jueves, 30 de agosto de 2007

La coma (,) el amor y otros accidentes

Una nota periodística:


CIUDAD DE MÉXICO, México, feb. 11, 2006.- La joven Julia Cristina Maldonado Alcántara de diecisiete años sufrió un fuerte percance automovilístico la madrugada de este sábado, al desbarrancarse con su vehículo en una curva ubicada en el kilómetro doce de la carretera libre México-Cuernavaca . Al lugar del accidente llegaron unidades de paramédicos y autoridades de la Policía Federal de Caminos que descendieron por el barranco y rescataron a la victima de los restos de su automóvil Renault Clío. La adolescente sufrió varias fracturas y traumatismos por lo que fue trasladada al Hospital Adolfo López Mateos en dónde cayó en estado de coma. La reportan como muy grave.

- Así que esto es estar en coma . Desde el día del accidente tengo vagas nociones de la realidad. No me puedo mover, y lo que es peor, casi no siento mi cuerpo. Sé que tengo varias cosas rotas, que mi estado es delicado y que de un momento a otro podría dejar este mundo. De aquella noche no recuerdo casi nada. No sé si por los sedantes, por los fuertes golpes que de seguro me llevé o porque siempre he sido muy distraída. Me accidenté, lo sé, pero desconozco detalles como cuándo fue el momento exacto en el que salí del camino, o qué hacía sola a tan altas horas de la noche manejando el auto de Papá. Aquí, cada día se me hace eterno. A tal grado de que me he inventado varios juegos mentales para distraerme en medio de tanta soledad. Afortunadamente, puedo escuchar, por eso sé que hasta éste frío hospital han venido todo mis familiares. Inclusive la tía Fabiola que vive en Sinaloa. Me doy cuenta de todo, sé que Papá y Mamá se quieren hacer los valientes, creen que si aparentan fortaleza ninguno de los dos se derrumbará. Aunque yo los conozco, y sé que por dentro están muriendo de miedo.

Mis amigas de la preparatoria, Daniela, Olivia, Tania y Berenice, vienen diario a platicarme como van las cosas en mi ausencia, supongo que presienten que puedo oírlas. Él que no se ha parado por aquí es Jaime. Tal vez mañana lo haga. Estoy cansada para pensar en eso, será mejor dormir un poco.



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- Entre sueños creo haber oído a una enfermera mencionar que hoy es lunes. Si mi cálculos no fallan hoy es doce de febrero, pues han pasado ya dos días desde el incidente en la carretera. Vaya suerte que tengo, sé acerca el día de San Valentín y yo aquí encerrada en mi propio cuerpo. Dan ganas de llorar, pero ¿qué hacer cuando el destino te arranca el poder de hacerlo? Hoy vino menos gente a verme, y aunque me da miedo que comiencen a olvidarse de mi, lo único que realmente me importa es saber por qué Jaime no me ha venido a visitar, después de todo es su deber como novio de la accidentada ¿o no? Probablemente tiene algún compromiso o cosas que hacer. Seguramente mañana vendrá a decirme lo preocupado que está y lo mucho que ha llorado desde la madrugada del sábado. A veces creo que estoy más inquieta por saber su paradero que por ocuparme de mi futuro, si es que lo hay.



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- Hoy papá tuvo una pequeña reunión con los doctores encargados de mi caso. Aunque yo creo que estoy igual, a él le dicen que estoy mostrando una mejoría sorprendente ¿será?. Uno de los médicos mencionó que en cualquier momento podría salir del coma. Y hablando de eso, que nombre tan gracioso ese de ‘coma’ ¿a quién se le habrá ocurrido?. Es en estos momentos de divagación cuando me gustaría tener una enciclopedia a la mano. ‘Coma’. ¿Se referirá al signo gramatical?, y si es así ¿por qué mejor no se llama ‘punto’ o ‘paréntesis’? Lo que si descarto completamente es que este dichoso nombre del estado en el que me encuentro haga referencia al verbo ‘comer’. Es un enredo, pero qué otra cosa me queda por hacer. El día, no obstante, pinta bastante bien. Un comentario de mamá me confirmó que hoy es 13 de febrero. Maravilloso si tengo en cuenta que mañana es día del amor, y cumpliré dos años de noviazgo con Jaime. Recuerdo que aquella lejana mañana de San Valentín encontré una carta en el buzón de mi casa en la que un ‘amigo secreto’ se declaraba perdidamente enamorado de mi. Aquel anónimo era también una invitación para almorzar. Quién me iba a decir que aquél romántico empedernido se trataba de ti, uno de los muchachos más atractivos e interesantes de la escuela. Tenía que haber sido en San Valentín, tenías que haber sido tú. La pareja perfecta, en el día y el momento adecuado. Ahora que pienso en todo esto, estoy seguro que si no has venido es para darme la sorpresa en pleno día catorce. Nuestro día del amor. Sí, eso debe ser, quieres que te extrañe y me preocupe. Sigues siendo ese niño lindo, romántico y motivo de la envidia de mis amigas. Sí, eso debe ser. No olvides que te espero Jaime. Estos dos años han sido maravillosos y estoy seguro de que no dejarás de celebrarlos conmigo, con tu Julia que tanto te quiere.



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- Llegó el catorce de febrero. Lo sé porque las enfermeras que vinieron a cambiarme el catéter no dejaban de hablar de las cursilerías que siempre acompañan este día. Es imposible no darse cuenta que San Valentín llegó cuando en una televisión (que supongo esta cerca) el presentador del programa matutino no deja de dar consejos para pasar un ‘día de los enamorados ardiente’. En fin, en el aire se debe percibir una atmósfera espesamente cargada de bilirrubina (lástima que un respirador artificial me impida comprobarlo). Pasan los minutos, y justo cuando empiezo a desesperarme escucho tu voz. Sabía que no te olvidarías Jaime. Ahora trato de concentrarme para escucharte mejor y poner atención a tus encantadoras palabras que tantas veces me hicieron soñar. Me dices que me veo bien, que los doctores aseguran que mi mejoría es inminente y que pronto podré salir de esta cama. Pero algo pasa Jaime, tu voz es indiferente, carece de la calidez de siempre. ¿Qué pasa? ¿Y de quién es esa voz de mujer que te hace preguntas? ¿Por qué te llama ‘mi amor’?. Lo olvidaba, soy una tonta. De pronto recuerdo todo. Ella es tu nueva novia, por quién me dejaste hace dos semanas, rompiéndome el corazón en mil pedazos. Lloré. Una y otra vez te pedí que recapacitaras y volvieras a mi lado. Y no pasó nada. Por eso decidí tomar sin permiso el auto de Papá, manejar lo más lejos posible y matarme arrojándome al barranco; y por eso, aunque los doctores digan que recuperaré la conciencia, ya me da igual salir de éste coma.

lunes, 27 de agosto de 2007

Adiós soltería 5 - ¡Vamonos al carajo!



