sábado, 14 de diciembre de 2013

De cuando me quedé ciego


Nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido... eso lo entendí hasta que perdí la vista… o algo así. 

Todo comenzó la semana pasada, pasadas las ocho de la mañana me encontraba escribiendo unas cosas en la redacción donde trabajo y de la nada comenzó a llorarme el ojo derecho. Al principio fue una cosa de nada, sólo una lagrimita a la que no le di importancia. 

Pasaron varios minutos y las lagrimas continuaban. Decidí tomar aquello con sentido del humor, pero un par de horas después ya me sentía fastidiado. Y es que lejos de disminuir las lágrimas aumentaban en intensidad y lo peor era que comenzaban a interferir con mi chamba. Tener que estar frente a una computadora con un ojo lloroso impedía que pudiera ver bien. 

Cerca del medio día el problema con mi ojo derecho ya se había salido de control. Varias veces fui al baño para tallarme los ojos con un papel, pero lejos de encontrar alivio me lastimaba más. Al verme en el espejo mi aspecto era deplorable, con la cara marcada por tantas lágrimas y el ojo rojo e irritado. Lo peor era que mis compañeros de la oficina se dieron cuenta de lo que me pasaba y a la menor provocación me decían: ¡Pero no llores Gabo!

Debo aceptar que aquel día mi productividad bajo considerablemente (si de por sí). En medio de estos sufrimientos fui sorteando el día y a la hora de la salida sabía que aquello que me estaba pasando no era para nada normal. El camino de la oficina a mi auto fue aún peor gracias a que el sol de aquel día tan claro me deslumbraba y hacia que mi ojo llorará todavía más. Llegó un momento en el que tuve que irme agarrando una pared como viejito achacoso.

Entonces mi personalidad hipocondríaca comenzó a tejer mil y un historias sobre mi futuro y el terrible mal que me acosaba. Me imaginaba ciego, usando un parche pirata y pasando complicaciones para limpiarme cada que fuera al baño. 

El trayecto en auto fue otro suplicio. Tuve que ir manejando con muchísima precaución pues a esas alturas de la tarde ya sólo veía con un ojo a pesar de que traía puestos mis lentes obscuros. Era tanta la incomodidad que en un par de ocasiones estuve a punto de parar el auto y estacionarme. 

No sé cómo le hice pero logré llegar a la colonia en la que vivo. Fui a dos consultorios y los doctores no estaban porque era hora de la comida. Llegué a un tercer consultorio en donde la doctora era ginecóloga, pero dadas las circunstancias en las que me encontraba ya no estaba para ponerme mis moños e ir en busca de otro especialista. 

La doctora era como de España o uno de esos países en donde la gente habla raro. Le conté lo que me pasaba y al examinar mi ojo descubrió que tenía una basurita negra incrustada en la zona de mi párpado superior. En qué momento se metió a mi ojo, lo desconozco. 

Con una pinzas (no quiero saber dónde estuvieron antes, recuerden que la doctora es ginecóloga) me abrió el ojo y me quitó aquel artefacto. Al hacerlo el ojo me ardió mucho pero la lloradera se detuvo considerablemente. Segundos después, ya más tranquilo, sentó que había hecho el ridículo y todo un drama por una mendiga piedrita. 

La doctora que hablaba raro me mandó unas gotas y unas pastillas que debía tomar por una semana. Aunque debo aceptar que las gotas sólo me las eché por dos días y las pastillas ni las abrí. 

Durante ese primer día el ojo me siguió doliendo y llorando un poco, pero ya podía manejar y trabajar sin ningún problema. Eso sí, mi estado era deplorable y parecía que me habían golpeado porque tenía el ojo rojo y entrecerrado. 

Con el paso de los días la cosa mejoró, aunque mi ojo aún seguía lastimado y veía todo desenfocado y doble, situación que fue disminuyendo paulatinamente hasta que todo volvió a la normalidad. 

Después de esta experiencia volví a nacer, soy un hombre nuevo y me volví una mejor persona… pero creo que se me olvidó pronto, pues ayer fui al cine y cuando en la dulcería me preguntaron si quería donar 15 pesos para los invidentes dije que no. Luego me cayó el veinte de mi mala actitud y me sentí culpable, aunque luego se me olvidó también. 

Ya ni la friego, por eso Dios me manda castigos en forma de basuritas al ojo.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Análisis y pronóstico del grupo mundialista de México



Como la mayoría de los mexicanos, yo también soy un futbolista y analista deportivo frustrado. Quienes me conocen saben que una de mis grandes pasiones es el deporte de las patadas, y que por lo consiguiente, pocas cosas disfruto y espero más en la vida que una Copa del Mundo. 

No soy futbolista ni comentarista deportivo, en parte por eso tengo un blog, para hablar de lo que se me pegue la gana y de los temas de moda; y justamente uno de esos temas es el sorteo mundialista que se llevó a cabo el pasado viernes. 

Así que, jugándole al analista deportivo, analizaré a mi manera el grupo en el que México fue sorteado para disputar la Copa Mundial Brasil 2014. Como es de todos sabido, la Selección Mexicana quedó ubicada en el pelotón A, en donde estará acompañada de Camerún, Croacia… y Brasil.



Debo confesar que mi primer pensamiento al enterarme de los rivales de México durante la primera ronda del Mundial fue: ya valió madres. Esta misma opinión fue compartida por mis compañeros de trabajo, con quienes vi el sorteo en la oficina. 

Al paso de los días he ido pensando mejor las cosas, y con mi poco confiable nivel de análisis, les diré cómo pienso que le irá a México. Para hacer la cosa más fácil, iré de rival en rival, de acuerdo al orden en que se enfrentarán a nuestra Selección. 

(Por si me lee alguien que no tiene mucha idea de futbol, les explico: los 32 países participantes en el Mundial se dividen en 8 grupos de 4 equipos cada uno. Los 4 integrantes de cada grupo se enfrentan entre sí y los dos mejores pasan a la siguiente ronda). 

Bien… empezamos: 

Camerún (13 de junio de 2014) 

Desde que tengo conciencia futbolera, los equipos africanos siempre me han inspirado temor. Su futbol basado en la fortaleza y en el empuje físico, históricamente suele complicársele a los mexicanos. Según las estadísticas, sólo nos hemos enfrentado una vez en la historia contra los cameruneses, y aunque fue en un partido amistoso, les ganamos. 

