domingo, 30 de diciembre de 2007

Si el tiempo no fuera así


Deberías mentir menos y no ser tan intempestivo. Así mínimo sabría a que atenerme. Seguramente es imprudencia o distracción, no quieres pero causas daño sin desearlo. Cuando corres con esa demencia que te caracteriza de izquierda a derecha haces imposible lo mortal y duele.

No me malinterpretes. No quiero vivir mil años. Ni siquiera conservar mi cabello en tono obscuro. Te pido en cambio, que camines. Que le des la oportunidad a ese atardecer de abril de durar un segundo más. No seas tan exacto, dale valor al acto... que nos ves que me mata ver que pasan las mañanas y sigo aquí.

Tiempo, tiempo, tiempo.
Nunca estás de mi lado.
Tiempo para enamorarme, escribir y disfrutarte.
Tiempo pa’ tranquilizarme, que mi alma angustiada no aguanta que los segundos huyan en retirada.

Me pone triste que un suspiro dure más que un beso, aunque sea un momento olvídate de mi y pasa de largo.

Que me voy, me voy, me voy....


- escrito una noche antes de que el tiempo vuelva a girar 360°

jueves, 27 de diciembre de 2007

Las flores no tienen la culpa

Parece mentira que las horas de planeación y los días para tomar valor hayan llegado a su fin de forma tan repentina y resultados tan nefastos. Sigo sin saber de dónde saco el animo para cometer siempre alguna idiotez que le impida realizarse del todo a mi corazón.

1. Semanas atrás...


Y es que ella dista mucho de ser una chica común. Ni su personalidad ni su belleza podrían considerarse como ordinarias. La primera vez que le dirigí la palabra me sonrío, después comenzó por hacerme reír; semanas después, la noche ya tenía su nombre. Todo éste lío surgiera por un ‘chismografo’ que lentamente fue desatando una avalancha de sentimientos en mi interior hasta convertirlo en una ola de deseo irrefrenable por ella y todo lo que constituye su mundo. Mi primer intento de romance laboral no pudo haber comenzado mejor, ni terminado peor.

Con el paso de los días me volví el más detallista, el más atento, el más romántico. Vigilándola a lo lejos, capturando cada uno de sus gestos y perfiles para después, en la soledad de mis tardes. Siempre buscando pretextos para ir hasta el lugar en el que te sientas y poder robarle unos segundos a una jornada que gracias a ti dejó de ser un tormento. Decidí ir más allá, provocarte con recados, mensajes y palabras llenas de los mejores deseos de perder la cabeza por ella.

Hace una semana fui con ella a Coyoacán, o más bien, la rapté con cualquier pretexto que me permitiera alargar un poco más el privilegio de estar a su lado. Como nunca mis tonterías, siempre fuera de lugar, fueron cayendo en el lugar y momento correcto provocando varias veces su risa. Pensé que no tenía nada que perder... como siempre que el corazón está de por medio, me equivoque.

2. Que las flores hablen por mi...

Se supone que me dieron unos días de descanso en el trabajo, por eso lo extraordinario era estar despierto a las seis de la mañana de hoy jueves. Yo que siempre me quejo de mi trabajo actual, lejos de aprovechar estos días de tregua gracias a las fiestas decembrinas y dormir el mayor tiempo posible, me encontraba ya vestido y con un píe en la calle.

“Sigo preguntándome cómo logras hacer
de lo ordinario, algo especial.
Cómo en cuestión de semanas has hecho
que todo se llame, huela y sepa como tú.

Semanas y ya me tienes medio loco

Conjugas inocencia e inteligencia en ti misma.
Te veo una y otra vez y la perfección de tu ser me atrapa y seduce,
me lleva por un camino del que no sé si saldré vivo,
pero que jamás quiero abandonar.

Además eres dueña de una belleza perfecta
en la que mis ojos han encontrado su adoración.
Dime, ¿cómo no quieres que éste loco por ti y me obligue a cuidarte,
protegerte y exigirme hacerte sonreír hasta el cansancio?

Ojalá y estás flores te susurren al oído las poesías de amor más bellas del mundo y te convenzan de regalarme una tarde...”

Decía la carta que escribí en una hoja de papel con dibujos del gato Garfield. Me dirigí a un mercado y en la zona de florería recorrí nervioso los pasillos en los que tantos arreglos florales terminaron por marearme. ¿Cómo saber que flores regalarle a una chica a la que se tiene la intención de robarle el corazón?. Un ramo de rosas... mejor un gigantesco arreglo integrado por diversos tipos de flores... mejor no llevo nada y dejo de hacer el ridículo.

Al final elegí un arreglo de rosas y flores rojas, finamente acomodadas en un recipiente del mismo color. Pagué por él, y con la pena de un adolescente me fui corriendo hasta mi auto. Apenas eran las ocho de la mañana. A ella le tocó hacer guardia los días que me tocó descansar... si los cálculos no me fallaban, tenía tiempo de sobra para completar mi fechoría.

A cuatro días de que el año llegue a su fin las calles de la Ciudad de México lucen libres de trafico. Llegar a mi trabajo no me llevó más de veinticinco minutos. Y ahí estaba, como un estúpido temblando de emoción y miedo en el interior del auto mientras en el stereo del auto seguía tocando el ultimo cd de Alejandro Sanz. Impulsado por un calor al que me da por llamar ‘valor’ descendí del auto y entre decidido al edificio. Me dirigí a la recepción, saludé al vigilante y le entregué aquel juego de flores pidiéndole que lo entregara en el quinto piso en cinco minutos.

