jueves, 27 de julio de 2017

Nos mudamos


Después de más de 11 años, esta es la última entrada de "El Incomprensible Mundo de Gabriel Revelo"...

Pero no se pongan tristes, porque no es un adiós sino un ¡Nos Mudamos!.

Así es, todo en esta vida cambia y la vida blogueril no es la excepción, por eso, he decidido abrir un nuevo blog en donde podrán seguir leyendo las tonterías que escribo. 

¿Por qué el cambio? 

Bueno, hace tiempo dejé de sentirme cómodo escribiendo aquí. Mi realidad era otra completamente otra cuando empecé con este blog en el 2006: Era soltero y ni a novia llegaba, vivía con mi mamá y mi hermana, no tenía trabajo, era gordo y me encontraba algo confundido con la vida, pues sentía que no iba a ningún lado. 

Más de una década después todo ha cambiado, incluida mi forma de escribir. Ahora estoy casado, tengo responsabilidades “d-e-a-d-u-l-t-o” (aunque lo cierto es que sigo siendo bien inmaduro), tengo un pug y una tortuga que dependen de mí, y sobre todo, mi forma de pensar a cambiado ligeramente. 

Por eso es más que necesario darle un cambio de rumbo a las cosas. 

Ahora pueden leerme en: gabrielrevelo.com

¡Nos vemos allá!

Pd. No borraré este blog, por lo que permanecerá en línea y seguiré leyendo los comentarios que lleguen, hasta que Google enloquezca y tenga la genial idea de cerrar blogspot.

martes, 18 de julio de 2017

Ya leí "Los Detectives Salvajes", y no me pareció tan maravillosa


Leí Los detectives salvajes de Roberto Bolaño y no me pareció tan maravillosa como muchos dicen, aunque para nada es una mala novela, al contrario. 

Fueron varios años los que tuve a este título en mi lista de lecturas pendientes. Las referencias que escuchaba al respecto, en su mayoría eran elogios que la calificaban como una obra maestra de la literatura latinoamericana. 

Aún y cuando muchos aseguran que este libro no es el mejor punto de partida para iniciarse en la obra de Bolaño empecé su lectura hace unas meses, teniendo sólo una vaga referencia sobre su trama: Un par de poetas latinoamericanos se obsesionan con una misteriosa escritora mexicana de la que casi no hay información, esa búsqueda los llevará a una aventura que se extiende por varias décadas y países. 

Ahora que terminé el libro, puedo ver lo acertada, pero también errónea de esa descripción. Y es que hablar de Los Detectives Salvajes, es hacerlo de un universo en donde viven varias novelas, todas son muy diferentes entre sí. A lo largo de las casi 800 páginas que la conforman (al menos esa es la extensión de la edición que tengo) hay cambios muy notables tanto en el estilo narrativo como en el espacio geográfico-temporal de las acciones. Bolaño hace gala de una envidiable facilidad para desarrollar pequeñas historias y relatos que van formando una totalidad aún y cuando son tan diversos . 

Quienes hayan leído Los Detectives Salvajes saben que la novela se divide en tres partes. La primera se ubica en la Ciudad de México de la década de los años setenta y gira alrededor de "Los Real Visceralistas", un grupo de poetas underground liderado por el chileno Arturo Belano y el mexicano Ulises Lima, quienes se ven así mismos como los precursores del próximo gran movimiento literario latinoamericano. 

En realidad Los Real Visceralistas sólo son un grupo de jóvenes sin oficio ni beneficio, cuya grilla interna y falta de madurez de sus integrantes deriva en situaciones que, narradas por Bolaño, se convierten en una autentica delicia. Ignoro si fue la intención del autor, pero en cierta forma esta primera parte es una crítica a las esferas culturales del país, esas que desde entonces y hasta ahora son más bien un club social donde lo importante es pertenecer y usar un lenguaje pomposo, antes que la creación artística. 

