sábado, 31 de julio de 2010

No tengo tiempo


Desde hace un par de años, la UNAM ha venido organizando el “Virtuality Literario Caza de Letras”, en el cual siempre he querido participar pero por ‘x’ o por ‘y’ nunca he podido. Los concursos son a base de un blog-taller, en el que los finalistas van cumpliendo retos, para que los lectores y el jurado voten para decidir quien sigue y quien abandona el certamen. La edición del 2008 fue sobre novela literaria, el ganador fue Arturo Vallejo Novoa por 'No tengo tiempo’, libro que por cierto, acabo de leer.

Siendo yo apasionado de la literatura y los blogs, sentía curiosidad por ver el resultado de una novela engendrada en un proceso así. Además la historia me parecía interesante: El personaje principal es ‘La Chaparra’, una joven que trabaja en un restaurante de comida rápida especializado en hamburguesas, lugar en el cual siempre intenta pasar desapercibida y que es lo más parecido a una jungla contemporánea. Su vida fuera de ahí no es más divertida. Acompañada por El Grunch (bajista de la banda de covers ‘Almas Muertas’) y el Guasón (cleptómano de libros) recorren la Unidad Latinoamericana y sus alrededores buscando en qué matar el tiempo. Así de cotidiana es esta novela en la que aparecen personajes tan comunes, y sin embargo, cotidianos de esa sociedad ‘sin oficio ni beneficio’ que quién sabe cómo, pero coexiste. ‘La Chaparra’ elabora sin siquiera saberlo, interesantes paradojas sociales mientras entreteje una curiosa relación con quienes la rodean. Curiosamente, perdedores también. La Maldad, el Güero de Rancho, el Pacman, La Bitle, La Ñoña de lentes y el Tipo Asqueroso, son sólo ejemplos de ello.

Si algo domina esta novela es el sentimiento de soledad. Los protagonistas se relacionan pero jamás están completamente justos. Este aislamiento y vacio es el principal discurso de ‘No tengo tiempo’. Un retrato preciso de lo triste que puede ser el solamente ‘estar por estar’ en algún sitio determinado, perder la esperanza en el porvenir y sólo esperar lo que sea. Y sin embargo, no confundan mis palabras, la novela es divertida y dinámica. Se deja leer y disfrutar con una sencillez deliciosa. En apariencia no dice nada, pero habla de mucho. Desintegración familiar, ideologías activistas, desengaños amorosos, la asfixiante cultura del discurso motivacional, trabajos fantasmas, sectas religiosas, y mucho más de eso que todos los días nos rodea y a lo que raramente prestamos atención.

Arturo Vallejo no narra una historia con principio y final, pero a cambio nos entrega un generoso conjunto de pasajes de la vida de ‘La Chaparra’, a la que uno siente que conoce al concluir la lectura. Una buena novela para aquellos que hemos sentido que el problema no es no tener tiempo, sino el hacer algo provechoso con él.

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