Le recalqué el nombre de la victima... ‘Para Tania...’ y salí rogándole al destino que este día marcara el inicio de algo especial. Al amor hay que buscarle siempre, hasta en vacaciones.

3. Cuando se hace difícil llorar

Un compañero mandó un mensaje a mi celular diciendo que mi plan había sido todo un éxito, que todos comentaban lo sucedido y que Tania y sus amigas leían una y otra vez la carta. Llegué feliz a mi casa seguro de que haber roto la tranquilidad de uno de mis pocos días de descanso había valido la pena.

Tres horas después recibí otro mensaje en mi celular. Era de Tania. Me agradecía los enormes detalles que había tenido con ella pero también decía que no quería desilusionarme. Dos mensajes después todo quedó claro. Tania escribió que le doy mucho y que ella sólo puede brindarme su amistad... Le pregunté si acaso habría un talvez. Dijo que no era posible, pero que ‘soy grande’. Ya no quise contestarle nada más. Ocho horas después sigo releyendo cada uno de esos tres mensajes que por masoquista no me atrevo a borrar. Siento coraje y frustración, estoy cansado de perseguir al amor y que éste se escurra justo cuando comienzo a soñar que es posible. En la tarde quise llorar y no pude. Cuando la falta de amor ha secado hasta el llanto se ha tocado fondo.


4. Las flores no tienen la culpa.

Tendría que estar escribiendo sobre el final de año, los propósitos para el 2008 o cualquier otro tema más alegre y no de un corazón que ya de tan roto ha dejado de latir. Las flores no tienen la culpa de que éste como el resto de los años el desamor me haya ganado la batalla, y que sigan siendo escasos los momentos en los que el destino quiso que mi vida se vistiera de color rosa.

Ellas jamás serán culpables de que siempre me vean como al amigo maravilloso y confidente, con el cual reír y pasar el rato, pero que jamás será el hombre de sus vidas. Por eso me duele dejar ir a Tania, porque mi corazón de nuevo, iluso él, se llenó de ideas que no dejan de ser ridículas para alguien inutilizado para el amor. Sospecho que el próximo año será lo mismo pues no aprendo. Ahora mismo, estoy programando mi despertador para que suene a las 5 de la mañana y le mande un mensaje de buenos días a Tania.

martes, 25 de diciembre de 2007

No hay duda, es Navidad

Es 25 de diciembre y como cada año el ambiente está lleno de una apatía inmensa. Después de las reuniones y cenas familiares de noche buena, el día de navidad se caracteriza como el día de mayor flojera del año.

Su servidor ahora mismo se encuentra sumido en esa condición de no tener ganas ni de salir, ni de moverse, ni de levantarse, ni de nada. Es más, si supieran el esfuerzo sobrehumano que significó el ponerme de pie y llegar hasta está computadora y más aun, el ponerme a escribir, me darían un par de medallas al medito.

El consuelo siempre está en no saberse el único, por eso cuando hace un par de horas tuve que verme en la necesidad de salir y dirigirme a casa de mi abuela al clásico recalentado, respiré aliviado al darme cuenta de que el calendario no me engaña y hoy es Navidad. Las calles más desiertas que nunca hacen que está inmensa ciudad, siempre tan caótica, de miedo. Ya con la familia, me uno al ritual de los cuerpos desparramados en los sillones después de haber comido a la temprana hora de la una de la tarde. Escuchando música de fondo y las conversaciones de siempre el tiempo pasa lento-lentísimo.

Como lo que sobra es tiempo me puse a pensar idioteces, que es lo que hago cuando no tengo absolutamente nada que hacer. ¿Por qué si el 24 de diciembre todo se vuelve caótico y lleno de excitación, el ambiente al otro día parece digno de un escenario de fin del mundo?. Ayer risas, cohetes tronando por todos lados, música a todo volumen, mucha comida, mucho alcohol, regalos, abrazos, prisas, brindis. Hoy, caras somnolientas, abandono y horas cargadas de los mismos programas y películas en televisión de cada año... ¿habrá quién en estás fechas siga viendo Titanic, El Grinch, Mi Pobre Angelito o El Expreso Polar y todavía se emocione?, ¿de dónde sacan energía mis primitos, sobrinos y el resto de los niños para ser los únicos sobrevivientes al paso del 24 al 25?. ¿Por qué si como cada año, el 24 de diciembre es imposible mandar mensajes de texto por celular debido a la saturación de red, Telcel no hace nada por remediarlo?... más aun... ¿por qué esa necesidad de toda una ciudad de mandar mensajes ese día?.

Bostezo por centésima vez en la tarde y veo los foquitos multicolores que alumbran el arbolito de navidad y la ventana y puerta de mi casa, y que ya han provocado como cinco corto circuitos en un mes. A mi el monitor de la computadora me ilumina el rostro, el resto de mi casa esta en tinieblas pues mi mamá y mi hermana decidieron ver una película más (ya han visto tres y creo que va para largo) y supongo que con la oscuridad se sienten el cine. Quién sabe si estén despiertas o el sueño ya las haya vencido (yo lo estaría con ese bodrio de película española cuyos diálogos ya me tienen cansado).

Este año sentí un poco extraña la navidad. Como que no se sentía en el ambiente o se tardó en llegar. Pero ya no hay duda, tanta pereza por todos lados es símbolo irrevocable de que finalmente es Navidad. Escribiría un poco más, pero van a poner una nueva película y no quiero perdérmela.
Mis mejores deseos para ustedes en este día eterno.

domingo, 23 de diciembre de 2007

No andaba muerto...

