domingo, 24 de junio de 2012

Mi primer concierto para ñores: Emmanuel


No sabía que era fan de Emmanuel. De hecho, llevaba años de serlo y yo ni por enterado. Hasta que regalé un disco de sus grandes éxitos, lo escuché y me di cuenta que muchas de esas canciones no sólo me las sabía y me emocionaban, sino que de una u otra manera forman parte del soundtrack de mi vida. 

Uno se la pasa escuchando a Emmanuel gran parte de su vida, sin ser muy consciente de ello. Hasta que de pronto una de sus canciones llega a nuestros oídos y nos descubrimos cantándola de memoria y con mucho sentimiento. Pocos artistas tienen ese efecto atemporal en la sociedad. Emmanuel forma parte del imaginario colectivo de varias generaciones de México, aunque no todos sean muy conscientes de ello, pero de eso me enteré apenas ayer, cuando fui a mi primer concierto de este cantante.

Fui obviamente sonsacado por Tania, a quién debo reconocerle completamente el mérito de introducirme el gusto por las canciones de Emmanuel.

También fue el primer concierto de señores y gente grande al que fuimos. No es que quiera dármelas de muy joven, pero hasta ahora, todos los conciertos a los que he ido (salvo el de Paul McCartney que se cuece aparte) estaban más o menos orientados a la chaviza, esa a la que todavía me aferro a pertenecer.

El caso es que ayer por la tarde llegué al Auditorio Nacional sin una idea exacta de qué vería. Por un lado sabía que escucharía una buena cantidad de éxitos y canciones míticas, por el otro, no imaginaba qué tipo de ambiente habría y sobre todo, el tipo de espectáculo que podría dar un cantante de esta envergadura. Apenas llevaba unos minutos en el interior del auditorio, cuando me di cuenta que si bien había jóvenes y hasta niños, la mayoría de los asistentes era un público más maduro: treintañeros, parejas de cuarentones, grupos de señoras de 50 pa' arriba. Eso sí, todos muy entusiastas. Contrario a lo que pensaba, en el escenario la escenografía no era sobria, al contrario, lucía moderna y llamativa.

Y de forma potente comenzó el concierto con un bien planeado juego de luces, pirotecnia y sonidos africanos. La gente animada. Aquello no parecía un concierto para señores 'tan señores' como sospeché al principio. Y entonces apareció Emmanuel y se adueñó de la situación. Hay artistas a los que con sólo pararse en el escenario uno les nota el kilometraje y el colmillo bien retorcido, y éste es uno de ellos. Bastaron tres canciones para que Emmanuel se echara al público a la bolsa, y de ahí no salimos en dos horas.

Los conciertos de Emmanuel son peculiares. Alcanzan pronto la cúspide de las emociones y se mantiene en el mismo nivel todo el tiempo. Con canciones perfectamente acomodadas y muchos popurrís que hacen que la mayoría de sus éxitos sean interpretados. De pronto uno se descubre cantando temas que no había escuchado en años, pero que permanecían en nuestra memoria desde quién sabe cuándo. Y sí, es inevitable sonreír y dejarse llevar por esa ola nostálgica de letra y música.


Creo que no somos del todo conscientes del significado e importancia de Emmanuel en la música mexicana contemporánea. No se le ha hecho justicia a un compositor de ese tamaño, de esa trascendencia. Es hasta que detenidamente uno escucha la cantidad de melodías que le ha legado al público, cuando se entiende que Emmanuel tiene una trayectoria que lo coloca en un sitio privilegiado.

"Al final", "Toda la vida", "Solo", "Pobre Diablo", "Con olor a hierba", "El Rey Azul", "Enséñame", "Todo se derrumbó", "El día que puedas"... entre otras muchas, fueron coreadas y celebradas por los presentes, mientras que Emmanuel, tan jovial a pesar de sus sepa Dios cuántos años iba y venía incansable. Las señoras le gritaban a Emmanuel "Vengase pa'ca papacito".