Se dice que a raíz de la publicación de esta novela muchos jóvenes quisieron volverse poetas. No entiendo por qué, si a lo largo de la narración los real visceralistas son pintados como unos vagos y haraganes cuya máxima aspiración es hacerse de un renombre para después vivir de él. Cualquier parecido con la actualidad -cof, cof, beca del Fonca- es mera coincidencia. 

A pesar de lo anterior, la primera parte de la novela es muy disfrutable, tanto por la forma en la que está retratada la Ciudad de México y su sociedad, como por las situaciones y personajes, que aunque me cayeron gordos, van enriqueciendo el relato. 

El problema viene con la segunda parte, situada varios años después. Valiéndose de saltos temporales,sigue la huella de Belano y Lima por distintos puntos de Europa, Medio Oriente y México. A modo de un gran rompecabezas, el lector va reconstruyendo la vida de ambos personajes, haciéndose una idea de cómo las circunstancias y experiencias los fueron moldeando. Este ejercicio al principio resulta apasionante pero conforme avanzan las hojas se va volviendo tedioso y redundante. 

Y esa es mi principal queja de Los detectives salvajes, lo innecesario de este trajín que nos deja con esa sensación de que al libro le sobran, por lo menos, unas 150 hojas. Tanto "cocinar" la segunda parte hace que el lector espere que en la tercera parte, la cual une a toda la historia, sea pletórica, algo que nunca ocurre. 

Si hoy me preguntan ¿qué es Los Detectives Salvajes?, diré que es una novela con un nivel narrativo excepcional, con una historia central basada en una anécdota simple alrededor de la cual giran bastantes personajes y situaciones, aunque muchos terminan sobrando. 

Pero tampoco me juzguen, por supuesto que recomiendo su lectura, pues aún en los momentos de mayor hartazgo en donde la acción parece estancada, la pluma de Bolaño da cátedra de virtuosismo y hace que pacemos por alto cualquier pifia. 

Tan enorme es, que aún con esos puntos en contra Los Detectives Salvajes es una de las grandes novelas escritas español de las últimas décadas.

domingo, 22 de enero de 2017

Agarrando y aplastando popós ajenas, por 2 pesos


Están por leer un texto plagado de situaciones asquerosas y desagradables, de hecho, los excrementos son el tema central. Después de la advertencia anterior, también es oportuno señalar que, a pesar de las marranadas, ésta también es una historia bonita. 

Todo comenzó el pasado dos de enero. Me levanté muy temprano y salí de casa rumbo al que sería mi primer día de trabajo. Iba llegando al metro cuando me llegó uno mensaje vía WhatsApp de Tania donde me decía algo así: 

"Pinche Cirilo, acaba de tragarse una moneda de 2 pesos"

Aquí hago un paréntesis: Para quienes no sepan, Cirilo es un pug negro cachorro que vive con nosotros desde hace unos meses, y que tiene la mala costumbre de morder todo lo que encuentra a su paso; incluido yo. 

Ok, volviendo al hilo narrativo (qué mamón se leyó eso), tras recibir la noticia me resultó imposible no preocuparme. Todo el camino al trabajo fui pensando en las implicaciones que podría traer la graciosada de Cirilo. Le respondí a Tania de lo más relajado, diciéndole que en la tarde llevaría a nuestro perro-alcancía al veterinario, asegurándole que todo iba a estar bien, aunque para ser sincero ni yo tenia esa certeza. 

Durante mi traslado en el metro, en el teléfono fui buscando información sobre casos similares y encontré todo tipo de historias: Desde aquellos que decían aseguran que el perro sin problema expulsa la moneda al hacer popó, hasta quienes pintaban el escenario catastrófico de una operación. 

En la oficina seguí checando información sobre los perros traga monedas. El panorama fue el mismo, anécdotas de todo tipo que no hacían sino ponerme más nervioso. Saqué una moneda de dos pesos que traía en el bolsillo. Me pareció enorme para el estomago de un pequeño pug. 

