miércoles, 31 de marzo de 2010

Tristezas de mi vida


Entre el fastidio de saberme acorralado
por la monotonía congelada,
sin quererlo, sin pensarlo,
hoy di vuelta en la calle del recuerdo.

Encontré ruinas, abandono y soledad.
Sin más cobijo que el de mis nostalgias,
Hallé mis anhelos y susurros rotos.

Años perdidos, tristezas de mi vida.
En esta desolación de mi abandono,
busco y busco
sin encontrar sobreviviente alguno

Cuesta caminar, mirar hacia atrás,
duele quedarse quieto.

Tú no me ves,
el pasado regresa, es un perro salvaje.
Soy presa frágil, llena de miedo.
Dejo que me hieran, que me coman.
Tú, no me ves...

Rodeado de oscuridad,
voy desnudo buscando una pequeña luz,
algún resquicio en donde pueda colarse
un rayo de esperanza.

Este día me acorde de ti.
Sigo hundido en este lamento de soledad…
el resto lo sabes corazón.


Gabriel Revelo
Septiembre 2004

domingo, 28 de marzo de 2010

Salió peor el remedio que la enfermeda'

Lo bonito de los dichos es que están cargados de harta sabiduría, y acabo de comprobarlo. Se dice que ‘salió peor el remedio que la enfermedad’ o ‘salió más caro el caldo que las albóndigas’, cuando la solución de algún problema trae consigo más implicaciones que el mismo problema en sí. Pues bien, en estos momentos cualquiera de los dos dichos me han puesto a pensar y me colocaron en la disyuntiva que a continuación narraré.

Hay tienen que el autor de éste blog, osea el Gabriel Revelo, tiene desde el viernes en la noche una pequeña gripa. Al principio no quise tomar ningún medicamento pues, uno nunca sabe y qué tal si era influenza H1N1. Cuando comprobé que mis síntomas están medio chafas y que mi gripas es común, corriente y hasta debilucha, decidí tomar algún medicamento para quedar bien suave y erradicar al incipiente virus de una vez por todas. Las poquísimas veces que me enfermo de gripa, generalmente tomo un par de capsulas Tabcin Active moradas y con eso ya la hice. Pues bien, acabo de regresar de la farmacia y cometí el error (o precaución, como ustedes quieran verlo)de leer las indicaciones al reverso de la cajita. Decía lo siguiente:

Reacciones secundarias: Somnolencia, náusea, vómito, rash cutáneo, palpitaciones, nerviosismo, dificultad para orinar, sequedad de boca, elevación de la presión arterial, ansiedad. Este producto contiene el colorante Azul No.1, que puede producir reacciones alérgicas.

Y entonces pensé ‘no manches, nomás tengo mocos y estornudo de vez en cuando, ¿qué tal si por quererme quitar estas molestias minúsculas termino más jodido?’. No se compara en nada un resfriado con adquirir de pronto los síntomas de un viejito en fase terminal. ¿Qué tipo de medicina es esta? ¡No pues a todo dar, me la tomo y corro el riesgo de acabar en urgencias! Y lo peor, podría darme ‘rash cutáneo' (sepa la madre qué es, pero se escucha doloroso)… ahora pienso si tomarme o no las dichosas capsulas, arriesgándome así a contraer malestares mortales, pero eso sí, curado de la gripa. Vomito, traigo la presión alta y casi me da una taquicardia, pero paró el escurrimiento nasal.

