lunes, 30 de noviembre de 2009

¿Odiar el Teletón?


Han sido unos tres o cuatro correos electrónicos que he recibido en los últimos días, aunque seguramente otros cuantos se irán acumulando antes de la llegada del sábado 5. Diciembre ya no inicia con luces navideñas y las primeras compras de regalos, no, diciembre comienza cuando uno recibe su primer mail en contra del ‘fraude del Teletón'.

Cada año el fenómeno se repite, trayendo consigo nuevos adeptos que juran saber ‘la verdad de las verdades’ sobre este movimiento altruista en teoría, conformado por varias empresas y medios de comunicación cuya finalidad, en un principio, es ayudar a la creación de centros de rehabilitación para niños con capacidades especiales. Llevó años escuchando las más fantasiosas historias acerca del verdadero y terrorífico motivo que impulsa el Teletón, desde que fue una estrategia para estabilizar a Televisa de una crisis económica, hasta que es sólo un aparato para evadir impuestos. Qué si es pura farsa, qué si cada año la suma ya está asegurada desde antes de que comience la emisión, qué si los niños empleados en cada promocional son explotados de manera burda e inhumana.

Ahora mismo, mientras escribo estas líneas, mi hermana me está mentando la madre, y saben, no me importa, en primer lugar porque compartimos a la misma progenitora, y en segundo lugar, porque su único fundamento es uno de los muchos correos que circulan actualmente en el ciberespacio.

Lo cierto es que estas son una sarta de babosadas. Fiel a nuestra costumbre nacional, los mexicanos (ni modo, así somos), nos la pasamos buscándole tres pies al gato, inventando conspiraciones idiotas o viendo cortinas de humo hasta en el vuelo de una mosca. ¿A dónde voy con todo esto? A que rara vez validamos alguna campaña a favor de los más desfavorecidos. ¿Cuántas veces no hemos escuchado comentarios en contra de la campaña ‘Un Kilo de Ayuda’, ‘Sólo por ayudar’, ‘El Redondeo’, ‘Fundación Azteca’, y un larguísimo etcétera? ¿qué necesitamos para creer que realmente hay gente interesada en emplear sus tiempos y recursos en los demás? Convendría dejar esa postura un tanto retrograda de que los empresarios y gente adinerada, por el simple hecho de serlo, no puede dar pie a iniciativas con fines sociales y sin lucro.

Del Teletón podrán decir misa, pero lo cierto es que las instalaciones de sus Centros de Rehabilitación Infantil (las mejores en América Latina) en varios estados de la República Mexicana, están a la vista de quien los desee visitar. Médicos, terapeutas, enfermeras, voluntarios, padres de familia de niños en rehabilitación no me dejarán mentir: el Teletón, a pesar de a veces no darse abasto, funciona como una opción para aquellas familias de escasos recursos que necesitan tratamientos costosos para mejorar la existencia de miles de niños en el país. No dudo que las empresas se beneficien en sus ventas y al anunciarse a muy bajo costo durante los eventos del Teletón, pero caramba, no me importa si de esta manera un niño tendrá la oportunidad de mejorar su estilo de vida.

Detrás de toda la parafernalia (esa sí, a veces chocante) de los artistas y cantantes intentando caer bien a lo largo de más de 24 horas de transmisión ininterrumpida, está el verdadero fin: ayudar con lo que podamos. Seguramente el sábado buscaré un huequito para ir y cooperar con lo que pueda. Por un día preferiré dejar de comprar cervezas, revistas, discos, comida o cosas sin importancia y unirme a esa mayoría que afortunadamente, seguimos creyendo en el México solidario. El chiste es hacerse presente de vez en cuando. Llámese Teletón o darle comida a un niño en la calle. Lo que no podemos permitirnos es la pasividad, pues de ser así, ni derecho de reclamar tenemos. Ojalá un día no muy lejano, ya no necesitemos de un video conmovedor o de las lágrimas de Lucerito para dar un poco de nosotros.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Tristísimo. Historia de una Alebrije


Alebrije: Forma enredada, difícilmente con una figura, confusa y fantástica.

Dicen que no existieron. Que son producto de la imaginación. Leyendas que al pasar de generación en generación, han perpetuado a pesar del correr de los siglos. Se cree que sólo son bellas artesanías. Pequeñísimo error del hombre blanco, creer que todo lo sabe.

