martes, 21 de junio de 2016

En defensa del "ehhhhh....¡puuuuto!"

 

Ahora voy a jugarle al abogado del Diablo y defender lo que para muchos es indefendible. 

Desde hace un par de años se viene hablando del famoso grito de "ehhhhh....¡puuuuto!", que profieren los aficionados mexicanos en los partidos de futbol tanto de la Selección Mexicana como de la Liga MX. El debate, sin embargo, se ha vuelto más intenso durante las últimas semanas, pues muchos -incluida la FIFA- lo califican como una manifestación homofobica. 

En los últimos días he leído varias columnas al respecto en distintos medios. En la mayoría se afirma que este grito es completamente discriminatorio, racista e incita al odio, además de traer consigo varias connotaciones psicológicas que hablan muy mal de los mexicanos como sociedad. Total, que el mentado grito es lo peor que le ha pasado a la humanidad

Y saben qué, no es cierto. Desde mi punto de vista estamos exagerando mucho con este tema que hemos hecho crecer hasta niveles francamente ridículos. Ojo, no digo que el problema de la discriminación contra la comunidad gay no existe, sino que el grito de la afición mexicana está lejos de contribuir a incrementar este problema. 

Igual y muchos de ustedes me tacharán de loco, dirán que soy un ignorante o que de plano no entiendo un tema tan complejo. La verdad me da igual, es mi blog y yo escribo en él lo que se me de la gana. Eso sí, antes de marcharse indignados y decididos a dejarme de hablar, primero lean mis argumentos, después son libres de mentarme la madre, total, yo como el teacher López Dóriga: Aguanto vara

Primero debemos entender que en México hay palabras que tienen más de un significado, los cuales pueden ser completamente opuestos. Por ejemplo la palabra 'Madre', además de referirse a las mamás, también puede ser empleada en un contexto negativo como "chinga tu madre", de forma despectiva con "esa madre", o hasta para referirnos a algo que nos parece excelente con "está a toda madre"

Lo mismo ocurre con otras palabras como 'chingada', que puede transformarse en "esto está de la chingada" o "está bien chingón". Por supuesto con "puto" ocurre lo mismo. Podemos usarla para referirnos de forma discriminatoria:

"Eres un pinche puto"

Hasta para mostrar admiración:

"Ese tipo es el puto amo". 

En el caso del futbol, el término 'puto' empezó a utilizarse para denotar cobardía (uno de los tantos significados de puto). ¿Por qué cobardía? Simple, cuando el portero rival en un partido de futbol decide despejar (mandar el balón lo más lejos de su portería con un sólo despeje) en lugar de salir jugando (pasar el balón a uno de sus compañeros sin necesidad de alejarse tanto propia portería) es interpretado como un acto de miedo. 

"¿Por qué decides mandar el balón lo más lejos de tu arco en lugar de que tu equipo salga jugando, ¿acaso tienes miedo?", ese es el razonamiento que el aficionado común y corriente tiene detrás del grito "ehhhhhh puuuuto". Como verán, detrás de esto no hay ningún ataque contra las personas de la comunidad gay. Y les aseguro que muchos de los que hoy se ponen al brinco con esa expresión de las gradas ni siquiera saben lo que les acabo de explicar. 


El dichoso grito llevaba un par de años en las tribunas de los estadios en México sin que nadie se escandalizara. Ninguno de los intelectuales y ofendidos que hoy se rasgan las vestiduras se habían enterado de su existencia y todos vivían felices. La bronca seguramente empezó cuando en algún juego de la Selección Mexicana algún directivo de FIFA escuchó el grito  le preguntó a alguien "oye, ¿qué significa eso que gritan los aficionados mexicanos cuando despeja el portero?". Probablemente le respondieron que la palabra puto hace referencia a los homosexuales (en lugar de decir que tiene un sinfín de connotaciones) y el máximo organismo del futbol tomó aquello como un insulto racista. 

La polémica se agudizó durante el Mundial de Brasil 2014. Por más que los directivos mexicanos se empeñaron en aclararle a la gente de la FIFA que la palabra Puto tiene muchos significados y que el grito de los aficionados no hace referencia a la homosexualidad de nadie y mucho menos es discriminatorio, nomás no se tuvo éxito y a los mexicanos, que de por sí ya tenemos muchos calificativos negativos, ahora nos agregaron el título de racistas-homofóbicos-mal educados-groseros-pelados

Si la FIFA no hubiera dicho nada ni hubiera empezado con las amenazas de veto para el Estadio Azteca en juegos de la Selección el asunto del grito no hubiera trascendido internacionalmente, y muchos de los que hoy están enojados no estarían armando un mitote por nada. 

He ido a infinidad de partidos donde han empleado el grito, y créanme, aquello es más por echar relajo que por ofender a alguien. Pero eso no lo entienden los quejosos. Les aseguro que la mayoría de los opositores nunca se han parado en un estadio y sólo se quedan con la idea de "gritan puto, entonces están insultando a los homosexuales". Y ya, no ahondan más en el contexto que es tan simple cómo pasar un buen rato, decir que están en desacuerdo porque el portero rival no sale jugando sino que prefiere despejar el balón y ya, eso es todo. 