Da igual, tomaré los Tabcine por mera curiosidad, espero no morír.

jueves, 25 de marzo de 2010

Coca Cola de Cereza, 17 años después… volvemos a encontrarnos


Julio de 1993. Hice mi primer viaje fuera de México. Ese año conocí Walt Disney World en Orlando, Florida. Sí, conocí a Mickey Mouse, y los Estudios Universal, Epcot Center y los estudios MGM y un montón de cosas más. Sin embargo, si algo marcó verdaderamente mi estancia en Estados Unidos, fue el haber probado la Coca Cola sabor cereza. Tal suceso sucedió en un minisúper gringo. Me escapé una tarde con mis primos y me llamó la atención su novedoso empaque purpura. Al probarla me enamoré, caí rendido a un sabor que me obligó a obsesionarme y tomarme, con devoción enfermiza, al menos una al día. El día de mi regreso, casi antes de abordar el avión, probé mi última ‘Cherry Coke’ sin saber que sería la última en mucho, mucho tiempo. A mi llegada a México le comenté a todos del maravilloso sabor que había descubierto. Algo me decía que algún día, aquella suculenta bebida llegaría a mi país y entonces ambos, refresco y yo, viviríamos felices para siempre. El tiempo pasó y mi sueño fue diluyéndose. Salvo la llegada fugaz de la Coca Cola de Vainilla (horrible, por cierto) jamás vi posibilidad real de su lanzamiento en México. Me fui resignando a jamás volver a sentir esa deliciosa fiesta de sabor en mi boca y seguí mi vida. No hace mucho probé un ‘Dr. Pepper’, aquel refresco sabía parecido, pero jamás sería lo mismo.

Marzo del 2010. Hace dos días mi hermana llegó de su viaje a Europa. Nos trajo regalos y recuerdos maravillosos, pero hubo una bolsa cuyo contenido me volvió loco. En su interior, dos Coca Colas 600ml. sabor cereza y perfectamente cerradas cortaron mi respiración. Casi 17 años después volvía a tener frente a mí la mejor bebida que he probado en mi vida. Desde ese instante las tengo guardadas: una en el refrigerador y la otra en la alacena. En mi cabeza se libra una batalla pues nada deseo más que tomarlas, pero no quiero que se acaben. Pensaba guardarlas para alguna ocasión verdaderamente especial (como un campeonato del Atlante o de la Selección), lo malo es que tienen fecha de caducidad: julio del 2010. Por lo tanto, sería una idiotez no abrirlas y dejar que caduquen.

Hasta donde sé, el sabor cereza de Coca Cola se fabrica en muy pocos países y su volumen de producción es limitado, por lo que conseguirla no es nada fácil. Mi hermana comprobó lo anterior. En toda Europa, sólo la encontró en París, y no en cualquier punto, sino únicamente en las maquinas despachadoras de algunas estaciones del metro. Así están las cosas. En mi poder tengo lo que tanto tiempo añoré y me queman las manitas y el paladar por abrir esas botellitas de plástico. Ahora 1.2 litros separan mi felicidad del duro trabajo de añorar.

Quizá cuando lean estas líneas habré ya caído en la tentación. O igual y no. Si algún día tienen la oportunidad (pero a mí no vengan a pedirme pues NO les daré) pruébenla, es deliciosa. Mueran de la envidia.

lunes, 22 de marzo de 2010

Sombrerero Loco


Estrafalario. Medio loco y distraído, nunca he sido de otra manera y no creo que a mi edad pueda cambiar. Para bien o para mal, me gusta ser así, diferente. Me importa un comino que el resto del mundo no entienda mis excentricidades. Para mi ‘locos’ son los demás. A mí ‘ser como soy’ me salva de la cruel realidad que envuelve el mundo y me garantiza cierta justificación para cualquiera de mis acciones. Mi sonrisa, sin embargo, es una barrera. Falsa alegría que esconde mi latente melancolía, y además, evita que por mi vulnerabilidad me hagan daño. Si te fijas bien, mis ojos son tristes. Pareciera que la vida me va ligera en medio de la demencia que impera mi mundo. La seriedad no va en mi rostro, pero combina perfecto con mi corazón… puedo ser distraído y un tanto atolondrado, jurarías que nada me preocupa, y ese es el problema. Que precisamente tú creas que el amor ni siquiera se asoma en mis listas de prioridades cuando, aunque no lo creas, es mi motor de vida. Me consideras tu amigo y protector, un ángel que el destino puso en tu camino para hacerte reír en las horas difíciles; para mi desgracia no soy un guerrero ni tengo el coeficiente de un genio; ser medio torpe y atolondrado me limita a no poder regalarte nada que no sean sonrisas. Me cuesta hablarte en serio de mis sentimientos pues ni siquiera conmigo me permito un instante de sinceridad. Quisiera romper la barrera que a tus ojos me hace un personaje curioso y no un hombre de verdad. Pero si vieras debajo de mi desfachatado vestuario y mis ocurrencias sin sentido, verías que por años esperé tu regreso con una fe que ni te imaginas. Que vuelvas a mi vida es un anhelo que temo, sé que si encuentro de nuevo tu esencia ahora sí me volveré loco. De cualquier manera te perderé pues mi destino es así. Tu olvido es mi dolor y me pesa. En tu mundo no existo, no me piensas, no me extrañas. ¿De qué sirve bailar bien si no me miras?

