estuvieron presentes.

Aprendimos a vivir preocupados. El 2009 estuvo marcado por una crisis económica que por desgracia desbalanceo a México. Una epidemia puso de jaque al país entero y el más grande de los artistas (mi favorito) murió y se transformó en leyenda. Fue, además, un año en el que la conciencia ecológica y la preocupación por el futuro se comenzó a tornar en un tópico de primera necesidad para la humanidad. Como ya va haciéndose costumbre, la realidad supera a la fantasía.

A nivel personal también hubo mucho que contar. Mi Atlante ganó la Liga de Campeones de la Concacaf y jugó el Mundial de Clubes en Emiratos Árabes Unidos; recordé que escribí el cuento más breve del mundo; confesé que un día me hice popo en una clase de natación; conocí a un brujo pintoresco; casi me llevan al 'Torito' a causa de mi alcoholismo; rememoré mis años de malandro en la prepa; le declaré la guerra al Osito Gominola; presumí mi vaso de colección; abrí mi Twitter y descubrí que esta red social se está convirtiendo en el principal enemigo de los blogs; comencé a subir videos de mi familia a internet; bailé Thriller en el Monumento a la Revolución; algo raro pasó en mi casa la noche del 16 de octubre; por primera vez en mi vida pensé en cerrar mi blog; viaje a Michoacán y otras peripecias más.

Fue un año movidito en el que los Converse fueron de allá para acá. Hoy se van y el 2009 también. Venga lo nuevo y bienvenidos los recuerdos. Nos leemos el próximo año.

domingo, 27 de diciembre de 2009

Avatar


En mayor o menor medida muchos la esperábamos. Ya sea por curiosidad, por ganas de ver las innovaciones técnicas usadas en su filmación o por ser arrastrados por la inercia de tantas campañas publicitarias a su alrededor. Lo cierto es que hoy en día, podría decirse que Avatar es el fenómeno cinematográfico del año.

No pude resistirme y acudí al cine la noche del viernes 25. Antes de verla, los comentarios sobre la nueva película de James Cameron eran diversos, aunque en general la premisa era similar: visualmente maravillosa pero con una historia plana que deja mucho que desear. Para disfrutarla como se debe elegí verla en formato 3D. Tres horas después, con mis pompitas cansaditas después de estar casi tres horas sentado, éste es mi veredicto:

Debo aceptar que Avatar me gustó mucho, aunque no me pareció una maravilla. La recomendaría, pero no para todo el público. Empezaré hablando de los efectos visuales. El que Avatar sea una cinta firmada casi en su totalidad sin locaciones y con poquísimos actores, generando la gran mayoría de las escenas digitalmente, ya la coloca en un lugar muy especial dentro de la historia de la cinematografía. Y efectivamente, conforme el film avanza los escenarios y recursos en escena deslumbran. Hay momentos dignos de ser recordados por su belleza estética. Cameron y su equipo dan vida a un universo hermoso, cargado de paisajes selváticos y llenos de vida. Plantas, criaturas, islas flotantes. Todo cargadísimo de detalles hasta en el más mínimo espacio. Y precisamente esta virtud termina volviéndose contraproducente. Al espectador se le ofrece tanto en cada cuadro, que en realidad poco se aprecia. En otras palabras: tanta luz deslumbra.



A nivel argumento, la cosa cambia. Esperaba una historia medio mala, al servicio de los efectos especiales. Afortunadamente la narración tiene más lecturas de las esperadas y por lo menos a mí, me dejó satisfecho; en ella se nos cuenta la historia de Jake Sully, un ex militar lisiado que se traslada hasta el lejano planeta de Pandora, lugar en el que existe un material capaz de solucionar la crisis energética por la que atraviesa la Tierra. Debido a que la atmosfera de Pandora es letal para los humanos, estos crean Avatares (seres creados con la mezcla del ADN de humanos y el de los nativos de Pandora, llamados Na’vi). Por medio de su Avatar, Jake emprende la misión de ganarse la confianza de los Na’vi y realizar una especie de espionaje con el fin de obtener la información que permita la extracción del codiciado material. Con el tiempo, Jake se compenetrará tanto con los Na’vi, que llegará a plantearse realmente en que bando quiere estar.

Escarbando un poco podemos encontrar algunos planteamientos interesantes. En Avatar, la explotación desmedida de los recursos de Pandora es un reflejo de lo que le hacemos al planeta. Por momentos la cinta pinta a los humanos como una plaga dispuesta a arrasar con el hábitat; si somos sinceros, el saco nos queda a la medida. Pero también está esa parte mística de los Na’vi. Ese respeto a las plantas, animales y al mundo que nos rodea resulta un bálsamo y una llamada para recuperar esa espiritualidad que tenemos tan perdida. Lo paradójico es que, tal como sucede con el protagonista, el veinte no nos cae hasta que realmente nos ponemos en el zapato del otro. Por esto Avatar no sólo es una película de acción y ciencia ficción. El mensaje va más allá. Confieso que en algunos lapsos me conmoví y fue en ellos cuando más disfruté de Avatar.