Lo que según yo empezó como una campaña estratégica para salir con miles de millones de mujeres y encontrar a la chica de mis sueños ha llegado a su fin.
El balance, de entrada, es un rotundo fracaso.
No le dije ‘Adiós a la soltería’, al contrario, creo que después de la sarta de idioteces que he cometido en las últimas cuatro semanas estoy más instalado que nunca en dicho estado civil. Quizá no cambié tan radicalmente como debía, obviamente no basta con decir ‘ya quiero encontrar a alguien’ para que el destino nos mande a la persona adecuada. O puede ser que sí, quizá lo primero que se necesita es tener el convencimiento y después las cosas se irán acomodando. Qué se yo, al amor nunca lo he entendido y que bueno, pues como buen misterio me llama poderosamente la atención; me aterra y me llama; me resulta peligroso pero no puedo dejar de reconocer lo reconfortante que es.

No sé que tan interesante, divertido o cursi te haya resultado, a ti que lees esto, la aventura mal planeada que emprendí a principios de mes. Decidirse a dejar la soltería, buscar el prototipo de lo que busco en una mujer, llegar a la conclusión de que me encantan las villanas, sacar cuentas poblacionales para hacer la estadística de las oportunidades que tenía y después, lanzarme libre y sin protección alguna hacer alegremente el ridículo en un bar, en Internet o en un parque; eso sin contar otras aventuras que no les conté por miedo a saturarlos de tonterías. De todas formas, ese que andaba por ahí de Don Juan no era yo, era un extraño disfraz híbrido con el que les confieso, no me sentía comodo.

Me gustaría saber por qué diablos creí que me bastarían un par de semanas para salir, y encontrarme en la calle con la mujer de mi vida. Idea muy estúpida por cierto, ya parece que (es)cupido iba a decir ‘mira, mira, el Gabriel Revelo escribió en su blog que quiere encontrar novia ¡inmediatamente voy a mandarle a la chica más increíble de mi catalogo de solteras lindas’. La vida no es así, y el imbecil y único culpable por creerlo así soy yo. Como siempre, empiezo las cosas lleno de las mejores intenciones y termino mandándome a mi y a medio mundo al carajo. Aunque si lo analizo mejor, de no haber emprendido este mes en el que yo mismo me creí mis más rebuscados cuentos, seguiría con la espinita de ‘¿y si intentara cambiar mi forma de ser?’.

No llevó la cuenta, pero creo que en mi antiguo blog (
http://gabrielrevelo.spaces.live.com/) y en este he dicho muchas veces que el amor ya no me va a importar, que dejaré de perseguirlo y quién sabe cuantas promesas incumplidas más. Ahora no caeré en ese cliché, sólo diré que esta tarde doy por terminada mi búsqueda no por falta de ganas, sino porque el balance sigue mostrándome números rojos y yo no estoy dispuesto a seguir invirtiendo en un negocio al que por más que le busco, nomás no me da ni una mísera ganancia.

A veces siento que tengo la cabeza en las nubes. Para bien o para mal tengo el corazón lleno de más sentimientos de los que puedo controlar. En parte escribo para sacar muchas de esas ideas que nacen de la inspiración de nada. Ahora imaginemos, a todas esas ideas atormentándome, siguiéndome todas las noches como un asesino buscando el momento de aniquilarlo. O me matan o me vuelven más insensible. Creo que pasará lo segundo. La villana me hizo mala y ni siquiera tuvo que conocerme.

¿Qué pasaría si dejó de tomarme el amor tan en serio?... no lo sé, pero como siempre digo en todo cambio que se presume terminará en desastre: será divertido. Mientras, encontraré la manera de decirle al amor que ahora lo veo como un gran chiste del cual quiero reírme o por lo menos no dejar que el humillado sea yo

(pssst, pssst, sí, tú que me estás leyendo, ¿te confieso algo?: creo que no cumpliré nada de lo dicho anteriormente)

Cuando el amor finalmente llegue y se materialice en esa persona que sin saberlo tiene ya en mi ojos su guarida, seguro que no hará falta que escriba nada, porque para empezar no será posible plasmar en letras aunque sea una idea apenas cercana de lo que ella será. Hablo de ella y me estremezco. Cuando finalmente escape del lugar en el que ahora se encentra y yo rompa todas las trabas que yo mismo me pongo no habrá necesidad de mandar a nadie al carajo, al contrario, será el momento de comenzar a ver todo con nuevos matices, más brillantes y cálidos que el sol que esta tarde baña la ciudad. Mejor salgo a pasear a Margarito (mi perro) y si al amor se le ocurre cruzarse por ahí, bien; si no, pues ni modo, yo ya no moveré un dedo por encontrarlo.

Este es el final de ‘Adiós soltería’. Ya veré en que nueva idiotez o problema me meto en los próximos días. Nos estamos leyendo.

Un psicólogo diría: Percibo gran confusión en usted y en sus letras señor Revelo: sigue sin saber qué es lo que quiere.

viernes, 24 de agosto de 2007

Adiós soltería 4 - Amor al ridiculo


Resulta que hace casi una semana (el sábado pasado, para ser exactos) salí a un bar con tres de mis mejores amigos. Según yo, aprovecharía la ocasión para poner en practica mis dotes en el arte de la seducción y poder así, llamar la atención de una o más chicas. Puras buenas intenciones que como siempre, el destino se encarga de echar abajo.

Dicen que la practica hace al maestro. Enunciado completamente veraz y aplicable en toda circunstancia, menos en el amor, escenario en dónde por cierto, la practica sí te convierte en maestro, pero del ridículo. Y yo, la noche del sábado 18 de agosto iba dispuesto a todo, menos a convertirme en imán de la desgracia. Cuando uno es soltero y decide salir en busca de la aventura, sabe que la noche es terreno fértil para que cualquier cosa suceda.

Un hormiguero, eso es precisamente un bar en un fin de semana. Cientos de seres rastreros con las antenas monitoreandose entre sí, mandándose mensajes y pugnando por encontrar y ser encontrados. Por eso entre al hormiguero del Bull en Coyoacan con la mejor actitud y toda la ilusión de quién mínimo espera salir de la rutina. El lugar repleto me decía que entre el montón de personas reunidas en aquel local, debería de haber un porcentaje decente de chicas solteras y sin compromiso, de ese porcentaje, algunas tendrían que reunir las cualidades que yo busco. Aunque ahora que lo pienso, quizá ese es mi problema, lejos de buscar mujeres con cualidades que me agraden, busco mujeres con ‘defectos y manías’ que no me agradan del todo, pero que me hacen depender de ellas como de una droga... y... ¡oh brillante deducción señor Revelo, llegaste a esa conclusión 4 post antes!.

