lunes, 21 de diciembre de 2015

17 cosas que pensé mientras veía el último programa de Chabelo


El pasado domingo se transmitió la última emisión del programa En Familia con Chabelo, cerrando así un ciclo de 48 años al aire. Obviamente lo vi y hasta me dieron ganas de chillar al final pero me aguanté. Mientras lo checaba, pensé varias cosas...

1. El señor Jorge Alberto Aguilera, encargado de la sección Los cuates de la provincia es eterno. Supongo que toma la misma pócima mágica que Chabelo y por eso no envejece. 


2. Al final, las leyes que prohibieron que los dulces y alimentos chatarra dejaran de anunciarse en horario matutino sí afectaron al programa En Familia. Antes todos estos productos se anunciaban con Chabelo, en cambio, durante los últimos meses los patrocinadores ya eran productos médicos o dirigidos al público adulto. Eso terminó notándose en la dinámica del programa y enrareciendo. 

Supuestamente esta ley era para evitar que los niños siguieran engordando, cosa que no ha pasado, y en cambio, terminaron matando al amigo de todos los niños. Pinche gobierno, siempre descomponiendo todo.

3. Y por eso mismo, como los patrocinadores eran clínicas para personas con dolores de rodillas o sordera, pues casi ya no concursaban niños, sino papás. 

4. En Familia con Chabelo nunca se caracterizó por dar regalos muy costosos o exhorbitantes, al contrario, siempre fueron bastante austeros. La diferencia era que uno de niño veía la vida con ilusión y quisiera estar concursando para llevárselos. 

5. ¿Qué diablos es eso de ‘Agua inmaculada’ que se anuncia con Chabelo? ¿Será su elixir de la eterna juventud?


6. Se nota que hasta el final Chabelo disfrutó haciendo su programa. Siempre lo vi cómodo y feliz, y ayer no fue la excepción. Sin duda ese programa era su pasión. 

7. En la última catafixia no hubo regalos chafas, como era una tradición. Aquello se me hizo buen detalle. 

8. Chabelo es el único ser al que le perdono usar calcetín blanco con zapatos y bermudas. 


9. Pinche Televisa, te odio por haber hecho llorar a Chabelo. Ya está grande, es como pegarle a un abuelito o a un árbol gordo gigante. Culeros.



10. Me encantó que la mayoría de las personas que siempre decían no haber visto el programa y/o que siempre lo criticaban, el domingo estaban subidos al Tren del Mame por el adiós de Chabelo. Yo siempre le fui fiel y sí sentí feo, pero genuinamente, no como la mayoría de ustedes, ¡posers!

11. Siempre me ha chiflado que Chabelo se cambie varias veces de ropa durante el programa. 

12. Aunque está chido que en los últimos años Chabelo usara camisas beisboleras extra grandes, prefería cuando usaba su traje setentero.


13. Muchos le reclaman a Televisa porque el último programa estuvo algo desabrido, pero lo cierto es que quizá fue el mismo Chabelo quien escogió tener un bajo perfil en su despedida, pues así es su personalidad.

14. Chabelo siempre tuvo buen ojo para elegir a sus edecanes. 

15. Siempre quise participar en la “escalera loca”, pero como era un concurso para papás, pues nunca tuve chance. Ya me la pelé. 

16. ¿En unos años irán a sacar “Chabelo animado”?

17. Cuando Chabelo apagó las luces del Foro 2 y salió del foro, simplemente se me rompió el corazón. Ver el rostro con lágrimas de Xavier López nos habla de lo mucho que le costó despedirse de este proyecto.



Y ya, la depresión no me deja escribir más. ¡Te quiero mucho Chabelo y espero tu regreso para la segunda temporada!

miércoles, 16 de diciembre de 2015

“Michael Jackson Hot-Joto, con Bibi Gaytán", y otras incoherencias de cuando uno va en la primaria

Cuando somos niños decimos muchas estupideces -luego crecemos y decimos todavía más-. Y es que, es en esta época de nuestras vidas cuando nuestra mente inocente comienza a retorcerse de forma perturbadora. 