Nunca he sido fan de James Cameron. Da la impresión que sus películas nunca terminan de embonar y cerrar bien el circulo. Seguramente a esto se deberá la sensación de ‘a ésta película le sobran efectos y media hora de trama’ que sentí al salir de la sala de cine. Quizá James Cameron olvidó que “menos es más”. Si después de leer éste post tienes tus dudas o no te convence del todo, ni la veas, seguramente te llevarás un chasco. Si por el contrario, sigues interesado, ni lo dudes y corre a verla.

viernes, 25 de diciembre de 2009

Road Trip Michoacán 5 - Álbum Fotográfico

Todo gran viaje tiene su final. Hace un par de semanas tuve la oportunidad de recorrer por unos días el estado de Michoacán. Recorrí Morelía, Cuitzeo, Quiroga, Tzintzuntzan y Pátzcuaro. Éste blog fue sido testigo de algunas narraciones de mis andanzas por esos destinos, crónicas que hoy concluyo con algunas imágenes de mi estancia por aquellas tierras purépechas de las que viví jornadas inolvidables.

Michoacán es uno de los estados más ricos del país. Su cultura purépecha y el inicio del mestizaje. Sus arraigadas y a veces emblemáticas creencias religiosas que varias veces me conmovieron a lo largo del viaje. Impresiona sentir el miedo a causa de los narcos, pero a cambio, la amabilidad de su gente esperanza. Michoacán es Pueblos Mágicos, ciudades coloniales, paisajes naturales hermosos y mucho más. Regresé con ganas de volver y recorrer los muchos destinos que me faltaron… En conclusión, Michoacán es un buen pretexto para enamorarse de México.

Fotos de Morelia


Mi visita coincidió con la celebración del Día Mundial de la lucha contra el Sida.

Recorriendo la ciudad con Tania



Fotos de Cuitzeo

‘Cerveza Fría’ (quesque en íngles)



Fotos de Quiroga

A un viejito le estaban boleando sus tenis blancos (quién tiene más la culpa por no darse cuenta, la bolera o él)


Fotos de Tzintzuntzan


‘Tata Vasco’, evangelizador de los indios purépechas


Tania adoptando un perro



Fotos de Pátzucaro (Pueblo Mágico)




Mural de la Biblioteca Pública

La casa de los 11 patios


domingo, 20 de diciembre de 2009

Navidad Gay

Podrá ser una temporada muy emotiva y espiritual, en la que la familia y los amigos se unen para estar juntos. Se supone que durante diciembre afloran los buenos deseos y sentimientos de las personas. A veces, la nostalgia es la que adorna estos días. Luces multicolor en las casas, posadas en las calles, camionetas viejas en las que se venden botellas de sidra ‘Santa Claus’, carros con cuernos y nariz de reno, olor a ponche de frutas, gente feliz en las calles, representaciones de nacimientos… Aceptémoslo, esto de la navidad es una jotería.

No soy un Grinch. De todas formas, confieso que también la disfruto. Generalmente nunca he tenido problemas con la decoración navideña. Sin embargo, éste año mi hogar se ha vuelto el colmo de la cursilería. Vivir con dos mujeres en casa finalmente me ha pasado la factura. Uno esperaría tener un árbol más o menos normal, y no uno cuyos colores pastel (rosa, morado, lila y magenta), las figuritas de caramelo, los adornos en forma de pastel y paletas. Ahora cuando veo mis programas de acción y aventura en la televisión de la sala, no puedo evitar mirar una y otra vez ese homenaje a Patito y su Mundo de Caramelo. Lo peor es que no es la primera vez, hace un par de años la temática fueron las estrellas. Estrellas colgadas en el techo, en el mentado árbol, en las ventanas y en el jardín. Prometí que volvería a pasar y ni me pelaron.

He aquí la imagen del árbol que está en mi casa:

Si miran con atención verán que lo mejor hubiera sido colocarlo en la casa de la muñeca Barbi. Definitivamente merezco algo menos maricón. El otro año yo me haré cargo y la temática será ruda. Aun no me decido por Bambi o Bob Esponja

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Road Trip Michoacán 4 - Quiroga


Un destino más en mi mal llamado ‘Road Trip’ fue el poblado de Quiroga. Considerada como la vía de acceso a la zona lacustre de Michoacán, éste pueblo es famoso por sus tradicionales artesanías. Prácticamente cada hogar cuenta con algún negocio o puesto en su pintoresco mercadito.

Desde mi llegada, la calle principal de Quiroga es un hervidero comercial. Accesorias de cualquier tamaño, puestos de nieves y carnitas, vendedores ofreciendo vestidos y alimentos. La gente y su amabilidad (como buenos comerciantes que son) invitan a recorrer con alegría cada uno de los mostradores mientras se degusta algún dulce típico mexicano. El colorido, el olor de la madera y la belleza de las piezas exhibidas hacen imposible visitar Quiroga sin consumir. Vajillas, juguetes, finos adornos... en fin, arte michoacana en su más pura expresión. Yo compré un yoyo. Tania un par de perros salchicha de madera, otro yoyo y un rompecabezas de un dinosaurio. Además comimos unas nieves de pasta riquísimas. Al final, la hora que pasamos en Quiroga se nos fue rapidísimo. Lugares así no sólo hay que visitarlos, hay que llevarse un pedacito de ellos y ayudar así a la economía local.