Como todo primer juego de un Mundial, el desarrollo del partido estará lleno de tensión, y no es para menos, del resultado de este juego depende en gran medida el futuro de ambos equipos en el certamen mundialista. La clave será la zona defensiva de México para evitar cualquier gol tempranero. Aunque será un escollo difícil, mi pronóstico es que México empata… o en una de esas gana, pero debe hacerse un planteamiento muy inteligente.


Brasil (17 de junio de 2014)

Y de nuevo Brasil… desde hace años mexicanos y brasileños se han enfrentado en duelos amistosos, Copas Confederaciones, Mundiales Juveniles, Copas America y Juegos Olímpicos, e increíblemente el saldo a favor es para los mexicanos. Por alguna extraña razón, el futbol mexicano suele indigestársele a los brasileños.

No importan los grandes jugadores con los que tradicionalmente cuenta la escuadra amazónica, o su espectacular estilo de juego: los mexicanos siempre han encontrado la forma de competirle al tú por tú a los brasileños y salir varias veces con la victoria. 

El problema en esta ocasión es que el encuentro será en Brasil, ante un estadio repleto de aficionados que impulsaran a su equipo durante los 90 minutos que durarán las acciones. No dudo que México dará pelea y un juego digno, incluso que ponga en predicamento a los brasileños en varias ocasiones, pero honestamente, veo difícil que México gane el juego. Mi pronóstico es una derrota… o en el más optimista de los casos, un empate azteca.


Croacia (23 de junio de 2014)

En el Mundial de Corea-Japón 2002, México se enfrentó a Croacia, a quienes venció por marcador de 1-0 gracias a un gol anotado de penal por Cuauhtémoc Blanco. Ahora el destino vuelve a ponernos a los balcánicos en el camino, y aunque en varios medios los han calificado como una escuadra a modo, no descartó que puedan darnos un buen susto. 

Si bien Croacia viene de un periodo bastante irregular, como buena escuadra europea posee un nivel de juego muy competitivo y con figuras de primer nivel. 

A pesar de todo, México ha sabido plantarle cara a los rivales del viejo continente en las competencias mundialistas, y si somos honestos, Croacia está lejos de ser una de las grandes potencias de esa zona del mundo. Por lo tanto, aunque costará trabajo, mi pronóstico es que México le ganará a Croacia.


* * * * *

Si mis predicciones se cumplen, México hará entre 4 y 6 puntos, suficientes para avanzar como segundos de grupo y calificar a los octavos de final, en donde el rival probablemente sería Holanda o España, lo cual significaría un reto aún más complejo en la búsqueda del llamado quinto partido, pero bueno, antes de pensar en eso se debe superar la ronda de grupos, y confió en que así será. 

Habrá que esperar y ver qué pasa, por lo pronto, nos esperan meses de escuchar decenas de análisis más. Lo cierto es que por ahora, hacer más vaticinios es difícil debido a que el propio equipo México es un misterio debido a todos los cambios que ha sufrido en la dirección técnica. 

¿Le atinaré? Al tiempo…

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Nos malmiraron por ladrones


Hace mucho, en este blog les conté como hace 7 años me robé una Coca-Cola publicitaria de cartón, que estaba en una tienda WalMart. Ese crimen permaneció impune por años, pero ahora el karma o el destino casi me hace pagar por aquel delito.

Lo que en esta ocasión pasó fue un poco extraño. Resulta que un día entre semana fui con mi novia a una Comercial Mexicana, ya saben, para hacer el mandado y esas cosas que hacen los adultos contemporáneos. Como era una noche entre semana, no había mucha gente en la tienda, así que nos sentíamos a nuestras anchas. 

Mi novia se quería comprar unos mallones, o unas medias, o quién sabe qué cosa. Total que estuvimos como veinte minutos en esa área de la tienda, agarrando paquetes y botándolos casi de inmediato; de ahí fuimos a la zona de productos de belleza. Mi novia quería ver unos cosméticos pero como estaban dentro de una vitrina tuvimos que esperar a que algún encargado de la sección nos atendiera. El problema es que nunca llegó nadie, y eso que le pedimos ayuda a una supervisora, que dijo que enseguida nos ayudaría pero nos dejó esperando. 

Entonces descubrí que en la vitrina había una pequeña ranura por la que metí mis dedos y descubrí que fácilmente alcanzaba los cosméticos. Así saqué los que queríamos. 

Antes de irnos, mi novia quiso regresar a la zona de los mallones, o las medias, o sabrá Dios que era eso que andaba buscando. Nuevamente hicimos un revoltijo, mi novia se probó varias cosas y así estuvimos como veinte minutos. 

Supongo que lo de andar agarrando paquetes de mallones y sacar cosméticos de una vitrina les pareció de lo más sospechoso a los elementos de seguridad de la tienda, pues de pronto en el sonido de la tienda escuchamos “seguridad, favor de enfocar las cámaras al área de ropa”. Curiosamente éramos los únicos que estábamos en esa zona, por lo que no había de otra, ese aviso era para nosotros. 

Decidimos seguir nuestro camino como si nada. Cuando estábamos pagando en caja notamos como la gente a nuestro alrededor nos veían raro y no nos quitaban los ojos de encima. Por unos minutos me sentí observado y juzgado… ¡¡¡como un maldito delincuente!!!

Obviamente no robamos nada ni habíamos hecho nada malo, pero nuestro comportamiento en la tienda le pareció raro al personal de la tienda, por lo que seguramente pensaron que andábamos queriendo hurtar algo. 

La verdad hubiera sido una gran aventura que nos detuvieran y eso haría menos pichurrento este post, pero no, sólo nos malmiraron como si fuéramos… ¡¡¡unos malditos delincuentes!!! 

Hubo un momento en el que hasta me imaginaba protagonizando una nueva versión de "Presunto Culpable". Pero ni hablar, hasta para eso nos despreciaron. 

Y ya, les cuento esto para que tengan cuidado cuando vayan a la Comercial Mexicana o a otro de estos supermercados chafones, no los vayan a confundir ¡¡¡con unos malditos delincuentes!!! por hacer cosas fuera de lo común. La gente suele temerle a lo que no sigue la norma establecida.

martes, 26 de noviembre de 2013

Los Predilectos


Cuando leemos un libro la anécdota no se limita al contenido de la obra, sino también a la forma en la que llegamos hasta esas páginas. En el caso de esta novela, llegué como parte del trabajo. Me dejaron leer una novela para reseñarla y entrevistar a su autor.