Decía, antes de que mi ‘yo desquiciado’ asaltara mi escritura, que al entrar al Bull de Coyoacan tenía la seguridad de que por lo menos un ‘nicho’ de aquel mercado de alegres señoritas (concedámosles el beneficio de la duda) serían prospectas ideales para mi. Pero, y aquí viene la porquería asquerosa y mal oliente del emparejamiento en un bar... ¿un servidor lo sería para ellas?. De entrada uno tiene que hacerse esa pregunta cuando por fin consigue mesa, pide una cerveza bien fría y con una mirada mucho más avanzada y moderna que la de Robocop comienza a escudriñar y escanear como con rayo láser a las mujeres de todas las mesas aledañas que la oscuridad y el humo proveniente de cientos de cigarrillos permite.

En mi mesa mis dos amigas y mi amigo hablaban de quién sabe qué cosa. La verdad, la música rock estaba tan alta que en lugar de hacer un esfuerzo por leerles los labios, preferí enfilar toda mi atención a un grupo de cinco chicas que alegremente platicaban y fumaban. Las cinco ¿amigas?, ¿primas?, ¿compañeras de trabajo?, estaban preciosas. Sin embargo, mi instinto selectivo prudentemente me aconsejaba fijar la atención en alguna de ellas, dedicarme a enviarle miradas y después a esperar que ocurriera un milagro.

Ya sé que es injusto descartar personas por su comportamiento o apariencia (igual y eso hacen conmigo y he ahí la explicación a mi bendita suerte), pero siguiendo mi instinto elegí a una de las cinco: La más tierna, agradable y la única de las cinco que no fumaba. Justo iba a comenzar a mirarla, cuando los ojos comenzaron a arderme muchísimo. ¡Mis tres amigos estaban igual!, seguramente, al estar en una esquina del segundo piso, el humo del lugar (que no está precisamente bien ventilado) se acumula más que en otras zonas y vuelve el ambiente más denso. Comenzaron a llorarme los ojos, arrugué mi rostro para quitarme esa sensación horrible y fue justo en ese momento cuando la niña linda volteo y me miro con unos ojazos de miedo. Lastima que lo que ella vio, era más parecido a un viejito en un velorio, que al posible hombre de su vida.

Como sea, una mesa (al lado de la de las cinco fantásticas) se desocupó y nos cambiamos de lugar. Ya con los ojos despejados y una expresión normal en la cara, ya no de rictus mortem, comencé a considerar revalorar la ocasión que el destino me daba: justo a mis espaldas, estaba la probable Sra. de Revelo. Si me hacía un poco hacía atrás, mi espalda y la suya establecían contacto, situación que repetí en un par de ocasiones. Por lo menos, aquel leve roce lleno de tensión para mi (digo ‘para mi’, porque igual y ella ni cuenta se dio) me decía que iba bien. Entonces comencé a pensar en la manera de establecer comunicación con ella. Y este es un punto decisivo, pues no es lo mismo decirle ‘hola, ¿cómo te llamas?' a una chica rebelde y con tintes rocker-punk-socialista de izquierda, que a una amante de la música pop, que ha una amante de la literatura, que a una chica independiente, etc. Lo más fácil y comodino hubiera sido suponer, de acuerdo a su vestimenta, que se trataba de una ‘chica fresa’, pero ¿y si no?. Yo mismo a veces me visto como señor y disto mucho de serlo. Y eso sin tomar en cuenta el ruido... ¿cómo espera la vida que uno hable de amor si con la música a todo volumen ni yo mismo me escuchaba?.

Además no he mencionado que lo complicado del asunto no era ya tanto agradarle a ella, sino agradarle a sus otras cuatro acompañantes. ¿Qué tal si comenzaban a reírse?. Quien haya estado expuesto a las risitas burlonas de un grupo de mujeres sabe que aquello es peor que encontrarse entre una jauría de lobos. Qué tal si a sus ojos, resulto demasiado gordo, demasiado mal vestido, demasiado despeinado, demasiado aburrido, demasiado infantil, demasiado chaparro (agréguele usted, todos los ‘demasiado’ que considere necesarios), etc.

Ya sé que uno tiene que tener confianza en si mismo, que para querer a alguien primero debemos querernos a nosotros mismos y más, pero hasta un ciego se daría cuenta que hay mujeres que se arreglan tanto que su perfección no hace sino asustar y hacer que hasta el más seguro de los hombres se sienta ‘pequeñito’ junto a ellas. Muchas mujeres andan por ahí, abusando de su belleza y rompiéndole la seguridad a cientos de mortales. ¿Cómo hacerle entonces, para que la seguridad de uno no salga medio muerta de un lugar rodeado de princesas?.

Tantos pensamientos, el ruido, la cerveza que esa noche me sabía horrible y ‘la espalda a mis espaldas’ hicieron que necesitara un respiro. Decidí ir al baño. Al ponerme de pie, sin darme cuenta, le tire la charola a un mesero que pasaba a lado mío con una copa llena de un trago que seguramente ‘era carísimo’. El contenido fue a dar a la mesa de mi derecha, justo encima de una preciosa mujer rubia, la copa se cayó y rompió en mil pedazos haciendo un gran escándalo, y lo peor, las 5 fantásticas de la mesa de atrás voltearon a verme con una expresión de ‘pobre diablo, miren como está haciendo el ridículo’, el mesero me miraba con odio, la rubia empapada con cara de fastidio y sus acompañantes (todos hombres) con ganas de golpearme. Podía haber enfrentado la situación como un hombre, pero mi vejiga llena de cerveza demandaba urgentemente que visitare el baño, que al fin y al cabo fue lo mejor, pues a mi escenita sólo le faltaba el que estuviera orinado.

Así que salí corriendo al baño. Hice lo que tenía que hacer y me puse a pensar en que manera podría salir bien librado del asunto. Pensé pero no se me ocurrió nada, así que después de cinco minutos de ausencia volví con la poquita de dignidad que me quedaba para darme cuenta que las cinco fantásticas ni me voltearon a ver a mi regreso, el mesero se había arreglado con mis amigos para no cobrarme ni siquiera la copa que rompí y la rubia y sus amigos ya estaban calmados. Todos comprendieron que fue un accidente y estaban ya calmados. Todos menos yo, por lo menos esa noche el romance tendría que esperar.