No digo que en la Primaria nos volvamos unos seres endemoniados, sino simplemente nuestra boca va más rápido que nuestro cerebro, y si a esto le sumamos la poca experiencia que tenemos en la vida, pues es fácil explicar por qué nuestra cabeza termina formulando pensamientos incoherentes. 

A continuación enlistaré cinco ejemplos de pensamientos o actitudes carentes de sentido, de los que fui testigo cuando iba en la primaria.

1. “Mejor cómprate unas herramientas” 

Cursaba el quinto grado de primaria y después de ahorrar por semanas me había comprado una figura o-r-i-g-i-n-a-l de uno de los Caballeros del Zódiaco. Obviamente lo quería presumir y lo llevé a la escuela. Fue en el recreo cuando un par de amigos me dijeron que había hecho muy mal por haber gastado mi dinero en un muñeco. El argumento de uno de ellos, que se llamaba Christian y le decían “Chico” (no sé si algo le conocían o le hablaban al tanteo), fue…

- No Pif (así me decían), ya no gastes en muñequitos, mejor cómprate unas herramientas.

¿¡¿¡QUÉ?!? Osea ¡¡¡no manchen!!!. Teníamos 10 años y esos niños decían que ya debía dejar de pensar y querer juguetes para empezar a comprarme herramientas de señor 

¿¡Pues qué vivimos en un país en guerra para dejar de lado mi niñez y hacerme de unas herramientas!? Si mi sueño hubiera sido ser carpintero o mecánico cuando fuera grande, pues voy de acuerdo, pero a los 10 años no tenía ni idea de qué haría con mi vida. Ahora tampoco la tengo, pero esa es otra historia. 

Total, nunca les hice caso. De haberlo hecho, quizá ahora no sería tan inútil y sabría usar un taladro, reparar autos, colgar cuadros en las paredes y esas cosas que hacen los hombres de verdad. 


2. El cuchillo

Cuando iba en segundo de primaria se decía que en la cisterna de la escuela se aparecía un cuchillo. Sí, leyeron bien. En la cisterna de la escuela se aparecía un cuchillo diabólico. 

¿Qué hacía el dichoso cuchillo? ¡Nada! 

¿Qué hacía en el supuesto interior de la cisterna? ¡Nada! 

¿Por qué nos daba miedo si la cisterna siempre estaba cerrada? Sabrá Dios. 

Ni siquiera era que el cuchillo volara, tuviera vida propia, poseyera a la gente o estuviera en la mano de un asesino… nada de eso. Es como tenerle miedo al cuchillo de la cocina y eso está muy chafa. 


3. Yo uso “Condom”, y me protejo 

Cuando era niño en las calles había un anuncio espectacular que decía “Contra el SIDA te protejo: Condón”, y había una especie de globito enojado. Nunca entendí a qué diablos se refería, ni qué era el Sida y mucho menos porqué el dichoso “Condón” era como un súper héroe. 

Entonces, iba en sexto de Primaria cuando en una plática sobre gripas y catarros, un compañero que se llamaba Julio dijo muy serio:

- “Yo nunca me enfermo de nada porque uso ‘Condom’ cuando cojo”. 

Sí, así dijo “Condom”. En ese momento, esa afirmación no tuvo la menor lógica para mí. ¿Qué era eso del ‘Condom’? ¿Acaso una medicina mágica? ¿Y qué es eso de ‘cojer’? ¿Es cómo agarrar algo?

Años después comprendí la frase, aunque no del todo, pues obviamente a los 10 años Julio no usaba condones ni cojía. Es más, seguro que la incoherencia que dijo ni siquiera tuvo sentido para él. 


4. La casa de los sustos

En la primaria teníamos una casa de los sustos: El baño. 

Sí, por algún extraño motivo éramos masoquistas y teníamos un juego extraño: Entrar al WC de niños y ver el contenido de los escusados. Y es que como en toda escuela de gobierno los baños estaban hechos un asco, por eso, ver las plastas que ahí se encontraban era peor que toparse con un fantasma o un monstruo. Al final salíamos con los ojos llorosos y ganas de vomitar. Sigo sin saber por qué hacíamos eso. 