Esta historia es sobre ellos. Criaturas enigmáticas y mágicas, cuya existencia siempre ha sido negada, adquiriendo quizá por esto el misticismo de lo que pese a ignorarse, es veraz. Provienen de Oaxaca, aunque habitan en todo el sur de México y parte de Guatemala. Pese a que actualmente evitan a toda costa el contacto con las personas, gracias a un pacto de mutua cooperación, durante siglos convivieron con los antiguos zapotecas y mayas. La llegada de los conquistadores españoles trajo consigo el derrame de sangre inocente, provocando que las colonias de Alebrijes conocieran la maldad engendrada en la raza humana y decidieran apartarse para mantener libre a su linaje de la violencia y crueldad del mundo. Sólo quedaron algunos códices y artesanías que daban cuenta de su existencia, mismos que fueron tomados como molde para los alebrijes que en la actualidad se venden en puestos y mercados populares.

Desde el nacimiento de la Nueva España, pocas veces han sido vistas. Las veces que esto ha pasado, han sido confundidos con duendes, extraterrestres, fantasmas, el chupacabras o diferentes tipos de animales.

Algunos alebrijes tienen la facultad de la invisibilidad. Sólo ellos se aventuran de vez en cuando a entrar en los asentamientos humanos. Son capaces de cambiar el estado anímico de las personas que los rodean, por eso muchas veces la gente suele sentirse alegre, nostálgica o triste sin motivo aparente. Otros, son capaces de alterar su entorno. Nublar el cielo, provocar que el viento frío sople en pleno verano o que las plantas florezcan en un instante. Seres mágicos por naturaleza, los alebrijes juegan con el mundo a su antojo, trastornando de paso, a cuanto ser viviente se cruza por su camino. De cualquier modo, muchas veces dependemos de su estado de ánimo para tener lo que llamamos ‘buena o mala suerte’.

* * * *

Su promedio de vida es de doscientos años, aunque según registros, algunos pueden llegar a los trescientos. Suelen ser orgullosos de su pureza y apariencia. Cada Alebrije es único. Mezcla de muchas criaturas y animales. Por eso, el mundo de los alebrijes se sacudió hace unos treinta años, cuando en una de sus colonias al norte de Chiapas nació Chali-Kam, alebrije amorfo. No tenía alas, colmillos o patas de otros animales. Sólo era una criatura amoratada y regordeta sin rasgos distintivos. Poseía, sin embargo, una gran ternura y felicidad que se le escapaba del cuerpo.

Días después de su nacimiento, el consejo de los alebrijes más viejos de la selva, decidieron reunirse con la finalidad de discutir sobre el futuro de Chali-Kam. Algunos sostenían que la llegada de este alebrije amorfo era una señal de los dioses, y que por lo tanto debía ser venerado como tal. Otros, en cambio, lo consideraban como un designio de mala fortuna y catástrofes venideras. Finalmente se tomó la decisión de tratarlo como un alebrije más de la colonia.

Pasaron los años, y mientras el resto de los Alebrijes de su edad paulatinamente descubrían y desarrollaban diferentes capacidades mágicas, propias de su especie, Chali-Kam crecía sin el amparo de alguna propiedad que lo volviera especial. Siempre fue tratado con respeto y cariño, pues el ser diferente hacía que se le tuviera un cierto sentimiento de protección. Contrario a lo que pudiera pensarse, no era feliz. Contaba con el amor de su familia y de la colonia entera; a pesar de esto, el mismo sentimiento de incomprensión lo seguía a todos lados. Su carácter fue cambiando paulatinamente, y aquella alegría desbordada de su infancia se convirtió en seriedad y melancolía. Sin que le importara demasiado, comenzó a ser llamado ‘Tristísimo’ por sus amigos. Ningún otro nombre lo describía mejor.

* * * *

Se marchó en una fría noche de octubre. Así, sin avisarle a nadie. Sin dar explicación alguna, ni siquiera a sus padres. Por años fue buscado sin éxito alguno. Poco a poco, los otros Alebrijes lo dieron por muerto, no sin sentir una gran pena en el corazón.

* * * *

Sucedía que Chali-Kam no podía seguir viviendo así. Sin ser parte de lo que se supone, debería ser su todo. Sabía que no era un Alebrije de verdad. Hubiera dado su vida entera por ser como el resto de sus amigos, y sentir, aunque fuera por un momento, el cosquilleo de la magia entre sus manos. Por eso decidió escapar aquella noche, para dejar de sentir la compasión de los demás. Para encontrar un futuro siendo el mismo, y no sólo una pretensión.

