martes, 31 de agosto de 2010

Nuestra Aflicción


Aflicción: Es una reacción a una pérdida grande y con mayor frecuencia es una emoción de dolor e infelicidad desencadenada por la muerte de un ser querido. Las personas también experimentan aflicción si tienen una enfermedad incurable o una enfermedad crónica que afecte su calidad de vida. Asimismo, la terminación de una relación a menudo también ocasiona una situación de aflicción.

Parece mentira que las canciones de ese disco sigan sonando una y otra vez en el estéreo de mi auto. Generalmente, la fascinación por un buen disco me dura un par de meses, sin embargo, en esta ocasión es diferente. Algo tiene que simplemente no puedo separarme de los 20 tracks que conforman el capítulo I y II de ‘Poetics’, el último disco del grupo mexicano Panda.

Originalmente éste post trataría de éste disco monotemático dedicado a los pecados capitales y de la maestría con la que el grupo hilvano cada pieza musical, hasta conseguir un mosaico en el que incluso aparecen personajes como Abigail, que salta de una canción a otra con un halo de desfachatez y misterio. Quería contarles del arte del disco, de la complejidad y acidez de algunas letras o lo histriónico y teatral de algunos sonidos. En esas andaba, tratando de darle forma a lo que escribiría cuando una canción comenzó a venir una y otra vez a mi mente, igual de potente que la primera vez que la escuché. ¿Cómo hablar de un disco entero, cuando una sola canción lleva meses lapidando mis emociones? ‘Nuestra Aflicción’ se merece unas líneas dedicadas sólo a ella.

El día que compré ‘Poetics’ no pude escucharlo y sólo alcancé a descargarlo en mi iPod. Al otro día, mientras trabajaba y escuchaba canción con canción me topé con ‘Nuestra Aflicción’. Me atrapo desde los primeros segundos. Aquel mediodía soleado y sin preocupaciones en poco más de cuatro minutos cambió su atmosfera. La canción por si misma me erizó la piel. Recuerdo que al terminar de oírla tuve la necesidad de repetirla de nuevo. No me la creía, tenía ganas de llorar. En ese momento, sin entender a bien la historia o de lo que hablaba la canción, mi mente (ayudada por mi corazón) ya tenía su propia versión: Estar afligido, es encontrarse en un viaje hacia abajo, sabiendo que el final es inevitable; hay tristeza, soledad, desolación. Compartir una aflicción es aun peor. Se suman no uno, sino dos arsenales de fracasos, sueños rotos y demonios malditos que no hacen sino recordarnos lo que se pierde, lo que no volverá.

“…Parece, si parece,
que lo mucho que ofrezco
no ofrece tanto y por eso
me afronté, y dejaré de ser una carga,
pues yo ya no aguanto más farsas.
No lo puedo evitar, sentir que muere mi flama
Cuando no estás…”

¿Cómo escapar a una canción cuyo primer golpe te deja en Knok out? Desde entonces la escucho casi diario. A veces emocionado, a veces triste, a veces con rabia. ‘Nuestra Aflicción’ es tan noble que en diversas ocasiones se ha moldeado a mis dolores y soledades. Comúnmente podría pensarse que trata sobre desamor, sobre la rabia implícita y salvaje que hace mantener vivo, pero a la fuerza, un sentimiento moribundo que jamás será compartido por el corazón de otra persona. Prestándole un poco más de atención, se nos dibuja la traumática experiencia de una separación llevada hasta las últimas consecuencias, aquellas en las que la resignación jamás aparece. A veces también me ha contado otras historias igualmente angustiantes, como la búsqueda de la felicidad en una relación llena de desconfianza y absurdos, o la soledad en un mundo lleno de hipocresía.

“… pues nunca entendí la manera
para poder evitar
sentir que me rompen las piernas
cuando no estas...”


Y aun así, es una gran canción de amor. Pues si bien, a causa de él sufrimos y nos hundimos más en los infiernos de la incomprensión, también es el que nos da fuerza para hacer del mismo castigo desolador, una creación artística. De esta manera es como han surgido las grandes novelas, los poemas inolvidables, las canciones épicas. Precisamente, dicen que está carga emocional es la causante de que las grandes canciones del rock sean baladas. Muchos se quiebran la cabeza tratando de descifrar de qué trata o qué vivencia llevó a José Madero, vocalista del grupo, a componer algunas de sus canciones. Pienso que eso sale sobrando, cuando la canción por si misma nos arropa y regala un sinfín de posibilidades. No me importa lo que vive otra persona con ella, me importa lo que yo siento al escucharla. Al fin y al cabo decidí hacerla mi canción, mi propia aflicción.