Quizá no tenga tantos elementos turísticos como los asentamientos vecinos, pero su artesanía es motivo suficiente para hacer una parada obligatoria. Si al fin y al cabo cualquier viajero busca algún recuerdo para preservar sus andanzas, Quiroga es el sitio ideal para comprarlos.

martes, 15 de diciembre de 2009

Atlante, mañana es el día más importante de tu historia


En la vida de cada persona existen días históricos. Momentos sublimes que a sin importar su duración (veces sólo son segundos) marcan nuestra vida. Para bien o para mal cimbran nuestra existencia y le dan a las cosas ese toque eléctrico que transforma lo que toca en milagro.

Querido Atlante, escribo estas líneas para ti, equipo de mis amores. En poco menos de quince horas estarás jugando tu primera semifinal de un Mundial de Clubes, privilegio que sólo muy pocos conjuntos han tenido. El camino hacia el partido de mañana no ha sido fácil ¡si lo sabré yo, seguidor atlantista de hueso colorado! Primero tuviste que coronarte como campeón mexicano en el invierno del 2007. Ese logró te permitió competir éste año en la Copa de Campeones de la Concacaf ante los campeones y sub campeones de Norte, Centroamérica y el Caribe. Volviste a salir campeón, pero ahora de tu confederación de futbol. Fue así como te convertiste en uno de los 8 equipos clasificados al Campeonato Mundial de Clubes 2009 que éste año se celebra en Emiratos Arabes Unidos. Ahí, los equipos campeones de cada continente competirán buscando obtener el título de Campeón del Mundo.

El pasado sábado debutaste contra el Auckland City de Nueva Zelanda, equipo al que derrotaste categóricamente 3-0. Llegaste a semifinales y tu próximo rival en turno es nada más, ni nada menos, que el Barcelona, considerado por muchos como la mejor escuadra a nivel mundial de los últimos años. Sí, mañana te enfrentarás a una máquina de hacer futbol, a un grupo de jugadores de primer nivel que éste año han ganado todos los torneos en los que han participado. Ante semejante potencia mañana jugarás el partido más importante de tu gloriosa historia.

Supongo que a los ojos de todo el mundo apareces como la víctima. Sin embargo, quienes desde siempre hemos amado tus colores y tu tradición, sabemos que si algo te sobra, Atlante mío, es corazón. En está ocasión no sólo lucharás por poner en lo más alto del orbe tu escudo, sino también el de todo México. Ignoro cuál sea el resultado final de mañana. Lo cierto es que esos 90 minutos los disfrutaré como pocas cosas en la vida. Te amo con todas mis fuerzas, te he seguido en las muy malas y en las pocas buenas. Por eso mañana, mientras tus jugadores dan todo en la cancha, seré feliz. No importa lo que pase, ya me has llevado hasta dónde quería estar.

Que Dios te bendiga y suerte…

ACTUALIZACIÓN MIÉRCOLES 16 DE DICIEMBRE


Atlante perdió 3-1 ante Barcelona hace unas horas. Inició ganando a los 4 minutos y por media hora tuvo al cuadro español abajo en el marcador. Después se impuso la lógica y los catalanes, con todas sus figuras y su envidiable juego de conjunto le dieron la voltereta a los Potros. Fue un partido valiente que Atlante encaró de forma valiente. Se perdió el pase a la final, pero ahí queda el orgullo de los miles de atlantistas que disfrutamos el partido. Hoy más que nunca estoy orgulloso de ver a mi equipo tan alto. Ahora, vamos por el tercer lugar.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Road Trip Michoacán 3 - Cuitzeo, Pueblo Mágico


Según la Secretaria de Turismo, un Pueblo Mágico “es una localidad que tiene atributos simbólicos, leyendas, historia, hechos trascendentes, cotidianidad, en fin MAGIA que emana en cada una de sus manifestaciones socio - culturales, y que significan hoy día una gran oportunidad para el aprovechamiento turístico”. Pocas localidades pueden jactarse de poseer tal título. Curiosamente, es el único estado del país que cuenta con tres Pueblos Mágicos es Michoacán.

Pátzcuaro, Tlalpujahua y Cuitzeo son tres joyas llenas de historia, y en parte, uno de los motivos por los que decidí dirigirme al estado michoacano en mi más reciente viaje. Se dice que al visitar estas poblaciones uno queda enamorado y condenado a volver a ellas una y otra vez.

El primer destino de mi mal llamado ‘Road Trip’ fue Cuitzeo. Llegar desde Morelia me resultó relativamente sencillo. Desde el centro de la capital michoacana tomé una combi (medio de transporte por excelencia en estos lares) que me dejó en el Tecnológico de la ciudad. Ahí se encuentra la parada en la que se toman los camiones ‘guajoloteros’ con destino a Cuitzeo. Ubicado a 34 kilómetros de Morelia, lo primero que uno vislumbra desde carretera al aproximarse a éste Pueblo Mágico, es precisamente el inmenso lago de Cuitzeo, el más grande del estado de Michoacán. La primera experiencia inolvidable viene cuando uno cruza éste espejo de agua por la mitad del camino que va de Morelia a Salamanca. La laguna de Cuitzeo es escenario de atardeceres primorosos, inolvidables. Escenario que los pescadores y garzas usan como inspiración para pescar carpas y charales.