De esta forma me adentré en Los Predilectos de Jaime Mesa, cosa que agradezco. 

En el 2008, Jaime Mesa irrumpió en la escena literaria con Rabia, novela considerada como una de las mejores de ese año. Ahora, este escritor publicó Los Predilectos, con la que se confirma como una de las voces más prometedoras de la literatura mexicana contemporánea. 

Definir Los Predilectos es complejo, tanto por su forma narrativa como por la historia que desarrolla. Lo cierto es que después de leerla uno termina acelerado, con ansias de vivir pero también de cuestionar el curso de nuestra propia existencia. 

La trama gira entorno a Scarlett Kunzen, una mujer joven, guapa, talentosa y con el futuro asegurado, que sin embargo se encuentra todo el tiempo atormentada por los fantasmas de varias obsesiones. El miedo al fracaso, a las enfermedades, a vivir una existencia común y corriente, su fijación por la perfección o incluso la muerte, son sólo algunas de las sombras que la acechan en diferentes etapas de su vida.

Así conocemos varias versiones de esta mujer: la seductora, la adicta, la mujer saludable, la madre, la esposa, la joven derrochadora y rebelde, la confidente de una estrella de la televisión venida a menos y hasta le que escribe su propia biografía con toques de mentira. 

Si bien el inicio de esta novela parece sencillo, la anécdota que se narra en las primeras paginas va nutriéndose con sucesos y personajes que poco a poco van engrosando la historia hasta adquirir el toque de una novela más compleja, en la que los personajes están desarrollados de manera profunda y contundente, haciéndolos encajar una y otra vez tanto entre ellos mismos, como con las circunstancias que los rodean.

Constantemente son los pensamientos y los razonamientos de los propios personajes, y no las circunstancias de la vida, los que autodestruyen y vuelven infelices a los protagonistas. 

Lo anterior no debe hacernos pensar que esta es una novela densa, al contrario, si bien contiene varios cuestionamientos existenciales en los que el lector inevitablemente se verá inmerso, el estilo narrativo de Mesa hace que la novela sea bastante digerible y que uno navegue de manera rápida y sencilla por sus páginas.

En varios puntos de la novela, Scarlett se siente atraída hacia una vida de excesos que la llevan al límite, participando en fiestas donde los seropositivos (gift givers) sostienen encuentros sexuales con quienes desean contagiarse del virus del VIH (bug chasers). Más tarde, su deseo de comprobar si está sana para alcanzar la inmortalidad y ser madre de unos hijos perfectos la llevan a internarse en una clínica de rehabilitación en donde conoce a Soseki, Konstantine y Dimitri, miembros de una famosa banda de música que no saben cómo manejar su éxito; al igual que Scarlett se sienten dotados de una inteligencia y potencial superior, pero que no encuentran la forma de trascender.

Fuera de la clínica, el encuentro con estos personajes tendrá repercusiones en la vida de Scarlett durante varios años. Pasar de una adicción a otra, tratar de escapar de una obsesión tan sólo para descubrir otras más. Burlarse de la vida y complicarse siempre la vida aunque esta en apariencia sea perfecta. De eso trata esta historia.

Finalmente nadie podrá permanecer indiferente a esta obra, pues en algún punto coincidiremos con la forma de pensar de los protagonistas, y eso resulta inquietante.

Léanlo, les conviene.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Así fue el desvelo, y nos vamos al Mundial

En el post pasado les conté cómo me estaba preparando para enfrentar la desvelada que tendría durante la noche del 19 y la madrugada del 20 de noviembre, a causa del juego de Nueva Zelanda vs. México, por el pase a la Copa Mundial de Brasil 2014.

Pues bien, la desvelada estuvo así...

Después de salir a trabajar el martes 19, llegué a mi casa, comí y después atendí unos asuntos personales en la calle. Volví a casa a eso de las 8 de la noche, y en medio de una auténtica tormenta subí a la azotea para ver cuanta agua había en los tinacos y saqué a pasear a mi perro Margarito, ya ven, uno que es temerario. Después de esto quedé empapado, así que me quité la ropa mojada, me puse mi pijama sensual, hice tantita popó y me dormí antes de las nueve de la noche.

Admito que me costó conciliar el sueño: una ilusión parecida a la que se siente cuando de niños se intenta dormir en la noche de un 5 de enero no me dejaba relajar. Y es que esta vez no esperaba encontrarme juguetes nuevos al despertar, sino un boleto para el Mundial.

Sí dormí, aunque no plenamente, pues constantemente me despertaba o mi sueño no era tan reconfortante. Justo cuando ya me encontraba dormido comenzó a sonar la alarma de mi celular. Ya eran las 23:45 y el juego desde Wellington estaba por comenzar.

Encendí el televisor, me puse a ver el partido, y claro, a tuitear para que la cosa estuviera más sabrosa. Muy pronto México se mostró superior y al medio tiempo ya ganaba 3-0. A esas alturas podría haberme ido a dormir pues el boleto al Mundial ya estaba prácticamente amarrado, pero ¿qué clase de hombre sería si dejo las cosas a medias? Mejor aproveché el descanso para cenarme unas Zucaritas.

El segundo tiempo estuvo más tranquilo. México se relajó en la cancha y aunque los de Nueva Zelanda intentaron ponerse abusados, al final el marcador terminó 4-2 a favor de México (9-3 global). Así, oficialmente México se convirtió en el clasificado número 31 a Brasil 2014.

Todavía estuve viendo un rato los programas deportivos y chacoteando en Twitter, hasta que por ahí de las 2:20 de la mañana me retiré a dormir. En esta ocasión no me costó nada conciliar el sueño y quedé dormido casi de inmediato.

Tuve un par de sueños raros y de pronto el despertador me volvió a la realidad alrededor de las 5:30 de la mañana. Me levanté con muchísimo sueño, tendí mi cama, me bañé y me fui a la chamba, aunque antes de subir a la oficina pasé por un café al Starbucks. Pasaditas las 7 de la mañana ya estaba trabajando.

Contrario a lo que yo creí durante toda la jornada laboral no sentí sueño ni cansancio. Salí a las 2:30 de la tarde, manejé hasta mi casa y comí. Ahora, mientras escribo estas palabras comienzo a sentir los estragos del desvelo. Ya saben, una pesadez general que alenta mis movimientos y pensamientos, un bostezo por aquí y un ojo lloroso por allá.

