miércoles, 29 de febrero de 2012

La última vez que fue hoy


La última vez que fue hoy (29 de febrero, pero del 2008), en este blog escribí un post llamado 'La próxima vez que sea hoy' en el que hablé sobre cómo pensaba que sería mi vida la próxima vez que fuera año bisiesto. En esa época salía con diferentes personas, mientras esperaba que el amor llegara a mi vida más vestido como realidad que como desamor. No me imaginaba casado pero si con alguien con quien pudiera hablar de un futuro. Se me cumplió. He vencido a todos los fantasmas del pasado y eso es una de mis mayores victorias.

También deseaba tener un mejor trabajo en el que escribiera y ganara más. Si bien ahora no tengo el gran sueldo, me pagan por escribir. Quería conocer varias ciudades del mundo y quizá esa siga siendo mi asignatura pendiente. Sin embargo he vivido muchas cosas. Buenas, malas, regulares, pero he tenido muchas cosas que contar. Definitivamente era muy diferente a lo que hoy soy. Hace cuatro años me preguntaba si este blog seguiría vivo. Y para mi sorpresa aquí sigo.

La próxima vez que sea hoy muy probablemente ya habré sentado cabeza. ¿Casado? ¿Con hijos? La verdad ya no lo veo tan lejano. Deseo que para la siguiente vez que sea 29 de febrero todas las personas que quiero y son importantes en mi vida sigan estando presentes. Espero que por aquella época esté sano y a nivel profesional obtenga lo que deseo y que tenga una estabilidad financiera. No quiero ser rico, sólo tener lo necesario para no preocuparme por ese aspecto. Literariamente deseo avanzar, no sé a dónde, pero involucrarme mucho más en las letras. Publicar en un par de veces más de revistas y tener un proyecto concreto con el cual aventurarme con las letras. Algún reto mayúsculo… yo sé cuál es.

Espero viajar más y conocer gente valiosa y que traiga cosas buenas a mi vida.

La próxima vez que el calendario marque que es 29 de febrero espero que las cosas estén mejor en mi país y que el mundo esté un poco menos enfermo de violencia. Probablemente ya me haya despedido de este blog. Aun así volveré y espero que el yo del futuro no decepcione al del presente. Algo me dice que lo mejor no sería planear nada y que la vida me lleve por dónde se le pegue la gana… como siempre.

¿Seré una mejor persona? Ya veremos qué pasa…

sábado, 25 de febrero de 2012

Un viernes contigo

La aventura de mi vida se conforma por pequeños por pequeños pasajes como el de este viernes, nuestro viernes.

Mañana
Son las 4:40 de la madrugada. Soñaba contigo cuando me despierta la alarma del celular. Mi viernes contigo inicia sin ti, cuando hago intentos sobrehumanos por levantarme de mi cama. Le gano la batalla a Morfeo y su necedad de retenerme entre sus brazos cuando descubro que el fin de semana ha llegado, y sobre todo, cuando recuerdo que estoy a poco más de una hora de verte.

Levantarme, rasurarme mal, tender mi cama y bañarme son pasos que me van aproximando de a poquito a ti. El reloj marca las 6 de la mañana cuando enciendo el auto y salgo en tu búsqueda.

Doce minutos después te espero afuera de tu casa. Cuando veo que sales quito mi programa matutino de tonterías en el radio y pongo las noticias, pues es lo que te gusta. Apareces vestida de forma casual pero impecable, pues los viernes te permites no ir de manera formal a tu trabajo.

La media hora de camino se pasa volando entre nuestras pláticas. A diferencia de otras veces hoy decides no dormirte en el trayecto.
Después de estacionar el auto en la calle te acompaño al edificio donde está tu oficina. Compramos un café y me despido de ti. Son las 7:10 de la mañana. Te veré en unas 8 horas. Con una sonrisa a causa de empezar el día escuchando tu voz, me voy caminando a mi trabajo, que está a un par de calles de distancia.

Apenas un par de calles nos separan. A las 9 de la mañana esa distancia parece nada.
Te pienso y te siento sentada a mi lado. El amor debe ser esa capacidad de poder traer junto a ti el alma de la otra persona con sólo pensar en ella.

Tarde
Cuando finalmente terminé mi jornada laboral son las 3 de la tarde. Regreso al edificio en el que trabajas. Mientras espero a que salgas me tomo un frappé de chocolate blanco. Entonces me llamas para decirme que no tardas en bajar. Ese pequeño detalle hace la diferencia y convierte un instante normal en un perfecto ecosistema en el que todo tiene razón de ser.