Vuelve aunque sea un instante y mátame de ganas por cambiar, oblígame a ser valiente y a luchar por ponerte más atención. Después márchate y prométeme lo imposible. Rómpeme el corazón pero déjame aclararte las cosas: No soy distraído ni estoy loco, solo estoy enamorado de la niña que un día visitó mi País de las Maravillas.

miércoles, 17 de marzo de 2010

The Fucking Family, capítulo 5. Los abuelos que no podían entrar a su casa, culpan injustamente a Cata, la criada

Sean todos bienvenidos al quinto capítulo de ‘The Fucking Family’, mi reality show familiar en el que me burlo de aquellos pobres individuos que tienen la desgracia de tener algún lazo sanguíneo conmigo. En está ocasión, haré un homenaje en vida a mi abuelo que en unos días celebrará su cumpleaños número 90 y con quien por cierto, estoy co-escribiendo un libro.

Los siguientes videos ocurrieron hace menos de un año. Sucede que era día festivo y mi abuelo decidió que varios integrantes de la familia fuéramos a comer carnitas. De regreso, al intentar abrir la casa para poder entrar caímos en la cuenta de que el seguro ‘de ganchito’ estaba cerrado por dentro, de manera que no podíamos entrar. (Chequen los comentarios sin sentido de mi hermana).



Después de varios intentos fallidos de mi hermana para abrir, mi abuela decidió ir a la tortillería de enfrente y pedir un cuchillo, cosa peligrosísima pues casi acuchilla a dos niños que iban pasando. Mientras eso pasaba, mi primo Pablo cantaba ‘Abuelita Psicopata’. (El coche azul de fondo, es el que mi hermana destruiría después de voltearse con él).



Uno de los tortilleros, desesperado de ver nuestra habilidad, quiso ayudar y empezó a darle de golpes a la puerta. Mi primo Luis sólo se rascaba la cabeza.


Finalmente, después de unos quince minutos, el tortillero logró abrir. Fíjense como mi abuelo ni las gracias les da al tortillero. De la felicidad yo empiezo a cantar un fragmento de la letanía de ‘Las Posadas’.


Cuando mi abuela le pregunta a mi abuelo si ya dio las gracias al tortillero, él miente y dice que ya, cuando en el video anterior queda bien claro que ni un pan le echaron al pobre señor que nos abrió la puerta.


Es importante señalar que durante todo el tiempo que duraron los intentos por entrar, mi abuelo sostenía que la culpable era Cata, la sirvienta que habla como Yoda. De nada sirvió hacerle entender que había sido el viento, y no ella, la que provocó que el seguro se cerrara junto con la puerta. El último video es el más esclarecedor, en él, mi abuelo esperó hasta que llegó Cata (que como era día festivo, fue a reunirse con sus amigas a La Alameda) para regañarla. Ella es oriunda de Oaxaca y no habla español del todo, pues su lengua natal es un dialecto indígena. Es entonces cuando comienza la llamada de atención en la que mi abuelo cae en varias mentiras. Primero le dice que estuvimos intentando entrar como ‘una hora’, y en realidad no fueron más de veinte minutos. Además, la culpó de que no era la primera vez que Cata cerraba mal. Por cierto, Cata salió antes que nosotros, por lo tanto era imposible que ella fuera la responsable. (Lo peor es escuchar la angustia de Cata, inculpada en un crimen que ella no cometió).