Si mi blog y yo tuviéramos una relación sentimental, ya me habrían pedido el divorcio por abandono de hogar. O quizá ni es para tanto y cómo siempre exagero las cosas. Seis días, de domingo a domingo, fueron los que dejé a la deriva a este espacio que tanto me gusta.

Nunca, ni en la primera etapa de éste blog, ni en la actual (que en total suman ya casi dos años), habían pasado más de cuatro días sin que publicase algo. Lo malo es que siempre hay una primera vez y en esta semana, cargada de cosas, anécdotas y eventos, paradójicamente no escribí nada.

Supongo que un regaño en el trabajo, el prenderse con unos ojos de mujer, una borrachera de grandes dimensiones, un romántico viaje a coyoacán, una fiesta de graduación, una diarrea, una noche sin dormir, una fiesta en la azotea, dos intercambios navideños y muchísima confusión es lo que dejaron estos días. Y aquí está el dilema: tengo tanto que contar que me cuesta trabajo saber por dónde comenzar; y más aun, hay historias que no sé muy bien cuál fue, o cual será, su desenlace.

Generalmente uno de los problemas de sostener un blog es el encontrar temas interesantes para desarrollarlos, en mi caso el problema se invirtió.

Perdóname querido blog, por haberte dejado abandonado una semana entera sin hacerte caso ni a ti, ni a los otros espacios que suelo leer. Supongo que era hasta cierto punto dedicarme ha vivir un poco más, pues es eso más que nada, lo que hace a un buen escritor. Mejor que nadie sabes la confusión que se cierne sobre mi corazón y que es tan grande que quisiera guardármelo... aunque ya me conoces, tarde o temprano terminaré contándote todo.

domingo, 16 de diciembre de 2007

Billie Jean

“She was more like a beauty queen from a movie scene...”

A veces me olvido de su existencia. Sin embargo, sólo hace falta un pequeño instante para que ese solo de batería me introduzca de nuevo a una atmósfera que sigo considerando mística. Ayer, mientras manejaba por las calles de la ciudad la radio sintonizó ‘Billie Jean’; de nuevo, la canción me hizo estremecer.

Todos alguna vez han escuchado este sencillo de Michael Jackson incluido en su disco Thriller; no es necesario repetir que esta producción revolucionó la industria de los años ochenta, y mucho menos lo que significó para la historia de la música. Antes que hablar de récords, cifras o teorías musícales (rubros en los que por cierto me considero bastante descalificado), prefiero narrarles la manera en la una mujer seductora convertida en canción me conquistó.

No tendría más de siete años, cuando a mis manos llegó un cassette en formato Beta que contenía un especial de Michael Jackson grabado de un especial de televisión. Yo no tenía ni idea de quién era Michael ni el porque mis papás insistían tanto en que viera ese video que decían ‘me iba a gustar mucho’. No estaban equivocados, Thriller, su recomendación, resulto espectacular tanto por su duración, como por la trama y sobre todo, por los efectos visuales que ese video derrochaba de manera generosa y precisa. Lejos de darme miedo, la imagen de un sujeto delgadísimo bailando y cantando entre muertos significó el nacimiento de mi primer ídolo musical. Si la memoria no me falla, vi toda la cinta con el especial de Michael unas cinco veces seguidas, la tarde no me bastó para asimilar todo lo que el universo Jackson de un solo golpe.

Si bien el video Thriller es espectacular y punto de referencia obligado para los videos actuales, éste no fue lo que más me impactó; tampoco fue el video ‘Beat it’ con toda su tendencia al rock y un video más sencillo pero con un final inolvidable o la pequeña entrevista y reportaje de a quién en se momento me enteré, apodaban el Rey del Pop. Lo verdaderamente mágico, la canción y el video que me hicieron enganchar desde un principio y por primera vez en mi vida decir ‘qué buena canción’, fue Billie Jean.

Uno a los siete años sabe muy poco de cultura musical, en parte por lo poco que se ha vivido y en parte porque honestamente, a esa edad se tiene muchas ocupaciones mucho más interesantes que pasar larguísimos cinco minutos de nuestras vidas escuchando una canción que para colmo, está cantada en otro idioma. Teniendo lo anterior en cuenta, valoro mucho más que desde el primer instante, videoclip y canción me apresaran vaciando de mi mente cualquier otro pensamiento que no sea: Una batería, un bajo, una voz. Un sujeto de color vestido de traje negro con una camisa rosa llena de luz y cambia todo su alrededor quiere escapar con desesperación de todo y de nada. Vanguardistas encuadres y juego de tomas de cámara dividiendo la pantalla. Un detective lo sigue. Calles llenas de soledad en los suburbios de una ciudad muy norteamericana. Una escalinata en un callejón. El anuncio Neón de un hotel de mala muerte. Una cama. Un rostro desolado. Un gato.


Desde entonces se convirtió en mi canción favorita, sobre todo después de ver un video con la historia actuación de Michael en Motown vestido con un traje y sombrero de lentejuela negro y un guante blanco de diamantes. No saber de qué hablaba la letra no tenía la menor importancia. La tristeza, fuerza y melancolía, mezclada con un toque de misterio bastaban para que mi corazón latiera a un ritmo diferente cada que vez que la escuchaba. Desde entonces esa canción que quién-sabe-de-que-hablaba nunca me abandonó. Como un Traje Encantado se fue moldeando a mi figura, a mi tamaño y al peso de mi vida. Estuvo cuando en tercero de primaria me pasaba las tardes enteras pensando como pedirle a la niña más guapa de todo el salón que fuera mi novia y posteriormente, para consolarme al año siguiente en la que ella se cambió de grupo sin saber mis intenciones. No dejó de estar en esas primeras fiestas a las que asistía sin entender por qué yo era el único excéntrico al que Billie Jean le parecía lo mejor del mundo. Mi fiel canción no me abandonó cuando en la secundaria me sentía tan sólo e incomprendido como parecía sonar la voz de Michael al cantar. Aun hoy, cuando la vida se me complica por gusto o el amor parece tan ausente que me hace dudar de su existencia, la canción está allí para transformarse en lo que siento y siempre darme la razón.