“…y me haría feliz que mi cantar
te haga sentir muy especial, que mi cantar
te pueda dar placer y así, juntos envejecer.
Más no pude hacerte feliz
Ya decidí para ti…”

A finales del año pasado asistí a un concierto de Panda y por primera vez la escuché en vivo. Me rompió el alma. Esta noche es parecida, ‘Nuestra Aflicción’ suena una y otra vez. Me acompaña mientras escribo estas líneas sobre ella. Mi idilio permanente continúa y sabrá Dios cuándo termine. No quiero ni creo lograrlo rápidamente.


Si los de la disquera me quitan el video, aquí está la liga para ver el video.

martes, 24 de agosto de 2010

Pinche gente

Se acerca el fin del mundo. La maldita gente cada día está más desquiciada. Para muestra basta un… bueno, tres, pequeños pero significativos ejemplos:


Jimena Navarrete, vieja fea

A estas alturas del martes 24 de agosto deben quedar muy pocos incautos que ignoren la noticia que desde ayer en la noche, se apoderó de espacios informativos y medios de comunicación: Ximena Navarrete, representante mexicana en el certamen Miss Universo, ganó el cetro que la ostenta como la mujer más bella del planeta. Lo normal sería que un triunfo así generase alegría y hasta orgullo; pero pues ¿qué creen? ¡Pasó todo lo contrario! Todo el día en la oficina he escuché comentarios tales como ‘Qué casualidad que ganó ahora que va a ser el Bicentenario. ¡Todo es una cortina de humo!’; o ‘Ni está tan bonita eh, está bastante X’; o ‘Ese premio superficial ni sirve para nada, festejen cuando haya trabajo y seguridad'; y hasta ‘Todo está arreglado, convenía que ganara México por el tema de la migración’. Osea, quién chingados nos entiende. Va la Selección al Mundial, nos eliminan, y nos volvemos locos por qué ‘nunca ganamos nada’. Siempre somos derrotados y nos enfurece. Perdemos en los olímpicos, perdemos la guerra contra el narco, perdemos contra la obesidad. Y ahora que ganamos algo nos encargamos de llenarlo de peros. Ahora mismo hablan en el extranjero se habla de que la Miss Universo es mexicana y no de la violencia en nuestros estados, y nuestra reacción natural es desprestigiarnos, dudar de nosotros y encontrarle a todo el truquito, la tranza, el chanchullo.

Ahora bien, la gran cantidad de mujeres que critican a Ximena (perdón pero así es) están bien chachalacas. Dicho en lenguaje más popular: ya quisieran. Apréndanos a nosotros, los hombres ¿nos han escuchado decir que está fea o qué lucia fea en traje de baño? Pues no. Valoramos el triunfo por su inteligencia y seguridad, no su cuerpo. (Bueno, tantito). Pinche gente.

Norberto Rivera, defensor de las buenas costumbres

¿No dicen que ‘A Dios lo que es de Dios, y al César lo que es del César’? Pues eso se nos olvida a nuestro querido Cardenal. En las películas y novelas, los padrecitos eran unos viejecitos bondadosos y buenos, que sufren en silencio por su abnegado y sumiso pueblo. Ellos suelen caerme bien pues su injerencia únicamente se limita a su Iglesia y lo correspondiente a ella. Si así debe de ser así, ¿qué carajos le importa al señor Norberto Rivera si los gays o lesbianas quieren casarse? El domingo pasado en un concierto en el Zócalo capitalino la cantante Susana Zabaleta dijo algo muy cierto: ‘a ese señor que más le da, parece que al que se lo van a meter es a él’. Lo mismo sucede con la adopción de niños por parte de parejas homosexuales ¿desde cuándo la orientación sexual es determina nuestra calidad humana? Desde cualquier ángulo, las teorías de éste hombre con cara de ‘Pavel Pardo gordo’ carecen de lógica. Lo peor es su manera de defenderse: lanzando excomulgando a diestra y siniestra como si no hubiera ochocientas religiones presurosas a reclutar nuevos fieles. Soy católico, pero no pendejo. Lo siento, no me trago ese cuento. Qué cada quién haga lo que quiera con sus partecitas y que los curas se queden oficiando misa (por desgracia, muchas veces es al revés). Pinche gente.