Juzgue usted… Cata es ¿inocente o culpable?

Próximamente en éste blog:
The Fuking Family Capitulo 6: Miguel se pone jacarandoso y practica bailes griegos.

Otros capítulos de la serie de Reality Show ‘The Fucking Family’, cuyo objetivo es mostrarle al mundo pasajes cotidianos de mi familia, son:

Capítulo 0. Ven a cantar, que ya llegó la Navidad
Capítulo 1. La abuela Mamá Eva bailando a media calle
Capítulo 2. El llanto del 'Mimi' en su programa del kínder
Capítulo 3. El romance de la Minerva y el Guasón corriente
Capítulo 4. Pablo entrevista a John David para su tarea de inglés

domingo, 14 de marzo de 2010

El recital del Maestro, tres años después - Tour Paraíso


Fue una tarde de abril del 2007 la última vez que vi al maestro Alejandro Sanz en concierto. En aquella ocasión fui sólo y supe que tarde o temprano me volvería a encontrar con él. Finalmente, el pasado sábado esos casi tres años de ausencia fueron pagados con creces. El Tour Paraíso pasó por México… está es mi versión de los hechos:

Seguirá siendo un misterio que es lo que hace que con el tiempo cada persona vaya inclinándose hacía determinado tipo de música e intérpretes. Podrá influir la educación y hasta cierto punto el ambiente en el que uno se desenvuelve, pero la decisión y orientación final nace desde muy dentro del corazón. Escuchamos determinada música porque nos identificamos con ella, porque a través de música y letra se nos cuentan historias que ya vivimos o que quisiéramos protagonizar. Nace así una extraña empatía con quién ve y piensa las cosas de manera parecida. En mi caso, caí preso de las canciones de Alejandro Sanz el día en que por televisión vi el video de 'Amiga mía' y descubrí que aquel hombre no sólo desnudaba mis sentimientos sino que además, describía de una forma original poética al mundo.

Por eso cada disco, cada concierto, cada ocasión que tengo de acercarme a su creación es garantía de que algo maravilloso ocurrirá. Por eso también, había que llegar temprano el pasado viernes hasta el Auditorio Nacional (no fuera a ser la de malas y nos tocara tráfico). Perder el tiempo viendo los puestecitos de recuerdo, pedir una, dos o hasta tres cervezas para que el tiempo se pasara más rápido. Perderse entre besos y plática con quien sabes, es la acompañante ideal para noches así. Luego encontrarse con tus mejores amigos, ubicar nuestros lugares y seguir charlando. Finalmente, pasaditas las 21 horas y con el recinto prácticamente lleno, empezó una vez más la magia.

Ahí estaba el buen Sanz, aquel al que desde hace considero un amigo por siempre escribir canciones que describen exactamente mi vida. Acompañado de músicos y corista excepcionales, el sonido de cada una de sus interpretadas esa noche adquirían el adjetivo de ‘sublimes’. Sería ocioso enumerar canción por canción, basta comentar que las dos horas que duró el concierto se fueron en un suspiro, fueron tantas las emociones que se movieron en mi interior que hasta perdí la cuenta. Un concierto vale la pena cuando te abandonas y te vuelves títere del sonido. En un momento determinado te descubres abrazando amorosamente a tu novia mientras escuchas la canción que con tanta ilusión le dedicaste. Otras veces cantas con tanta energía ‘Viviendo de Prisa’, canción que tantas veces te salvó de la barranca emocional y te conmueves seriamente al escuchar en vivo 'Si hay Dios'.

