martes, 7 de abril de 2015

Los últimos días de nuestros padres


Hace poco más de un año iba terminando de leer La verdad sobre el caso Harry Quebert, un novelón que me voló la cabeza, del autor suizo Jöel Decker. Sobre esa gran historia, que créame, es de lo mejor que he leído en toda los últimos años, escribí un post en este blog, mismo que pueden leer aquí

Por eso, en cuanto supe que Alfaguara publicaría en español Los últimos días de nuestros padres, la primera novela de Decker, quise leerla. Por supuesto estaba latente la posibilidad de que la calidad de esta historia inédita no fuera tan buena como La verdad sobre el caso Harry Quebert. Afortunadamente pasó todo lo contrario.

Alejada totalmente de La verdad sobre el caso Harry Quebert, la trama de Los últimos días de nuestros padres está ubicada en los años finales de la Segunda Guerra Mundial. Sí, quizá muchos ya estén cansados de ver el tema de este conflicto bélico reflejado en la televisión, el cine o la literatura. Sin embargo, esta novela muestra un punto de vista poco abordado: La creación, por iniciativa de Winston Churchill, de la Special Operations Executive (SOE), una nueva sección de servicios secretos británicos, cuya principal función es el sabotaje de las líneas enemigas desde su interior.

Así, el SOE comienza a reclutar a jóvenes de las naciones ocupadas por las fuerzas nazis, para ser entrenados en total clandestinidad. Entre ellos se encuentra Paul-Émile, un joven francés que abandona su hogar en París, donde vivía con su padre, para viajar a Londres. Ahí, junto a otros elegidos, es sometido a varios entrenamientos y adiestramientos extenuantes. En esos meses, Palo (nombre de guerra que se le da a Paul-Émile) conoce y crea vínculos de amistad con Gordo, Aimé, Rana, Farón, Key, Claude o Laura, entre otros. Todos personajes entrañables y perfectamente construidos.

Aquí hacemos una pausa para comentar uno de los grandes aciertos de esta novela: Conforme se avanza en la historia van integrándose más y más personajes, hasta que el lector se pregunta si esto no terminará por hacer del argumento algo confuso, o llevarnos a un final caótico y poco logrado. Y es ahí donde Decker nos muestra sus recursos de novelista, dándole una dimensión justa a cada personaje, y al mismo tiempo mantiene una coherencia narrativa que se sostiene hasta la última página.

Volviendo a la historia. Tras meses de una brutal preparación, en donde el grupo de agentes en formación se reduce considerablemente, los elementos más capaces son enviados de regreso a la Francia dominada para desempeñar peligrosas maniobras de sabotaje y espionaje, de las que no siempre saldrán bien librados. Conforme la historia avanza el contraespionaje nazi los detecta, complicando más las cosas.

“Y no hubo más que un largo murmullo, una queja apagada: Palo, Key y los demás, hasta Rana, el huérfano, eran los hijos malditos, los hombres más solos del mundo. Se habían marchado a la guerra y habían besado apresuradamente a sus padres. Se había formado un vacío en lo más profundo de su alma. Y en la noche inglesa, en la oscuridad de una pequeña habitación de militares con olor a moho, Palo y Key se arrepentían. Juntos. Amargamente, pues quizás habían vivido ya los últimos días de sus padres”. 

Es importante aclarar que Los últimos días de nuestros padres es mucho más que una novela sobre la guerra. De hecho, es sólo el pretexto para darle paso a una historia donde la amistad y el amor brillan con luz propia en medio de la obscuridad y desolación provocada por la ocupación nazi.

El dramatismo no sólo alcanza a los integrantes del SOE, cuyas personalidades van mutando conforme son expuestos a la rudeza de la guerra; también toca a sus familiares, y aquí debemos destacar el que sin duda es de los momentos más bellos de toda la novela: La espera del papá de Palo por su hijo, siempre llena de esperanza a pesar de las dudas. Al final todos, incluso los nazis, sufren pérdidas irreparables pero también tienen oportunidad de redimirse.

El amor de aquellos que se sienten arrojados a una guerra que no comprenden del todo, pero que encaran con valentía aún sabiendo que difícilmente saldrán de ella con vida; el amor entre un padre y su hijo; los conflictos y dilemas emocionales que la guerra siembra entre sus participantes; la amistad transformada en hermandad; la importancia de aferrarse al ser amado para hacer más llevadero el infierno; la búsqueda de la aceptación como motor para seguir adelante; o el miedo a tomar decisiones que afecten a los demás. Todo esto, y aún más, hacen de esta novela un verdadero deleite.

Y sí, a pesar de lo denso del tema, es un libro lleno de alegría y belleza, efecto logrado gracias a la narración de Dicker, que muchas veces alcanza niveles líricos.

*** Este texto es una parte de artículo ¿Quién es Jöel Dicker y por qué deberías leerlo?, que publiqué originalmente en el sitio Sopitas.com.