domingo, 31 de mayo de 2015

Hoshi Mamoru Inu – El perro guardián de las estrellas


“Los perros siempre esperan a sus dueños”

Todos los comentarios que leí sobre este manga coincidían en algo: Quienes se adentran en esta historia invariablemente terminan llorando. Esa fue una de las cosas que me hicieron buscar esta edición especial publicada por editorial Kamite por varios días. 

Además, también estaba esa curiosa portada que de entrada parece transmitir mucha alegría, pero que después de leer Hoshi Mamoru Inu (que en México fue nombrado como El perro guardián de las estrellas), me estruja el corazón cada que vuelvo a ver ese campo lleno de girasoles con un simpático perro en el centro. 

Y es que El perro guardián de las historias dista mucho de ser un manga convencional. De hecho, su historia es muy simple y se aleja de las tramas complejas y enredadas de este tipo de publicaciones, quizá por, es más fácil que nuestras fibras más sensibles sean tocadas de forma tan contundente. Tan dolorosamente bello es este relato, que es imposible no sentir la necesidad de interrumpir la lectura para suspirar y controlar nuestras emociones con cada página que pasamos. 

Este pequeño volumen está dividido en dos partes. La primera, que le da el título al manga, trata sobre Happy, un pequeño perro que llega a casa de una familia conformada por una pareja de esposos y su hija, donde tiene una vida apacible durante sus primeros años. 

Poco a poco, Happy comienza a desarrollar una relación más cercana con “Papá” (así conoce al padre de la familia con la que vive), con quien todas las tardes sale a pasear. Tiempo después algunas circunstancias hacen que “Papá” y Happy tengan que iniciar juntos un viaje donde viven algunas aventuras y pasan varias dificultades, a pesar de las cuales ambos permanecen alegres y hacen que su relación se estreche aún más.

Aunque desde las primeras 3 páginas sabemos en qué terminará la historia, es en el cuerpo de la historia y en el camino hacia esa trágica conclusión donde radica el encanto de este manga. Son los detalles sutiles, los diálogos y las acciones en apariencia cotidianas, los que muestran esos pequeños sacrificios de amor que un hombre es capaz de hacer por su mascota y la entrega incondicional de un perro hacia su amo. 


Y es que por muchas desgracias por las que pasemos, si estamos acompañados de un fiel amigo siempre tendremos motivos para sonreír. 

Si tienes un perro no hay forma de no sentirnos aludidos en cada página, y no serán pocas las veces en las que sintamos la necesidad de ir a darle un abrazo fuerte fuerte a nuestra mascota. 

La segunda parte del manga se titula Campo de Girasoles, y está conectada de forma sutil con la primera. Ahí conocemos a otro perro igual de entrañable aunque diferente a Happy y los sentimientos le dan paso a lo lírico. Así la historia alcanza su mayor punto poético y los círculos se cierran. 

Y ya no quiero hablar más de la trama, en primer lugar porque, por más cosas que escriba no alcanzaré a transmitir la belleza y perfección de esta historia tan conmovedora; y además, porque no puedo recordar cada página de este manga sin que nuevamente quieran asomarse las lágrimas en mis ojos. 

Tardé un par de días en reponerme emocionalmente después de leer Hoshi Mamoru Inu. A una semana de recibir esa cascada emotiva, la cara sonriente de Happy en esa hermosa portada me sigue poniendo nostálgico. Y ni que decir de ver a las estrellas en una noche despejada

Mi perro Margarito tiene 15 años y a veces también se queda mirando al firmamento sin explicación alguna. después de leer esta historia creo darme una idea de lo mucho que él me quiere. Y eso me hace sentirme muy feliz pues sé que por más que pase el tiempo el siempre me estará esperando. 

Aunque no es tan sencillo encontrarlo, si se topan con Hoshi Mamoru Inu (lo venden en Sanborns) no dejen de comprarlo, les aseguro que lo disfrutarán mucho. Y sí, van a llorar. 

Hoshi Mamoru Inu
Takashi Murakami 
Editorial Kamite

martes, 5 de mayo de 2015

Huérfano de peluquería


Estoy pasando por un momento difícil en mi vida pues me encuentro confundido y sin rumbo. Supongo que todo hombre ha pasado por momentos así, y es que ahora mismo me encuentro huérfano de peluquería. 