No faltó nada y sobre energía, entrega, entusiasmo. Alejandro Sanz no es el mismo de hace tres años. Ha rejuvenecido, se ve más alegre, más seguro, más inspirado. Quién sabe por qué nunca envejece y quién sabe por qué siempre sabe que repertorio presentar. Para nuestra noche del pasado viernes la selección no pudo ser mejor: muchas canciones de ‘Paraíso Express’, su último disco; sus grandes e infaltables éxitos y una que otra joya que jamás pensé sacaría del baúl de los recuerdos. Si acompañamos lo anterior con un maravilloso y moderno equipo de luces tenemos como resultado un autentico recital en el paraíso.

Hoy es domingo y escribo desde un Starbucks. La poesía y romance de esa noche sigue acompañándome y no tengo para cuando curarme. Las atmosferas que son creadas con inspiración y talento tardarán en despejarse de mi memoria. Fue un recital inolvidable. Nos vemos en la próxima gira Maestro Sanz, gracias por tu música.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Chiva Fighter

Como cada que hablo de futbol comenzaré haciendo la misma (e importantísima) aclaración: le voy a los Potros de Hierro del Atlante. Dicho lo anterior, es justo reconocer que muchos de los aficionados futboleros tenemos, además de nuestro equipo favorito, algún otro por el que sentimos cierta simpatía y por el que a veces solemos decir “si no le fuera a tal… mi equipo sería tal”. En mi caso, mi segunda escuadra son las Chivas Rayadas del Guadalajara.

Admito que al Rebaño Sagrado siempre le he seguido la pista y casi siempre las apoyo (menos cuando juegan con el Atlante). Del Club Guadalajara debemos reconocer que durante los últimos años se han preocupado por ser innovadores y propositivos, sobre todo a nivel mercadológico. Se supone que hace unos dos años el equipo cambió a su antigua mascota, la ‘Chiva Loca’ por una más moderna pero un tanto alejada de la tradición. Tanto así, que en cuanto me enteré que esta mascota tendría su propio comic, hice lo posible por conseguirlo cuanto antes. Esta es la portada:




Así es, el número 1 del ‘Chiva Fighter’, el nuevo héroe que hará las delicias de chicos y grandes. Debo aceptar que sentí una inmensa curiosidad por leerlo y enterarme cómo diablos le harían para hacer de una Chiva un poderoso superhéroe. La incertidumbre aumentó cuando vi estos dos promocionales de éste nuevo justiciero.






No me dejarán mentir, pintaba bien la cosa. Media hora después de leer el comic ya tengo mis serias dudas. Comencemos con lo ‘menos pior’: la calidad. Si bien los dibujos y los materiales empleados en esta obra no pasarán a la historia ni son nada del otro mundo, por lo menos están bien hechos y dentro del parámetro de lo aceptable. El comic es similar a cualquier otra edición normal que circule en México. Ahora pasemos al desastre: la historia. La única novedad que presenta es que el protagonista sea una Chiva… y ya. De ahí en fuera todos son clichés: el Chiva Fighter viene del espacio, tiene superpoderes y está lleno de nobleza; la primera en seguirlo y confiar en él es una reportera; el villano también es extraterrestre pero maneja la identidad de un empresario rico y poderoso; todos buscan el Omnicrom, un arma poderosísima y que casualmente, es un nombre muy parecido al de ‘Omnilife’, empresa de Jorge Vergara, dueño de las Chivas; etc, etc, etc.

No dudo que la intención inicial de lanzar un nuevo héroe nacional, y de paso generar nuevas fuentes de trabajo sea loable, pero ‘Chiva Fighter’ se queda en el intento y nos presenta una copia más de Superman. A la historia le falta su toque nacional y dotarla de esos ingredientes que hagan sentirla más nuestra y menos gringa. Aunque la apuesta hubiera sido más arriesgada ¿no habría sido mejor darle otro origen y otras atribuciones más peculiares y menos predecibles al personaje? Por otro lado, el nombre no intimida y mucho menos genera ni respeto ni impacto. Al contrario, eso de usar un anglicismo me parece una pésima decisión.