Calamaro nos manda a usar Twitter como supositorio

Cierto día, Andrés Calamaro, el cantante argentino despertó molesto con el mundo y se le ocurrió despotricar contra quienes usamos Twitter. Lo cerró, hizo su berrinche y en su blog escribió lo siguiente (tuve que resumirlo e intentar entenderlo):

“que despreciable "democracia", y que mal entendida
claro que libertad de expresion no es expresion de libertad
que perdida de tiempo escribir para hijos de homero simpson
y doña rosa (doña rosa de neustad)
tolerar resentimiento, conceptos infantiles
progresia aborregada
ideologias desaparecidas ... extinguidas hace ya tiempo
participar en un coro de subnormales generadores de concepto light
que asco de post modernismo (perdon si me rio) ...
perder media hora por dia para comprobar lo que naci sabiendo ...
siempre hay excepciones, gente excepcional
pero ... que hago metido en el medio de la republica de los culoblandos

(…)

que lastimado estaria mi pudor
si resulto ser la cara amable del termo twitter
140 caracteres
pueden meterselos profundo en el medio del ojete
me importa tres pepinos
perder un segundo mas en el rebaño de boludos con blackberry
o lo que es peor ....
conectados a la nada a cambio de demostrar que son infantiles
consecuencias de sangrientos años que deterioraron
los minimos gramos de dignidad ....
caretas, mis enemigos
(...)
fuck you !!”


No pues ni que decir. Algunas veces he escuchado el trabajo del señor Calamaro y he de decir que no me desagrada, hasta interesante se me hace. No lo conozco pero lo respeto (ejem, respetaba), y a cambio obtuve una mentada de madre, una invitación a meterme el Twitter por dónde mejor me quepa y fui insultado con palabras que ni él mismo entiende. Pues bien señor de apellido marino, uso Twitter y me encanta, me vale ser infantil, tengo mucha dignidad y con la misma elegancia empleada por usted, lo invito a meterse su filosofía y altanería por dónde más le arda. Pinche gente.


¿Ven? Se acerca el fin.

jueves, 19 de agosto de 2010

Mi encuentro con Don Bosco (reencuentro en el IDB)


Continuación del post 'Mi inesperado, imposible e inminente encuentro con Don Bosco'.

Esperaba la noche del 16 de agosto con la emoción e incertidumbre de quién sabe, vivirá un momento único y capaz de cambiarle la vida. Fueron semanas de imaginar cómo serían esos breves segundos en los que tendría la dicha de estar frente a las reliquias insignes de Don Bosco. Esa noche, además, volvería a los pasillos del IDB (Instituto Don Bosco) tras 10 años de haber terminado mi preparatoria. Sin una idea muy clara de lo que encontraría, pero con la emoción que generan los reencuentros, llegó el día esperado…

Lunes por la tarde. Se supone que las reliquias de Don Bosco llegarían al IDB a las 7 de la tarde. Yo apenas iba llegando a casa después de una ardua jornada laboral. Cansado, con dolor de cabeza y mucho sueño. Comí un poco y con cierta resignación vi el reloj ‘no llegaré a tiempo, a esta hora y con el tráfico que hay en la ciudad ya no tiene caso intentarlo’. Días atrás había visto la Reliquia Insigne de Don Bosco en la Basílica de Guadalupe, así que pensé que no me perdería de mucho si esa noche decidía quedarme descansar. Entonces recibí una de esas noticias que cimbran y son capaces de alterarte el ritmo de la vida y ponerte a pensar. Se dice que recurrimos a Dios sólo cuando algo nos preocupa o no le encontramos solución a las cosas, lo cierto, es que en ese momento de confusión el que Don Bosco estuviera a tan sólo unos kilómetros de mi fue una bendición.

No lo pensé dos veces. Una chamarra Adidas, cartera y celular. Cuando encendí el auto eran las 8 de la noche. Tomé la ruta que pensé estaría menos congestionada y manejé lo más rápido que pude. Media hora después pasaba afuera del IDB y me llevé la primera sorpresa de la noche: una enorme fila de personas aguardaba su turno para entrar. Las calles aledañas estaban llenas de autos y tráfico. Tras veinte desesperantes minutos de dar y dar vueltas encontré un lugar. En el momento en el que bajaba el cielo se iluminó de amarillo y verde. Vi entonces unos espectaculares y estruendosos fuegos artificiales que sólo aumentaron mis ganas de ya estar dentro.