Subiré este post al blog, iré a correr un poco al parque, haré un poquito de popó y con su permiso, me dormiré un par de horas. Será un tiempo reparador, por favor no me molesten, que pocos sueños se disfrutan tanto como los que se tienen después de ver a la selección nacional de tu país calificar a un Mundial de Futbol.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Previo al desvelo



Este post parece de futbol, pero no lo es, o sí, o quién sabe.

Como es por todos sabidos, la Selección Mexicana de Futbol de repente se volvió chafa y casi se queda fuera del Mundial de Brasil 2014. Aún así, como Dios es generoso y bueno con nosotros, el equipo mexicano alcanzó a calificar al repechaje y se juega el último boleto a la justa mundialista enfrentando a Nueva Zelanda. El primer partido se ganó 5-1 en el Estadio Azteca y el próximo miércoles se jugará el la vuelta en Wellington, Nueva Zelanda… y ahí está el problema.

Sucede que por diferencia de horarios, este partido se llevará a cabo a la media noche del martes para el miércoles ¿si me expliqué?. Mientras para los neozelandeses el juego será a las 7 de la noche y podrán disfrutarlo tranquilamente, los mexicanos que gustamos del futbol tendremos que desvelarnos y sufrir las consecuencias que esto conlleva, sobre todo para los que entramos a trabajar a las siete de la mañana y nos levantamos pasaditas las cinco de la mañana. 

Claro, sé muy bien que el problema podría solucionarse si durmiera a mis horas, y al levantarme tranquilamente reviso las redes sociales para enterarme del resultado. Lo malo es que me conozco y sé que aunque me lo proponga, la tentación de ver el juego o de saber cómo va el resultado terminará ganándome. Sí, también ya sé que el 5-1 prácticamente ya tiene clasificada a la Selección al Mundial y que el juego del miércoles es un mero trámite, pero qué quieren, soy “bien fans” de la Selección.

Como soy joven y se me hace fácil voy a ver el juego, ahora mi única duda es qué táctica seguiré para  que el desvelo me afecte lo menos posible.

En mis años mozos, cuando era estudiante, tenía varios métodos para cuando debía enfrentarme a un desvelo inminente a causa de la tarea o los estudios, este consistía en comprarme una Coca Cola de 600 mililitros bien fría y vaciar en su interior cuatro pastillas Halls de mora azul. Esta bomba de glucosa era suficiente para tenerme despierto por horas. Al paso de los años veo que esto puede resultar un tanto nocivo para la salud, por lo que no recomiendo que hagan lo mismo a menos de que se trate de alguna emergencia (como ver un juego de futbol).

En otras ocasiones también apliqué aquello de tomar Red Bulls, sobre todo en mi trabajo anterior al que entraba a las cinco de la mañana. Lo malo en cuanto a los Red Bull y yo, es que me despiertan por un momento, pero al paso de unas cuatro horas el efecto se me va y me da aún más sueño. El café negro también me despierta, aunque luego me cuesta mucho volver a conciliar el sueño.

Sin embargo, creo que el problema real no será mantenerme despierto durante el partido, pues estará muy vacilador y me mantendrá entretenido, el problema será cómo afrontar las 8 horas de trabajo que me esperan al otro día. Ante esto, he pensado que la mejor estrategia sería esta:

Llegar del trabajo a mi casa el martes y dormirme desde las 21:00hrs (o antes) hasta la media noche. Acabando el juego, por ahí de las 2 de la mañana, intentaré dormir tres horas más, aunque esto lo veo un tanto difícil pues después de la emoción de una calificación mundialista lo que uno quiere es celebrar, además, por la alegría sé que me costará bastante volver a conciliar el sueño.

Me levantaré a las 5 de la mañana, ya del miércoles, y antes de ir a trabajar pasaré por un café para despertarme, tampoco descarto tomarme un Red Bull, y claro, saliendo del trabajo regresar a casa y dormir un poco más.

Los dos parrafos anteriores suenan muy bien, lo malo es que cada que planeo algo siempre pasa todo lo contrario, de tal manera que dudo poder dormir en la tarde-noche del martes y que pueda conciliar el sueño cuando el juego finalice, de tal manera que el miércoles llegaré a trabajar sólo con dos horas de sueño a cuestas.

Y ahí sí, que Dios me agarre confesado.

De todas formas, seguiré dándole vueltas al asunto para encontrar la mejor manera de darme en la madre lo menos posible. Ni hablar, esto es lo que tiene que padecer un aficionado al futbol por su Selección, y nadie lo valora.

Ya les contaré cómo me fue con el desvelo. 

jueves, 14 de noviembre de 2013

Desesperando a la Ley (teoría y praxis)


Nada trascendente, poco divertida y muy común: así es esta historia cuyo único interés puede revestirse en el hecho de que es real y además puede dejar un útil consejo. ¿O será mejor decir ‘in-útil’? … depende, creo yo, de la perspectiva.

Sucedió hace unos años. Era cerca del medio día por los rumbos del Aeropuerto y Zaragoza (cerca de la calle de Economía). Mi amigo Ángel y yo circulábamos a bordo de mi auto buscando una dirección a la que nos dirigíamos por motivos de trabajo (quesque). Todo iba muy bien hasta que al narrador de estas líneas se le ocurrió girar en una calle que según las flechas en el concreto, era claramente de doble sentido. Por eso me sorprendí cuando al otro lado de la calle un par de policías (que tenían estacionada su patrulla en la esquina) me pidieron que me detuviera pues iba en ‘sentido contrario’.

La situación, lejos de preocuparme, me pareció divertida (no así mi amigo Ángel, que sutilmente me sugirió ofrecerle algo. No -respondí- es la quinta vez que me detienen y nunca he dado una mordida en mi vida.

El policía, bonachón como buen elemento de justicia del Distrito Federal me pidió, de acuerdo al guión de siempre, mi licencia de conducir y la tarjeta de circulación de mi vehículo. Amablemente se los di, no sin antes insistirle que no había ningún señalamiento que indicara el contrasentido de la circulación. Obviamente el ‘policeman’ comenzó a enumerarme distintos artículos de transito y leyes federales que amparaban a la ley, y obviamente me señalaban como culpable.

Una vez mi papá me dijo ‘Cuando te detenga un policía de transito, dile que te de la infracción, no le ofrezcas dinero ni nada. La mayoría de las veces, si llegan a levantar una multa tienen que hacer varios tramites para darla de alta, y mejor terminan por no hacer nada’. Y eso hice, insistir con que me levantaran la infracción en lugar de ofrecerles la clásica ‘mordida’. Yo notaba que los policías iban y venían con calma, como buscando desesperarnos para pedirle que nos ‘arregláramos de otra manera’. Como la verdad ni Ángel ni yo teníamos la menor prisa, dicha táctica no funcionó.