Definitivamente, mi primer concierto de señores fue mucho mejor de lo esperado. Hit tras hit hicieron que la presentación llegara a su final sin que me diera cuenta. A nivel musical todo impecable, lo mismo el escenario moderno y funcional que le brindaban la atmosfera adecuada a cada tema.

Cuando al final Emmanuel cantó "La última luna" y se despidió del escenario, el público abandonó el Auditorio Nacional satisfecho y aun tarareando las canciones. Como dato curioso, fue el primer concierto de mi vida en el que el artista no regresa al escenario para cantar otra, pero el público tampoco lo pidió. Al parecer la gente grande no tiene esa costumbre y prefieren regresar temprano para evitar que les de reflujo después de cenar.

Fuera de eso, fue un excelente concierto. Emmanuel no da muchas presentaciones, por eso me siento contento de haber ido. Si alguna vez pueden hacerlo, no lo piensen más y véanlo en vivo, es una gran experiencia.

miércoles, 20 de junio de 2012

Ya sé por quién votar



Hace unas semanas les platiqué acerca de mi indecisión de no saber por quién votar en las próximas elecciones presidenciales, y de incluso considerarme huérfano electoral, hoy puedo decir que ya sé por quién me inclinaré.

No es que esté del todo convencido por el candidato al que le otorgaré mi sufragio. En honor de la verdad considero justo mencionar que mi elección obedece, antes que a mi convicción, a inclinarme hacia quien considero el menos peor.

Después de dos meses de seguir atentamente las campañas, ver todos los debates presidenciales y haberme informado lo más que puedo, ya definí mi voto. Será por Josefina Vázquez Mota, candidata del Partido Acción Nacional.

No tendría por qué explicar mi decisión, pero en vista de que ya me ventilé sin que nadie me lo pidiera, pues ahí les van mis razones:

Fui analizando qué pasaría si cada uno de los candidatos ganara, y en base a esto, ir descartando opciones.

Siguiendo este método, al primero al que eliminé fue a Enrique Peña Nieto. Para empezar me cae muy gordo. Lo considero un producto de los medios que por sí mismo tiene muy poca capacidad de mando y decisión, eso sin contar su ya evidenciada falta de cultura. Lo más preocupante en cuanto al priísta es todo lo que representa. Durante las últimas semanas han sido muchos los casos de represión y manipulación a manos de estos infames. Usan la violencia para acallar a quienes piensan diferente, además de otras triquiñuelas en las redes sociales para ocultar lo que se dice en realidad. Ni que decir de la preocupante actuación de gran parte de los medios de comunicación que se han mostrado marcadamente tendenciosos.

Tampoco votaría por Quadri. Pues aunque el tipo me cae bien, me parece inteligente y le va al Atlante, el sólo hecho de que pertenezca al partido de Elba Esther Gordillo me hace desconfiar. Votar por él, equivale a engrosar las arcas de una tipa que me parece un tumor en la política mexicana.

Y López Obrador. Aunque por momentos llegué a pensar en votar por él, a veces me da la impresión de no tener muy clara la forma en la que logrará sus objetivos. Podría decirse que AMLO constituye un puñado de buenas intenciones sin mucha claridad de operación. Su personalidad y necedad es otra cosa que tampoco me tomo a la ligera. No creo que se volvería un Hugo Chávez, pero sí podría actuar de forma un tanto impulsiva.

Finalmente Josefina. Desde mi perspectiva el país bajo el mandato del PAN ha ido bien. México ha cambiado de a poco, hay más libertad de expresión y una mayor fortaleza económica que ha sorteado bien las crisis de los últimos años. La lucha contra el narco y el crimen organizado me parece la adecuada. Sí, aun hay muchos problemas y no han sido años perfectos, pero siento que vamos por el camino correcto.

Y así las cosas. Sólo resta esperar a que llegue el 1 de julio, día de la votación, y ver en qué acaba todo este embrollo. Y que sea lo mejor para el país. Por cierto, es muy probable que el día de las elecciones cubra las incidencias de las elecciones desde el interior del mismísimo Instituto Federal Electoral. De ser así luego les cuento cómo me fue.