Después supe que Billie Jean era el nombre de una mujer seductora, y mi canción, lejos de reducir su significado, creció infinitamente. Supuestamente, el narrador de la historia es utilizado por Billie Jean, enamorado y después engañado, no conforme ella lo hace responsable de la maternidad de su hijo. Cuando una mentira se cuenta muchas veces termina por tomarse como real, parece que eso le sucede al relator de la canción, que comienza a dudar si la mirada de ese niño es igual a la suya.

En cierto modo, las historias románticas siempre se me complican. He estado enamorado de mi propia mujer seductora y peligrosa, por la cual podría haberme condenado al mismísimo infierno de haber sido ese su deseo. Podrán pasar muchas y siempre podré darles el mismo nombre: Billie Jean.

Han pasado más de quince años desde aquella primera vez que escuché Billie Jean. En ese entonces no sabía nada de Michael Jackson ni de sus canciones. El mundo ha cambiado mucho para él y para mi. Ahora tengo sus discos cargados de canciones, listos para cualquier tarde sacarme delante de las trabas que me da la vida. Eso es lo único que importa.

Siempre he sido melancólico, por eso no es difícil que está canción me enchine la piel y a la vez sea como un puñal clavado en mi corazón, provocándome dolores insoportables pero sin la cual, no imagino vivir. En cierta forma yo también quiero escapar de un mundo que cada vez me es hostil y en el que solo el amor podría salvarme. No comprendo lo que sucede a mi alrededor. Sé que tengo luz y facultad para cambiar las cosas pero no sé muy de qué me sirve. También el destino me persigue como un detective implacable que quiere recabar pruebas de que soy algo que no quiero. A mi también me gusta la soledad de la ciudad en un atardecer nublado mientras tengo la sensación de que para bien o para mal, algo importante está por suceder.

Si siento que mi alma se agrieta ¿por qué decido volver a ese track por quinceava vez en la tarde?

“People always told me be careful of what you do
and don´t go around breaking young girls´ hearts.
And mother always told me be careful of who you love
And be careful of what you do ´cause the lie becomes the truth”

jueves, 13 de diciembre de 2007

Chismógrafo

Como lo prometí, éste blog vuelve a la normalidad después de dos semanas en las que lo único de lo que escribí fue de fútbol. Después del final feliz que ya todos conocen, sólo agregaré que esta semana me he sentido como toda una celebridad, pues desde el domingo he recibido innumerables llamadas, visitas a mi casa, mensajes al celular, mails, comentarios en mi hi5 y en el blog, todos felicitándome por el triunfo del Atlante... vaya, hasta parece que yo jugué la final. Si usted le va a otro equipo, muérase de la envidia.

Ahora sí, pasando a otros temas, quisiera lanzar la pregunta al aire... ¿alguno de ustedes se acuerda de ‘los chismógrafos’?. Si la respuesta es no, seguramente es porque o naciste antes de 1970, o peor tantito, tuviste una infancia y adolescencia espantosa.

Como no sé si el termino ‘chismógrafo’ se empleé en otros países además de México, considero justo y necesario dar una definición. Se entiende como ‘chismógrafo’ a un cuestionario de preguntas personales, destinado a ser contestado por los miembros de un circulo social, con la finalidad de que estas conozcan más aspectos de la vida de los demás miembros del grupo, gracias a la información obtenida de dichos cuestionamiento.

Ahora que releo la definición, creo que está confusa. ¡Ni modo!, en primer lugar me da mucha pereza ir por el diccionario, y en segunda, estoy casi seguro que la Real Academia de la Lengua Española no se ha dignado a incluir ‘chismógrafo’ como palabra en el vocabulario castellano.

Antes, cuando era un niño gordo (más que ahora) y estudiaba en la primaria, los chismógrafos se elaboraban en algún cuaderno y contenían preguntas cómo: quién te gusta, a quién le darías un beso, quién es tu mejor amigo, a quién no soportas, cuál es tu color favorito, etc, etc, etc. El cuadernito entonces circulaba de mano en mano entre la mayoría de los alumnos (los menos populares eran saltados cínica y cruelmente), quienes ponían su nombre y revelaban sus propios secretos, a cambio de enterarse de ‘chismes’ sobre los demás. Obviamente, la emoción de esta tradicional practica estribaba en eso, en ver como uno es catalogado por los demás y sentir, si hay suerte, la emoción de ver, siempre y cuando la pregunta no fuera de índole negativo, su nombre escrito en ese rustico medio informativo. En mi caso, lo normal era que mi nombre no figurara en las respuestas, situación que tomaba con un poco de tristeza y con un mucho de tranquilidad.