Salió de la selva, recorriendo pastizales, campos y brechas. Comiendo hojas de árboles y bebiendo agua de los riachuelos que a su camino encontraba. A veces pasaba por pueblos llenos de miseria y desigualdad, en los que pasaba semanas enteras preguntándose si en realidad ‘los humanos’ eran tan crueles y despiadados como los Alebrijes mayores le habían dicho. Le gustaba observarlos, y la verdad, no los encontraba tan temibles.

Una tarde lluviosa, mientras se protegía de la tormenta debajo de la corteza de un árbol, extraño su hogar y sintió ganas de volver. Un trueno iluminó el cielo de aquel paraje y una idea se apoderó de su mente: Llegar a ser como los otros Alebrijes. Sin tener muy en claro como lo conseguiría, decidió emprender el viaje de regreso a la selva, encontrar la manera de lograr su objetivo y volver con sus, ahora sí, semejantes. En el camino intentó hablar con diferentes animales, árboles y hasta con las nubes. Obteniendo como única respuesta el silencio.

Desesperado, Chali Kam tuvo la peor de las ideas. No fue la maldad la que lo orilló a matar, sino la soledad y las ganas de aceptación. Atacaba de noche, salvajemente, y en contra de su naturaleza noble. Después de cada asesinato lloraba. Se sentía repugnante y consideraba que el derramar la sangre de sus hermanos animales lo hacía una creatura peor que los hombres. No mataba por hambre, ni para defenderse. Asesinaba para apoderarse de partes de otros animales: alas de mariposa, pies de pato, cola de gato y coloridos plumajes y pieles que celosamente guardaba en el interior de una cueva. Cuando creía tener todo lo necesario dejó de matar, consiguió una filosa astilla de madera que uso a modo de aguja, y con hilos de plantas de maguey comenzó a coserse su nueva piel. Tiempo después, al ver su reflejo en el agua de un riachuelo, Tristísimo sonreía después de años de no hacerlo. Para celebrar decidió adornar su cabeza con un llamativo hongo silvestre y volver a casa.


* * * *

Su llegada causo sorpresa. No porque nadie esperara verlo de nuevo, sino por su apariencia. Contrario a lo que Tristísimo pensaba, su nueva figura fue vista con repugnancia. Prontamente fue detenido por un grupo de Alebrijes y llevado hasta el Consejo de los más viejos, quienes lo interrogaron sobre el origen de su nuevo aspecto. Nervioso y sorprendido por el hostil recibimiento, Tristísimo les contó avergonzado la historia de sus crímenes. Y aunque intentó justificarse, pedir perdón y decir que estaba arrepentido, fue expulsado para siempre de la selva. Fue agredido por sus antiguos familiares y amigos. ‘Eres una vergüenza’, ‘Criatura maldita’, ‘¿En qué clase de mounstro te has convertido? un alebrije no derrama sangre innecesariamente’, ‘Eres como los hombres, tienes el corazón podrido’. Todo esto y más escuchaba Tristísimo, mientras era sacado a golpes de la colonia por los otros Alebrijes y recibía un poderoso conjuro mágico de parte del más anciano de ellos: Jamás volverás a sonreír, vivirás hundido en la más terrible de las tristezas.

Y se marchó. Sin rumbo fijo. Quería morir. Una mañana intentó quitarse las partes de otros animales que había cosido a su cuerpo. No pudo, gracias al conjuro mágico ya eran parte de él. Recorrió cientos de kilómetros, pensando que tal vez su lugar estaría con los humanos.

* * * *

Muchas veces, Tristísimo sufrió agresiones por parte de los hombres. Algunas veces, cuando pasaba por algún cultivo, era confundido con animales carroñeros, y era alejado a pedradas y balazos del lugar. Otras era pateado y golpeado brutalmente. Incluso estuvo a punto de morir al ser atropellado en una solitaria carretera en el estado de Puebla. Milagrosamente llegó al peor lugar en el que un alebrije podría estar: La Ciudad de México. Basureros, contaminación, cielo gris y mucho ruido son suficientes para matar a un Alebrije. Todos sus días, todas sus noches, toda la soledad de esta urbe eran un infierno para Tristísimo, que decidió morir en Marzo, en un gigantesco terreno baldío cercano a la Cabeza de Juárez.