El tiempo restante que pasé ahí, me dediqué a mirar como los malos del cuento, léase los patanes, vividores, déspotas y prepotentes son los que más se divierten y de verdad tienen éxito con las mujeres. ¿Así de patético es el asunto?. Pregunto porque me parece que el tener las mejores intenciones casi nunca sirve para otra cosa que no sea el hacer el ridículo.
A ver que me dura más, si las ganas de seguir buscando el amor o la dignidad.

martes, 21 de agosto de 2007

Agonía de tiempo


Es el tiempo que se marcha. No sólo es aire que se va y pasa. ¿Ves que la vida es más complicada?. Un tanto perversa y un tanto desordenada, tanto que a veces cuesta seguirla. No hace falta... ya me he sentido así. Envuelto en la no calma, viendo como se deshace el color de alrededor. Se vuelven sombras imposibles, lo que antes me daba calor.

Extraño ser yo mismo retando al destino, extraño una mirada y extraño más la calma. Calma que se va volando como arena, siempre cayendo y siendo nada, convirtiéndose en palabras sin razón. Y ahí, estamos inmersos, en ese mundo congelado en el que parece que todo pasa, pasa sí, pero de largo y sin piedad; todo se va pero nos deja ¿yo dónde dejó la ilusión?; si todos caminan está bien, quizá sólo se engañan pero ríen, yo no me trago el cuento, sé que sigo dónde siempre, se que todo alrededor se muere.

Porque es el tiempo, me deshace de ansiedad, de querer caminarlo todo y al final no avanzar. Ir y venir es conocer. Equivocarse evolucionar. El tiempo y su maldita prisa no me deja ni siquiera fracasar, caerme y volverme fuego, morir y resucitar. No caigo a los infiernos, pero a cambio tampoco subo a la gloria, de existir el limbo de la rutina, debería ser considerado en verdadero averno.

Cómo escapo del tiempo sin ser tan iluso para querer detenerlo. No me creo capaz de girar al ritmo del huracán, tengo miedo de que su fuerza e inercia de movimiento acabe conmigo. Es el tiempo el que finalmente lo hará, me matara y conmigo todas las ilusiones que alguna vez cargué en mi costal de la esperanza. Cada minuto, cada espacio, cada vez que busco a Dios es porque no puedo estar más hundido en la arena que ya casi me sepulta.

Le tengo miedo al tiempo, cada segundo muere uno a uno y lentamente cada uno de mis sueños.

Y no quiero estar vacío.

sábado, 18 de agosto de 2007

Adiós soltería 3 – Las matemáticas que no me dan

Dicen diversos estudios poblacionales que México hay más mujeres que hombres. Incluso, las estadísticas más certeras llegan a manejar una escala de 7 de ellas por cada habitante del sexo masculino. La verdad, después de sacar cuentas con un ábaco y una calculadora científica, esos números tan alentadores a mi nada más no me salen.

Si la estadística del 7 a 1 fuera cierta, se supone que en estos momentos tendría de menos, siete mujeres disponibles para mi, sin contar, por supuesto, las que van sobrando de aquellos hombres que deciden casarse, volverse gays, sacerdotes o ermitaños. Pero bueno, seamos modestos y pensemos que me tocan las siete que desde un principio nos planteamos. Aunque la verdad, a últimas fechas, ese número impar que siempre me había agradado está comenzando a fallarme y en dónde más me duele.

¿Dónde se supone que debo ir a reclamar las siete que por cortesía de los cromosomas y la geografía me tocan?. Por qué con el respeto que me merecen, comienzo a creer que esos números que hablan de una superioridad de población femenina están erradas, o han sido alteradas por algún terrorista obsesionado con dotar de falsas esperanzas a los ilusos como yo.

Lo anterior, casi lo puedo asegurar con las pruebas fehacientes que mi propia experiencia me ha dado en los últimos diez días, periodo de tiempo en el que me he dedicado a estar más receptivo y alerta que nunca a cuanta mujer pase frente a mi. Los resultados, debo confesar, fueron francamente desastrosos y van desde la chica que en un banco casi le llama a un policía porque según yo le dirigía miradas seductoras (seguramente pensó que quería su dinero o era un maniático violador psicoenfermo sexual), hasta aquella guapa y atlética corredora con su perro que en un parque se me quedó mirando, se paro a un lado mío a hacer ejercicio y cuya historia con ella seguramente hubiera terminado bien de no haber sido por que mi perro (tres veces más pequeño que el de ella) se puso como loco e imprudentemente ataco al suyo, provocando una pelea que no terminó hasta que aquella guapa chica se retiró con todo y su desconcertado can. He vuelto al parque con la esperanza de volvérmela a encontrar y no he tenido éxito. Una de dos, o mi perro le cayó mal al suyo, o yo le caí gordo a ella.

Volviendo al tema principal. No sé que pasa, quizá vivo en la dimensión desconocida del anti romance, o un ladrón se robó ‘mis siete’; y no solo a mi, también a las decenas de idiotas que como yo, vemos como en antros, restaurantes, bares, eventos o en la calle misma, lo que menos predominan son mujeres. Si quitamos de esta ya de por si escasa lista, a las menores de 18 y mayores de 35 años, entonces yo, y el resto de solitarios estamos jodidos y sin más remedio que enfrentarnos unos contra otros, como cavernícolas, por los favores de la dulce dama a la que después de un fatigoso enfrentamiento, igual y ni le gustamos.

Ahora bien, siempre ocurre el milagrito de encontrarnos de vez en cuando con alguna mujer que sea de nuestra edad, linda, simpática y además, con un cuerpo de Diosa. Los hombres sabrán que esos minutos en el que divisas de lejos a una chica son suficientes para que la maquinaría de nuestro cerebro comience a trabajar en mil y un excusas para acercarnos, hablarle y con toda la suerte del mundo, conseguir su teléfono. Lo malo es que nada es eterno, y esos minutitos en el país de las fantasías se desvanecen y caemos de golpe en cuanto descubrimos que nuestra ‘vacante a Dulcinea’ viene con su novio que para colmo es más alto y más delgado que tú, viste mejor y a él la barba le sienta bien, no como a ti, que pareces preso recién liberado de la cárcel. Hagan el ejercicio y compruébenlo ¿cuántas de sus amigas están solteras?, ¿cuántos de sus amigos?. En una fiesta qué abundan, ¿hombres o mujeres sin pareja?. Insisto, las estadísticas están mal.

Si a la chica del Banco le parecí Hannibal Lecter y a la del parque mi perro y yo le parecimos inmaduros, el saldo es –2. Ahora bien, las otras candidatas que cruzaron por mi cabeza tampoco dejaron muy buenos dividendos: la prima de una amiga, cada que me ve se le olvida mi nombre; una locutora de radio, las dos veces que me he topado con ella ni un ‘hola’ pude dirigirle; la chica del messenger con la que me llevo de maravilla pero que vive en otro país más al sur. ¿Cómo va el marcador con estas tres nuevas bajas? –5.