Cuando salí del trabajo y llegué a casa sentí alivio al notar que Cirilo se encontraba sano y salvo, ¡ya hasta había hecho popó! Y ni modo, hice lo que cualquier persona sensata y que ama a su perro hubiera hecho: Revisar minuciosamente las caquillas de mi perro. 

Obviamente usé una bolsa en la mano para hacer más llevadero el asunto, pero aún así la experiencia de andar amasando una popó que ya estaba fría y medio dura no fue agradable. Con cada aplastada la caquita despedía un olor putrefacto que me provocaba arcadas. Al final no encontré nada. 

Ya en la veterinaria le conté lo sucedido a la doctora. Puso cara de preocupación. 

- Chin, ya valió, pensé. 

Aquí debo hacer otro paréntesis narrativo. Cirilo va a una veterinaria atendida por puras doctoras, todas lo aman y chulean cada que va, por lo que en sus consultas este perro se siente realizado y no muestra ni una pizca de miedo. 

Después de revisarlo minuciosamente y tomarle sus signos vitales, la doctora me contó cómo estaba la cosa: Al no ser una moneda tan grande, lo más probable sería que Cirilo desechara la moneda en sus heces en un plazo máximo de 3 días, aunque también podía ocurrir que los 2 pesos se quedaran atorados en sus intestinos, y ahí sí que las cosas se pondrían feas. Debía estar muy atento a que no presentara comportamientos preocupantes, como estreñimiento, pérdida el apetito, ánimo decaído o vómito. 

Así que no me quedaba de otra, durante los próximos días tendría que revisar minuciosamente las popós de Cirilo, quien por cierto acostumbra a defecar varias veces al día. Y así fueron mis mañanas, mis tardes y mis noches, buscando entre popós duras y secas, o suavecitas y calientitas (dependiendo del tiempo que me tardaba en agarrar valor para jugar al Play-Doh). 

Pensé que acostumbraría, pero eso no sucedió. 

Al cabo de tres días Cirilo no expulsó la moneda, aunque siguió haciendo popó con la misma frecuencia de siempre, además de que su apetito y espíritu fregativo seguían intactos. La doctora, quien diario mandaba mensajes para preguntar por su paciente, me dijo que el tiempo para que Cirilo hubiera expulsado la moneda ya había pasado. 

- Seguramente no se tragó nada, si quieres, para estar más tranquilo, puedes sacarle una radiografía, pero si fuera mi perro yo dejaría así las cosas. 

Y es que esa era otra teoría, que Cirilo no se hubiera tragado la moneda. Tania me comentó que esa mañana lo vio levantar con el hocico la moneda y se echó a correr con ella. Para cuando logró atraparlo la moneda ya no estaba. La buscó detenidamente en el piso del departamento pero nunca la encontró, y por eso intuyó que el pug se la había tragado. 

Creo que eso es lo que pasó. Desde entonces han pasado tres semanas y Cirilo sigue creciendo y haciéndonos la vida felizmente insoportable. Si la moneda estuviera en su interior ya era para que presentara alguna clase de sintomatología. Sabrá Dios qué pasó con la moneda, quizá sigue por ahí, debajo de algún mueble, o ya la recogimos y ni cuenta nos dimos, o bien, Cirilo se apropió de ella y la tiene escondida en algún sitio pues está haciendo un ahorrito para el futuro. 

Ni modo, aplasté popós ajenas sólo por dos pesos, o más bien de a gratis porque la moneda nunca apareció. Pero qué quede claro, lo hice por amor.


lunes, 16 de enero de 2017

Los años sabandijas


Lo primero que llama la atención, cuando uno se encuentra con Los Años Sabandija, la nueva novela de Xavier Velasco, es la portada. Sí, sé que uno nunca debe juzgar a un libro por su portada, pero en este caso el viaje y el deleite empieza desde que observamos a esos cuatro fantasmitas del Pacman, legendario juego del Atari.

¿Qué relación tienen con la historia esos personajes, que lo mismo son perseguidores que perseguidos, dependiendo del momento del juego?