Y que gane quién el pueblo decida.

domingo, 17 de junio de 2012

Silencio



“Aunque jamás será lo mismo aquel rincón
porque le falta el temblor de tu cuerpo,
y le falta a la noche, el relente
y la envidia de la gente”
-Alejandro Sanz, Silencio.

Se guarda silencio justo cuando se tiene más que decir, pero también cuando hay más miedo.

Se guarda silencio cuando las ganas de gritar intimidan nuestra voluntad.

Si ahora las palabras están guardadas, es porque la sola idea de viajar por el aire y hacer eco en los oídos indicados pone en duda el discurso más elaborado. Y es que hasta la frase más bella puede ser un arma letal si se suelta en el instante y momento equivocado.

Guardar silencio por miedo, y por respeto tanto al presente como al futuro, todo por no querer contaminarlos de la incertidumbre de un hoy sombrío. Silencio para tomar valor o por lo menos aparentarlo. Silencio para el llanto más triste, el que no puede desahogarse por temor a que más calamidades vengan a nublar el destino.

Silencio no por elección ni obligación, sino por resignación. Silencio para desbaratar los puentes del entendimiento con el resto del mundo. Y quedar aislado, en espera de un milagro, o del cataclismo infernal que de una vez consuma lo poco que se mantiene en pie.

Se asume el vacío sonoro temblando por el temporal. Abandonado, solitario, como un refugio donde protegerse y no tener que dar explicaciones de nuestros actos.

Se está en silencio cuando se desea no estar, ni decir, ni existir. Se está en silencio porque es lo más parecido a estar muerto.

Gabriel Revelo
Junio del 2012

domingo, 10 de junio de 2012

Loser (lo que escribí un sábado)


En mi pasado post les platiqué sobre mi visita al Grafocafé, en donde interpretaron mi firma y trazos de mi escritura. Como en estos momentos no estoy de humor ni tengo ganas de escribir otras cosas, les transcribiré lo que redacté aquella tarde de sábado, y que posteriormente analizaron.

Esta es la pachequés que se me ocurrió ‘de botepronto’:

“Lo curioso, no era que Benjamín se considerada un ‘loser’ o ‘luser’ (así lo pronunciaba y por lo tanto, pensaba que así se escribía), sino que él mismo se sintiera orgulloso de serlo. Ser ‘perdedor’, decía, es la mejor forma de justificarse ante cualquier desventura o error de la vida.

Soy perdedor, porque la perfección que añoró me hace buscar el error.

Soy perdedor, porque la vida me parece un juego, y en todo juego se gana y se pierde.

Soy perdedor, porque hasta mi sombra me juega malas pasadas.

Soy perdedor para disfrutar mis pocos triunfos.

Soy perdedor porque me gusta contar historias. Y esas historias de ganadores a los que todo siempre les sale bien a nadie le gustan”.

Lo sé, es una mafufada… disculpen ustedes, es que es domingo.  

miércoles, 6 de junio de 2012

Lo que las letras dicen de mi (una noche en el Grafocafé)



Grafología: Ciencia que describe la personalidad de un individuo y determina características generales del carácter, acerca de su equilibrio mental (e incluso fisiológico), la naturaleza de sus emociones, su tipo de inteligencia y aptitudes profesionales mediante el examen de la escritura manuscrita.

La dinámica es simple. Escribes un par de líneas en una hoja y te cuentan lo que tu firma y forma de escribir dicen sobre ti. Todo esto mientras disfrutas de un cafecito y una rica crepa. Tal es el concepto de Grafocafé, un agradable sitio que conocí el pasado sábado.

Ubicado en el número 323 de la calle Galicia, en la colonia Portales de la Ciudad de México, este acogedor café fue un agradable descubrimiento. Nuestra amiga Brenda nos contó del lugar y decidimos ir en un grupito de amigos el sábado por la tarde. Una vez que llegas eres amablemente recibido por el personal del negocio. Desde ese momento te sientes como en casa.