Me entregó los documentos advirtiéndome lo caro que me saldría la infracción y la pérdida de tiempo que significaría acudir a pagarla en cualquier delegación. ‘De todas formas no tengo nada que hacer’, pensé. El Poli siguió yendo y viniendo. Supongo que diez minutos después la cara de franca despreocupación y desfachatez que tanto Ángel como yo traíamos lo convenció de que perdía su valioso tiempo (y dinero) con nosotros. Me enseñó la libreta de infracciones diciendo: mire, para que no diga que no voy a apuntar nada, aquí esta ya el bloc de las multas, misma que me dispongo a levantar ahora mismo’. De nuevo, me valió un pepino.

‘Ya váyase, con cuidado’, contestó unos minutos después, no sin cierto aire de resignación. No me lo tuvo que decir dos veces. Abandonamos el lugar sin multa y con el contenido integro de nuestras carteras.

Ahora que lo pienso, aquella patrulla en la esquina no tenía otra función que el buscar víctimas inocentes como nosotros (más inocentes que víctimas) para obtener algunos cuantos (o muchos) pesos extras, cortesía de la corrupción. ¿No sería mejor que patrullarán la zona, en lugar de quedarse estancados en un solo punto? Obviamente sí. La calle de la infracción estuvo un buen tiempo en reparación y los señalamientos del flujo siguieron confusos. Supongo que no faltaron algunos incautos que siguieron dándoles dinero.

¿Recomendación final? Primero, no alarmarse cuando sean detenidos por algún elemento de transito, siempre sonrían y encuéntrenle lo gracioso al asunto, háganle la platica a los oficiales, etc; generalmente los busca-mordidas se valen de los nervios de los infractores para obtener el dinero. Siempre pidan que les levanten la infracción, aunque les den el papelito para que paguen en las dependencias públicas, la mayoría de las veces ni siquiera las dan de alta en el sistema. Ahora, quiero aclarar que ni todos los policías son corruptos, ni tampoco es bueno estar violando la ley. Recuerden, estos consejos aplican para casos de emergencia.

Tampoco me tomen muy en serio: No me hago responsable si por seguir mis consejos terminan recluidos en el Reclusorio Sur de la Ciudad de México.

martes, 5 de noviembre de 2013

El Principito


“Todos alguna vez en la vida deberían leer El Principito”, dice una frase común que habré escuchado un par de veces. Sin embargo, a pesar de tener un ejemplar de esta novela en casa, nunca me había dado el tiempo de leerla.

Por aquí y por allá había escuchado referencias a esta obra, comentarios que la describían como un texto lleno de simbolismos y al que siempre se le encuentran nuevos significados dependiendo del momento de la vida en el que se le lea; pero ante todo, me decían, El Principito es un libro que marca a quién lo lee.

Sabía que en algún momento de mi existencia me confrontaría con él y comprobaría si todo esto era cierto. Ese momento llegó hace unos días, pues escribí una nota sobre un árbol baobab que vive en unedificio de la Ciudad de México, y en ella haría referencia a esta novela. La leí de un solo golpe y quedé sumamente satisfecho.


En apariencia, debería ser fácil hablar sobre El Principito, un texto de no más de cien páginas, escrito en la primera mitad del siglo pasado por el francés Antoine de Saint-Exupéry y que está dirigido al público infantil; la realidad es muy diferente, hablar sobre esta novela no es para nada sencillo, pues la experiencia al leerlo es muy personal, no obstante, creo que no me equivoco si califico este libro como una grandiosa historia de amor.

Cada una de sus páginas está impregnada del amor más puro e inocente, el cual aparece enfundado en la imagen de un niño que viene de las estrellas y que con su peculiar forma de ver el mundo va sembrando mensajes de vida.

El argumento de El Principito para nadie es desconocido: Debido a una falla de su avioneta, una piloto queda varado en el desierto del Sahara. Mientras realiza las reparaciones necesarias, se encuentra con un pequeño niño que dice venir de un lejano y pequeño asteroide. Así, a lo largo de 8 días ambos se harán amigos, el aviador descubrirá que el Principito se interesa por temas que los adultos dan por hecho y que también le gusta cuestionar todo (aunque en cambio, rara vez responde preguntas).

Cadencioso, con un ritmo poético que le da belleza a cada enunciado, así es este libro que nos hace conectar con nuestro niño interior y replantearnos la manera en la que percibimos al mundo.

Hay varios parajes durante la historia que son luminosos y con los cuales verdaderamente me enternecí, me sentí feliz y hasta me puse melancólico, algunos de ellos son la relación del Principito con los baobabs que crecen en su pequeño planeta, la visita que hace a distintos asteroides o su llegada a la Tierra, un planeta en el que a pesar de su inmensidad, el Principito se siente profundamente sólo.

No obstante, los dos momentos que se me arraigaron en el alma fue la relación del Principito con su indefensa rosa de cuatro espinas, y a la cual relaciono con el amor que se puede llegar a sentir por una mujer, y a la cual, a pesar de sus aires de autosuficiencia y carácter cambiante, el Principito siente la necesidad de proteger pues es suya y no hay dos como ella en el universo. No sé por qué, pero la relación de la rosa y el Principito me remiten a la canción Si hoy, del grupo Entre Ríos.


El otro momento entrañable es el encuentro del Principito con el Zorro, quien le enseña el dilema de domesticar a otros para enriquecernos la vida y alegrar nuestros corazones, aun con el consabido riesgo de que tarde o temprano lloraremos al desprenderlos de ellas. Esta analogía, creo, hace referencia a la amistad que podemos tener con otras personas o incluso animales.

No sé si leer el Principito antes o más adelante me hubiera dejado en el mismo estado de sensibilidad en el que ahora me encuentro, lo cierto es que este libro dejó mi corazón en carne viva. Quizá esa pequeña inquietud que no me deja en paz desde que llegué al punto final de la historia sea mi niño interior pidiéndome que le conteste las preguntas que por medio de esta lectura me hizo.

Su final simplemente me dejó sumido en una obscuridad que sólo puedo aliviar asomándome a la ventana y escuchando la risa de las estrellas que brillan en el firmamento. Como el piloto, yo también esperaré a que alguien se tope con el Principito en aquellas dunas desérticas, me avise que regresó y me saqué de esta tristeza en la que este libro me dejó.