No es la primera vez que me pasa eso de no tener dónde cortarme el cabello, aunque probablemente la situación nunca me había conflictuado tanto. Pero vamos por partes, soy un hombre rutinario y no me gusta eso de andar experimentando cosas nuevas. Por ello, cuando encuentro una peluquería de mi gusto, puedo pasar años yendo religiosamente a ella. 

1. Mi primera peluquería 

Mis recuerdos más lejanos en ese aspecto se remontan a mi niñez, en una peluquería ubicada por el rumbo de la colonia Viaducto Piedad, en la Ciudad de México, a donde iba ocasionalmente con mi papá cada que visitábamos a mis abuelos maternos. Aquella era una “peluquería de hombres”, de esas que tienen revistas de 10 o más años de antigüedad, cuadros con varios estilos de corte de cabello de los años cincuenta, y claro, el peluquero era un viejito delgado con bigotito al estilo Viruta (el de Capulina).

2. Estética Unisex Chanel

Ignoro por qué dejamos de ir ahí, pero un buen día mi papá y yo cambiamos de peluquería y comenzamos a ir a un lugar llamado “Estética Unisex Chanel”. Aunque para ser honestos, aquel negocio distaba mucho de ser una estética unisex, de hecho, era una peluquería muy similar a la que asistía antes. La única diferencia era que este negocio estaba a unas cuantas calles de distancia de mi casa. 

En este lugar siempre ponían la estación de radio del Fonógrafo, también tenían revistas bien viejas y al cortarme el cabello me ponían una especie de crema espumosa en la nuca, la cual luego me quitaban con una navaja. 

En esta estética atendían dos viejitos. Uno que siempre vestía de manera elegante, y otro, también anciano pero un poco más gordo. La verdad los dos eran a todo dar y se llevaban muy bien, pero rompieron su amistad cuando a la estética entró a trabajar un señor al que le decían La Yiyi, lo cual provocó el enojo del viejito delgado. 

Cuenta la leyenda que un día el viejito delgado y elegante le dijo al viejito más gordo y no tan elegante: 

- “Te dije que el día que metieras a trabajar a un homosexual aquí, yo renunciaría”. 

Y así fue. Por años el viejito delgado y elegante siguió cortando el cabello a domicilio y yo seguí asistiendo a la estética unisex Chanel. Por cierto, La Yiyi sólo trabajó ahí un par de semanas. 

3. Buscando la modernidad

Después de años de ir a la estética unisex Chanel dejé de frecuentarla porque el señor viejito gordo ya estaba muy grande y no siempre abría, además, a esto se sumó mi afán de querer cambiar mi peinado por uno más moderno. 

Y aquí debo hacer un paréntesis. En mi vida solamente he tenido tres cortes de cabello distintos: Raya de lado al estilo Benito Juárez (cuando era niño), Raya en medio (en la adolescencia) y el de ahora, que ni forma tiene, y que adopté cuando busqué un nuevo sitio en el cual cortarme el cabello y llegué a la estética Enchantement Profesionales en Belleza.

Aunque el nombre se escuche rimbombante, tampoco piensen que era la gran cosa, de hecho estaba medio rascuache. Aunque claro, ésta sí era una estética unisex en toda la extensión de la palabra. Ya saben, de esos lugares en donde te lavan el cabello antes de que te corten el cabello y a las señoras les ponen papeles aluminio en el cabeza para parecer astronautas. Por cierto, una de sus grandes ventajas era que se encontraba justo en la esquina de la calle donde vivo. 

Esa fue mi peluquería por unos siete años, hasta que hace unas semanas dejaron de abrir. Los rumores dicen que los asaltaron. 

4. Mi orfandad 

Después de que cerraron esa estética quedé desorientado. Intenté ir a otra estética también cercana a mi casa pero la verdad me dejaron bien gacho y me cobraron el doble (150 pesos) de lo que pagaba en Enchantement (75 pesos). 

Y así va mi vida. Tiene más de un mes que no me cortó el pelo y siento que ya parezco albañil. La bronca es que no sé a dónde ir, no tanto porque tema por el resultado del corte (pues nunca me gusta cómo quedo pues siempre parece que me mordió un burro) sino porque me da una pereza enorme eso de andar perdiendo el tiempo probando nuevos sitios. 

Por lo pronto no sé si dejarme el pelo más largo (aunque insisto, siento que me veo como cavernícola) y cambiar de corte. Ya les contaré qué pasa en los siguientes días. 

Sí, ya sé, tengo una vida muy complicada.