* * * *

Hace dos meses fui una vez más a una entrevista de trabajo. De nuevo me dijeron que no. Soy profesionista, y a mis veinticuatro años no me hago a la idea de no dedicarme a lo que estudié por años. ¿Alguien sabe lo que se siente tirar años de ilusiones al bote de basura? Yo sí, y créanme, duele. También perdí el amor, y desde entonces ni rastro de él en mi vida. Me sentía mal y lleno de confusión. Quería acabar con mi vida. Por eso compré este veneno para ratas que pensaba tomar y me alejé a uno de los suburbios de Iztapalapa.

Y fue cuando lo vi. Justo antes de tomar ese veneno que me haría agonizar, me di cuenta que alguien más lo hacía por mi. No supe quién o qué era. Mi única certeza, es que esa pequeña creatura había sufrido más que yo. Lo tome entre mis brazos. Pequeño, débil y asustado, me hizo comprender que era una tontería suicidarme pudiendo salvar otra vida. Lo llevé a mi casa (donde vivo en la mayor de las soledades) y lo alimenté con zanahorias, hojas de lechuga y agua; también lo limpié con agua caliente. Dos días después, creo, estaba fuera de peligro.

No sé, en una ocasión lo mire a los ojos, y su voz habló en mi interior. No pregunten cómo, pero lo entendí. Me contó su historia sin hablar. Se llama Tristísimo, y acepté quererlo desde ese momento, porque se parece a mi. Desde entonces es mi amigo. Ambos nos sentimos excluidos de nuestro mundo. Los dos, descubrimos que no tienes que ser un Alebrije o un humano para herir a los demás.

Hoy, Tristísimo duerme debajo de mi cama, y quizá por eso, hay días en los que me cuesta tanto sacudirme esta melancolía que tan frecuentemente invade mi corazón.

Eva Lucia Revelo / Gabriel Revelo
2006


El personaje de Tristísimo, así como su figura (ver fotos) es una creación de Eva Lucia Revelo González. La historia, es de Gabriel Revelo.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Mi foto con el Pelón

El pasado sábado acudí al Café 22 de la Colonia Condesa a ver, por segunda vez, el show de stand up comedy 'El Pelón en sus tiempos de Cólera'. Fue precisamente Héctor Suárez Gomís, creador y protagonista del espectáculo quién amablemente me invitó después de comentar en el post en el que hablo de su primer libro. Acompañado por mi novia y por mi mejor amiga, una vez más pasé una velada excepcional y llena de humor inteligente. Al terminar la presentación, tuve la oportunidad de saludar al buen Gomís, que dicho sea de paso, es un tipazo. Intercambié un par de palabras con él, como pude le agradecí la invitación y por supuesto, nos tomamos la obligada foto para la posteridad.


No podía irme sin que Héctor firmara mi ejemplar de ‘El Pelón en sus tiempos de Cólera’. De nuevo mi agradecimiento al buen Gomís por su talento, por aligerarnos la vida y sobre todo, por la calidad de persona que eres. Fue una gran noche.

jueves, 19 de noviembre de 2009

¿El final de mi blog? (que hasta bloguear cansa)


Creí que nunca escribiría algo así, pero estoy pensando seriamente en cerrar éste blog. Aunque sea parte de mi vida y adoré darle vida a un espacio como éste, siento que ya no es lo antes. En cierta forma, esa magia se me ha ido escapando y ni siquiera sé el por qué.

Es cierto, el número de visitas y comentarios ha bajado considerablemente. Algo así no debería importarme tanto cuando aun hay un considerable número de personas que me leen (y a las cuales se los agradezco con el alma), pero esa retroalimentación es necesaria. Descubrí que aunque no es determinante, un escritor necesita mantener algo alto su ego. ¿Cuándo inició el declive?, ¿qué escribí que hizo que la audiencia disminuya? Confieso que antes encontrar el tiempo para actualizar ‘El Incomprensible Mundo de Gabriel Revelo’ era lo más sencillo, ahora lo confieso, me cuesta. Tras casi cuatro años de vida en la red las cosas han dejado de ser divertidas.