Se diría que me quedan dos. Pues no, porque una de ellas es una vecina que sin razón aparente cree que me cae mal (y viceversa), y la otra, Paulina, la del post del 22 de julio nunca se dignó a contestar los mensajes que le mandé. Ahora si, -7.

Entonces, la vida no sólo me queda a deber a esas siete mujeres que me corresponden, sino que además ya me adeuda el doble de intereses. Comienzo a creer que esto de decirle Adiós a la soltería será más difícil de lo que esperaba, sobre todo porque ya no sólo tengo que pelear contra mi apatía y el no saber que quiero, sino que además, la lógica ya no está de mi lado. Malditas matemáticas que vuelven una vez más a mi vida para hacerme la vida imposible.

Con todo y todo, es sábado y puede ser que en la noche salga con unos amigos. Quizá sólo por esta noche los astros se alineen y me cruce con alguna de mis siete (que sospecho, el destino mando por error a Indonesia). Si pasa algo, luego les cuento.

miércoles, 15 de agosto de 2007

Descubriendo a Frida

Intangible pero real como el viento, imposible plasmarlo en imágenes o narraciones, así es el Arte. Lógicamente, hablar de ella es un acto completamente subjetivo, que requiere un ejercicio interpretativo que hace del Arte, una experiencia única. En eso pensaba el pasado lunes, minutos antes de entrar a la exposición ‘Frida Kahlo, Homenaje Nacional (1907-2007)’ en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México.

Nunca fui gran seguidor de Frida. Si bien reconocía en ella a una de las figuras más emblemáticas de la cultura mexicana, y a pesar de conocer a grandes rasgos su biografía y lo más importante de sus obras, nunca estuve del todo inmerso en la ‘Fridamanía’ que se ha desatado en los últimos años. Un poco por desconocimiento, y otro poco, por no considerar del todo legítimo que una de las pinturas contemporáneas más importantes a nivel mundial fuera un asunto de ‘estar o no de moda’. Así, sin grandes expectativas, me sumergí en el mundo de Frida sin sospechar que jamás saldría de él.

‘Frida Kahlo, Homenaje Nacional (1907-2007)’ es la exposición más completa que jamás se haya reunido sobre la artista mexicana, compuesto por un impresionante archivo fotográfico de la familia Kahlo y de diversas etapas de la vida de la pintora, objetos personales, decenas de cartas y documentos escritos por su puño y letra y claro, muchas de sus obras más representativas, provenientes de varios museos de México y el extranjero.

De ella, la pintora, se han escrito múltiples ensayos y estudios interpretativos. Expertos alaban el uso de colores y folklore muy mexicano, así como el estilo propio de Frida. No caeré en el error de hablar de tecnicismos cuando no tengo la teoría suficiente, pero sí les diré que estar ahí, frente a frente con sus grandes pinturas no es un acto fácil. Quizá dependa de la emotividad o la sensibilidad del momento en el que yo estaba aquella tarde, el que me llevó a descubrir que no es lo mismo ver una pintura como ‘Las dos Fridas’ (uno de los grandes cuadros de la pintura mundial) en una revista o libro, a poder apreciarlo a centímetros de distancia, apreciando los trazos y texturas ya convertidos en sublimidad etérea.

De la persona detrás de la pintora también ya se ha dicho mucho. Biografías buenas, biografías malas, mentiras exageradas y verdades cortas. Frida, la mujer, es mucho más que lo que se pueda leer o decir en cuanto a su vida. Una leyenda cuyo nombre debe estar grabado, desde ya, con letras doradas en la historia de México. Es por ella por quién escribo este post a modo de agradecimiento por haberme arrebatado, literalmente, toda mi admiración y respeto hace dos días. No fueron sus pinturas, o las fotografías en las que ella aparece más bella que nunca, sino sus letras seductoramente presentadas por una caligrafía perfecta, las que terminaron por cautivarme y hacerme sentir vivo.

Cartas, cartas y más cartas colgando del techo de una de las salas de Palacio de Bellas Artes, todas enmarcadas en micas de plástico y al alcance de todos. Fue ahí, entre cientos de hojas en dónde realmente comencé a comprender los motivos de Frida para dar vida a tantas obras maestras. Ver su calidez, su sentido del humor y un amor desbordante por la vida. Sobretodo las misivas dirigidas al doctor Leo Elosser en quien Kahlo tuvo, además de a su doctor, a su amigo y confidente.

Frida escribiendo desde su casa en Coyoacán, desde Nueva York, desde Europa. Frida bromista, Frida postrada a la cama, Frida embarazada, Frida hablando de Diego Rivera, Frida criticando a los Estados Unidos, Frida dudando sobre abortar, Frida extrañando a su México, Frida criticando a las amantes de su esposo. En fín, simplemente Frida, y eso es más que suficiente. Llegó un momento en el que las lagrimas asomaban a mis ojos y un hueco en mi corazón me anunciaban que el Arte de Kahlo finalmente se había apoderado de mi, y que no importaba que tantos comentarios o criticas desfavorecedoras hacia su persona o sus obras escuchara. Fue una conexión entre ella y yo, muchos años después, sin coincidir ni en tiempo ni en espacio, me atrevo a decir que esa tarde me enamoré de Frida Kahlo.

Siempre he sostenido la teoría de que la forma de escribir de una persona habla mucho de su personalidad. Leer es conocer al autor, descubrirlo e intimar en sus miedos. Quién tenga la oportunidad de adentrarse en esas cartas verá con ojos muy diferentes todo el universo Kahlo, así como me paso a mi.

Dos días después sigo enamorado de ella. Veo sus fotos y la encuentro seductora, guapa, encantadora. ¿Quien cómo tú, Frida, para enamorarme sin pedirme permiso, así, de improviso?. En unas horas presentarán en la Casa Azul (su hogar por muchos años) el libro ‘Querido Doctorcito. Frida Kahlo y Leo Elosser, correspondencia’ en el que se recopilan muchas de las cartas expuestas en Bellas Artes y otros documentos. Por nada del mundo perderé la oportunidad de comprarlo y apoderarme, por siempre, de una pequeña parte de su persona.