Habrá que darle el beneficio de la duda pues un número no es suficiente para calificar un esfuerzo editorial así. Sin embargo y para la reflexión: ¿qué sentirían si están a punto de ser asaltados (ya sé que en México esto es imposible, pero por favor hagan el intento de imaginarlo) y llega una cabra fortachona y los rescata? Yo me daba un tiro o me tomaba una foto con él, pues tiene un parecido asombroso a los osos navideños Coca-Cola y al osito Bimbo.

Aun así, y como no tengo en que gastar el dinero, compraré los dos siguientes números. Quién quita y la historia mejora, se vuelve un clásico de los comics y termino tragándome mis palabras. De cualquier manera cómprenlo, es de colección, como ‘la Antología de la Chimoltrufia’: para reír el martes y sonreír toda la quincena.

sábado, 6 de marzo de 2010

Mi pegue con los gays


Sin tapujos respóndanme con toda sinceridad: ¿parezco joto?

Espero que su respuesta sea un contundente no, aderezado con un ‘cómo crees, eres la viva imagen de la masculinidad’. Ahora, en el improbabilísimo caso de que hayan respondido afirmativamente, lamento decepcionarlos pues aunque de la impresión de serlo, para nada lo soy. Sin embargo, algo extraño pasa cuando al hacer un recuento de varios pasajes de mi vida, descubro que tengo pegue con los gays.

Recuerdo con cierta nostalgia aquel otoño del 2003. El autor de éste blog estudiaba el séptimo semestre de mi carrera universitaria y tenía unos ocho meses que mi papá había fallecido. Por aquellos días estaba estúpidamente obsesionado con una jovenzuela, a la que llamaremos ‘señorita K’ que me traía azotando las banquetas. Mi mundo giraba alrededor del sufrimiento que su desamor me producía. Tras meses de, literalmente, perseguirla, un día le escribí una carta en la que lleno de rencor le reclame lo injusto de su actitud y le avisaba que tendría un poco de dignidad y dejaría de buscar su amor. Metí aquella hoja con pensamientos insufribles y se la hice llegar. A ver si así le remordía un poquito la conciencia y me hacía caso.

Paralelo a esto comencé a hablarle a un compañero que iba conmigo en varias clases en la universidad. A todos les caía mal, tenía la sangre pesada y además, se rumoraba que era gay. En cierta ocasión hicimos equipo (sentí feo que nadie lo escogía y decidí hacer mi buena obra del día) para presentar nuestro “proyecto bimestral de francés”, que no eran más que exposiciones de cualquier tema pero en idioma franchute. Como yo me sentía súper creativo e innovador, decidí ir más allá y en lugar de hablar por veinte minutos de algo que a nadie le interesaba, decidí hacer una mini puesta en escena actuada al 100% en francés. Después de idear una historia medio chistosona comenzamos a trabajar en la redacción y traducción del guión. Desde entonces, éste muchacho empezó a buscarme cada vez más con cualquier pretexto. Me sentía un poco incomodo cuando hablábamos, algo había en su trato hacia mi persona que no me cuadraba.

Dos días antes de presentar el proyecto decidimos afinar detalles del proyecto decidimos ponernos de acuerdo en los últimos detalles vía Messenger. Tardamos un par de horas y cuando caí en la cuenta, la noche del sábado se había transformado ya en las primeras horas del domingo. Tras terminar de afinar los pendientes, mi coequipero aprovecho para hacerme, según él, una consulta de carácter personal. Yo, que tenía un sueño de los mil demonios, no fui capaz de negarme a leer sus problemas y darle algún consejillo. Entonces la plática fue más o menos así:

Coequipero del Proyecto de Francés: Pues sucede que hay alguien de la universidad que me gusta pero no sé si decírselo.
Gabriel Revelo: Pues deberías… digo, nada pierdes.
Coequipero del Proyecto de Francés: Pues sí pero… ¿y si no me acepta? Esta persona es maravillosa y no quisiera perderla por ansioso. Quizá sea mejor dejar las cosas así y ser amigos.