Aun así lo que se dice es cierto: todos alguna vez deberían leer El Principito.

martes, 29 de octubre de 2013

Cuando te falte la inspiración


Cuando te falte la inspiración
no la busques en tu cuerpo
o en el centro de tu corazón,
sería inútil y francamente
perderías tu tiempo.

Si te falla la genialidad
sumérgete en los mares de tu niñez,
encontraras más de catorce motivos para crear.

Sueña con esos ojos de mujer,
que de tan imponentemente bellos
un día frenaron tu mundo.

Y si tienes más confianza,
viaja a la luna y habla con tu musa:
de tus pasiones, de tus miedos,
y júrale una vida eterna.

Así el universo te tocará,
descubrirás los secretos de la vida
en la calma del río y en el caos de esta ciudad.

Los campos se llenan de vida,
y una mariposa nos marca el rumbo
de un mundo que no comprendes,
pero que te apasiona.

Así nacen un pensamiento tan puro y sereno
que confundes con un sueño.
No lo quieres creer y lloras con tanto amor,
que el mundo se vuelve inmenso,
y mucho más perfecto.

Cuando me falte inspiración
me dedicaré a vivir con pasión,
usaré la risa para ahogar la tristeza.

Las voces de ángeles y reinas amorosas guiarán mis pasos
e iluminarán el sendero de mis pensamientos.

Y si Dios quiere,
mis palabras y mi vida se volverán poesía.


Gabriel Revelo / Noviembre 2004

martes, 22 de octubre de 2013

Yo leía la revista Eres


Una vez más voy a usar este blog para romper el silencio y contar algo muy poco conocido de mi vida. Es algo difícil de contar pero debo hacerlo pues es un peso que cargo desde hace años. Y es que yo, por qué no aceptarlo, leía la revista Eres cuando era niño gordo.

¡¡¡Pero qué osooooooo weeeeey!!!, seguramente dirán ustedes, y sí, la verdad es que sí. Nunca fui consciente de la gravedad del asunto hasta hace unos años, cuando noté que haber comprado esa revista por años no fue para nada normal.

Para los muy jóvenes o que no sean de México, les explico que la revista Eres era una publicación quincenal enfocada al público juvenil y que tenía consejos de moda, el amor, tips para la vida, y notas y entrevistas del mundo de la música. Cada portada venía engalanada por uno o dos artistas “de moda” que hasta salían en anuncios de televisión promocionando la mentada edición.



La revista Eres tuvo su mayor auge en los años 90’s, en donde además de venderse muy bien hasta se crearon los mentados Premios Eres, que premiaban a lo mejor de la música en español.

Ahora, todo esto que acabo de mencionar está muy bien para una chica adolescente, el problema es que cuando empecé a comprar la revista Eres yo era un niño gordo que estudiaba en una secundaria para varones y tenía nulo contacto con niñas de mi edad, obviamente de novia ni hablamos. Aparte de ser un gordo enamorado del amor me sentía muy grande y quería estar a la moda, por lo que según yo, una de las formas de lograrlo era leyendo esa revista de forma religiosa, tanto que el mismo día que salía a la venta yo acudía al puesto de revistas por ella y la leía con mucha ilusión.

No sólo me chutaba la sección de noticias de los artistas, sino que además, contestaba los tests como “¿realmente le gustas al chico de tus sueños?” o “¿estás a punto de romper con tu pareja?” o “¿estás listo para tu primera vez?”. Aunque en teoría la revista Eres era unisex, era más que obvio que su contenido estaba dirigido a un público femenino. Yo ni cuenta me daba de eso y si lo hacía prefería no darle mucha importancia, por eso adapté los dichosos tests, cambiando el género de las preguntas y contestándolas como si fueran adaptadas para mí, así en vez de saber “si me amaba el chico de mis sueños” cambiaba el sentido del cuestionario buscando saber “si me amaba la chica de mi sueños”Lo más loser es que hasta me deprimía si no me salía el resultado que quería.  

Tampoco me perdía los reportajes con tips sobre cómo llamar la atención de alguien que nos gusta, o los consejos para besar bien o para ser un buen novio. Ahora veo todo esto como una autentica ridiculez, pues insisto, aunque deseaba fervientemente enamorarme, ser correspondido y tener a otra persona con quien ir a todos lados y compartir mis días, mi vida era de lo más aburrida (sí, más que ahora) y solitaria.

Recuerdo que cargaba mis revistas Eres en la mochila y las leía en cualquier tiempo libre que tuviera entre clases, eso sí, sin que ninguno de mis compañeros se enterara, no fuera a terminar siendo el hazme reír de mis compañeros.

Mi situación llegó a ser tan preocupante que hasta me compré mi gorra oficial de la revista, el disco oficial de la entrega de los Premios Eres y hasta las ediciones especiales de sexualidad. Ahora que lo analizo, compraba todas esas cosas no porque les aprendiera mucho, es más, si he de ser honesto lo que leía en esas páginas me parecía completamente ajeno, sin embargo, tener esa publicación me daba ciento sentido de pertenencia (aunque fuera de lejitos) a un mundo que anhelaba.

Mi idilio con esa revista me duró unos 3 años, dejé de adquirirla cuando la prepa de mi escuela se volvió mixta, comencé a tener contacto con chicas de mi edad y me enamoré de algunas. Entonces dejé de comprarla paulatinamente, descubrí que en aquellos tests no había respuestas para nada relacionado con el amor y seguir esos consejos no me pondrían de moda ni me harían un seductor.

Tiempo después la revista Eres dejó de existir y mi vida romántica comenzó a existir, aunque la mayor parte del tiempo de manera desastrosa.

Hasta hace un par de años aún guardaba decenas de revistas Eres en una caja, las cuales terminaron en la basura, llevándose con ellas esos tiempos obscuros en los que mi contacto con el amor y la vida sólo era posible en las hojas de una revista juvenil.     

Esto sólo se los conté porque son mis amigos y no quiero que lo anden divulgando por ahí, están advertidos. 

martes, 15 de octubre de 2013

Mi primer festival de música (Corona Capital 2013)


No sé si lo hacía por hacerme el interesante e intelectual, o simplemente porque estaba chavo y era ignorante de la vida, pero durante muchos años me dediqué a hablar pestes de los festivales musicales. Y no, no hablo de esas porquerías de conciertos organizados por estaciones de radio con música para niñas quinceañeras, y a los que con dolor admito que alguna vez sí asistí.