Inicio un gran amor con Frida. Quisiera escribir más de ella, pero se me hace tarde para llegar a mi cita con ella en su Casa Azul.

domingo, 12 de agosto de 2007

Adiós soltería 2 - La villana que busco


Mi chamarra favorita, pose de intelectual, mirada despreocupada pero profunda. Según yo me encontraba listo para salir en busca del amor. Sintiéndome el cazador que se dispone a salir al bosque de asfalto con la consigna de no llegar sin una presa lo suficientemente valiosa, no llevaba ni dos minutos en la calle cuando caí en cuenta de un pequeño detalle que haría que mi misión casanova de aquella tarde naufragara en fracaso: no tenía ni idea de qué presa quería.

Tras un ligero titubeo caí en la cuenta. Era una tontería, un imposible, buscar sin tener al menos un poco clara la idea de que es lo que se quiere encontrar. Volviendo al ejemplo de la caza, uno puede tener los mejores rifles, las trampas más efectivas, las mejores carnadas y una puntería perfecta; pero si de entrada, el cazador no tiene bien definido si quiere matar a un conejo o a un venado, es casi seguro que se quede sin nada, o bien, en el peor de los casos la presa terminé por convertirse en depredador.

Regresé los pasos y me encerré en mi cuarto. Necesitaba meditar. Buscar entre mi historia, mis anhelos y mis sueños, aquellas virtudes y características que reduzcan mi campo de búsqueda y la hagan más fácil.

Encontrar aquel patrón que contenga todo lo que siempre he deseado en una mujer no ha sido fácil. Aun a estás alturas, sigo convencido que las conclusiones a las que llegué perderán su forma en cuanto me encuentre con alguna mujer acorde a ‘mi modelo’ y está, mujer al fin y al cabo, con cualquier gesto o movimiento descuadre mi ecuación, dejándome como siempre, indefenso ante los nuevos enigmas y misterios de la fémina en cuestión.

Un dolor de cabeza y tres vasos de Coca Cola con hielo después, mi mujer ideal seguía difusa. Sabía por ejemplo, lo que no quería. Una mujer que dijera más groserías y majaderías que yo seguramente jamás me conquistaría, tampoco alguien que no fuera femenina o que pusiera poco cuidado en su apariencia. Lo difícil llegaba cuando tenía que definir (y descubrir) aquello que se supone buscaría a partir de hoy. Y digo a partir de hoy, porque hasta ese entonces nunca necesite de ningún estereotipo, pues todas las damiselas que de una u otra forma se apoderaron de mi corazón son muy diferentes entre sí.

¿Cómo descubrir lo que uno quiere?. Busco enamorarme como un estúpido, eso está claro. Cometer imprudencias por el hechizo de una mirada, caer embrujado, perder la razón. La mujer que logré esto, además, debe ser inteligente. Nada seduce más mi entendimiento que una persona capaz de ver que el mundo es mucho más que la rutina. Alguien que aprecie una buena lectura, una buena película, una canción. Que no ame el fútbol, pero que entienda que hay encuentros que uno no puede perderse. Que sea madura pero que pueda reírse de vez en cuando de mis muy comunes y poco graciosas ocurrencias. Que sea parlanchina, que me hable todo el tiempo de cualquier cosa. Que quiera estar a mi lado pero que me de mi espacio. Que sea tierna, pero de vez en cuando sepa atreverse a ir más allá. Alguien que al salir en las noches se fije en las estrellas y en la luna. Que no tema volverse niña de vez en cuando. Que se lleve bien con mis amigos. Y sobre todo, que sea la más sincera del mundo.

Físicamente no quisiera marcar perspectivas, aunque debo reconocer que tengo buen gusto. Sólo por no dejar (que tal si esto lo lee un Genio mágico y me cumple el deseo) diré que prefiero el cabello negro o castaño obscuro, los ojos miel, la piel morena clara. Si puede ser menos alta que yo sería mejor (mido 1.70) y el cabello a la altura de los hombros. Complexión promedio y que sepan vestirse de acuerdo a la ocasión. Que huelan rico y les guste hacer ejercicio.

Ahora sí. Ya sé lo que quiero. Quiero a una mujer. Qué sea como ella quiera ser, pero que sea. Y vuelvo al punto de partida. Ósea, al desconocimiento de mi voluntad.

Mejor dejo de escribir tonterías y de querer engañarme. Si las mujeres hacen girar el universo es por que cada una es un microcosmos de particularidades. No hay modelos en las que al menos una de ella encaje correctamente. Por eso son letales, por eso nos enganchan y provocan insomnios. El no poder descifrarlas, y aun así, cometer la imprudencia de intentarlo es el mayor de los suicidios, pero sin objeción, la mejor forma de morir.

Siempre, cuando más seguro estoy de lo que quiero llega alguien que viene a intoxicarme con nuevos venenos. Cada vez más letales, cada vez más mortíferos. Por eso, la angustia es no saber que esperar.

Quiero suponer que en algún lugar de esta ciudad hay una presa con ganas de convertirse en cazadora. Una mujer que provocará una explosión atómica en mi interior, haciendo que todo lo que creía saber se convierta en ruinas, y a partir de ella, edificar una nueva conciencia, una nueva inspiración.

Siempre mis heroínas hacen sufrir al personaje pues lo saben rendido ante sus encantos. Siempre me enamoro de las villanas. Aquellas que se divierten más y que logran lo que quieren. Por eso, si ella está leyendo estas palabras debe estarse riendo, pues sabe que aun sin conocernos, ya me ganó la primera batalla, la de no poder clasificarla, la de esperar que sea de una forma, para que se aparezca en mi vida, siendo completamente lo contrario.

Vuelvo a salir. Ahora el conejo soy yo, espero caer en una trampa lo más pronto posible.

Si esto fuera un anuncio clasificado diría que se busca una buena mujer, con todas las ganas de que la que responda el llamado sea una villana.

jueves, 9 de agosto de 2007

El Magnicidio que no fue


Magnicidio: Asesinato u homicidio cometido en contra de la persona que ostenta la máxima representación del Estado.

24 de noviembre de 2006, a las...



16:04
Finalmente llego al Museo Rufino Tamayo, entre las calles de Reforma y Gandhi. Las medidas de seguridad ya eran impresionantes en la que sería la sede del Evento ‘100 años de Grupo Salinas’. El motivo del festejo es el primer centenario de vida del consorcio dirigido por Ricardo Salinas Pliego, que engloba a muchas de las empresas más importantes del país. Fui contratado por dos semanas como parte del staff organizador.

16:14
Ya no hay lugar en el estacionamiento del museo y el Vallet Parking del museo comenzará a operar hasta dentro de hora y media. Estaciono el auto sobre avenida Gandhi pidiéndole a Dios que no vaya a pasar una grúa y se lleve mi vehículo.

16:26
Entro a los jardines que rodean el Museo con mi gafete. La seguridad en el primer reten es impresionante.