Los precios son accesibles. Por 150 pesos tienes derecho al análisis de tus letras, a tomar un rico café (yo pedí el mío de chocolate blanco) y a un pastel. En caso de que en lugar de pastel pidas una crepa salada, el precio asciende a 180.

Después de acomodarnos en nuestros lugares, recibimos unas hojas blancas y las instrucciones de escribir por lo menos cuatro renglones de lo que quisiéramos. Unos minutos después, María Fernanda Centeno, nuestra grafóloga, recogió las hojas y comenzó su análisis de cada una de ellas. Ésta era la mía:



Sobra decir que ir a este sitio con personas a los que conoces es toda una experiencia, pues puedes comprobar si lo que dice la escritura de cada quien es o no real. Y saben, para mi sorpresa esta agradable grafóloga le dio en el clavo a la descripción de cada uno.

En mi caso, esto fue más o menos lo que me dijo:

Para empezar la grafóloga me comentó que rara vez había visto una hoja tan compleja como la que entregué (es que escribí en toda la hoja y hasta un dibujo hice). Me dijo que soy sumamente creativo, que todo el tiempo tengo cosas dándome vueltas en la cabeza y que esto bien encausado puede serme muy útil, pero también puede hundirme y no permitirme salir adelante. Me comentó que soy mejor jefe que subordinado, que tengo un carácter fuerte y que soy agradecido y romántico.

También soy independiente, propositivo, inquieto, auténtico e idealista. Soy optimista, por un lado me estreso y me preocupo, pero por el otro tengo la capacidad de levantarme de mis problemas sacando fuerzas de quién sabe dónde. Trabajo mejor solo que en equipo y tiendo a ser perfeccionista y autocrítico. Incluso me enojo conmigo mismo. Si algo se me mete en la cabeza soy necio y obstinado para conseguirlo. En una relación soy controlador y a veces celoso. Es difícil que me entregue y comprometa pues valoro mucho mi libertad.

Soy desconfiado, un tanto hipocondríaco y tiendo a exagerar las cosas. Soy sarcástico e irónico, tiendo mucho a la nostalgia y suelo regresarme al pasado, de hecho, cargo algo que no he podido dejar ni cerrar ese círculo. Soy bien administrado en todos los sentidos, siempre termino lo que inicio y soy inteligente. Soy introspectivo y tengo un mundo interior muy grande. Soy sonriente y amable, pero si me hacen enojar y lo deseo, sé qué decir para causarle daño a los que me rodean.

Podría dedicarme al diseño o a la mercadotecnia. A cualquier cosa que tenga que ver con crear o dibujar.

Y la verdad, sí... De hecho me gustó mucho todo lo que se dijo de mi. Después, a quienes íbamos en pareja nos hizo un análisis de cómo es nuestra relación, y esto fue lo que nos dijo a Tania y a mi:

Ambos somos exigentes y siempre queremos tener la razón. Nuestra relación es apasionante, aunque cuando nos enojamos tenemos peleas épicas pero también sabemos comprometernos. Somos dominantes pero también nos impulsamos mutuamente para seguir adelante. Aunque eso sí, ella manda en la relación.

Después de nuestras respectivas lecturas, aun estuvimos un rato platicando con la grafóloga, quien por cierto, a todos nos cayó muy bien. Es una chava amigable y extrovertida que incluso es columnista de una revista y colabora con varios medios.

Antes de despedirnos hablamos de política. De acuerdo a las firmas de los presidenciables, ella nos comentó que Peña Nieto se tiene muy poca confianza a sí mismo, López Obrador es necio y a como de lugar quiere tener la razón, y Gabriel Quadri es el más inteligente.