Y ahí tienen que su servidor todavía va de menso.

Gabriel Revelo: El que no arriesga no gana. Dile, yo te ayudo. A ver, ¿quién es?

Me ganó la curiosidad. A veces el chisme es poderoso en mi.
Coequipero del Proyecto de Francés: Prométeme que no le dirás a nadie y que todo seguirá igual. Gabriel Revelo: (ya medio fastidiado) Sí hombre, ya dime, ¿quién te gusta?
Coequipero del Proyecto de Francés: Tú…

Y madres, ¡qué escupo el refresco que me estaba tomando en el monitor de mi computadora de aquel entonces. Se va por la vida sin esperar que cosas así le pasen a uno. ¿Qué hacer en estos casos? Justo pensaba en la manera en la que de manera más sutil de decirle que mi orientación sexual y la suya eran diferentes cuando el sonidito del Messenger rompió el silencio.

Coequipero del Proyecto de Francés: ¡Pero no pienses que soy gay eh!, es la primera vez que un hombre me gusta.

Y como dicen que más vale creerlo que averiguarlo, me despedí con un ‘Ah bueno, nos vemos’, salí de mi sesión, apagué la computadora y me fui a dormir. Al despertar apenas y recordaba lo sucedido y lo hubiera atribuido a un mal sueño si no fuera porque desde las 4 de la tarde en adelante, comencé a recibir un montón de mensajes en las que el Coequipero decía sentirse terrible por lo que había pasado y me pedía que habláramos. A pesar de que le dije que no había problema, tantos y tan dramáticos mensajes me desesperaron. Por más que traté de hacerle entender que a mí, eso de andar con hombres nomás no se me da, me seguían llegando mensajes cursis. Por salud mental decidí no darle más importancia al asunto y de pasó, matarle cuanto antes la ilusión al ‘Coequipero del Proyecto de Francés’. Justo estaba a punto de apagar el celular, cuando me llegó un mensaje de la ‘señorita K’ diciendo si podía hablar conmigo una hora antes de que presentara mi proyecto. Acepté y quedé de verla al otro día afuera de mi salón.

Llegó la tan esperada cita con la ‘señorita K’. Yo nervioso y ansioso, ya ni me acordaba del incidente con el ‘Coequipero del Proyecto de Francés’ y mucho menos de la dichosa exposición que haría. 5 de la tarde y ella, puntualísima, llegando al lugar acordado. Bellísima caminó hasta dónde estaba, me regaló un pequeño ramo de flores con una notita en la que me pedía perdón por su actitud y me dio un abrazo. Sencillamente no me la podía creer, aquello era como un sueño hecho realidad. Sentados empezamos a platicar de cualquier tontería, yo con mi cara de idiota no podía dejar de ver mis flores. Fue entonces cuando de reojo miré que del otro lado del pasillo éramos observados por el ‘Coequipero del Proyecto de Francés’, el cual nos miraba con cara de odio y desilusión, hizo un desplante telenovelesco y se retiró. Obviamente ni loco no fui tras él, yo estaba muy ocupado viviendo mi propio cuento de hadas.

En clase de Francés sacamos nueve, durante la presentación del Proyecto ‘Coequipero’ y yo interactuamos normalmente, pero después ni la palabra me dirigió por un buen tiempo. Después seguimos siendo compañeros de generación. A veces me lo encuentro vía internet, y si bien no somos amigos, he llegado a intercambiar un par de palabras con él. En cuanto a la ‘señorita K’… meses después fuimos novios por una semana, rompimos, volvimos y con el tiempo nos perdimos la pista.