Arribé cerca de la 1 de la tarde. Descendí en una calle al azar y el impacto fue inmediato. Mucho calor, calles empedradas, todas las casas pintadas de blanco y rojo en dónde hasta los comercios poseen la misma tipografía. Silencio total. Salvo uno que otro poblador que de repente se topaba conmigo, aquel pueblo se encontraba sumido en una soledad que por paradójico que resulte, no es nada triste. Tres calles más y llegué a la Explanada Manuel Buendía, plaza principal de Cuitzeo.



Un kiosko, el Museo de la Estampa y el Santuario de la Virgen de Guadalupe (lleno de flores a causa de las celebraciones guadalupanas) forman un complejo arquitectónico que sirven de preámbulo a la Iglesia y Ex Convento de Santa María Magdalena, la más hermosa edificación de Cuitzeo, cuya existencia justifica por sí misma el viaje hasta esta localidad lacustre. En este templo la magia deja de insinuarse y se convierte en una constante arrebatadora. Imponente y de muros blancos y altos, la fachada del Ex Convento (ahora convertido en un Museo Nacional del Virreinato del INAH) y sus verdes y cuidados jardines invitan entrar cuanto antes y recorrerlo. Tras pagar 31 pesos penetré en aquella mole de piedra que por dentro es un laberinto. Según el libro de visitas era el único visitante recorriendo aquellos pasillos. Lleno de adrenalina recorrí todo lo que pude. Los cuartos de los monjes y hasta sus letrinas comunitarias eran algo tétrico y que sin embargo no podía dejar de admirar. Por momentos aquellos muros guardan ecos y murmullos. Después hay zonas llenas de frío y un ambiente pesado. Cualquiera en mi lugar juraría, al igual que yo, que no está solo entre esas capas de muros y pinturas imponentes grabadas sobre sus muros y techos.


Estuve cerca de una hora en aquel sitio emblemático. En un jardín con una cruz que tiene la inscripción ‘Infierno’, y en el que también hay un naranjero, me cerraron una puerta. Después, mientras descendía unas escaleras en total obscuridad alguien tocó mi hombro. Al girar e iluminar las tinieblas con la luz de mi cámara no había nada… ni nadie. Aun desconozco que fuerza fue la que me impidió salir corriendo. Algo me decía que en Cuitzeo estás experiencias son cosas de todos los días. Por eso continúe mi recorrido sin abandonar la marcha ni hacer mayor aspaviento por lo sucedido.


Cuitzeo aun me deparaba una sorpresa más. A lado del Ex Convento se encuentra el Parque Municipal, espacio romanticón para recorrer por las tardes. Un parquecito con laguitos, patos, caminos fáciles de andar y por supuesto, unas lámparas que seguramente por las noches le dan un toque dulce a sus visitantes.

Recorrí unos momentos más aquellas calles apacibles. Podría hacerlo por horas y no dejar de maravillarme. Sin embargo otros pueblos me esperaban en el recorrido. A las 4 de la tarde abandoné Cuitzeo. En el camino de regreso mi mirada se perdía en el inmenso lago de un pueblo en el que me pasaron cosas que nadie me creerá.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Road Trip Michoacán 2 - El centro histórico de Morelia


Si no hubiera visto las imágenes en períodos o revistas no me la creería. Lo cierto es que en estos momentos me encuentro en la ciudad de Morelia, para ser exactos en el centro histórico. Parece un invento que hace tan sólo quince meses éste lugar fue objeto de un ataque terrorista. Parece mentira que un lugar que a esta hora (casi las 9 de la noche) luce tan vivo haya sido escenario de un acontecimiento tan trágico.

Lo cierto es que Morelia me ha recibido bien. Con un Centro Histórico rebosante de belleza, integro, lleno de luces y atractivos para sus visitantes. Su misma gente cálida me hace tener la esperanza de que todas esas noticias en las que se habla de una férrea lucha entre el narco y la policía son parte de una novela de aventuras y no la cruel realidad. Por lo pronto caminar y sentir la tranquilidad es el aliciente que necesito para afirmar que, pese a la difícil situación de inseguridad (que dicen, pues no me consta) impera en el estado, el ambiente de paz prevalece.

Seguramente estos días hablaré más de mi estancia por estas tierras. Por lo pronto los dejo, pues la señora del cybercafé ya quiere cerrar. Nos leemos muy pronto.


Centro Histórico de Morelia, Michacán.Diciembre de 2009.

Road Trip Michoacán 1 - Los preparativos


Me encanta viajar, aunque casi siempre lo hago guiándome por la intuición. Con el dinero contado, con un itinerario incierto, sin reservaciones ni teniendo una idea clara de lo que busco. Ignoro porque estos elementos son la constante, aunque lo cierto es que esa dosis de incertidumbre y aventura son los que hacen adictivas estas salidas de mi amada Ciudad de México. Parte del encanto de estas odiseas es la de narrarlas. Registrarlas para que sean las letras, y no la memoria traicionera, las que con el paso del tiempo nos cuenten la historia de nuestras andanzas y nos cueste trabajo creerlas.