Llegué a la fila. La gente no dejaba de llegar. Personas de todas las edades. Todos hablando con emoción de Don Bosco y de lo que para ellos significaba esa noche. Muchos abrazos a mi alrededor, exalumnos de diversas generaciones que se encontraban. Cuando finalmente entré al IDB fui asaltado por un sinfín de recuerdos. Momentos buenos, malos, historias de amistad, desamor y soledad. Cuando se vuelve a un lugar en el que hemos vivido tantas cosas la sensación de volver a casa es inevitable. Me sorprendió lo cambiado de las instalaciones y aun así podía encontrar recuerdos en cada rincón. Algo pasaba esa noche que hacía que el patio, pasillos y el mismo cielo brillaran de una forma especial. Respiraba alegría, entusiasmo, hermandad… amor de verdad.

Una pantalla proyectaba una película de la vida de Don Bosco en uno de los muros de la escuela. En otro rincón unos músicos tocaban armoniosamente. La fila atravesaba el enorme patio, seguía hasta la zona del campo de futbol y de ahí hasta el patio trasero, en dónde finalmente se encontraba la Reliquia de Don Bosco. Y es aquí cuando ya no sé de qué manera continuar éste relato: ¿cómo describir un milagro? ¿Cómo hablar de algo que escapa a mi entendimiento? Caminar esos últimos metros y sentir que una inmensa paz me envolvía fue sólo el principio. Instantes de una alegría sin igual, de saber que la solución a cualquier preocupación está en siempre mantener la fe y sobre todo, en creer. Frente a Don Bosco no supe que decir y a la vez tengo la certeza de que mis ojos le contaron lo que ha sido de mi vida. No hizo falta explicarle a Don Bosco lo que añoro, lo que quiero ser y lo que necesito. Él estaba ahí para confirmarme que nunca se ha ido ni se irá de mi lado. Fueron segundos frente a él. Suficientes para llenarme de una energía que me devolvió algo que hace años perdí y que esa noche volvió a conectar con mi corazón. Un coro y sus bellos cantos enaltecían el momento. Rostros felices. Gente llorando de alegría. Todos los presentes sabíamos que aquello era más que especial. Fuimos testigos de la presencia divina y carismática de un santo.


El camino hacia la salida lo hice en automático. Mi cuerpo se marchaba, pero mi mente estaba aun ahí, en esa urna que contenía el corazón de Don Bosco. Caminando hacia la salida noté que no me había visto a ninguno de mis compañeros de generación. En ese instante giré el rostro y a unos metros de mi vi pasar a otra persona. Tenía unos ocho años de no verla y al parecer ni cuenta se dio de mi presencia y siguió de largo.

Lleno de nostalgia, con el corazón anclado en aquella escuela, comencé el camino de regreso.




domingo, 15 de agosto de 2010

Historias mafufas


No les aseguro que lo que están por leer sea cierto, pero me juraron una y otra vez. Quedará en usted, querido lector de éste blog, emitir su juicio final y darle el calificativo a estas historias de ‘hechos sobrenaturales’ o ‘mafufadas inventadas’. Los tres relatos que a continuación citaré fueron contados por un compañero del trabajo (al que por cierto, ya le dieron las gracias) en una de esas reuniones de viernes cuyo único objetivo es alcoholizarse. Fue justo en la última etapa de la reunión, cuando los pocos asistentes que aun estábamos presentes, comenzamos a contar cosas de ‘espanto’.

Fuimos recorriendo los temas clásicos: Ovnis, conspiraciones de los gobiernos, profecías de temblores, el origen de los humanos, fantasmas, civilizaciones perdidas, brujería, y un largísimo etcétera que hizo que la plática cada vez se pusiera más interesante. Uno a uno fuimos hablando de las cosas raras que nos han pasado. Por ejemplo, yo conté la experiencia del fantasma peninsular que robó mi cámara fotográfica en Mérida, mi amigo Ángel que está embrujado y así sucesivamente. Fue en uno de los intervalos de las historias cuando Héctor, chavo dedicado a tatuar y con peinado de mohicano, se puso de pie y dijo “pues yo les voy a contar la cosa más extraña que me ha pasado en la vida”, y comenzó.