16:31
En el interior, una decoración elegante, el mejor vino, los mejores bocadillos y una atención de lujo esperan a casi dos mil invitados, entre los que se encontrarán cantantes, actores, conductores de televisión, empresarios, intelectuales, políticos, periodistas, directivos de alcurnia, y por supuesto, el Presidente de la República Vicente Fox, así como el presidente electo que en unos días dirigirá al país, Felipe Calderón Hinojosa.

17:35
Recibo un radio para estar al pendiente de las instrucciones del staff. El evento está programado hasta las 19:30 hrs y la seguridad continúa aumentando. Por todos lados hay sujetos de traje negro, lentes obscuros y comunicador en la oreja. Son los miembros del Estado Mayor Presidencial que según supe, llevan custodiando el museo y sus alrededores desde las seis de la mañana.

17:58
Nos informan que una marcha de seguidores de López Obrador se dirige rumbo al museo para impedir la llegada de Vicente Fox y Felipe Calderón. Hace cuatro meses fueron las elecciones presidenciales en México y el ambiente post electoral no es el mejor.

18:08
Imaginé que habría fuertes medidas de seguridad, pero quién ha estado en un evento en el que el Presidente, y su sucesor, estén presentes saben que no hay un milímetro de espacio, un objeto, un intercomunicador, ni nada fuera de lugar que se pueda colar sin autorización de las altas autoridades federales. Sin embargo, éste a quién ahora leen puede entrar y salir con el desparpajo que el gafete de acreditación me da.

18:21
Corre el rumor de que la marcha de protesta que se dirigía al Museo fue desviada sin que se registraran hechos de violencia.

18:33
Los invitados van llegando. Desfilan por la alfombra roja que los conduce a la explanada del Museo, lugar de la fiesta. Varios periodistas esperan la llegada de las personalidades anunciadas. Juego a sentir el poder. Una y otra vez recorro la dichosa alfombra sintiéndome la mamá de los pollitos.

18:46
Salgo de las instalaciones del Museo para revisar si mi auto continuaba en dónde lo dejé.

18:51
Un sujeto vestido de traje pasa el primer retén sin problema alguno. Al momento de llegar al arco detector de metal titubea en pasar. Pasa a toda velocidad. Uno de los miembros del Estado Mayor observa fugazmente que el sujeto trae debajo del saco un objeto metálico. Con un movimiento rápido, amaga al sujeto. Otros dos miembros del Estado Mayor se dan cuenta y se llevan al detenido.

19:01
Finalmente pude dejar el auto en el estacionamiento del Museo. Vuelvo al retén y noto un gran movimiento por parte de los miembros del Estado Mayor Presidencial.

19:25
Por mi radio escucho que Felipe Calderón acaba de arribar. Desatiendo mis funciones y espero su llegada desde el mejor ángulo posible. El señor Salinas sale a recibirlo.

19:28
Felipe Calderón, presidente electo, y Ricardo Salinas, presidente de Grupo Salinas irrumpen en el cocktail de honor en medio de guardias del Estado Mayor, flashazos, cámaras de televisión y reporteros. Yo lo veo muy cerca, de haber querido lo hubiera tocado.

19:39
Calderón estuvo diez minutos y se fue. Quizá para evitar causar tumultos con la prensa ante un eventual encuentro con Vicente Fox.

20:07
Llega el todavía Presidente acompañado de Martha Sahagún. Son recibidos por Salinas Pliego. De nuevo la lluvia de luces y personas a su alrededor. Ambos pasan a escasos metros de mí. Son recibidos por aplausos y como es normal, la seguridad aumento al grado de que el Estado Mayor detuvo el servicio de bar mientras el Jefe del Ejecutivo estuviera presente.

20:31
Después de los discursos de Fox y Salinas Pliego, miembros de la marina interpretaron el Himno Nacional.

20:44
Se va Fox. De la reunión y del sexenio.

21:56
Yo sigo toda la noche haciendo diabluras de otro tipo en medio de los empresarios más importantes del país. Cruzándome con todo tipo de miembros de la farándula que como yo, lucían impecables ropas de gala.

22:14
Tomo vinos cuyos nombres no puedo ni pronunciar. Como bocadillos que no sé a ciencia cierta que son, y que me saben a carne cruda. Creo que hago el ridículo al llamarlos ‘antojitos’. Soy un naco. Me hubieran gustado más unos Sabritones y un Frutsi.

22:24
Al calor de la conversación un compañero menciona que en la entrada detuvieron a un hombre que quería ingresar con una pistola. Uno de nuestros jefes pasa por ahí y escucha nuestra conversación. Nos dice que es cierto, que el sujeto portaba un arma de grueso calibre y que estuvo a punto de colarse a la fiesta. La historia nos sorprende, parece ajena al ambiente en el que esa tarde habíamos estado. Le preguntamos por el sujeto. Nadie sabe, nos responde. Nos dijeron que el Estado Mayor Presidencial exigía que el asunto del sujeto armado permaneciera en absoluto secreto. Después de prometer que no diríamos nada, uno de nuestros jefes se retiró. Seguimos disfrutando de la fiesta... en unas horas, estaré borracho.


8 de agosto de 2007
Hoy me pregunté qué pasó realmente esa noche. Efectivamente, un sujeto armado quiso entrar. Nunca sabremos sus intenciones. En ese momento las condiciones políticas no eran las mejores en México. ¿Y si el objetivo era Vicente Fox, o peor tantito, el hoy Presidente Felipe Calderón? Y si hubo, efectivamente un detenido ¿en dónde está? Me siento en una película de detectives, que por cierto, viví a medias. No me constan los hechos, pero sí que algo anormal pasó. No es la primera vez que cuento algo pensando que nadie me va a creer.

lunes, 6 de agosto de 2007

Adiós soltería

- Deberías conseguirte novia.

Llevaba ya un buen tiempo escuchando la misma cantaleta. Sin hacer mucho caso, siempre decía ‘luego’, ‘ahorita no me importa’, ‘tengo la mente en otro lado’, ‘ya llegará alguien’. Para ser honestos, el no tener una pareja estable era algo que me importaba, pero no al grado de ser una obsesión.

Lamentablemente para mi tranquilidad, desde hace un par de días el asunto de la búsqueda de pareja me da vueltas en la cabeza. Cuando el ‘deberías conseguir novia’ viene de parte de tus mejores amigos, algo no anda bien. Una cosa es cargar uno con sus propios complejos y otra, que la gente que más quieres se de cuenta, atinadamente, de tus carencias. Quizá fue la seriedad que adoptaron al hablar conmigo o lo inesperado de la conversación, pero lo cierto es que tocaron un tema que incluso para mi mismo había permanecido ‘vetado’.