Escribo estas líneas en la madrugada del miércoles 9 de diciembre y las cosquillas en el estomago ya están ahí. Dentro de unas horas saldré de casa y tomaré un camión hacia la hermosa ciudad de Morelia, en el estado de Michoacán. Lo demás ni yo lo sé. Emprendo la graciosa huida para ver en qué terminan estás vacaciones que presiento, tienen algo que enseñarme. Hace un año hice un experimento parecido, sólo que el destino fue Campeche. Si en aquella ocasión fue un imán invisible el que me llevó hasta esas lejanas tierras, hoy soy arrastrado por una fuerza igual o más poderosa hacia tierras purépechas.

Cualquier viajero sabe que con cada nuevo destino adquiere para sí un cumulo de experiencias que lo van transformando. Uno nunca es el mismo después de encontrarse consigo mismo en otras tierras. Respirar otro aire, mirar otro cielo, comer otras cosas. Una parte de nuestra piel se va quedando marcada con cada camino andado.

Sólo es cuestión de contestar un par de correos pendientes, echar un par de ropas más (seguramente innecesarias) a la maleta, dormir un par de horas y después salir disparado a la Central de Autobuses. Como siempre éste blog será testigo de mis venturas y desventuras en esta nueva locura que está a muy poco de dar inicio. Cámara fotográfica, iPod cargado, pluma y papel, el libro que estoy leyendo. Todo está listo. La próxima vez que nos leamos estaré en Morelia… después quién sabe.

También, si la tecnología lo permite, pueden seguir mis pasos vía Twitter.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Ardores que matan (de ganas)


En cosas de amores lo común es
fracasar



Aunque muy rara vez elijo a un libro por su portada, la tapa de ‘Ardores que matan (de ganas)’ me sedujo desde el primer momento que la vi. Supe, como si se tratase de un presagio inevitable, que tarde o temprano la leería. Para mi sorpresa, el contenido de esta novela satisfizo (y con creces) mis expectativas.

Leer ‘Ardores que matan (de ganas)’ es, en muchos sentidos, una delicia. Estamos ante una obra redonda que ahonda en el psique sexual y romántico de los hombres. Ramón Córdoba, autor de este libro, se vale de recursos tan diversos como el sentido del humor, la ternura o hasta la desfachatez, para contarnos una historia que podría ser la nuestra. Quizá por eso el narrador y personaje principal carece de nombre, y varios de sus relatos son atemporales, permitiendo así nuestra ubicación en distintos planos de la historia de acuerdo a nuestra edad y estado anímico en el que nos encontremos.

En un principio podría parecer que ‘Ardores que matan (de ganas)’ narra la historia de un singular trío de jóvenes que de buenas a primeras, deciden fundar la mítica y legendaria ‘Cachondos Band’. Uno de estos integrantes es quien años después nos cuenta la historia. Sin embargo, conforme el lector se adentra en las páginas descubre que está ante una literatura más profunda, pero no por eso menos divertida. Podrá sonar aventurado, pero casi puedo asegurar que a lo largo de la trama se abordan todas las variables de la vida amorosa de un hombre: desde sus decepciones hasta su parte más animal, de sus miedos a sus pensamientos más cursis, hombres que lloran de amor, que se embriagan por una mujer, y un larguísimo etcétera. Todo lo anterior aderezado con un manejo sencillo pero con estilo (a veces rayando en lo poético) de las palabras, y de un retrato fabuloso de la Ciudad de México y sus costumbres.

Se piensa que son las mujeres las que ponen el sentimiento por delante. Ramón Córdoba no desmitifica esta idea pero nos pinta de una forma más humanos. En temas de cursilería tampoco nos quedamos atrás. Detrás de ese machismo y de la calentura masculina, se esconden almas que sólo desean ser comprendidas por otras. Nosotros también hacemos el ridículo y tenemos nuestros días en los que la depresión nos pone insoportables, callamos amores imposibles y dudamos acerca de hacer lo correcto. Como diría el protagonista al inicio del libro “en cosas de amores lo común es fracasar”.

Intercalados entre las capsulas de recuerdos y alucines del narrador, se encuentran varios relatos ‘de ellas’. Colocados estratégicamente nos dan un panorama enriquecedor de lo terriblemente complejas que son las relaciones humanas. Un juego que al final todos jugamos y en el que lo más común es no entender ni las reglas.

Su lectura vale mucho la pena. Apuesto que te reirás, después de todo, ¿quién no tiene un Cachondo en su interior?

lunes, 30 de noviembre de 2009

¿Odiar el Teletón?


Han sido unos tres o cuatro correos electrónicos que he recibido en los últimos días, aunque seguramente otros cuantos se irán acumulando antes de la llegada del sábado 5. Diciembre ya no inicia con luces navideñas y las primeras compras de regalos, no, diciembre comienza cuando uno recibe su primer mail en contra del ‘fraude del Teletón'.