(Antes de leer su primer historia, es importante aclarar que su timbre de voz es muy similar al de los chavos hippies-chairos-marxistas que abundan en Coyoacán y en los mercados de artesanías. Aclarado esto, continuamos )

Narra él…

Historia 1. Esferas en el cielo

-“La siguiente, es la cosa más extraña que me ha pasado en la vida. Hace como cinco años iba para el trabajo y al pasar por una calle vi que todos volteaban al cielo. ¿Pues qué estaban viendo? Le pregunté a una señora y me dijo ‘esos como globitos que están en el cielo’. Me fijé bien y ahí estaban goooei, unas esferitas plateadas muy pequeñitas que apenas se veían y que se movían bien raro. Pues me puse a verlas un rato. No sé cómo, pero cada vez se hacían más y más esferitas dando vueltas. Estaba tan impactado que ya ni quise ir a trabajar. Mejor le hablé a mi cuate Carlos y le dije ‘goooooei, estoy teniendo la experiencia de mi vida, ven a verlas’. Y pues que llega y hay nos quedamos viendo. Al principio eran unas cinco, pero cada vez eran más y más, al final eran como cincuenta o más de esas cosas. Entonces pasó lo más raro goooei. Ahí tienes que al principio el cielo estaba azul-azul, sin una sola nube, bien chingón. Pero de pronto, estas esferas comienzan a sacar como humo mientras dan vuelta. Y no me van a creer, pero ese humo formaba nubes, y así, en cosa de 10 minutos, ya tenían todo el cielo nublado. Osea, esos güeyes hicieron las nubes, tantas que dejaron todo nublado y ya ni se veían. Y ya, todavía me quedé ahí unos minutos para ver que pedo, pero ya no pasó nada.”

Después se quedó callado. Los demás siguieron contando cosas de espanto hasta que Héctor recordó que tenía otra experiencia que narrar.



Historia 2. Las luciérnagas misteriosas

-“La cosa más extraña que me ha pasado en mi vida, sucedió cuando tenía quince años. Yo era Scout y junto con un compañero tuvimos el reto de trazar una ruta y recorrerla. Decidimos hacerlo a lo largo del estado de Chiapas, y pues la cosa era que precisamente ese año dio inició el conflicto de los Zapatistas y pues estaba peligroso goooooei. Fuimos los dos solos y empezamos a internarnos en la selva. Uno de esos días, pasamos por una cueva inmensa, yo me quería quedarme a dormir ahí, pero mi amigo Carlos, no quiso y me dijo ‘nel weeeey, ni madres, puede ser peligroso’. Total que esa noche dormimos a unos kilómetros de ahí, en una supuesta zona de acampar, pero en la que no había nadie. Nos dividíamos el tiempo para que mientras uno dormía, el otro se quedaba afuera de la casa de campaña vigilando goeeeeei, y pues en esa estaba, en mi horario de velar cuando me puse a ver a las luciérnagas. No mames gooooei, bien bonitas. En verlas me entretuve como una hora. Pero pues la neta, no eran luciérnagas. Porque yo las he visto y sabia que esas lucecitas pequeñas que veía a lo lejos no eran luciérnagas. Y poco a poco, iba viendo las luces más grandes. Desperté al Carlos diciéndole ‘Carlos, goooooei, ven a ver esto, no mames, está increíble. Las luciérnagas están raras’. Ni me peló el cabrón y las madres esas seguían ahí. De ser pequeñitas iban haciéndose más grandes. Primero eran como del tamaño de un balón, después como de medio metro y luego como de dos metros. Unas madrezotas de dos metros de diferentes lugares comenzaron a rodearnos goooooei, pasaban a lado y se perdían entre los árboles. Y pues que vuelvo a despertar al pinche Carlos y al ver las luces dijo ‘no mames weeeeeey vámonos, nos van a matar. Yo leo revistas de Ovnis y de seguro vienen por nosotros. No mames weeeeeey nos van a llevar en una nave’. Pero pues ni caso le hice. Yo estaba maravillado con el espectáculo. Le dije ‘cabrón, disfruta, no mames, es la experiencia de tu vida goooooei’. Carlos sacó su cuchillo por si las dudas y vio su reloj ‘no mames, a penas es media noche goooooei, falta mucho para que amanezca’. Y las luces seguían pasando, de todos los tamaños y colores. Algunas pasaban rozando la tienda de campaña, otras iban en el cielo. ¡No mamen, que espectáculo gooooei, ojalá lo hubieran visto! Lo más cabrón era que las luces se dirigían hacia donde estaba la cueva en la que nos íbamos a quedar. Y pues ya, así estuvimos despiertos toda la noche y las luces seguían pasando. Me quedé dormido como a las 5 de la mañana y cuando me desperté las cosas esas ya no estaban goooooei. Le dije al Carlos que fuéramos a la cueva a ver que había pero no quiso. Nos fuimos en chinga y creo que fue lo mejor goooooei"