Hay veces en las que no percibimos al aire. Si no sopla fuerte o se vuelve frío pensamos que no está ahí. A pesar de olvidarlo la mayor parte del tiempo lo necesitamos para subsistir. El aire lleva oxigeno, sin oxígeno no existimos. Quiero ser tu aire. Mi corazón es el oxígeno, que deseo, se te vuelva necesario para vivir. Estar siempre, aunque a veces no me veas.

Entonces apareciste. Y deje de escribir para concentrarme en ti.

Pasamos por tus amigas. En el camino hablabas alegremente con ellas. El sólo hecho de haberte escuchado contenta mientras manejo me hace bien. A las 16:30 te dejo en un barcito de Coyoacán. Me gusta saber que esta tarde la pasarás entre amigas. Te rodeas de personas buenas y eso sólo confirma tu calidad humana. Con el alma en paz regreso a casa, donde aguardaré un rato para volver a encontrarnos en la noche.

Intento dormitar en un sillón. Aun en mi estado semi inconsciente vuelves recurrentemente a mi mente.
Algo hace que no pueda dejar de estar atado a ti. Jamás había estado tan unido mentalmente con alguien. Cada uno de mis sentidos se prolongan hacia los tuyos... sentir que sentimos lo mismo, pensar que pensamos igual. Soñar y despertar para darme cuenta que el sueño es real.

Y suena el teléfono...

Noche
A las 19 horas me llamas para decirme que tu reunión no solamente se pospuso, sino que además la convertiste en una mini fiesta. Hablaste con varios de nuestros amigos y nos veremos en aquel bar donde unas horas antes te dejé. Uno pone, Dios dispone, llegas tú y lo recompones. Amo esta capacidad tan tuya de darle un giro a los planes y convertir un día normal en una celebración. Como puedo me aplaco el almohadazo del cabello y me quito las lagañas.

Una hora después ya estoy contigo. En el lugar ya se encuentran varios de nuestros amigos. Y ahí estás, charlando con todos, riendo. Eres el alma de la fiesta y también eres mi chica. En medio de risas escucho de tus amigos varias anécdotas sobre cómo eras en la universidad. Y mi admiración hacia ti crece. Siempre has tenido esa capacidad de caerle bien a la gente y volverte parte especial de sus vidas. Aunque me hubiera encantado conocerte en esa época, creo que los tiempos del destino son perfectos, y llegaste en el momento ideal. Sin saberlo
te buscaba desde quién sabe cuándo.

Yo que no suelo figurar en estos ambientes nocturnos me la pasó bien contigo. Me basta un poco del brillo que emite tu luz para brillar en cualquier lugar.

Poco después de que el viernes se convierte en sábado nos despedimos de los demás y emprendemos el regreso a casa. El cansancio te vence y caes rendida. Manejo, pero de reojo te veo dormida. No imagino mayor forma de terminar la jornada. Me das una profunda paz.

A la 1 de la mañana te dejo en tu casa. Medio dormida te despides. Treinta minutos después estoy en mi cama, dispuesto a continuar mi sueño contigo, ese que despierto o dormido nunca acaba. Así es un viernes contigo, un pequeño fragmento de
la historia que compartimos.



*** Este texto fue escrito en tiempo real mientras iban ocurriendo las particulas de nuestra vida juntos.

lunes, 20 de febrero de 2012

La broma más estúpida (y peligrosa) que hice en mi vida


Ni siquiera sé si lo que estoy a punto de narrarles puede ser catalogado como un delito. De lo que sí estoy consciente es que fue una idiotez. Algo peligroso que en su momento no dimensioné del todo. Aun ahora, me debato entre escribir o no sobre un capítulo de mi vida del cual no me siento nada orgulloso.

Pero allá voy. Esta historia ocurrió por allá de 1999. En ese entonces cursaba el sexto año de prepa en el Instituto Don Bosco de la Ciudad de México. Solía juntarme con mis amigos Armando, Daniel y Mario. Aunque solíamos dar la imagen de perdedores y antisociales... la verdad es que lo éramos. Pero también estábamos convertidos en unos malandros: no entrabamos a clases, falsificábamos permisos, salíamos y cada que se nos daba la gana entrabamos de la escuela sin permiso.

Solíamos hacer tonterías sin pensar en las consecuencias. Pero quizá la peor fue cuando una mañana Daniel nos llamó para enseñarnos un tubito de plástico que traía en su mochila. Dentro del tubo había un líquido rosado.

- Es yumbina. Nos dijo emocionado.

Como tanto Armando, Mario y un servidor seguíamos con cara de no-saber-de-qué-nos-hablaba, Daniel nos explicó: la yumbina es una substancia que se le inyecta a las vacas y a los toros para que se pongan calientes. Pero también sirve para que las mujeres se exciten. La conseguí en Tepito. ¿A quién se la damos?