No sólo pienso en abandonarte querido blog. Estoy en las mismas con mi cuenta de Twitter y Facebook. Dado que soy un obsesivo con las cosas que me apasionan, retirarme de internet quizá me aligere la vida pues ya me cansé de llevarme el estrés del mundo virtual a la cotidianeidad de mis días. Qué si el internet está lento; qué si el Messenger no quiere abrir hasta que descargue la nueva edición; qué si lo los tweets que mando desde mi celular no se publican; qué si al post que escribí con tanta entrega nomás nadie le echó ni un pan… Cosas que no deberían, pero que bastan para que mi día se oriente en otra dirección.

Quizá sólo me quejo a lo idiota y éste espacio siga abierto un buen tiempo. Puede que sólo quiera descargar mi coraje porque no soy capaz de ordenar mi vida y otros rubros de más importancia en mi vida terminan relegados a un segundo término. Confieso que me encantaría leer más, hacer ejercicio, ir más al cine, dedicarle el tiempo que se merece a esa persona especial, pasear a mi perro más tiempo, salir más con mis amigos, dedicarle más tiempo a ese proyecto literario que tengo medio muerto. Me falta tiempo y no sé cómo extender el que tengo. Matar de alguna u otra forma esa desidia que siempre me acompaña.

Confieso, y aquí les abro mi corazón, que me siento estancado, atorado. Tanto mi vida en la red como la real, esa que acaricia el aire, están dando vueltas en círculos de confort que no me dejarán crecer en ningún aspecto y que me mantienen en continuo mareo.

Estos meses, de los más agitados de mi vida, me transmutan en nostalgia. Extraño el no querer llorar a todas horas. Tener una tarde tranquila y transformar la pasividad en arte ya no va conmigo. Con todo, no cambiaría el curso de las últimas horas de mi vida en las que hasta la inestabilidad emocional me sabe a durazno blanco. Quizá mi confusión sólo obedece a una simple pero compleja palabra: amor.

Querido blog, perdón por agarrarte de pretexto para insinuar que no sé a dónde voy ni que estoy haciendo mal… en realidad no quiero cerrarte; ni perderla a ella.

domingo, 15 de noviembre de 2009

El Pelón en sus Tiempos de Cólera, el libro


Siempre celebraré, a pesar de ser contadísimas las veces que esto ocurre, cuando un blog trasciende más allá de la pantalla de una computadora. Hoy hablaré de un fenómeno que he seguido desde sus inicios y que hoy es un éxito de ventas en la librería: El Pelón en sus Tiempos del Cólera.

El autor material (e intelectual) es Héctor Suárez Gomís, multifacético actor al que comencé a seguirle la pista a partir de su intervención en el sitcom ‘Diseñador Ambos Sexos', una de mis series favoritas de todos los tiempos. A partir de ahí traté de ponerle atención a cada uno de los proyectos en los que Suárez Gomís tomaba parte. Tiempo después me enteré de su partida a Colombia para grabar una novela y dejé de estar al pendiente de su carrera. A final del 2006, ya inmerso en el mundo de los blogs, me encontré con un blog cuyo nombre me llamó mucho la atención: El Pelón en sus Tiempos del Cólera. Cuál sería mi sorpresa al enterarme que aquel blog lleno de creatividad e irreverencia era escrito por Héctor.

Entonces me volví fanático de su sitio. Narraciones cotidianas sobre su familia, sus angustias, reflexiones de la vida, burlas y sátiras a la política y religión; eso y más puede uno encontrarse en el blog de Gomís. Cada una de las entradas posteadas es un festín de humor negro del que mi risa nunca pude escapar. Uno puede leer decenas de blogs y encontrar más o menos lo mismo, sin embargo de cuando en cuando blogs así de bien escritos e innovadores revitaliza e inspira. Sus lectores sabíamos desde entonces que aquellos textos eran demasiado geniales para quedarse en una página web.

Supongo que el propio autor lo sabía y por eso utilizó parte de ese material para darle vida a un stand-up comedy entrañable al que también nombró “El Pelón en sus Tiempo del Cólera” y del que hace unos meses hablé en éste blog. Ahora, para redondear el ciclo ha llegado un libro que recoge buena parte de esos posts que aun me siguen matando de risa. En cuanto supe de su publicación comencé a buscarlo en las librerías. Una vez con mi ejemplar me dediqué a devorarlo. Podría pensarse que en general conocía el contenido, pero Héctor Suárez Gomís de nuevo me sorprendió por la estructura y formato que le dio a su obra.