5. Michael Jackson Hot-Joto, con Bibi Gaytán 

En primaria era muy fan de Michael Jackson. Bueno, lo sigo siendo. Sabiendo eso, una vez un compañero de nombre Miguel se me acercó para hacerme una oferta: Según él, tenía en su poder un VHS titulado “Michael Jackson Hot-Joto”, que contaba con la participación especial de Bibi Gaytán. En el dichoso video los dos salían bailando encuerados. 

WTF?!?! ¿Neta el tal Miguel pensó que alguien iba a creer semejante mentira?

Y lo mejor, es que el dichoso video podría ser mío por sólo 20 pesitos, cantidad que si bien hoy me parece de lo más accesible, a mis 10 años no era tan fácil tenerlos a la mano. 

Nunca compré el video, pues desde entonces aquello me sonaba a estafa, aunque debo admitir que a veces llego a preguntarme ¿y si ese video era real? Lástima, no aproveché la oferta y me quedé sin ese artículo de colección que seguramente hoy vale miles de dólares. 


* * * * *
Mi conclusión: Los niños de las primarias están imbeciles. O al menos así era en mi generación.

jueves, 10 de diciembre de 2015

Delincuente soy (de nuevo)


En el verano del 2006 me convertí en un delincuente, cuando en un Wal Mart me robé una botella gigante de cartón, usada como objeto promocional de Coca Cola, y que era alusiva al Mundial de Alemania 2006. Ese hecho bochornoso de mi vida lo conté hace años en este blog, y de hecho pueden leerlo dando clic aquí.

¿Por qué saco a relucir en estos momentos mi obscuro pasado? Pues porque 11 años después volví a convertirme en un delincuente, y aunque ahora sí no merezco perdón de Dios, decidí una vez más contarlo en este espacio, para dejar así constancia del horrible ser que soy.

Todo ocurrió el pasado domingo por la noche, cuando fui con Tania a un Superama para la compra semanal de la despensa. En cuanto ingresamos al estacionamiento de la tienda, Tania vio que en un rincón del estacionamiento estaba abandonada una de esas canastas de plástico para ir echando los productos que uno va eligiendo cuando se encuentra dentro de la tienda.

En broma ella dijo “Deberíamos llevárnosla”. Y pues, entre broma y broma la verdad se asoma. En ese momento no le di importancia al comentario y entramos a la tienda.

Cuando regresamos con las bolsas ‘del mandado’ y las estábamos metiendo a la cajuela del auto, Tania nuevamente vio la canasta abandonada y 'casualmente' nuevamente dijo:

- Deberíamos llevárnosla.

Mi respuesta fue la de cualquier persona honesta:

- Pues va, órale.

Lo que siguió ocurrió muy rápido. En cuestión de segundos ambos intentábamos meter la dichosa canasta en la cajuela. No cabía. Tania diciendo "apúrate, apúrate, alguien nos va a ver… ¡ay no, una señora ya se dio cuenta, ya se dio cuenta!” Y yo, como un ser enfermo de maldad, con los ojos inyectados de sangre le contestaba de forma violenta “no me importa, ahora nos la llevamos”

Para lograr nuestro plan endemoniado abrimos las puertas traseras del auto y pusimos la preciada canasta sobre el asiento trasero. Mientras Tania la cubría con algunas bolsas yo me quitaba la chamarra para tapar toda evidencia que nos delatara. Subimos al auto, arrancamos como alma que lleva el Diablo y sudamos frío cuando llegamos a la salida. Dimos el boleto del estacionamiento y la pluma se levantó, dejándonos libres. Ya en el exterior suspiramos aliviados: Oficialmente éramos unos malditos ladrones, una completa vergüenza para la sociedad.

Cuando íbamos de regreso a casa noté que detrás de nosotros iba una patrulla. Por unos segundos me imaginé inmiscuido en una persecución de película, y luego recluido tras las rejas, pasando años en las sombras pagando por mis malas acciones.

Pero luego la patrulla se detuvo en unos tacos.

Ahora la canasta -que por cierto, está manchada con las huellas de la deshonestidad- se encuentra en mi casa. La verdad no la hemos usado y no sabemos realmente para qué carajos la queremos. Aquí el botín, cada que lo veo siento que una y otra vez me dice “eres un maldito ladrón asqueroso”: 


Aunque luego se me quita.