Cierto es que de mi grupo de amigos el más despierto siempre fue Daniel. Era el único de los 4 que había probado drogas, fumaba, tomaba y salía con varias chicas a la vez (Mario, Armando y yo ni novia teníamos). En pocas palabras, había madurado más, aunque no en el mejor sentido. Por eso, cuando nos enseñó el frasco con Yumbina no supimos bien que pensar. Sin embargo, Daniel se encargó de sembrarnos el morbo y la curiosidad por usar aquella substancia. Si a los 17 años llega uno de tus amigos con una substancia y te dice que ‘pone caliente’ a cualquier mujer no sólo le crees ciegamente, sino que deseas ver cómo funciona ese elixir mágico. Por más que sepas que aquello no es ético y que probablemente sea ilegal, la etiqueta de ‘prohibido’ termina seduciéndote.

El plan de Daniel no era usar la supuesta yumbina para acostarse con alguna de nuestras compañeras, no, lo que en realidad quería era ver si funcionaba para después usarla vaya a saber Dios cómo. Después de que Armando y yo aceptamos participar en su ‘prueba’ procedimos a buscar en quién probarla. Obviamente no podía ser en la chica que en ese entonces a mí me gustaba. Tampoco podíamos irnos en contra de las más guapas y populares del salón. Fue así como ubicamos a la víctima ideal: una chica cuyo nombre no recuerdo, un poco llenita pero no fea. Se llevaba bien con nosotros y en clase se sentaba cerca de nuestros lugares, lo cual nos facilitaría estar al pendiente de sus reacciones.

Después Daniel nos explicó el plan: le compraríamos un jugo en la tiendita de la escuela (uno de esos cuadritos boing). Una vez que teníamos el jugo, Daniel sacó una jeringa nueva de su mochila. ¿Quién diablos lleva jeringas a la escuela? Bueno, si sé, pero prefiero pecar de ingenuo. Con una experiencia que me dio desconfianza vació el líquido rojo en la jeringa y lo inyectó con cuidado en el jugo. Antes de regresar a clase, Daniel nos dijo que para que la yumbina funcionara más rápido deberíamos de acariciar a nuestra compañera y hablarle tiernamente. Algo inocente, sin pasarnos de la raya, sólo para ver qué pasaba.

Al terminar una clase nos acercamos a ella. Le ofrecimos la bebida y la aceptó. Después de que le dio un par de sorbos Daniel empezó a masajearle los hombros. Armando y yo, mucho más inexpertos en aquellos enseres tímidamente le acariciábamos el pelo y el cuello. Entonces no sabemos si de verdad aquel líquido rosa hizo efecto o somos muy buenos dando masajes, pero a los pocos minutos nuestra compañera estaba completamente recargada en su pupitre, muy dócil y su blanca piel adquirió un color rojo similar al de un tomate y tenía una temperatura más elevada de lo normal.

Entró el maestro y ocupamos nuestros lugares. En un par de minutos la ‘conejilla de indias’ de Daniel volvió a su color natural. Saliendo de clases Daniel dijo que la Yumbina sí había funcionado, aunque se mostró un poco decepcionado con los resultados obtenidos. Si mi amigo tenía más yumbina o tenía otros planes específicos lo desconozco. Lo cierto es que con el paso de los años he comprendido que aquello que hicimos esa mañana estuvo mal.

Si bien yo no conseguí esa substancia, ni fue mi idea, ni inyecté nada, aun hoy me resulta imposible no sentirme como un tonto por participar y permitir aquella tontería.

Alrededor de la yumbina hay muchos mitos. Se dice que se obtiene de una planta africana y que en efecto, es usada para incentivar el apareamiento entre el ganado; también que una sobredosis en personas puede llevar a un paro cardiaco o incluso a la muerte. Otras versiones dicen que la yumbina como tal no existe, y que lo que venden clandestinamente bajo ese nombre en realidad es un tipo de droga.

Escribo esto para que no vayan a permitir que algo así pase a su alrededor. Sigo arrepentido. Fue la broma más estúpida (y peligrosa) de mi vida. Espero que cosas así dejen de ocurrir.

martes, 14 de febrero de 2012

A better life


Caí en la tentación y la vi. Siempre dije que jamás en la vida iría al cine a ver una película en la que actuara algún Bichir. Debo aceptar que terminé haciéndolo.

La culpa fue de la maldita curiosidad, la cual empezó justo la mañana en la que anunciaron las nominaciones a la próxima entrega de los premios Óscar. En mi trabajo me tocó hacer la nota al respecto, por lo que desde temprano seguí muy de cerca el anunció los candidatos a llevarse las ansiadas estatuillas a lo mejor del séptimo arte. La sorpresa vino cuando escuché los nombres que integraban la categoría de Mejor Actor y el primer mencionado fue Demián Bichir por su participación en A better life.