Hasta aquí está historia pero no mi pegue con los gays, de hecho, un año después de lo que acabo de relatar (2004) salí con otra compañera de la Universidad a tomar un café. Una de sus amigas llegó de improviso y al escuchar mi historia dijo…

- De hecho, en el primer semestre le gustabas a uno de mis amigos. Me decía que te le hacías algo interesante pero que de seguro todavía ‘olías a leche’.

En la actualidad desconozco si algún hombre esté enamorado de mí. De ser así no lo culpo, pero le informo que a mí me encantan las mujeres.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Donde viven los monstruos

El destino tiene formas muy curiosas e inesperadas de llevarnos hacía esos libros que de pronto se nos vuelven imprescindibles. Justo ahora me encuentro atrapado entre la magia de una historia a la que llegué por azar, cuando hace unos meses me encontré con éste cartel promocional en el cine:


Es innegable que la imagen tiene su encanto. ‘Donde viven los monstruos’ llevaba por título la película que aquel afiche anunciaba y que se decía, se estrenaría en enero del 2010. Entre más fotos veía de la cinta, más quería verla. Sin saber a bien la trama me di a la tarea de investigar un poco más. Descubriendo así que ‘Donde viven los Monstruos’ está basada en un libro del mismo nombre, escrito e ilustrado por Maurice Sendak, uno de los principales autores de literatura infantil del último siglo. Además, ‘Donde viven los Monstruos’ está considerado una de las obras cumbres de los cuentos para niños, calificativo más que merecido si tomamos en cuenta las muchas generaciones que han sido cautivadas por su historia e ilustraciones.

Cuando finalmente llegó la fecha de estreno el desconcierto se apoderó de mí. No había ni rastro de la película. Por alguna razón que aun no queda del todo claro, Warner decidió cancelar su estreno en México y obligándome a resignarme y esperar su llegada en DVD. Varias veces busqué encontrar el libro (la versión original, no la de la película) que para mi desgracia, está agotado en muchas librerías de México. Obviamente esto me hizo desearlo más.

Finalmente lo encontré el domingo (les paso el tip, aun tienen algunos ejemplares en Gandhi de Miguel Ángel de Quevedo) y lo compré sin pensarlo. Desde el momento en el que lo tomé en mis manos supe que algo especial se escondía en aquellas hojas. Apenas ayer lo leí. Nunca pensé que disfrutaría tanto un libro infantil. Cada frase, cada dibujo, cada idea. Tarde unos ocho minutos en terminarlo y tuve la necesidad de perderme una vez más en él. La historia, en apariencia simple, narra como un niño de nombre Max una noche se pone su traje de lobo y decide hacer travesuras, cuando amenaza con comerse a su mamá, es mandado a la cama sin cenar… de pronto su cuarto se convierte en un bosque y así, después de navergar por las semanas, llega a donde viven los monstruos y tras su temor inicial, es nombrado como su Rey.


Puede no parecerlo, pero esta pequeña obra de arte está llena de significados y reflexiones. He escuchado una gran variedad de interpretaciones entre las personas que ya lo han leído. Yo mismo tengo el cerebro trabajando a mil mientras intento descubrir todas los secretos que se esconden ahí, donde viven los monstruos. La pérdida de la inocencia, un sencillo pero contundente tratado sobre la manera en la que el poder corrompe, un ejemplo de cómo el temor es subjetivo, una conmovedora demostración de que no hay hogar como el hogar o de que por mucho que cambiemos, siempre regresaremos a nuestras raíces. Eso y más cabe en un libro de 20 hojas y qué de nada servirá seguir desmenuzando pues al fin y al cabo, ustedes encontrarán sus propias reflexiones.

Existe el rumor de que ‘Donde viven los Monstruos’ se estrenará entre abril y mayo en México. Ojalá, por lo pronto ya leí el libro. Al menos esta noche, nada deseo más que disfrazarme de lobo y hacer una fiesta monstruo.