Sí, he ido a muchos conciertos en mi vida, pero jamás a un festival musical en el que diversas bandas e intérpretes se presenten en varios escenarios durante varias horas y uno tenga la libertad de ver a quién quiera. A pesar de que tenía mucho que varios amigos y compañeros esperaban con ansias estos eventos y se emocionaban cuando se anuncian los carteles con los participantes, nunca conseguí prenderme de ese entusiasmo que veía como ridículo e incomprensible.

Porque claro, uno llega a una época en la que se cree intelectual de izquierda y piensa que únicamente lo que se lee, escucha y mira es lo que vale la pena. Así crecí creyéndome la última Coca Cola del desierto, escuchando música romántica en español y a uno que otro representante anglo, de hecho, quien me conoce bien sabe que soy muy fan de The Beatles pero también de Alejandro Sanz… oh sí, así de raros son mis gustos.

A raíz de que hace un par de años entré a trabajar a un famoso sitio de internet, he tenido que estar más en contacto con la música de todo el mundo, y mi escaso gusto musical que entonces se limitaba al pop comercial en inglés y español (qué oso estar escribiendo esto) poco a poco ha ido cambiando. Por eso, con un poquito más de cultura musical, decidí que era el momento de aventurarme e ir a mi primer festival de música. Y señores, el pasado fin de semana fui al Festival Corona Capital 2013, por lo que a continuación les narro mi experiencia…

Como en años pasados llegué a enterarme que los boletos se agotaban con bastante antelación, mi novia y yo los compramos desde meses antes del festival, eso sí, sólo adquirimos para el día sábado, pues ese día iban los grupos que queríamos ver, además porque no estaban tan baratos o bien, qué tal si la experiencia estaba gacha; además el sábado podía desvelarme sin broncas, mientras que el domingo esto hubiera sido más complicado por aquello del trabajo.

Finalmente llegó el día, me puse ropa más o menos cómoda, agarré una chamarra y me fui a ver qué show con el Corona Capital. Al llegar al Autódromo Hermanos Rodríguez lo primero que me sorprendió fue ver a tanta gente entrando al evento. A pesar de que las presentaciones de diversos grupos habían empezado dos horas antes, la gente seguía llegando en grandes cantidades. Yo ingresé a las 4 de la tarde y eran ríos de gente quienes también lo hacían.

Lo primero de lo que me di cuenta, fue que me encontraba rodeado de pura chaviza, la gran mayoría más joven que yo, que iban muy bien producidos al evento: ropa de moda, las muchachas con shortcitos de mezclilla y flores en la cabeza, y los hombres con sus playeras y camisas tipo mirrey. Y yo, pus en mis fachas.

En fin, también me sorprendió ver tanto colorido alrededor. Gracias a que la tarde estaba radiante, el vestuario de la gente, los globos, los escenarios y muchos otros elementos dispuestos a lo largo del lugar le otorgaban al festival un toque de alegría muy especial.


Pa´ los que les dio miedo ir o nomás frecuentan los bailes de música naca tipo La Arrolladora Banda Limón, les platico: el Corona Capital este año contó con cuatro escenarios, en los que al mismo tiempo se van presentando distintos exponentes de lo mejor de la música actual a nivel mundial.

Tras unos minutos en aquel universo extraño lo que más le cuesta a quien es primerizo como yo es hallarse. De pronto ves gente bailando por todos lados, tomando cerveza, yendo y viniendo de un lugar a otro y hablando de bandas de rock que ni sabías que existían. Entonces escuchas música en uno de los escenarios, y te acercas, y tímidamente comienzas a mover la patita o la cabecita, y de pronto, sin darte cuenta, ya estás bailando y cantando aunque no tengas ni idea de quién está en el escenario.

Eso fue lo que pasó con la primera presentación que vi, de un tal Chris Lake, que era un DJ que la verdad puso buen ambiente e hizo que todos se sintieran gringos en una playa californiana. Al terminar, vimos completa la presentación de un grupo llamado The Dandy Warhols, en el cual canta un güero con cabello largo, otro integrante del grupo era barbón y también había una chava mafufa que se ve estaba en un viajesooote.

Después llegó el turno de Travis, un legendario grupo al que con vergüenza admito que nunca le presté atención, pero que me conquistaron con su presentación. No sabía la cantidad de canciones de ellos que ya había escuchado y que identifiqué al instante. La verdad me emocioné y conmoví como no jamás pensé. Gracias a que mi novia enloqueció y quería estar lo más adelante posible, nos pusimos abusados y quedamos muy cerca del escenario, donde no importaba estar apretujado, oliendo toda la mariguana que fumaban unos chavos oaxaqueños que estaban a unos metros de nosotros o con un calor humano sofocante, lo importante era ser parte de esa energía que es tan diferente a la que se percibe en un concierto normal.



Al terminar Travis ya estaba enamorado del Festival Corona. Lo que a mi llegada veía con extrañeza o haciéndole caras raras, ahora me parecía increíble, todo esto sin haber tomado más que un refresco (aquí vale la pena mencionar que comprar un refresco, o cualquier otra cosa, era todo un show, pues los vendedores nunca jamás traían cambio).

Más fuimos a ver la presentación de Dinosaur Jr. un grupo rockero muy vacilador que tuvo sus momentos buenos y hasta emocionantes. Hora y media después, en ese mismo escenario salió Phoenix, grupo francés al cual vimos muy pero muy cerca del escenario, y cuya actuación fue una autentica locura. A sus maravillosas canciones se le tenía que sumar la calidad de las imágenes audiovisuales de su espectáculo y la entrega de los miles de asistentes que presenciaron su interpretación. En medio de esa locura me bastaba girar la cabeza para ver a un mar de gente moviéndose al unísono, cantando y moviéndose como si aquel fuera el último y más precioso momento de sus vidas.


Fue ahí cuando nos enteramos que a varios asistentes les estaban robando sus celulares, así que tomé mis precauciones para evitar que algún amante de lo ajeno me echara a perder la noche, eso sí, cada dos minutos checaba que el iPhone siguiera en su lugar. Después me fui al Bizco Club, el único escenario techado de todo el Corona Capital en donde vi parte de la presentación de M.I.A. No obstante el cansancio quisimos quedarnos un rato más para ver a Blondie en ese mismo sitio; la vocalista salió vestida como bruja y a pesar de que ya está en edad de quedarse en casa a ver la comedia de las seis de la tarde, escuché varios de sus éxitos y así cerré con broche de oro la noche.