Después del sobresalto inicial chequé un par de veces el nombre... aun incrédulo busqué información en la red sobre aquella película y entonces confirmé que no había duda: el actor mexicano estaba nominado al Óscar junto a figuras de la talla de Brad Pitt y George Clooney.

Acepto que hasta antes de esa mañana nunca había oído hablar de A better Life, mucho menos sabía que Demián Bichir había actuado en ella. Al paso de los días mi intención de verla 'para ver por qué habían nominado a Bichir' seguía firme. Los comentarios que leía en la prensa eran favorables, por eso cuando la semana pasada supe que la cinta seguía en cartelera decidí ir a verla.

Y señores, me sorprendí gratamente.

En apariencia A better life podría pasar como una de las muchas cintas sobre migrantes mexicanos en EE.UU. Incluso al verla algunas partes son un tanto predecibles, pero también tiene eso que requiere toda buena película: te mueve las entrañas.

La trama es sobre Carlos Galindo, un indocumentado mexicano que trabaja de sol a sol para poder sacar adelante a su hijo adolescente. Duerme en un sillón, pues su casa sólo tiene un cuarto y prefiere que su vástago sea quien lo use. A pesar de que su hijo se muestra distante y más atraído por el mundo de las pandillas, Carlos hace hasta lo imposible por compenetrarse con él y darle la mejor educación. En medio de esta desolación al protagonista le surge una oportunidad para salir adelante y que le cambiará la vida por completo. Ahí es donde la actuación de Bichir comienza a ser convincente. Sin mayores pretensiones logra que nos creamos su papel, que sintamos alegría o pena por lo que a lo largo de la película le va sucediendo.

Separado de la madre de su hijo, Carlos Galindo es un hombre ejemplar que a pesar del difícil panorama que le plantea la vida decide siempre seguir adelante. Un valiente como lo son los cientos de indocumentados que al igual que él, se parten la madre a diario en un país donde la moral y ética hacia ellos rara vez existe.

Un padre que da la vida por su hijo, tal y como deberían hacerlo todos.



Hay escenas conmovedoras, pero quizá ninguna como ver al protagonista trepando en lo más alto de una palmera para trabajar, y sentir esa misma emoción del personaje por sentirse dueño del mundo. Esa libertad y esa esperanza soñadora tan mexicana es la que reconforta y alivia, la que da nostalgia, la que nos hace sentir orgullosos. Esa nobleza y sinceridad a prueba de todo. Este conjunto de emociones hace de la actuación de Bichir sea un coctel de emociones que nos atrapa a lo largo de toda la película.

Una vez que terminó la película varios de los presentes en la sala aplaudieron. En parte lo hacen por la película, aunque esa ovación va para el actor que nos calló la boca a varios. Señor Bichir, que actuación tan tremenda, me pongo de pie ante su interpretación.

No sé lo que pase la noche de la entrega de los premios Óscar, pero mi corazón ya se aceleró y frenó varias veces con la actuación de un mexicano cuyo trabajo ha sido justamente reconocido en las altas esferas de la cinematografía mundial.

A better life aun está en cartelera, búsquenla y verán que no exagero en mis comentarios.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Pudor


Hace no mucho leí las últimas páginas de la novela ‘Pudor’ de Santiago Roncagliolo, también autor de 'Abril Rojo', que le valió el Premio Alfaguara de Novela 2006. Pudor, sin embargo, es mucho más que una simple historia contada con prestancia.

Los personajes son un hombre a punto de morir, un gato que quiere sexo, un niño que ve muertos, un viudo anciano enamorado, una mujer que recibe anónimos pornográficos y una adolescente llena de confusión. Todos miembros de la misma familia. Todos diferentes. Todos iguales. Todos con profundos deseos inconfesables y que como todo el mundo, están solos.

183 hojas de una original narrativa parecen muy pocos para una contar de modo convincente una historia que además juegue con paradojas y sátiras hacía la sociedad latinoamericana. Podría ser muy poco, menos para Roncagliolo, cuya imaginación nos regala una historia llena de amor, odio, frustración, derrotismo y desamor (entre otros tantos sentimientos estorbosos).

Para el autor, ‘Pudor’ es a veces triste, y otras veces es como una comedia. Porque así es la vida. ¿Quién no tiene deseos inconfesables? ¿Quién es capaz de no sentirse solo aun rodeado de gente? ¿Quién después de leer ‘Pudor’ no se siente identificado con alguno de los personajes enfermos de soledad?. Yo no. Me declaro un pudoroso confeso lleno de secretos y soledad.

Una novela muy recomendable para casi todos. De seguro, después de leerla descubrirás que tus perversiones no son del todo extrañas.