En fin, espero que un día no llegue la justicia a tocar hasta mi puerta, o peor aún, me detengan el día que se me ocurra volver a poner un pie en ese u otro Superama.

Si termino en la cárcel por favor llévenme nueces de la india:


Y también Nueces de la India:
Ya sé lo que están pensando: Pinche Gabriel, eres un desmadre.

Y sí.

viernes, 4 de diciembre de 2015

Ya no hacen los escusados como antes


Por lo general, los avances tecnológicos le han facilitado la vida a la humanidad, haciendo que todo sea más práctico y sencillo. Sin embargo, hay un rubro donde ni todo el conocimiento científico ni las innovaciones nos han ayudado. De hecho, se ha presentado un claro retroceso del que todos somos víctimas, aunque muy pocos lo confiesen. 

Hablo, por supuesto, del escusado, taza del baño, trono, o como usted quiera llamarle… 

Si nadie tiene el valor moral de hablar del tema, lo haré yo, pues me hice consciente del tema hace unas semanas. No están ustedes para saberlo ni yo para contarlo, pero desde hace mes y medio me mudé de casa. El bonito departamento donde ahora vivo tiene dos baños, los cuales me causaron desconfianza desde la primera vez que los vi, pues al “jalarles” noté que no emplean tanta agua como los baños de antaño. 

Sí, ya sé que la poca cantidad de agua es por rollos ecológicos y de ahorro del agua, pero no son muy efectivos qué digamos. Los baños de hace unos años soltaban una poderosa descarga de agua, formando un remolino potente que se llevaba casi todo lo que estaba depositado en el interior de la taza. Pero ahora, el agua y el remolino de cada descarga es tan pinche, que en muchas ocasiones no son suficientes para llevarse los cakes. 

Y esto lo digo con conocimiento de causa, pues en los últimos diez días he tapado el baño de mi departamento no una, no dos… sino tres veces. 

Ni pongan esa cara de asco, de hecho me declaro inocente. Tampoco es que esté comiendo demasiado o que posea una potencia sobrehumana cuando voy a soltar el miedo, más bien el problema es que esos baños están hechos para niñitas que solamente comen lechuga. 

La primera vez que tapé el baño pensé: Va, la verdad sí hice un poco más de lo que acostumbro y con todo el asco del mundo me puse a vaciar varias cubetas al inodoro. Y santo remedio. 

Para evitar nuevas complicaciones, cuando nuevamente me andaba del 2 iba al otro baño. Lo malo es que unos días después también tapé es. Ya se imaginarán lo feliz que me puse. Nuevamente viví el show de destaparlo, sólo que ahora “el producto” nomás no se iba, así que debí incrementar la cantidad de cubetazos y hasta usar la bomba destapa caños. 

Cuando logré destaparlo me sentí como un gladiador que había vencido a un león gigantesco, o como Gloria Trevi en esta película:



La tercera vez que nuevamente tapé el baño ya ni siquiera me sorprendí y resignado comencé una vez más con el procedimiento para liberar la tubería obstruida. 

Desde entonces vivo en la incertidumbre y cada vez que llega el momento de jalarle al váter mi mundo se detiene unos segundos esperando que todo se vaya con facilidad. 

Ya casi llegamos a Marte, podemos saber al instante lo que ocurre del otro lado del mundo, pero como humanidad no somos capaces de hacer que un pinche inodoro genere la suficiente potencia de succión y a la vez gaste poco líquido. En otras palabras, el desarrollo de los últimos años ha servido para un carajo, pues lo que ahorramos en agua gracias a estos baños, lo acabamos usando en todas las cubetas que llenamos para lograr destapar el baño. 

Y esto no es exclusivo de mi nuevo hogar, ya que en varios lugares me he topado con esos baños ecológicos que solamente nos dejan en ridículo porque se tapan casi casi con la pura mirada. 

Ahora tengo que ir por la vida buscando dónde hay baños viejitos y confiables, en los que pueda soltar toda mi furia sin temor a las consecuencias. Podrán reírse de lo que acabo de escribir y decir que soy un marrano, pero lo cierto es que son muchos los que comparten mi sentimiento pero prefieren callar y sufrir en silencio.