Dicen que la verdad duele, sobre todo cuando está grita a voces que dejemos de engañarnos. Por eso tendemos a bloquear aquellas dolencias que sabemos de importancia urgente, pues sumergirnos en nuestras propias tinieblas da miedo no por encontrarnos con sentimientos desconocidos, sino por el temor de toparnos con una verdad de lo que desde hace tiempo negamos. Y ahí, después de hurgar en lo más hondo de mis pensamientos me descubrí sólo y con un pavor a enamorarme de nuevo.

Siempre he sido complicado. Me cuesta mucho enamorarme ‘en serio’ de alguien, lo malo es que una vez que esto ocurre, me cuesta mucho sudor y sangre olvidarme de un amor. Por eso, después de muchas decepciones y algunos, pero inolvidables, momentos de amor, podría decir que mi vida romántica se resume en la palabra ‘olvidar’. Casi siempre tengo que estar resignado y aceptar que el desamor va ganando el partido y por goleada.

Me han dicho que a mis veinticinco me estoy perdiendo lo mejor de la vida. Tienen razón. Me encantaría volver a sentir esas vibraciones lombricientas en la panza debido a la proximidad de la otra persona. Sentir nervios ante la inminencia de un beso o las potentes descargas eléctricas que provoca el tímido roce de dos manos que se buscan. No se trata, como yo decía antes, de bastar con ya haberlo vivido en alguna ocasión; sino de buscar la repetición de una droga que se me antoja indispensable para ser humano.

También es cierto que a ultimas fechas he desarrollado una especie de afección por el amor, tanto que suelo burlarme de él cada que puedo. No soporto estar en sitios en los que las demostraciones de amor son una constante. Parques llenos de parejitas románticas, salas de cine o restaurantes elegantes. Me da tiña, sarna y herpes genital el presenciar tales espectáculos. Dirán que es envidia pero yo, como buen necio masoquista que soy lo negaré.

¿Alguien lleva la cuenta de todas las veces que me he contradicho en los párrafos anteriores?. Por un lado casi todo lo que escribo tiene que ver con el amor. Si hay un ser que nació para el romance soy yo. Alguna vez una amiga dijo que mi problema es siempre ‘estar enamorado del amor’. Pero también le huyo. He dejado pasar las ultimas oportunidades que he tenido de amar bajo excusas tontas que ni yo entiendo. Amo mi tiempo libre y la libertad que tengo de literalmente hacer lo que se me da la gana, pero al final del día, eso no sirve de nada si no tienes a alguien con quien compartir tus triunfos y fracasos, tus aciertos, tu vida.

Lo cierto es que ya me cansé de estar esperando a que una mujer se digne a quererme, viviendo en un mundo habitado por millones de ellas. Así que si ustedes me lo permiten, me declaro una persona ‘más fácil que ayer’. Si en un principio pedía y añoraba con todas mis fuerzas que el amor verdadero llegara a mi vida y me hiciera flotar, hoy sólo pido que llegue ‘alguien’. Una mujer que venga y me saque de la soledad. No importa si me quiere o no. A ese nivel patético he descendido.

Ahora lo que me importa es vivir y dejar de recordar. Por eso, estimados lectores, les informo que me casaré en noviembre del 2008. Todavía no sé con quién o dónde, pero de que ese día uno mi existencia a la de alguien más, denlo por hecho. ¿Es una idiotez?, completamente, pero qué le va uno a hacer.

No seré yo del todo, pero a partir de ya comienzo mi búsqueda de novia, amante, free o lo que llegue primero. No acostumbro a hacerlo ni tengo practica en eso de ser un ‘conquistador’, pero nunca es tarde para empezar. Saldré a un café, a caminar o a alguna librería con la firme intención de que mi mirada se cruce con otra. Voy a meterme en muchos problemas, dejarme seducir hasta por el aire y hacer lo posible por caer contagiado de esa enfermedad llamada amor que en tres ocasiones casi me mata.

Pensé que escribir este post me llenaría de la confianza necesaria para salir a buscar el amor y no esperar a que éste me encuentre. Quería escribir algo divertido y no me salió. Al contrario. Sólo hay una cosa cierta: estoy en crisis.

¡Al diablo!, voy a buscar el amor por todos lados. Puede que las cosas salgan bien o mal, pero por lo menos viviré nuevas a aventuras, mismas que por cierto, relataré aquí. Así que no se despeguen de éste blog. Se va a poner bueno.

viernes, 3 de agosto de 2007

Despedidas festivas

Para despedidas festivas... jamás pensé en ti.

Dejarte ir, en mi diccionario significaba morir.
Ya ves, hasta las letras se equivocan.

Sigo aquí
más ansioso que nunca por escribirte una plegaria,
Mandarla al cielo,
decirte a ti, y a la vida, que la derrota no dolió tanto

Estoy Inerte.
Respirando ya sin ataduras.
en el proceso de una ruina postergada,
en el que sí y no estoy.

Aprendiendo a vivir...
así ...
sin ser tu sombra, pero siguiéndote no muy lejos.

Puedo hasta sonreír.
Sabiendo que pierdo el amor,
pero gano a la amiga incondicional,
esa que por ser confidente se eleva al cielo
brilla como estrella después de la lluvia
y regresa convertida en brújula de mis aventuras.

Cuando me sienta perdido,
sin rumbo y sin destino para encontrar el camino,
más valdría saber que esto, que hoy es como una piedra,
será mañana mi fortaleza

Sabré que hice lo correcto,
Cuando ‘escucharme’ y ‘escucharte’ vuelva a ser un acto de complicidad.

Si las sombras me cubren
o la agonía se me disfraza de musa.
Si mis ganas se derrumban
o elijo mal mi fortuna,
recurriré a ti,
sabiendo que en la tesitura de tus palabras esta la armonía.
Mis tercos oídos te necesitan para descansar

Y aunque no me hago a la idea, de mirarte aventurera,
protagonista de otros cuentos lejos de mi pluma,
Sigues siendo tú y estas aquí,
Lista para volver esperanzas mis dudas

Dótame de seguridad en las penumbras
Guíame por esa gruta de mi entendimiento
en la que a veces me pierdo

Aunque una cabe en la otra,
la palabra ‘amistad’ tiene más letras que ‘mujer’.

Y yo que sonrío.
Algún día aceptaré que dejarte ir fue por mi bien.

Como siempre, tenías razón,
De aquí al infinito, cuidándonos.


Gabriel Revelo – Agosto 2007
(dedicado a todas esas mujeres que han llegado a iluminar mi vida. A ellas, que he tenido el privilegio de llamarles ‘Amiga’)