Volvió a quedarse callado unos segundos. Después contó lo siguiente:



Historia 3. El hombre al que le salían luces del pecho

-“Pero la vivencia más rara de mi vida goooooei, fue cuando tenía como 13 años. No sé porque a mi amigo Carlos y a mí nos dio por salirnos en la noche ‘a buscar sombras’. Nos salíamos como a las 2 de la madrugada y según nosotros, con palpar las cosas sabríamos dónde encontrarlas. Nunca veíamos nada, pero eso no impedía que cada día nos fuéramos obsesionando más con las dichosas sombras. Así estuvimos unos tres meses, hasta que una noche Carlos se desesperó y quiso irse. Yo seguí un poco más de tiempo hasta que de pronto al girar en una calle obscura, detrás de mi había un sujeto de pie. Vestía todo de blanco, tipo hindú, pero no pude verle la cara pues de su pecho salían varías luces que me impedían verle el rostro goooooei. Fueron unos segundos pues de pronto desapareció. Fue tan impactante gooooooei que saqué un cigarro y aunque ya no estuviera le dije ‘aquí te ofrendo esto güey, chido por haberte manifestado y sólo quiero pedirte algo, ayúdame a descubrir quién soy’. Le dejé el cigarro y me fui. Al otro día, no mamen goooooei, no pasó nada, pero en la noche tuve un sueño rarísimo goooooei. Soñé que estaba desnudo en una calle y de pronto había unos cabrones persiguiéndome. No sabía por qué pero querían matarme. Me perseguían y yo no sabía qué hacer. Corría y me seguían. No mames goooooei, me desperté sudando y en eso veo que dentro de mi cuarto, estaban los mismos que querían matarme y dije ‘no mames goooooooei, sigo soñando’ y seguí corriendo. Me aventaban cosas y mientras yo escapaba ellos me seguían persiguiendo. Después desperté y ahí seguían de nuevo, y yo ‘puta madre, pues qué pasa’. Seguí soñando cosas raras hasta que llegó la mañana. Todo el día estuve pensando ‘pues qué hice gooooooei’. La noche siguiente fue lo mismo. De nuevo me perseguían para matarme y de nuevo fue una noche intranquila goooooooei. La tercera noche soñé que estaba dentro de una casa de muros altísimos gooooooei, como las del centro. Entonces descubrí que seguía desnudo pero además, tenía alas gooooooei. Caminé y entonces salí hasta un patio. Abrí las alas y me fui volando hacia el cielo azul goooooei. Y ya, desperté y desde ese día no volví a soñar nada parecido. Aun así goooooei, muchas veces siento la presencia del ser que aquella noche me encontré”.

Le pregunté aterrorizado si en aquel momento aquel ser estaba entre nosotros. Respondió que no. Esas fueron las historias mafufas de nuestro ex compañero Héctor… ¿alguna de ellas será cierta?

miércoles, 11 de agosto de 2010

Inception, una lección de narrativa


El sábado fui al cine a ver Inception (El Origen, le pusieron en México), película protagonizada por Leonardo Di Caprio y dirigida por Christian Nolan. Había escuchado que esta podía ser la película del año, y que desde Matrix, no se había visto una producción tan visualmente innovadora. Entré a la sala movido por la curiosidad; salí fascinado.

Sí, la producción y efectos especiales están muy bien logrados. Más discretos que en Matrix pero igual de espectaculares. Empleados en el momento justo. Las actuaciones de Di Caprio, Joseph Gordon Levitt, Marion Cotillard, Ellen Page y Michael Caine son convincentes y la historia original y bien contada. Todo en conjunto da vida a una gran película que sin embargo, no me sorprendió a nivel visual, sino narrativo. Actualmente, un lugar común al hablar de creación en cualquier rama, es decir que ya todo está dicho. No hace mucho, en éste blog les hablé de la novela 'No tengo tiempo', la cual es interesante pero al final uno tiene la impresión de sólo haber leído una historia muy lineal, en la que el principio, final y clímax no existen, o no se encuentran del todo claros. Esa desesperanza de no resultar sorprendido al confrontarse con una historia a veces se ve disuelto cuando llega alguna idea refrescante que nos hace replantearnos lo visto con anterioridad.