Capítulo a capítulo el mundo de Héctor Suárez Gomís se nos presenta de una manera tan amena y ágil que terminamos por fusionar nuestras experiencias con las de él, en parte ese es el éxito de éste libro. No leemos algo lejano o pretensioso, sino a un hombre que tiene sus problemas como cualquiera y que tiene la peculiaridad de ser políticamente incorrecto. Las 100 cosas que no le gustan, sexo, familia, niños, relaciones interpersonales, un mexicano en Colombia. En El Pelón en sus Tiempos del Cólera cabe cualquier tema. Lograr un libro así, que crea conciencia por medio de la risa y que parecen hablar de todo, es una proeza.

Un libro altamente recomendable que inició en un blog, obra de un loco irreverente que hace de su vida una narración extraordinaria.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Adheridos Separados


A Claudia Ramírez, a la distancia cercana...

Atravesar Río Churubusco a las dos de la tarde, sortear el tráfico buscando espacios en los cuales colarme para llegar más rápido a mi destino. Llegar al Aeropuerto, desesperarme por no encontrar un lugar en dónde estacionar el auto y después recorrer desesperado las salas de salidas internacionales buscándote. Cuando encontré a tus seres queridos ya era demasiado tarde, tenías un par de minutos de haber entrado a la sala de abordar. Desde entonces me siento culpable por no decirte que te quiero mucho, demasiado…

Apenas tiene unas 24 horas que te fuiste y ya te extraño. A un día de de perder esa carrera loca por llegar a tiempo al aeropuerto, sigo lamentándome el que haya dejado escapar ese momento de abrazarte fuerte y desearte (por más que quisiera pedirte que te quedaras) un buen viaje. Decidiste partir de pronto, sin planearlo mucho y dejando un buen dejo de tú, de nuestro, destino en manos de la suerte.

Ahora mismo estás en el oeste americano, en una de esas ciudades enormes y modernas que tantas veces he visto en los programas gringos. Viviendo, conociendo otra cultura y a ti misma. Por lo pronto quienes más te amamos seguimos aquí, en tu ciudad, contando con desesperación los segundos que faltan para tu regreso y que se nos hacen eternos. Dicen que en dos meses regresas y eso me conforta, aunque la idea de que alguna oportunidad oportunista te atrape en esta nueva aventura y retrase nuestro reencuentro me aterra.

La última noche de viernes que compartimos te dije que “si me porto retraído es porque no quiero que me caiga el veinte de tu partida”, eso mismo intento hacer ahora. Quiero que estas palabras que nacen sinceras del corazón me calmen la incertidumbre y le den a la vida un motivo más para cruzar nuestros caminos de nuevo. Si éste texto escribe es porque me importa demasiado tu bienestar y siento la necesidad de hablar de ti, de tenerte presente, de saberte aun parte de mi. No sólo soy yo, sino muchos a quienes tú, tu sonrisa y presencia nos complementa la existencia. Sin ti nunca estaremos completos.

No llegué a tiempo a despedirte, pero la luna de anoche me convenció de que estamos unidos por algo más fuerte que los miles de kilómetros que hoy se pasean burlonamente entre nosotros. Estamos adheridos-separados. Adheridos en espíritu, corazón, fortaleza, fe y amistad. Separados sólo porque al mundo se le ocurrió ser demasiado grande como para no poder llegar a ciertos lugares caminando.

Ahora manejo sin prisa por llegar a algún sitio. Presiento que esa sensación vertiginosa volverá hasta el día en el que regresemos a ese aeropuerto, hoy un tanto amargo, por ti. Mientras una canción que me habla de ti, y que me hubiera encantado dedicarte, acompaña mi camino.

domingo, 8 de noviembre de 2009

The Fucking Family, capítulo 4. Pablo entrevista a John David para su tarea de inglés

Sean todos bienvenidos al cuarto capítulo de ‘The Fucking Family’ mi reality show familiar en el que me burlo de aquellos pobres individuos que tienen la desgracia de tener algún lazo sanguíneo conmigo. He de aceptar que eso de ventilar a varios familiares por medio de éste blog a veces me ha traído una buena carga de culpa, razón suficiente para que en esta ocasión, los videos que presentaré sean algo diferentes. Hoy el objeto de burla soy yo… y mi primo Pablo.