Con el tiempo, decir verdades, declarar amores y enterarse de los verdaderos sentimientos de los demás se va haciendo más complicado y más complicado. Dicen que los adultos tienden a complicar todo y uno de los motivos principales es justamente, el callarse las cosas. Pero eso sí, el chismoso que llevamos dentro, y las ganas de confesarnos siempre permanecen latentes, supongo que por eso, la idea que tuve ayer en la oficina de mi trabajo de elaborar y contestar un chismógrafo fue tan bien recibida.

Ya que todos andamos alrededor de los veinte a treinta de edad, no hubo necesidad de explicar el procedimiento a seguir, aunque eso sí, tuvimos que ver la forma de ‘modernizar’ el chismógrafo para no utilizar un cuaderno como en nuestros años mozos. Fue así como se llegó a la conclusión de que el ‘chismógrafo’ no cambia, evoluciona. ¿Alguna vez has recibido un mail-cadena con una serie de preguntas que tienes que responder y reenviar a tus contactos, para que a su vez estos también las contesten?. Eso es un chismógrafo virtual.

Por supuesto que en la oficina pensamos en el mail como medio idóneo para chismografear (el verbo existe, por lo menos en una canción). Pero el andar enviando y recibiendo correos le quitaría la emoción a tener todas las respuestas en una sola entrega; problemilla resuelto gracias al ingenio de una compañera que sugirió usar la red interna de la impresa para crear un documento de Word con las preguntas, mismo que esconderíamos en alguna de las carpetas más recónditas e inexploradas del sistema. Entre todos elaboramos veinte preguntas, entre las cuales recuerdo: Nombre; Edad; Signo Zodiacal, Color de ropa interior favorito; tienes pareja, amigo (a) cariñosa o amante; comida favorita, quién te gusta de la empresa; a quién deseas de la empresa; qué motel recomiendas; a quién matarías de sexo; alguna vez te han cachado en ‘la movida’; posición sexual favorita; a quién detestas en la empresa; a quién le das el calificativo de ‘la sabrosa sabrosura’; en que lugar de la oficina te gustaría hacerlo; eres Guadalupano; etc.

Ya sé que las preguntas o están muy tontas o muy sexuales, pero en ese momento consideramos que eran buenas. Después vino lo bueno, cada uno comenzó a abrir el documento y ha contestarlo, al cabo de un rato, lo divertido era leer las respuestas en las que había desde el típico ‘santito’ que contestaba a todo con evasivas bajo el argumento de ‘soy un caballero’, hasta los que de plano perdieron la brújula y dejaron ver al pervertido que todos llevamos dentro.

Intentando un termino medio, decidí contestar con la verdad sin parecer ni Madre Carmelita, ni violador de la Merced, mi error (o inocencia) fue haber puesto nombres en mis respuestas, por lo que ahora, a quién considero sexy, quién me gusta y a quienes detesto, entre otras cuestiones, han dejado de ser parte de mi vida privada para transformarse en un secreto a voces. Ahora, cada que una de las ‘chicas mencionadas’ pasa por mi lugar, nadie dice nada, pero siento la mirada de todos esperando que haga o diga algo ingenioso o romántico. Afortunadamente en el ‘chismógrafo’ sólo participamos una parte de los miembros de la oficina; así que ni la que me gusta, ni la que deseo y mataría de sexo participaron en nuestro juego clandestino. Lo malo, es que hoy ese chismógrafo con toda la información desapareció y ninguno de los ocho que conocíamos su existencia, sabemos qué paso con él.

Ahora soy el más preocupado, pues a los que pusieron hasta santo y seña de su vida sexual parece no preocuparles en lo más mínimo, pues repito, no pusieron nombres. En cambio yo me siento como el héroe de un cómic al preguntarse ‘¿qué pasaría si esa información cae en manos equivocadas?’. Fue divertido jugar al chismógrafo, por lo menos rompió la monotonía. Aunque presiento que muy pronto, una vez más haré el ridículo....

lunes, 10 de diciembre de 2007

Atlante Campeón


“Somos atlantistas porque soportamos la desventaja histórica que nos acompaña, el poco favoritismo, la inferioridad numérica; pero tenemos el corazón azulgrana porque consideramos que, como nosotros, pocos; y por lo tanto, si a unos les da vergüenza, a nosotros nos enorgullece.

Somos atlantistas porque preferimos transitar por el camino sinuoso; porque nos gusta facilitar lo complicado y complicar lo más sencillo... porque nos adaptamos rápido, porque si valoramos tanto la victoria, es debido a que hemos experimentado tanto la derrota; porque guardamos el festejo para ocasiones verdaderamente notables y lo hacemos de manera muy ruidosa”.

- Félix Fernández, portero y campeón con Atlante en la temporada 1992-1993.


¿Cómo empezar a escribir sobre algo que todavía no alcanzo a asimilar y que desde ayer me tiene en los cuernos de la luna?. ¿De qué manera quitarme el miedo de que de un momento a otro abra los ojos y me entere que todo no fue más que un perfecto sueño? ¿Cómo hacerle para que esta emoción y alegría me dure mucho, mucho tiempo?.

Tendrá que ser poco a poco. Convencerme que por esta vez la realidad superó cualquier fantasía será el ejercicio más dulce. Si alguien hace seis meses me hubiera dicho que el Atlante, mi Atlante, sería campeón después de hacer un gran torneo y practicando un fútbol lleno de espectacularidad y alegría simplemente lo habría llamado ‘loco’. Y eso es precisamente lo que este equipo y todos sus aficionados somos... unos locos empedernidos que siempre hemos luchado contra la corriente, aguantado burlas que lejos de amedrentarnos, no nos hace sino gritar a los cuatro vientos la pasión y el amor que sentimos por los colores azulgrana.