Cada año el fenómeno se repite, trayendo consigo nuevos adeptos que juran saber ‘la verdad de las verdades’ sobre este movimiento altruista en teoría, conformado por varias empresas y medios de comunicación cuya finalidad, en un principio, es ayudar a la creación de centros de rehabilitación para niños con capacidades especiales. Llevó años escuchando las más fantasiosas historias acerca del verdadero y terrorífico motivo que impulsa el Teletón, desde que fue una estrategia para estabilizar a Televisa de una crisis económica, hasta que es sólo un aparato para evadir impuestos. Qué si es pura farsa, qué si cada año la suma ya está asegurada desde antes de que comience la emisión, qué si los niños empleados en cada promocional son explotados de manera burda e inhumana.

Ahora mismo, mientras escribo estas líneas, mi hermana me está mentando la madre, y saben, no me importa, en primer lugar porque compartimos a la misma progenitora, y en segundo lugar, porque su único fundamento es uno de los muchos correos que circulan actualmente en el ciberespacio.

Lo cierto es que estas son una sarta de babosadas. Fiel a nuestra costumbre nacional, los mexicanos (ni modo, así somos), nos la pasamos buscándole tres pies al gato, inventando conspiraciones idiotas o viendo cortinas de humo hasta en el vuelo de una mosca. ¿A dónde voy con todo esto? A que rara vez validamos alguna campaña a favor de los más desfavorecidos. ¿Cuántas veces no hemos escuchado comentarios en contra de la campaña ‘Un Kilo de Ayuda’, ‘Sólo por ayudar’, ‘El Redondeo’, ‘Fundación Azteca’, y un larguísimo etcétera? ¿qué necesitamos para creer que realmente hay gente interesada en emplear sus tiempos y recursos en los demás? Convendría dejar esa postura un tanto retrograda de que los empresarios y gente adinerada, por el simple hecho de serlo, no puede dar pie a iniciativas con fines sociales y sin lucro.

Del Teletón podrán decir misa, pero lo cierto es que las instalaciones de sus Centros de Rehabilitación Infantil (las mejores en América Latina) en varios estados de la República Mexicana, están a la vista de quien los desee visitar. Médicos, terapeutas, enfermeras, voluntarios, padres de familia de niños en rehabilitación no me dejarán mentir: el Teletón, a pesar de a veces no darse abasto, funciona como una opción para aquellas familias de escasos recursos que necesitan tratamientos costosos para mejorar la existencia de miles de niños en el país. No dudo que las empresas se beneficien en sus ventas y al anunciarse a muy bajo costo durante los eventos del Teletón, pero caramba, no me importa si de esta manera un niño tendrá la oportunidad de mejorar su estilo de vida.

Detrás de toda la parafernalia (esa sí, a veces chocante) de los artistas y cantantes intentando caer bien a lo largo de más de 24 horas de transmisión ininterrumpida, está el verdadero fin: ayudar con lo que podamos. Seguramente el sábado buscaré un huequito para ir y cooperar con lo que pueda. Por un día preferiré dejar de comprar cervezas, revistas, discos, comida o cosas sin importancia y unirme a esa mayoría que afortunadamente, seguimos creyendo en el México solidario. El chiste es hacerse presente de vez en cuando. Llámese Teletón o darle comida a un niño en la calle. Lo que no podemos permitirnos es la pasividad, pues de ser así, ni derecho de reclamar tenemos. Ojalá un día no muy lejano, ya no necesitemos de un video conmovedor o de las lágrimas de Lucerito para dar un poco de nosotros.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Tristísimo. Historia de una Alebrije


Alebrije: Forma enredada, difícilmente con una figura, confusa y fantástica.

Dicen que no existieron. Que son producto de la imaginación. Leyendas que al pasar de generación en generación, han perpetuado a pesar del correr de los siglos. Se cree que sólo son bellas artesanías. Pequeñísimo error del hombre blanco, creer que todo lo sabe.

Esta historia es sobre ellos. Criaturas enigmáticas y mágicas, cuya existencia siempre ha sido negada, adquiriendo quizá por esto el misticismo de lo que pese a ignorarse, es veraz. Provienen de Oaxaca, aunque habitan en todo el sur de México y parte de Guatemala. Pese a que actualmente evitan a toda costa el contacto con las personas, gracias a un pacto de mutua cooperación, durante siglos convivieron con los antiguos zapotecas y mayas. La llegada de los conquistadores españoles trajo consigo el derrame de sangre inocente, provocando que las colonias de Alebrijes conocieran la maldad engendrada en la raza humana y decidieran apartarse para mantener libre a su linaje de la violencia y crueldad del mundo. Sólo quedaron algunos códices y artesanías que daban cuenta de su existencia, mismos que fueron tomados como molde para los alebrijes que en la actualidad se venden en puestos y mercados populares.

Desde el nacimiento de la Nueva España, pocas veces han sido vistas. Las veces que esto ha pasado, han sido confundidos con duendes, extraterrestres, fantasmas, el chupacabras o diferentes tipos de animales.