Así me pasó con Inception. Si tenía la boca abierta durante su proyección no era por la belleza y sincronía de las imágenes que veía, sino por la manera en la que estás me eran narradas. Sin adelantar nada de la trama, diré que eso de manejar varias realidades al mismo tiempo, y que estas estén interconectadas entre sí, me descubrió un universo de posibilidades nuevas. Sé que lo anterior se ha intentado una y otra vez, pero en esta ocasión el resultado fue perfecto, exacto. Esa coherencia en el argumento y el manejo equilibrado de distintos escenarios, sin que uno pese más que el otro es una valiosa clase de cómo escribir un guión en el que todo tiene el mismo peso. En Inception se hace hincapié en la arquitectura de los sueños, en ese aspecto también se aprende y cualquier escritor puede sentirse identificado: mantener el sueño por más que la realidad nos mueva o cimbre. Ir cada vez más y más, descendiendo niveles hasta el infinito como en una caja de pandora o una muñeca rusa. Así debe ser darle vida a una novela.

Siempre se agradece cuando una historia es abordada desde un punto de vista nuevo. Entonces uno recupera la esperanza, nos toca el corazón, emociona nuestros sentidos y conmueve nuestro entendimiento. Así sucede el arte. Quienes vemos en la narrativa a una de las principales disciplinas de la vida, podemos respirar tranquilos: aun queda un mundo por descubrir, sólo falta ingenio y buscar del otro lado de la luna.




domingo, 8 de agosto de 2010

Espionaje en Twitter


Tengo más de un año de tener Twitter. Haciendo memoria, fui el primero de todos mis conocidos en abrir su cuenta e internarse en lo que hoy, es la red social con mayor crecimiento a nivel mundial. Al principio me resultaba complicado explicarles de qué se trataba, o cuál era exactamente el chiste a todos aquellos que me veían con cierta extrañeza escribir tweets desde mi computadora o el celular. De a poquito fui hablándole a quienes me rodeaban de este simple, pero fascinante sitio en el que se puede estar informado de todo, en el mismísimo instante en el que ocurren las cosas.

Según recuerdo, fui el primero que en mi trabajo habló del Twitter. Meses después, muchos de mis compañeros del trabajo tienen el suyo, lo que ha dado pie a una especie de espionaje dentro de la empresa. La semana pasada me enteré que algunas de las coordinadoras más influyentes de la oficina monitorean desde hace meses lo que yo, y otros compañeros ponemos en twitter, y entre ellas, van comentando sus últimos descubrimientos. Lo anterior no tendría nada de malo, pues al fin y al cabo esta red social es precisamente eso, social, y cualquiera puede leer lo que en ella se escribe. Lo que no es muy agradable es que lo publicado sea tomado tan en serio y de manera personal por los demás, y de ahí, se formen bandos para saber lo que unos opinan de otros. Nunca le he visto el caso volver privado un perfil de twitter. Si tan sólo en ese rubro estuviéramos parejos no habría problema.

No lo niego. Una que otra vez me he quejado de un par personas o de las cosas que pasan en la oficina. Pero si vamos a jugar así, más valdría hacerlo sabiendo que ni lo escrito en twitter tiene que pesar más que la vida real y sus acciones. Hasta dónde yo sabía, la comunidad de compañeros que usamos twitter en el trabajo nos seguíamos unos a los otros y éramos conscientes de esto. Ahora que sabemos que siguen nuestros pasos, y que peor tantito, se le da tanta importancia a lo tuiteado, nos pone en una encrucijada. ¿Seguir como siempre pero con el riesgo de que haya malentendidos y recelos, o moderarnos más y aceptar que la libertad para comunicarnos entre nosotros quede marcada con toques de censura?

Le pensé un poco y decidí seguir igual. Ya bastante restringidos estamos en muchos aspectos como para también tener que andar cuidando lo que uno pone o no en el Twitter. Probablemente éste post sea leído por alguna de ellas. De ser así quiero decirles que hasta me caen bien y que de verdad, no tengo nada en su contra. Muy respetuosa su opinión, muy respetuosa la mía. Así que a twittear, que el mundo se va a acabar.