No entiendo por qué tantos periodistas y analistas se rompen la cabeza y hablan sobre tratados psicológicos, invocan a la sociología, dicen que los aficionados son unos acomplejados y demás tonterías que según ellos fomentan el odio contra la comunidad gay. Incluso hay quienes cometen la grandísima estupidez de relacionar el grito de 'puto' con la masacre al bar gay Pulse de Orlando donde la semana pasada fueron asesinados alrededor de 50 personas. 

¿Neta? ¿Dónde diablos está la relación?

Dudo que las advertencias de la FIFA, los anuncios de la FMF pidiendo mesura a la afición o las quejas de varios columnistas indignados ayuden a que esta moda gritona se acabe, al contrario, entre más le prohibas algo a la gente más lo hará.

No soy ningún homófono, al contrario, tengo amigos gays y creo que en ningún momento les he faltado al respeto. Creo en la igualdad en todo sentido y estoy a favor de la no discriminación. Es más, en el estadio nunca he gritado el famoso "ehhhhh puuuuto" (aunque de tanto escuchar al respecto ya hasta ganas me dieron de hacerlo). Para ser muy honesto, no me parece apropiado satanizar un grito que tiene un sentido completamente distinto.

Me parece que se está haciendo una tormenta en un vaso de agua y que la lucha contra la homofobia (que sí existe en nuestro país) se debe dar en otras trincheras. Y en cuanto a la FIFA, creo que tiene líos muchos más graves, como la violencia alrededor de los partidos, como para preocuparse por un simple grito. Además, si tanto se preocupa este organismo por la igualdad ¿por qué darle a Rusia el próximo mundial, cuando es uno de los países con mayor represión a la comunidad homosexual?

Coherencia señores. 

miércoles, 8 de junio de 2016

Somatizando


Así como me ven de maduro, galán, hombre bien dado, y dueño de una presencia y masculinidad que provoca bajas pasiones, la verdad es que yo también suelo ponerme nervioso. Y el que termina pagando las consecuencias cuando esto pasa generalmente es mi estomago. 

Hace unos días viajé a París por motivos de trabajo. La verdad en cuanto me comunicaron que iría varios días a la capital francesa me emocioné mucho porque nunca había tenido la oportunidad de ir por allá. Conforme se acercaba la fecha más entusiasmado estaba, sin embargo, no contaba con que una parte de mí -supongo que en el subconsciente- se encontraba bastante intranquila. 

Aunque mi vuelo salía un miércoles por la noche, desde la tarde del domingo anterior comencé a sentir que mi estomago comenzaba a inflamarse. No le di mucha importancia y atribuí aquel achaque a un ataque de gastritis o colitis común. No obstante, en realidad estaba ante algo peor. 

Aquí debo romper el silencio y confesarles que desde hace un par de años padezco algo llamado "síndrome del colón irritable", que no es una enfermedad como tal sino un conjunto de trastornos que se presentan en el proceso digestivo (y que van desde dolor abdominal hasta la diarrea), los cuales suelen detonarse por las emociones o el estrés. En otras palabras, somatizas tu estado de ánimo en tu estomago.

Y justo eso fue lo que hice. Según yo estaba muy entusiasmado por irme a París y no sentía el menor temor por el viaje, cuando la realidad es que sí me encontraba algo estresado ¿de qué? Nunca lo supe, quizá era el nervio que siempre da hacer un vuelo transatlántico, la incertidumbre por conocer un nuevo país, tener que conocer a nueva gente, etc. 

Todo esto, insisto, yo no lo sabía pero mi estomago se encargó de informármelo por medio de una hinchazón intestinal el lunes y una diarrea el martes. Ya se imaginarán lo preocupante que es andar malo de la panza cuando se está por realizar un vuelo de 11 horas. Lógico, este padecimiento contribuyó a ponerme aún más tenso y tocar fondo. En cuanto comenzaba a pensar en algún aspecto relacionado con el viaje una sensación de inquietud recorría todo mi cuerpo y venían los malditos retortijones. 

¡Ni siquiera me pasó algo así el día de mi boda!

De poco me sirvió tomar medicinas contra la gastritis, lactobacilos y antidiarreicos, los síntomas de malestar estomacal no sólo seguían ahí sino que empeoraba. Justo cuando pensaba que pasaría mis días en París con un pañal y que aquel sería el peor viaje de mi vida todo se arregló de forma milagrosa justo unas horas de que saliera rumbo al aeropuerto. Se supone que en ese momento debería estar más nervioso, pero pasó todo lo contrario. Me volvió la emoción por el viaje que estaba por realizar y el dolor de estomago y la diarrea se fue del mismo modo del que llegó. 

Siempre tuve la sospecha de que solía somatizar mis estados de ánimo, pero esta experiencia pre-viajera me lo confirmó. Chale, lo peor es que no sé cómo puedo luchar contra algo así, pues supongo que todo este asunto funciona a nivel del subconsciente. Al final me la pasé muy bien en París y no tuve problema alguno, incluso me extraña que mi estomago se haya portado a la altura de las circunstancias después de que pasé horas sin comer durante los tours y cuando probaba algo eran platillos a los que francamente no estoy nada acostumbrados.

Ahora que lo pienso la tensión que involuntariamente sentía era completamente injustificada, pero qué le va uno a hacer, Dios me dio el poder mutante de transformar mis problemas en retortijones y diarrea.