La respuesta nos va quedando clara conforme avanzamos página tras página y nos vamos adentrando en una trama que se mueve con una rapidez desmedida, que avanza de un lugar a otro en aparente sin sentido, con la misma voracidad que un pacman tiene por devorar todos los puntos que se encuentre en su camino. Una historia que son muchas historias, llena de personajes odiosos y ambiciosos, pero por eso mismo entrañables, un complejo rompecabezas que sólo nos queda del todo claro hasta que llegamos al punto final. 

Pero aterricemos las cosas: Los Años Sabandijas es una novela que ocurre entre 1981 y 1989, principalmente en la Ciudad de México. Quienes vivimos esos años seguramente encontraremos varios detalles que nos invitarán a la nostalgia, o bien, los más jóvenes, se toparán con una década en donde pasó de todo: Llegaron los primeros videojuegos, el walkman, comenzaron a celebrarse de forma casi clandestina los conciertos de rock, un sismo arrasó con la ciudad, México organizó un Mundial de Futbol, hubo varias devaluaciones del peso frente al dólar, la corrupción e influyentismo se encontraban en su máxima expresión, etc. 

Todos esos elementos conforman la escenografía que acompaña a Rubén Ávila Tostado "El Ruby", y a Lamberto Nicanor Grajales Richardson "El Roxanne", un par de jóvenes aspirantes a malandros cuya única aspiración en la vida, al menos al principio de la historia, es la de probarse a sí mismos y vivir al filo de la adrenalina. Este par de sujetos, aunque de personalidades distintas, comparten el talento para meterse en problemas, sólo por el puro gusto de apostar 'y ver qué pasa'

Estos dos amigos, que veces también cumplen el rol de socios o enemigos, según se vaya requiriendo, no son los únicos que desfilan en las más de 450 páginas que comprenden esta novela. Al contrario, a lo largo de los nueve años que abarca esta aventura nos topamos con un sinfín de personajes, cada uno de ellos determinante para el desarrollo de esta loca aventura donde todos parecen tener prisa por escapar de sabrá Dios qué. 

En Los Años Sabandijas pasan todos y de todo, hay espacio para la risa, el amor y el deseo, pero también para la violencia, las estafas y la envidia. Lo curioso es que me resulta difícil dar más detalles de la trama. Por una parte no quiero arruinarle la experiencia al lector que aún no termina esta novela, y por otra, sigo sin tener claro cómo explicar de forma concisa sobre qué va este libro. Lo mismo me ocurre con los personajes, siento que hablarles de alguno puede restarle impacto y efecto a la compleja pero a la vez perfecta forma con la que está estructurado el texto. 

Supongo que su armado no fue fácil. Encontrar cómo repartir a tantos personajes a quienes el tiempo y las circunstancias van cambiando radicalmente, y acomodarlos a lo largo de una línea temporal tan larga de eventos y acciones para que al final todo cuadre seguro fue un dolor de cabeza para el autor. Además está el reto de adecuar tanto al lenguaje como a la narrativa al ambiente años 80. Ignoro cuánto tiempo se requirió para concebir Los Años Sabandijas, pero el resultado valió la pena pues en las manos del lector las palabras fluyen con tal facilidad que cuando uno se da cuenta ya está por terminar la lectura. 

Quienes hayan leído a Xavier Velasco saben más o menos por dónde va la cosa: Personajes con una inmensa sed de vivir, pícaros y hasta cierto punto extremos, que se mueven siguiendo más a sus viseras que a la razón. Al final, salir de estos libros intacto emocionalmente es casi imposible, pues siempre hay algún párrafo, personaje o frase que nos llega a lo más profundo de las entrañas. 

Por supuesto que recomiendo su lectura -es más, es probable que después de leerla por primera vez sientan deseos de volver a ella en un futuro no muy lejano-, pero bueno, mejor dejaré que sea el propio Xavier quién nos hable de ella:


martes, 10 de enero de 2017

Carta de amor para Margarito


La calma de un lunes común y corriente se rompió con un mensaje de WhatsApp. El primero llegó poco antes de las nueve de la mañana, y en él, mi mamá me informaba que estabas mal, que llevabas varios días sin comer y que respirabas de forma extraña. 

