martes, 18 de julio de 2017

Ya leí "Los Detectives Salvajes", y no me pareció tan maravillosa


Leí Los detectives salvajes de Roberto Bolaño y no me pareció tan maravillosa como muchos dicen, aunque para nada es una mala novela, al contrario. 

Fueron varios años los que tuve a este título en mi lista de lecturas pendientes. Las referencias que escuchaba al respecto, en su mayoría eran elogios que la calificaban como una obra maestra de la literatura latinoamericana. 

Aún y cuando muchos aseguran que este libro no es el mejor punto de partida para iniciarse en la obra de Bolaño empecé su lectura hace unas meses, teniendo sólo una vaga referencia sobre su trama: Un par de poetas latinoamericanos se obsesionan con una misteriosa escritora mexicana de la que casi no hay información, esa búsqueda los llevará a una aventura que se extiende por varias décadas y países. 

Ahora que terminé el libro, puedo ver lo acertada, pero también errónea de esa descripción. Y es que hablar de Los Detectives Salvajes, es hacerlo de un universo en donde viven varias novelas, todas son muy diferentes entre sí. A lo largo de las casi 800 páginas que la conforman (al menos esa es la extensión de la edición que tengo) hay cambios muy notables tanto en el estilo narrativo como en el espacio geográfico-temporal de las acciones. Bolaño hace gala de una envidiable facilidad para desarrollar pequeñas historias y relatos que van formando una totalidad aún y cuando son tan diversos . 

Quienes hayan leído Los Detectives Salvajes saben que la novela se divide en tres partes. La primera se ubica en la Ciudad de México de la década de los años setenta y gira alrededor de "Los Real Visceralistas", un grupo de poetas underground liderado por el chileno Arturo Belano y el mexicano Ulises Lima, quienes se ven así mismos como los precursores del próximo gran movimiento literario latinoamericano. 

En realidad Los Real Visceralistas sólo son un grupo de jóvenes sin oficio ni beneficio, cuya grilla interna y falta de madurez de sus integrantes deriva en situaciones que, narradas por Bolaño, se convierten en una autentica delicia. Ignoro si fue la intención del autor, pero en cierta forma esta primera parte es una crítica a las esferas culturales del país, esas que desde entonces y hasta ahora son más bien un club social donde lo importante es pertenecer y usar un lenguaje pomposo, antes que la creación artística. 

Se dice que a raíz de la publicación de esta novela muchos jóvenes quisieron volverse poetas. No entiendo por qué, si a lo largo de la narración los real visceralistas son pintados como unos vagos y haraganes cuya máxima aspiración es hacerse de un renombre para después vivir de él. Cualquier parecido con la actualidad -cof, cof, beca del Fonca- es mera coincidencia. 

A pesar de lo anterior, la primera parte de la novela es muy disfrutable, tanto por la forma en la que está retratada la Ciudad de México y su sociedad, como por las situaciones y personajes, que aunque me cayeron gordos, van enriqueciendo el relato. 

El problema viene con la segunda parte, situada varios años después. Valiéndose de saltos temporales,sigue la huella de Belano y Lima por distintos puntos de Europa, Medio Oriente y México. A modo de un gran rompecabezas, el lector va reconstruyendo la vida de ambos personajes, haciéndose una idea de cómo las circunstancias y experiencias los fueron moldeando. Este ejercicio al principio resulta apasionante pero conforme avanzan las hojas se va volviendo tedioso y redundante. 

Y esa es mi principal queja de Los detectives salvajes, lo innecesario de este trajín que nos deja con esa sensación de que al libro le sobran, por lo menos, unas 150 hojas. Tanto "cocinar" la segunda parte hace que el lector espere que en la tercera parte, la cual une a toda la historia, sea pletórica, algo que nunca ocurre. 

Si hoy me preguntan ¿qué es Los Detectives Salvajes?, diré que es una novela con un nivel narrativo excepcional, con una historia central basada en una anécdota simple alrededor de la cual giran bastantes personajes y situaciones, aunque muchos terminan sobrando. 

Pero tampoco me juzguen, por supuesto que recomiendo su lectura, pues aún en los momentos de mayor hartazgo en donde la acción parece estancada, la pluma de Bolaño da cátedra de virtuosismo y hace que pacemos por alto cualquier pifia. 

Tan enorme es, que aún con esos puntos en contra Los Detectives Salvajes es una de las grandes novelas escritas español de las últimas décadas.

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