Aunque ahora se crea ‘muy acá’, hace un par de años el Pablo recurrió a mí para ayudarlo a su tarea de inglés. Lo recuerdo muy bien, fue una tarde de … (bueno, quien sabe qué mes, la verdad no me acuerdo tan bien). El chiste es que en su clase le dejaron entrevistar a un extranjero y grabar dicha conversación. Pablo hacía equipo con otro muchacho, más despistado que él. Obvio, ellos no tenían ni la más mínima noción del idioma inglés y además, les daba pena y flojera encontrar algún gringo dispuesto a hacer el ridículo con ellos. Gracias a mi manejo perfecto del inglés y a mis facciones anglosajonas, no tuvieron más alternativa que recurrir a mí.

Se suponía que la entrevista debería de darse en algún punto turístico y atractivo de la ciudad, y no en el parque de la esquina de mi casa, como al final ocurrió. Por supuesto tuve que vestirme como si fuera un viajero más a fin de que el profesor de Pablo no se diera cuenta de que todo era en realidad un montaje. Mi nombre no sería Gabriel sino ‘John David Stuart Little’, un nativo de Liverpool, amante del soccer. Grabamos dos vídeos (ambos perfectos en la pronunciación y gramática del inglés) para tener varias opciones. Con ustedes, la tarea de Pablo, tal y como (no es broma) fue presentada en su clase.




¿A poco no quedaron perfectos? Cuando deseen qué alguien se haga pasar por un extranjero, ni lo duden... llámenme.


Próximamente en éste blog:
The Fuking Family Capitulo 5: Los abuelos que no podían entrar a su casa culpan injustamente a Cata, la criada.

Otros capítulos de la serie de Reality Show ‘The Fucking Family’, cuyo objetivo es mostrarle al mundo pasajes cotidianos de mi familia, son:

Capítulo 0. Ven a cantar, que ya llegó la Navidad
Capítulo 1. La abuela Mamá Eva bailando a media calle
Capítulo 2. El llanto del 'Mimi' en su grupo del kinder
Capítulo 3. El romance de la Minerva y el Guasón corriente

jueves, 5 de noviembre de 2009

El disco - This Is It (parte 3 de 3)


Finalmente lo tengo en mis manos, y quiero prolongar éste momento lo más que pueda, atesorarlo para siempre. Fue un peregrinar de más de una semana, de cada tarde visitar las tiendas de discos buscando ese albúm que desde hace semanas se anunciaba y que desde entonces sabía, debía tener.
Abrir un empaque de plástico, respirar ese olor a nuevo, desprender el disco compacto de su estuche y ponerlo en un reproductor de música mientras hojeó las hojas del librito al momento en el que las primeras notas invaden el espacio sonoro. Toda esa sensación pasará decenas de veces más, pero no con un disco inédito de Michael Jackson. Rumores van y vienen asegurando, unos, que hay casi cien temas grabados y que no han visto la luz pública; otros, dicen que el tema ‘This Is It’ ya había sido grabado en los ochenta por otra cantante. Como sea, escuchar a Michael Jackson con temas que nunca antes habíamos escuchado es magia del más alto nivel.

Desde hace dos noches no dejó de disfrutar éste articulo de culto musical. Aunque técnicamente ‘This Is It’ es el soundtrack del documental del mismo nombre, en realidad se trata de un compilado de grandes éxitos (los que serían interpretados en sus conciertos) aderezado con los demos de She´s out of my life, Wanna be startin’ somethin’ y Beat it; el poema Planet Earth declamado por Jackson; y el tema inédito This is it en dos distintas versiones. Es precisamente en estas rarezas en las que radica la fascinación de prolongar la leyenda de Michael. Son estas piezas nunca antes comercializadas las que corroboran (como si hiciera falta) la calidad vocal y musical del Rey del Pop. ¿Cómo no estremecerse al escuchar un par de sus éxitos en sus versiones más puras, más románticas, más genuinas?

Por si fuera poco el arte del disco es entrañable. Se trata de un libro de 36 páginas con fotos de los ensayos de lo que sería su próxima gira mundial. Imágenes espectaculares y entrañables para cualquiera de sus seguidores. Un conjunto que junto con la película hacen de ‘This Is It’ una celebración esplendida que pone el candado final a una vida dedicada al noble acto de conmover nuestros corazones por medio de canciones.