Algunos alebrijes tienen la facultad de la invisibilidad. Sólo ellos se aventuran de vez en cuando a entrar en los asentamientos humanos. Son capaces de cambiar el estado anímico de las personas que los rodean, por eso muchas veces la gente suele sentirse alegre, nostálgica o triste sin motivo aparente. Otros, son capaces de alterar su entorno. Nublar el cielo, provocar que el viento frío sople en pleno verano o que las plantas florezcan en un instante. Seres mágicos por naturaleza, los alebrijes juegan con el mundo a su antojo, trastornando de paso, a cuanto ser viviente se cruza por su camino. De cualquier modo, muchas veces dependemos de su estado de ánimo para tener lo que llamamos ‘buena o mala suerte’.

* * * *

Su promedio de vida es de doscientos años, aunque según registros, algunos pueden llegar a los trescientos. Suelen ser orgullosos de su pureza y apariencia. Cada Alebrije es único. Mezcla de muchas criaturas y animales. Por eso, el mundo de los alebrijes se sacudió hace unos treinta años, cuando en una de sus colonias al norte de Chiapas nació Chali-Kam, alebrije amorfo. No tenía alas, colmillos o patas de otros animales. Sólo era una criatura amoratada y regordeta sin rasgos distintivos. Poseía, sin embargo, una gran ternura y felicidad que se le escapaba del cuerpo.

Días después de su nacimiento, el consejo de los alebrijes más viejos de la selva, decidieron reunirse con la finalidad de discutir sobre el futuro de Chali-Kam. Algunos sostenían que la llegada de este alebrije amorfo era una señal de los dioses, y que por lo tanto debía ser venerado como tal. Otros, en cambio, lo consideraban como un designio de mala fortuna y catástrofes venideras. Finalmente se tomó la decisión de tratarlo como un alebrije más de la colonia.

Pasaron los años, y mientras el resto de los Alebrijes de su edad paulatinamente descubrían y desarrollaban diferentes capacidades mágicas, propias de su especie, Chali-Kam crecía sin el amparo de alguna propiedad que lo volviera especial. Siempre fue tratado con respeto y cariño, pues el ser diferente hacía que se le tuviera un cierto sentimiento de protección. Contrario a lo que pudiera pensarse, no era feliz. Contaba con el amor de su familia y de la colonia entera; a pesar de esto, el mismo sentimiento de incomprensión lo seguía a todos lados. Su carácter fue cambiando paulatinamente, y aquella alegría desbordada de su infancia se convirtió en seriedad y melancolía. Sin que le importara demasiado, comenzó a ser llamado ‘Tristísimo’ por sus amigos. Ningún otro nombre lo describía mejor.

* * * *

Se marchó en una fría noche de octubre. Así, sin avisarle a nadie. Sin dar explicación alguna, ni siquiera a sus padres. Por años fue buscado sin éxito alguno. Poco a poco, los otros Alebrijes lo dieron por muerto, no sin sentir una gran pena en el corazón.

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Sucedía que Chali-Kam no podía seguir viviendo así. Sin ser parte de lo que se supone, debería ser su todo. Sabía que no era un Alebrije de verdad. Hubiera dado su vida entera por ser como el resto de sus amigos, y sentir, aunque fuera por un momento, el cosquilleo de la magia entre sus manos. Por eso decidió escapar aquella noche, para dejar de sentir la compasión de los demás. Para encontrar un futuro siendo el mismo, y no sólo una pretensión.

Salió de la selva, recorriendo pastizales, campos y brechas. Comiendo hojas de árboles y bebiendo agua de los riachuelos que a su camino encontraba. A veces pasaba por pueblos llenos de miseria y desigualdad, en los que pasaba semanas enteras preguntándose si en realidad ‘los humanos’ eran tan crueles y despiadados como los Alebrijes mayores le habían dicho. Le gustaba observarlos, y la verdad, no los encontraba tan temibles.

Una tarde lluviosa, mientras se protegía de la tormenta debajo de la corteza de un árbol, extraño su hogar y sintió ganas de volver. Un trueno iluminó el cielo de aquel paraje y una idea se apoderó de su mente: Llegar a ser como los otros Alebrijes. Sin tener muy en claro como lo conseguiría, decidió emprender el viaje de regreso a la selva, encontrar la manera de lograr su objetivo y volver con sus, ahora sí, semejantes. En el camino intentó hablar con diferentes animales, árboles y hasta con las nubes. Obteniendo como única respuesta el silencio.

Desesperado, Chali Kam tuvo la peor de las ideas. No fue la maldad la que lo orilló a matar, sino la soledad y las ganas de aceptación. Atacaba de noche, salvajemente, y en contra de su naturaleza noble. Después de cada asesinato lloraba. Se sentía repugnante y consideraba que el derramar la sangre de sus hermanos animales lo hacía una creatura peor que los hombres. No mataba por hambre, ni para defenderse. Asesinaba para apoderarse de partes de otros animales: alas de mariposa, pies de pato, cola de gato y coloridos plumajes y pieles que celosamente guardaba en el interior de una cueva. Cuando creía tener todo lo necesario dejó de matar, consiguió una filosa astilla de madera que uso a modo de aguja, y con hilos de plantas de maguey comenzó a coserse su nueva piel. Tiempo después, al ver su reflejo en el agua de un riachuelo, Tristísimo sonreía después de años de no hacerlo. Para celebrar decidió adornar su cabeza con un llamativo hongo silvestre y volver a casa.