91 años de historia y tradición que ayer se vieron coronados con el tercer título en su historia después de vencer en el estadio Andrés Quintana Roo de Cancún 2-1 a los Pumas de la UNAM. Me gustaría relatar lo que fue el partido, lo tensó que resultó ser dominados por el rival a lo largo del primer tiempo o lo atinado de las intervenciones de Federico Vilar que una y otra vez se vistió de héroe para impedir la caída de la portería atlantista. De poder tener la tranquilidad para hacerlo, narraría la tranquilidad que tuvo el venezolano Giancarlo Maldonado para resolver la jugada que nos ponía con la ventaja de 1-0, lo paralizante que fue el gol del empate, lo reñido y épico de una batalla en la que cualquiera de los dos equipos podía resolver en cualquier jugada... de poder escribir con coherencia, relataría con mis mejores letras la belleza del gol de Clemente Ovalle a cuatro minutos del final: un disparo desde fuera del área que alejaba los tiempos extras y de paso, ponía al Atlante al borde de un sueño largamente alcanzado.

Sin embargo, veinticuatro horas después sigo siendo incapaz de hacer, escribir o pensar coherentemente. Mi mente sólo tiene cientos de recuerdos y sensaciones archivadas para toda la vida.

No fui a Cancún, pero viví el encuentro desde mi casa con la emoción de quién está en el estadio. Al silbatazo final no recuerdo si corrí, si grité o me quedé pasmado; sólo una inmensa alegría comparable a nada. Después de ver por televisión como Fede Vilar, el mejor portero de México (no sé qué diablos esperan en argentina para llamarlo a esa selección) levantaba la copa y el equipo diera la vuelta olímpica salí de mi casa rumbo al Ángel de la Independencia para festejar con mi mejor amigo Ángel y con cientos de atlantistas más el poder, a partir de hoy, ser los campeones del fútbol mexicano y con los que me abracé, grité, lloré, di la vuelta olímpica y pasé una de las mejores noches de mi vida.

Y ahí fue trepidante, cientos de banderas, de porras, de gente que como yo sienten, y muy fuerte, el amor por este equipo. Ya no había lugar para el sufrimiento que por años sentimos. Debo confesar que hace seis meses, cuando anunciaron que el Atlante se mudaba de la Ciudad de México a Cancún por falta de afición sentí que una parte de mi se moría. Hoy, con un el titulo me doy cuenta de que a este amor ni la distancia ni nada en el mundo podrá pararlo. Dicen que no había afición y ayer la hermosísima calle de Reforma se llenó de frenéticos seguidores que a pie o en sus autos hicieron de la noche una fiesta. Y no sólo aquí, en Cancún los festejos duraron hasta el amanecer, el equipo recorrió la turística ciudad caribeña en autobús y en ciudades como Guadalajara y Monterrey también hubo fiesta porque el ‘Equipo del Pueblo’ está más vivo que nunca.

Hoy no fui a trabajar, pero en cambió compré todos los periódicos y traigo puesta mi playera azulgrana. Hace unos años el equipo estaba casi muerto, hoy, con el mismo orgullo de siempre (y un poco más), grito la porra más tradicional de los Potros de Hierro del Atlante:

Les guste o no les guste, les cuadre o no les cuadre, el Atlante es su padre, y si no... ¡¡¡chinguen a su madre!!!

Gracias Pumas, por ser un dignísimo rival. Gracias a los jugadores, entrenador y directiva. Gracias a mi Papá que me enseñó a amar a éste equipo y que de seguro ahora está dando de saltos allá arriba. Gracias a toda la afición: la de siempre, a la que nos ha tocado sufrir tanto, la de la Ciudad de México, la de Cancún, la de todo México.

Gracias por existir Atlante, eres el amor de mi vida.


Después del cuento de hadas, el blog vuelve a la normalidad.

viernes, 7 de diciembre de 2007

Zombie por un día


Nunca me han simpatizado los zombies, y no precisamente porque me den miedo o se roben mi tranquilidad, no, a mi estos muertos vivientes más que otra cosa me despiertan lastima, asco, repulsión. Vagar condenados a soportar una eternidad de limosna en las noches de luna, actuar sin real voluntad, ser un vegetal andante. Por eso, cada que veo una película de zombies, mi lógica no alcanza a explicarme el porque ‘los humanos’ huyen teniendo más inteligencia, fuerza y resistencia que los tristes pedazos de cartón andante.

Ahora soy uno de ellos. Mi piel luce maltratada, uno de mis ojos esta entrecerrado y tengo la pupila roja-negruzca y el parpado entrecerrado, camino sin conciencia, intento hablar pero mis palabras son incomprensibles y mi aspecto es más deplorable que de costumbre. Sin necesidad de haber muerto o sido mordido por estos seres malditos, mi estado ‘catatonico-zombiesco’ se debe a que ayer, contrario a todo lo que yo pensaba y a todos los pronósticos, logré entrar a la final Pumas-Atlante en el Estadio Olímpico Universitario, en la que grité, salté y me emocioné tanto, que al llegar a mi casa a la 1 de la mañana, me encontraba tan exhausto que me dormí inmediatamente. Lo malo, es que hoy entre a trabajar a las 5 de la mañana, más malo todavía, es que me levante desde las 3:45 de la madrugada, y lo peor, peor, es que tengo tres días y tres noches en las que en promedio he dormido tres horas por día. ¿checaron?, puros números tres.