En unos minutos terminaré de escribir esta entrada. Saldré a caminar por las calles en esta fría noche de noviembre. Alguna de tus canciones en mi iPod me acompañará. Una vez más lloraré, sentiré ganas de bailar o me pondré feliz. Querré escribir más de ti pero por primera vez en mi vida me negaré. Debo (debemos) de entender que es hora de dejarte descansar por un rato, sólo un momento. No, no te preocupes, sabes que siempre serás motivo de homenajes y atención, para eso siempre estarán tus canciones. Por el momento debemos entender que ya no estás aquí.

Volveré a escribir de ti, quizá en semanas o meses, pero por el momento, querido Michael, Esto es Todo.

domingo, 1 de noviembre de 2009

El Grim de Barranca del Muerto, una historia de miedo


No podía dejar pasar éste día de muertos sin narrar algo terrorífico, sobrenatural o al menos misterioso. Hace un año narré cuando mi auto fue súbitamente salpicado de una especie de 'sangre putrefacta' mientras manejaba en plena madrugada. Ahora, la historia que estoy por contar no me ocurrió a mí pero es real. Me la contó alguien que en vida nunca me mintió, mi papá. Éste relato es para ti.

1980. Antes de casarse y tener dos hijos (uno de ellos, autor de éste blog), Mario Revelo cubría el horario nocturno de supervisión en las bombas de combustible en la planta de Pemex por el rumbo de Barranca del Muerto, en la Ciudad de México. Por aquella época, esa zona del Distrito Federal lucía desolada, rodeada de zonas frías y boscosas. El trabajo de Mario y su compañero de turno era supervisar que los niveles de presión de aquellas bombas se mantuviera estable. Una de esas noches, helada por cierto, la jornada laboral transcurría sin novedad alguna. Cerca de la 1 de la madrugada los dos trabajadores hacían la revisión de costumbre. El silencio de aquel lugar solitario de repente se vio roto por el grito perturbador de una mujer. Aquel quejido, casi de dolor, alertó a Mario y a su compañero. Con lámpara en mano decidieron inspeccionar los alrededores. Fuera de la ausencia de sonido, no encontraron nada.

Casi una hora después aquel percance casi quedaba en lo anecdótico, en una mera casualidad.

De pronto, otro grito. Igual de acogedor que el primero pero mucho más cerca. Quién quiera que emitiera ese lamento debía estar sufriendo mucho. Mario y su compañero, entre la confusión y la expectativa se quedaron inmóviles dentro de su oficina. Un tercer grito, aun más próximo, los hizo salir del letargo. Aquella mujer podría estar huyendo de alguien, podría estar herida o simplemente perdida. Fuera cual fuera el motivo de aquel llanto ni Mario ni su compañero estaban dispuestos a continuar con la duda de que era lo que pasaba afuera. Un cuarto grito los hizo salir del cuarto en el que se encontraban. Antes, por si acaso, sacaron la pistola con la que el personal contaba para salvaguardar su seguridad. La noche obscurísima cubría todo. El frío aumentaba. Con ayuda de linternas comenzaron a iluminar la espesura de los arboles cercanos.

Tensa calma.

Otro grito.

- Corta cartucho. Le ordenó Mario a su compañero. Éste obedeció desenfundando la pistola y preparándola para disparar en caso de ser necesario.

Lo que sigue pasó en segundos que parecieron años. De la nada, entre los frondosos y altos arboles emergió una criatura enorme, una especie de perro negro de casi dos metros. Corpulento. Con aspecto diabólico. Sus ojos de un rojo profundo se clavaron en Mario cuando éste lo alumbró con la lámpara. El ser misterioso tenía el hocico lleno de sangre. Sus colmillos enormes relucían amenazadores, había que temer lo peor. Sin embargo aquella presencia giró y se retiró.

De nuevo el silencio. Mario y su compañero, impávidos, se quedaron unos minutos en el lugar. Volvieron a la oficina. Ni aquella noche ni en las venideras se volvieron a escuchar aquellos gritos de mujer. Por más que se buscó no hubo indicios de aquel animal (si es que se le puede considerar como tal). Meses después, Mario fue transferido a otra planta de Pemex. Nunca supo que fue lo que vio aquella noche. Lo cierto es que aquellos gritos y la aparición de aquel animal gigantesco de algún modo tenían cierta relación. Escuché esta historia muchas veces, siempre me estremeció.

Un Grim, según la tradición de algunos pueblos ingleses, es un espíritu que toma la forma de un gigantesco perro negro. Dicen que sus apariciones presagian la proximidad de la muerte o de alguna tragedia.