Salimos a la 1 de la mañana, destrozados pero felices y con ganas de volver al otro año.

¿Mi primera experiencia en un Festival de Música? No sé en los demás festivales, pero al menos éste me pareció excelso. A pesar de que no falta el desadaptado que avienta vasos con cerveza, llega empujando a los demás o se pone a robar celulares, el 98% de la gente es amable y va a divertirse sanamente. En conclusión, me la pasé muy bien, conocí otras propuestas musicales y me traigo en el corazón varios momentos memorables.

Corona Capital, nos vemos el próximo año.  

martes, 8 de octubre de 2013

El día que debí morir


Lunes 15 de enero de 2007
Panteón Francés de la Piedad
09:48 hrs.

Estoy afuera de un panteón, en plena avenida Cuauhtémoc, entre Viaducto y Centro Médico. El vigilante de la puerta principal no me deja entrar. De forma prepotente alega que estoy en un panteón privado, y que al no tener a ningún familiar o conocido enterrado en aquel cementerio tengo mi acceso negado. Como yo también sé ponerme en plan pesado e intransigente insistí en hablar con la encargada de la administración del camposanto; un minuto después salgo de aquella oficina con el permiso de ver todo lo que quiera, burlonamente veo de reojo al vigilante y me interno en aquel entorno de ensueño.

Aun no sé qué hago entre tumbas, pues originalmente venía de otro lugar. De pronto me dieron ganas de entrar y así lo hice. El Panteón Francés de La Piedad es un homenaje a la nostalgia y el recuerdo, cada una de sus criptas, mausoleos, lapidas y estatuas de piedra nos transportan irremediablemente al México de principios del siglo pasado; el suelo está formado de tierra seca y las capillas familiares guardan un sinfín de historias: Algunas rotas, otras devoradas por hierbas. Camino entre calles de muertos como en un laberinto en el que tanta singularidad me marea. Estatuas de ángeles tristes, alegres, santos, vírgenes, cruces… y todo vacío, salvo los árboles, los caracoles panteoneros y algunas flores que de tan marchitas están a punto de morir, diría que soy el único vivo en muchos metros a la redonda. Un lugar como éste impone por su silencio que habla y por las miles de miradas de aquellos que ya no están pero están.

Muertos con apellidos de abolengo. Muertos desconocidos. Muertos que llevan más tiempo muertos que vivos. Y siento miedo por ser diferente aquí, y salgo del panteón intoxicado de muerte. 

Lunes 15 de enero de 2007
‘Megasuspenciones Lu-Gra’
11:53 hrs.

Desde hace semanas mi auto gris hace un ruido extraño cuando lo conduzco, además hoy tiró anticongelante. Por eso estoy en el taller mecánico de la señora Graciela, mi mecánica de confianza. Sucede que se rompió la bomba del agua. Se la cambiaron inmediatamente. Al preguntar sobre el origen del ruido, descubrieron que tenía mal los baleros de las llantas traseras y que urgía cambiarlos.

La señora Graciela y sus mecánicos no se explican cómo no se salieron las llantas en movimiento, pues los valeros estaban ya tan gastados que les parece imposible que haya aguantado tres meses en ese lamentable estado. De no haber ido hoy al taller, era cuestión de unos metros a bordo del vehículo para que las llantas salieran disparadas, el auto perdiera control y seguramente ocurriera un accidente fatal. Lo dejo en reparación. Tardarán unas tres horas en arreglarlo y cambiarle lo necesario. Regreso caminando a casa.

Lunes 15 de enero de 2007
Librería Rosario Castellanos
19:37 hrs.

Un antiguo panteón. Un taller mecánico. Poco o casi nada tienen en común. En eso pienso ahora, mientras me tomo un café en una librería en la colonia Condesa. Sí, vine en metro, el auto me lo entregan hasta mañana.

Además de mi… ¿cuánta gente se salvó hoy de morir?

Supongamos: esta tarde tenía planeado ir a cualquier librería a ver las últimas novedades editoriales; originalmente mi intención era dirigirme a la Gandhi de Miguel Ángel de Quevedo; si la bomba de agua de mi auto no se hubiera averiado, no habría ido esta mañana al taller, y mucho menos me hubiera enterado de lo dañado de los valeros de las llantas; después de comer me habría subido al auto y de seguro habría tomado avenida Churubusco; sin duda iría a más de 95km/h; a esa velocidad y con esos valeros mi vehículo indudablemente hubiera perdido una o las dos llantas traseras; una de esas llantas abría salido volando a cualquiera de los otros carriles de la avenida; probablemente habría impactado en otro vehículo con fatales consecuencias, o bien, alguno hubiera frenado para evitar el impacto con el neumático, pero sin lograr evitar formar una carambola con los vehículos que vinieran detrás de éste.

Ahora ¿qué me habría pasado a mí en el interior del auto desbocado y fuera de control?; ¿me habría estampado con otro conductor, hubiera impactado con algún muro o poste de las laterales?; ¿y si en el momento del siniestro hubiera transitado por uno de los puentes de esta avenida? ¿caería al vacío? ¿y los vehículos y gente de abajo?. Son un sin fin de posibilidades, todas igual de macabras, acompañadas en el peor de los casos por el común denominador de la muerte.

Si una bomba de agua no hubiera cambiado mi destino hoy, probablemente no estaría escuchando música clásica, ni dándole un trago más al café. En cambio, pensar en un hospital, una sala de velación o en mi carro destruido al lado de una avenida me da escalofrió. A mi alrededor hay libros, algunas personas leen, otras platican en voz baja o recorren las estanterías, todos vivos, no como en el Panteón Francés.

Desconozco los caminos y formas de actuar del destino. A estas horas de la noche me sigue causando conflictos pensar que desde hace semanas traía a la muerte siguiéndome los pasos. Quizá ahora mismo estoy ocupando un espacio que ya no debería. ¿Fue coincidencia haber ido esta mañana a un cementerio y qué justo hoy se haya descompuesto el auto de una insignificancia? Aquellos a los que mi ‘accidente’ iba a involucrar, quizá mortalmente, ¿sabrán que se salvaron y que siguen vivos por una coincidencia?

Nunca sabrán que, al igual que yo, hoy debían morir.

Escrito hace 7 años, sigo sin morirme.