Además de que me duelen todas las extremidades y de que tengo la garganta destrozada por tanto grito, debo agregar que me duele el ojo izquierdo debido a que soy tan idiota que ayer al subir al auto, sin querer me piqué el ojo con el palo de mi bandera del Atlante. Nunca me había dolido tanto el ojo como en ese momento, tanto que me tardé como diez minutos en poder abrirlo de nuevo.

Para completar el look, me siento lleno de polvo debido a que cada diciembre, a mi mamá le da por ‘remodelar’ la casa y se pone a mover todo de lugar y a hacer composturas siempre innecesarias. Así, toda la semana mi casa ha estado llena de albañiles, polvo, piedras y un caos absoluto. Tuve que desconectar momentáneamente la computadora, y presiento, que con tanto polvo y movimiento el internet dejará de funcionar… así que si me ausentó más de cinco días sin publicar ya saben por qué es.

Ahora escribo desde el trabajo. Tengo sueño y dudo pase algo que me entretenga. Volteó a mi alrededor, hago alguna broma que rompa la monotonía y vuelvo a sumirme en esta batalla por no cerrar los ojos… afortunadamente salgo en media hora.

Es asqueroso sentirse así, como zombie crudo (con resaca). Pero valió la pena. El haber pasado esa angustia junto a cientos de fanáticos del Atlante. Encontrar boletos sin necesidad de recurrir a la reventa. Entrar al estadio, hacerle saber a la porra del equipo local que aunque menos, tenemos igual o más agallas que ellos. Ver al equipo de mis amores jugando el primer juego de una final que se decidirá el domingo. Gritar todo el partido hasta que la garganta ya no emitiera más sonidos. Confirmar que tenemos a Federico Vilar, el mejor portero de México y de América en nuestro equipo. Ver que no soy el único enfermo por esta pasión de toda la vida llamada Atlante.

Escribo esto en el trabajo, y aunque no debería, en mi mente sólo queda espacio para estas líneas y para las mil y un imágenes que ayer retrate en mi mente y que ahora repito una y otra vez, y que ahora, más que nunca, hacen que éste más enamorado que nunca de mi Atlante.

0-0… y todo se decide en Cancún el próximo domingo por la tarde. Pumas no pudo hacernos daño en su casa, llegó el momento de hacer historia 14 años después. Se acerca la hora de mi salida, de marcharme a mi casa en destrucción a dormir todo el día hasta el domingo con ganas de que sea uno de los días más importantes de mi vida.

Sigo considerando la locura de irme a Cancún a pesar de que sea casi imposible encontrar boletos. (aunque también lo era aquí). Como siempre, les cuento.

martes, 4 de diciembre de 2007

Maldito Ticket Master

Imaginen el momento de mayor tristeza, desesperación, enojo y melancolía en sus vidas. Multiplíquenlo por mil ocho mil y súmenle cinco... ahora tienen una idea de cómo me siento. Si leyeron el último post de éste, su blog de confianza, sabrán que el equipo de fútbol al que le voy llegó después de catorce años a una final por el titulo del fútbol mexicano. Todo sería maravilloso de no ser por el pequeñísimo detalle de que a 48 horas del primer juego aun no tengo boletos.

Cuando David Copperfield desapareció la Estatua de la Libertad, pensé no habría mayor truco de magia en la historia, hasta el día de ayer, cuando misteriosamente, más de cincuenta mil entradas desaparecieron en cuestión de segundos. Según la versión más coherente, ayer la venta de boletos empezó a las dos de la tarde en los centros Ticket Master ubicados en algunas Tienda de Mega Comercial Mexicana y en librerías Gandhi, por ahí de las 2:15 se fue el sistema por más de una hora, después volvió un momentito y a las 3:00 comenzó a correr el rumor de que los tickets estaban agotados. Ridículamente la pagina de Internet de Ticket Master no tenía información acerca de la venta de boletos, hasta que de buenas a primeras, apareció un mensaje con la leyenda ‘Boletos para la final UNAM – Atlante, agotados’ ¡¡¡¿¿¿pues a qué hora estuvieron a la venta???!!! lo mismo ocurría si uno intentaba hacerlo vía telefónica, siempre ocupado, o con diversos horarios sobre la venta de boletos y lo peor, de repente anunciaron lo mismo: boletos agotados.

En mi caso la búsqueda ha sido extenuante, pero sin resultados favorables. Ayer, desde muy temprano mi amigo Ángel y yo hemos estado hablando, preguntando y hecho fila en diversos lugares con el fin de encontrar un boleto. Ayer tan solo pasamos la tarde entera formados en la Mega Comercial de Pilares soportando la desinformación de empleados y encargados que por única vez en su vida sienten las delicias del poder. Obviamente, desde un principio supe que conseguir boletos para la final del Atlante contra uno de los equipos más populares del país sería difícil, pero no que alcanzara éste el nivel de imposible que hasta ahora parecen tomar las cosas.

Se supone que la función de la venta de boletos por vía telefónica es para facilitarle las cosas a los clientes.... ¡no pues felicidades, lo han logrado con creces!. Platicando ayer y hoy con la gente, uno se entera que nadie tiene boleto, que en todos los locales en los que supuestamente vendieron entradas la fila avanzó casi nada y que de un centro de venta los mandaban al otro. No hay que ser un genio para saber que Ticket Master y las directivas de los equipos deben tener un acuerdo con la mafia de la reventa, pues hoy en las noticias apareció el caso de un revendedor que la policía atrapó en las afueras del Estadio Olímpico Universitario y que portaba trescientos boletos. Lo malo, es que seguramente estos policial y el maldito revendedor hijo del demonio habrán terminado negociando la libertad por unas cuantas entradas.