Así concluyó está velada. De verdad no pueden dejar de ir al Grafocafé. Yo pienso volver muy pronto. Da clic aquí para ir al sitio web del Grafocafé.

sábado, 2 de junio de 2012

Tommy Hilfiger: el aroma de mis pocos triunfos, y muchas derrotas



Me acompaña desde hace más de diez años. No lo hace diario, sino sólo en ocasiones especiales. Quizá por eso la asocio inmediatamente a esos días, y sobre todo noches, en las que mi vida ha quedado marcada para bien o para mal. Hablo de la loción para hombres de Tommy Hilfiger.

Sé que suena tonto y de lo más ridículo dedicarle un post a una fragancia comercial, pero para ser sincero, desde hace mucho me resulta imposible separar esta aroma a muchos de mis recuerdos. Todo comenzó en el 2002, cuando entre los obsequios que mi mamá me trajo del extranjero se encontraba una caja de la versión masculina de Tommy Hilfiger. Ella me contó que en cuanto la olió pensó que era ideal para mí. Después de abrirla y dudando un poco de su buen gusto me rocié un poco, y saben, me gustó.

Días después mi tío Miguel supo de mi regalo y dijo que laboral y socialmente hablando era adecuado usar alguna fragancia para dejar una buena impresión. Me pareció un buen consejo pero no lo seguí al pie de la letra. Nunca antes había usado ningún tipo de perfume que fuera “propiamente mío”, y la idea de usarlo a diario mi regaló me parecía absurdo.

¿Para qué si hoy sólo veré a mis amigos hombres?

¿Para qué si es un día común de escuela y por cierto, me aburriré dos horas en la tediosa clase de francés?

Decidí entonces usar mi loción sólo cuando la ocasión lo ameritara. Así me educaron, ¿qué quieren que haga? Toda mi existencia había observado a mi papá poniéndose sus perfumes más finos antes de alguna fiesta elegante. Él mismo me inculcó esta idea: la elegancia debe estar acompañada de una buena fragancia. Lo recuerdo rociándome el contenido de alguno de sus frascos carísimos antes de alguna Navidad o Graduación, así como decirme, antes de algún viaje de práctica en mis años de preparatoriano, que me llevará una de sus lociones "por si una noche salía en a la discoteca".

Por eso, desde hace diez años sólo saco la Hilfiger cuando la ocasión es lo suficientemente especial. Obviamente la voy reponiendo cuando se acaba, no crean que el mismo frasquito me ha durado tanto. Nunca he sabido un carajo de perfumes. Desconozco si es la mejor fragancia, o la más cara, o si está de moda. Sólo sé que usarla es un detonante para saber que ese día está llamado a ser importante.

Tommy Hilfiger ha estado presente en varios momentos entrañables de mi vida, como también en muchas de mis derrotas. Estuvo en esas fiestas de universidad en las que me divertí como un loco, pero también en esas salidas a algún tugurio en el que las cosas no salieron como esperaba y terminé con el corazón roto. En fiestas familiares, en mi desastroso viaje de graduación acapulqueño en el que todo fue un fiasco y en mis borracheras más memorables.

Hasta la fecha, oler uno de estos perfumes es como subirme a un vertiginoso tobogán de emociones. Ahí están las reuniones en casa de mi amigo Ángel, la emoción de ir apestando con ese aroma el interior de mi auto mientras me dirigía a mis citas con la noche y sus aventuras. Ese olor también me remite a esas madrugadas de cruda moral y de desamor, en las que apenas soportaba la aroma de mi loción mezclada con el olor a tabaco y alcohol.

Fracaso amatorios, momentos sublimes en los que los astros se alinearon para que un día fuera sublime, bodas, bautizos, comuniones. Compromisos de trabajo. Ilusiones quebradas, esperanzadores encuentros. Muchos celos, rabia y lágrimas. También besos y risas sinceras. Todo eso esconde la esencia que contiene un frasquito de Tommy Hilfiger. Parece mentira que gran parte de mi pueda guardarse en partículas de alcohol y viajar por el aire en forma de olor.

Siempre tengo mi loción Tommy, lista para cuando sea necesario agregar otro momento digno de inmortalizarse en mi álbum aromático de recuerdos.