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Su llegada causo sorpresa. No porque nadie esperara verlo de nuevo, sino por su apariencia. Contrario a lo que Tristísimo pensaba, su nueva figura fue vista con repugnancia. Prontamente fue detenido por un grupo de Alebrijes y llevado hasta el Consejo de los más viejos, quienes lo interrogaron sobre el origen de su nuevo aspecto. Nervioso y sorprendido por el hostil recibimiento, Tristísimo les contó avergonzado la historia de sus crímenes. Y aunque intentó justificarse, pedir perdón y decir que estaba arrepentido, fue expulsado para siempre de la selva. Fue agredido por sus antiguos familiares y amigos. ‘Eres una vergüenza’, ‘Criatura maldita’, ‘¿En qué clase de mounstro te has convertido? un alebrije no derrama sangre innecesariamente’, ‘Eres como los hombres, tienes el corazón podrido’. Todo esto y más escuchaba Tristísimo, mientras era sacado a golpes de la colonia por los otros Alebrijes y recibía un poderoso conjuro mágico de parte del más anciano de ellos: Jamás volverás a sonreír, vivirás hundido en la más terrible de las tristezas.

Y se marchó. Sin rumbo fijo. Quería morir. Una mañana intentó quitarse las partes de otros animales que había cosido a su cuerpo. No pudo, gracias al conjuro mágico ya eran parte de él. Recorrió cientos de kilómetros, pensando que tal vez su lugar estaría con los humanos.

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Muchas veces, Tristísimo sufrió agresiones por parte de los hombres. Algunas veces, cuando pasaba por algún cultivo, era confundido con animales carroñeros, y era alejado a pedradas y balazos del lugar. Otras era pateado y golpeado brutalmente. Incluso estuvo a punto de morir al ser atropellado en una solitaria carretera en el estado de Puebla. Milagrosamente llegó al peor lugar en el que un alebrije podría estar: La Ciudad de México. Basureros, contaminación, cielo gris y mucho ruido son suficientes para matar a un Alebrije. Todos sus días, todas sus noches, toda la soledad de esta urbe eran un infierno para Tristísimo, que decidió morir en Marzo, en un gigantesco terreno baldío cercano a la Cabeza de Juárez.

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Hace dos meses fui una vez más a una entrevista de trabajo. De nuevo me dijeron que no. Soy profesionista, y a mis veinticuatro años no me hago a la idea de no dedicarme a lo que estudié por años. ¿Alguien sabe lo que se siente tirar años de ilusiones al bote de basura? Yo sí, y créanme, duele. También perdí el amor, y desde entonces ni rastro de él en mi vida. Me sentía mal y lleno de confusión. Quería acabar con mi vida. Por eso compré este veneno para ratas que pensaba tomar y me alejé a uno de los suburbios de Iztapalapa.

Y fue cuando lo vi. Justo antes de tomar ese veneno que me haría agonizar, me di cuenta que alguien más lo hacía por mi. No supe quién o qué era. Mi única certeza, es que esa pequeña creatura había sufrido más que yo. Lo tome entre mis brazos. Pequeño, débil y asustado, me hizo comprender que era una tontería suicidarme pudiendo salvar otra vida. Lo llevé a mi casa (donde vivo en la mayor de las soledades) y lo alimenté con zanahorias, hojas de lechuga y agua; también lo limpié con agua caliente. Dos días después, creo, estaba fuera de peligro.

No sé, en una ocasión lo mire a los ojos, y su voz habló en mi interior. No pregunten cómo, pero lo entendí. Me contó su historia sin hablar. Se llama Tristísimo, y acepté quererlo desde ese momento, porque se parece a mi. Desde entonces es mi amigo. Ambos nos sentimos excluidos de nuestro mundo. Los dos, descubrimos que no tienes que ser un Alebrije o un humano para herir a los demás.

Hoy, Tristísimo duerme debajo de mi cama, y quizá por eso, hay días en los que me cuesta tanto sacudirme esta melancolía que tan frecuentemente invade mi corazón.

Eva Lucia Revelo / Gabriel Revelo
2006


El personaje de Tristísimo, así como su figura (ver fotos) es una creación de Eva Lucia Revelo González. La historia, es de Gabriel Revelo.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Mi foto con el Pelón

El pasado sábado acudí al Café 22 de la Colonia Condesa a ver, por segunda vez, el show de stand up comedy 'El Pelón en sus tiempos de Cólera'. Fue precisamente Héctor Suárez Gomís, creador y protagonista del espectáculo quién amablemente me invitó después de comentar en el post en el que hablo de su primer libro. Acompañado por mi novia y por mi mejor amiga, una vez más pasé una velada excepcional y llena de humor inteligente. Al terminar la presentación, tuve la oportunidad de saludar al buen Gomís, que dicho sea de paso, es un tipazo. Intercambié un par de palabras con él, como pude le agradecí la invitación y por supuesto, nos tomamos la obligada foto para la posteridad.


No podía irme sin que Héctor firmara mi ejemplar de ‘El Pelón en sus tiempos de Cólera’. De nuevo mi agradecimiento al buen Gomís por su talento, por aligerarnos la vida y sobre todo, por la calidad de persona que eres. Fue una gran noche.