Ahora que lo pienso bien, creo que nada ganó con insultar a la gente de Ticket Master (corruptos deshonestos disfrazados de empresa respetable), los revendedores (malditos delincuentes hijos de los diez mil infiernos) o de las autoridades (que no pueden solucionar los problemas del país, pero bien que le friegan la vida a los pobres aficionados); no, no voy a insultar a nadie (pero, váyanse al carajo), pues dudo que al hacerlo Dios diga: ahhh mira, que enojado está Gabriel, voy a mandarle de la nada un par de boletos. No, eso sólo pasa en las películas de navidad gringas y francamente las detesto.

Lo único que me queda es aceptar lo que esta pasando: que a pesar de seguir a mi equipo e ir al estadio siempre, ahora tendré que conformarme con ver el primer partido por televisión. Del partido de vuelta el domingo en Cancún, mejor ni hablamos, conseguir entradas allá es imposible. Si ya no hay boletos en taquillas, los revendedores están escondidos quién sabe dónde y ninguno de mis conocidos tiene boletos, ¿qué diablos voy a hacer? ¿alguna sugerencia?.

Supongo que a pesar de que las mayores huestes de seguidores del Atlante se encuentran en la Ciudad de México, habrá muy pocos en el estadio ¿mano negra?, quién sabe, de todas formas mi equipo les va a ganar aquí en la Ciudad y allá en Cancún, y así vengaremos todas las miradas que ayer los cientos de aficionados Pumas nos dirigían al vernos como ‘bichos raros y exóticos por irle al Atlante'.

Platicando con Ángel llegamos a la conclusión de ir a Ciudad Universitaria desde muy temprano el jueves, ofrecer no más de mil pesos por dos boletos de cabecera visitante, reunirnos con los porristas del Atlante a ver qué se puede hacer y si esas dos opciones no funcionan, regresar a nuestras casas unas dos horas antes del partido con el corazón partido pero los ánimos por el partido intactos. Con el dinero que nos ahorremos comprarnos la última playera (local y visitante) y ver el juego por televisión.

Estoy tan enojado, que creo que me convertiré en Súper Saiyajin Nivel 4.

No sé que pase... me quedan dos días para que un milagro (de esos de película gringa) suceda. Les estaré contando.

PD. Les juro que la otra semana, en cuanto pase está semana sui generis en mi vida, éste blog volverá a tratar de otros temas, además del Atlante y la final. Gracias por su paciencia.

PD2. ¿No tienen un boleto que les sobre?

domingo, 2 de diciembre de 2007

A un paso del sueño

Pocas veces el tiempo ha sido tan agónico, inexorablemente largo y a la vez, breve como un suspiro. Pocos sábados como el de ayer. Cinco de la tarde y yo como una fiera, cansado de caminar para matar el tiempo, pero a la vez tan inquieto como para estar encerrado en casa. Por eso, casi en vano intenté matar el tiempo leyendo a Kundera, en internet repasando algunos blogs o viendo sin ver algún programa de televisión. Ocho de la noche y yo en la iglesia, orando como desde hace mucho no lo hacía, pidiendo con toda la fe contenida por años en mi corazón.

Así hasta las nueve de la noche... y fue la locura.

Me acuerdo y vuelvo a vibrar, pues está historia de amor no se terminó cuando tus dueños decidieron mudarte de la Ciudad de México a Cancún hace seis meses. Hablo de ti Atlante, y sólo la vida sabe lo mucho que te amo y la intensidad con la que desde que tengo razón he vivido cada uno de tus partidos en el estadio, por radio o televisión. Siempre sintiéndome no tu aficionado, sino una parte de tu grandeza.

Dicen que todo atlantista tiene un poco de masoquista, pues irle al ‘equipo del pueblo’ en parte significa verse obligado a sufrir más penas y tiempos difíciles, que triunfos; pero quizá es por eso mismo que tras 91 años de existencia te has convertido en mucho más que un equipo de fútbol. Eres un estilo de vida, reflejo de una de las leyendas más añejas del balompié nacional, tradición e idiosincrasia de México.

Ayer, aunque la distancia me impidió estar en el estadio, me regalaste una noche inolvidable, llena de 90 minutos de tensión y después, horas de un sueño que después de casi veinticuatro horas continúa. Después de un torneo de ensueño y de pasar ante Cruz Azul en cuartos de final y vencer en la semifinal a Chivas, el día de ayer conseguiste (¿está mal si digo conseguimos?) con ese 1-0 el pase a la gran final del fútbol mexicano. Han pasado catorce años desde ese mítico 1993 en que te coronaste Campeón. Desde entonces he vivido loco esperando éste momento.

El rival será Pumas de la UNAM, rival duro pero que no debe espantarnos ni tantito, pues como siempre, el Atlante está acostumbrado a engrandecerse con éste tipo de partidos. El jueves en Ciudad Universitaria en la Ciudad de México y el domingo en Cancún, mi corazón estará en la cancha, con ustedes, pues si en los tiempos difíciles jamás les retire mi apoyo, menos lo haré ahora que me has llevado a lo más alto.

No sé cual sea el marcador final, ni si conseguiré boletos para ir al juego del jueves o en una de esas, me aventuro y me voy a Cancún el próximo fin de semana. Solo sé que hoy más que nunca estoy orgulloso de ser parte de ti, que me siento más enamorado que nunca de tus colores y que por siempre, sin importar las circunstancias, gritaré tu nombre con todas mis fuerzas.

Gracias por siempre Atlante.