La noticia me agarró en plena jornada laboral, y aunque me preocupé por tu estado de salud, el haberte visto superar un sinfín de enfermedades y padecimientos a lo largo de tus 17 años de vida me daban la falsa confianza de que una vez más ocurriría lo mismo. El segundo latigazo, más letal, lo recibí a las 13:45 hrs. Nuevamente era mi mamá, que ahora me decía que acababas de irte de nuestras vidas para siempre. Fue en la casa -tu casa- donde viviste toda tu vida, en el regazo de mi hermana, tu primera dueña, donde decidiste dar tu último suspiro. 

Cómo te explico, querido Margarito, que cuando me informaron de lo ocurrido de golpe sentí mi cuerpo pesado y torpe; los ojos se me hincharon y que tuve que interrumpir mi trabajo para ir al baño y respirar muy profundo. Esperé ansioso a que dieran las 2 de la tarde para huir de la oficina. Tenía otros planes para ese día, mismos que mandé al demonio pues de inmediato te volviste mi prioridad. Como autómata tomé el metro para emprender el viaje de regreso. En el trayecto me informaron que en poco más de una hora irían por tu cuerpo para llevarlo a cremar. 

Llegué justo a tiempo para estar unos minutos junto a ti y prolongar aunque fuera un poquito nuestra historia. Estabas cubierto con tu sabanita colorida que con cuidado retiré. Estabas en completa paz, como si estuvieras en medio de un sueño muy profundo. Te acaricié intentando retener para siempre la sensación de tu cuerpo peludo entre mis manos. Con la mente te di las gracias por haber tenido la bondad de haber llegado a mi vida y por darme tanto amor desinteresado. 


Y es que desde tu llegada, un domingo de septiembre de 1999, tu existencia quedó tatuada a la mía. Nunca fuiste un perro convencional, no eras de pedigree ni el más obediente, pero sí eras el mejor compañero que jamás pude haber pedido. Todas esas tardes paseando por las calles y los parques, las veces que nos quedamos dormidos en el sillón, todos los bocados que me arrancaste de las manos, tus ataques de locura cuando te ponías a correr por toda la casa, la forma en la que te parabas en dos patas cuando alguien estaba preparando algo en la cocina o lo mucho que disfrutabas que te rascaran la pancita. Esas y mil imágenes más venían a mi mente cuando me despedí de ti y vi como cargaban tu pequeño cuerpo para llevárselo. Mi mamá y mi hermana también estaban tristes y eso me sumió aún más en un estado de profunda depresión. 

Aunque sabíamos que tu partida estaba cerca, pues en los últimos meses tu estado físico se había deteriorado significativamente, no estábamos del todo preparados para una despedida tan despiadada. 

Querido amigo, no tienes una idea de cuanto me duele saberte ausente. Me hiciste muy feliz y cambiaste mi forma de ver el mundo. Me mostraste que es posible querer a un ser de otra especie y que hay amores tan puros y sinceros que trascienden el tiempo y el espacio. Perdona si no tengo la suficiente claridad para plasmar en esta fallida carta de amor lo mucho que ya te extraño.

Tu lugar ahora está vació y el silencio es ensordecedor. Si bien tardaremos en acostumbrarnos a él, nunca nos resignaremos a no verte. Tu recuerdo nos estará rondando todo el tiempo y te mantendrá vivo en nuestros corazones. Dicen que al morir las mascotas que tuvimos en vida nos ayudan a cruzar el último tramo hacia el cielo. Me alegra que, llegado el momento, volveré a toparme contigo. Mientras tanto corre y juega, salta, aúlla, ladra y sigue siendo ese ser increíble que se robó nuestro corazón. Sé muy feliz querido Margarito, ah, y salúdame mucho a mi papá. 

Te quiero mi pequeño Margarito, y eso nunca cambiará.