viernes, 31 de mayo de 2013

¿Soy un rusher?

Esta semana mi calma se vio interrumpida por un extraño comentario que recibí en mi cuenta de YouTube. Para ser más explicito, en el video en el que le explico cómo elaborar gomas de migajón caseras para el fin del mundo. Ahí, una tal Francisca Anderson me puso esto:


El comentario me causó extrañeza pero aun así seguí con mis actividades normales. Horas después lo recordé y me vino a la cabeza la pregunta ¿qué diablos es rusher? De entrada pensé que podría ser una nueva tribu o grupo social al que quizá pertenezca sin saberlo. Así como hay hipsters y godinez, quizá haya otra clasificación en el que el autor de este blog podría ser encasillado.

Esta suposición me puso alegre, por fin dejaría de sentirme bicho raro y formaría parte de una comunidad especifica, cuyos gustos y afinidades seguramente encajarían con las mías. Así, muy emocionado me dije “quizá soy un rusher y yo ni enterado”.

Por la noche, hice una pequeña búsqueda en Google para saber qué era eso de Rusher. La respuesta me desconcertó mucho e hizo aun más incomprensible todo aquello. Le doy copy paste a esto que encontré, con todo y faltas de ortografía:

"SER UNA RUHSER"  es mas que un estilo es un sentimento cuando te conviertes en rusher empiezas a cambiar eres mas alegre los sigues en face empiezas a tener muchos amigos de de face xD eso me ocurrio a mi que piensan lo mismo =). con las canciones de BTR te hacen sentir que no eres invisible,que eres su chica de portada.

te pones muy trite cuando dicen que tienen novias y terminas dicendo ‘si el es feliz yo tambien lo sere’ o dices ‘no importa cuando sea grande yo sere su espoza *-*’ o simplemente te pones celosa o feliz por ellos. simpre cuando dan big time rush break up (un capitulo de la serie xD) terminas llorando.

 no los dejas solo por un corte de pelo o por que tienen novias. o simpre cantas ohohohohohoohoooooooh cuando tienes uin problema  o empieza la serie. Ser una rusher es lo mas linddo”

Ay no mamen… qué pinches enfermas.

Al parecer las “rushers” son las fans de un grupo musical de esos prefabricados, integrado por escuincles que se hacen llamar “Big Time Rush”, que a su vez provienen de una serie televisiva del mismo nombre que transmiten en Nickelodeon. Aquí hay otro video muy vacilador en el que una de estas niñas dice qué la convierte en una Rusher. También tiene muchas faltas de ortografía:



Los siguientes días he padecido crisis de identidad. ¿Por qué carajos me consideran un Rusher? Al grupo ni lo conocía y la serie jamás la había visto. Intenté hacerlo con un capitulo y me aburrió. Lo mismo con sus canciones, me parecieron sin chiste, tontas y no aguanté ni cinco minutos escuchándolas. Entonces, ¿en qué momento me vi envuelto en esta tontería propia de chavitas inmaduras?

Tras meditarlo mucho di con una explicación que me pareció la más factible: quizá me parezco a uno o más de los integrantes del grupo.

¿Cómo de cuál me ven cara?



 Ni modo. No me quedaba de otra más que aceptar la situación: era visto como ídolo y símbolo sexual por las adolescentes. Aunque no me guste, el que me comparen con ellos dejaba en claro que tengo madera para convertirme en ídolo juvenil de miles de jovencitas. A partir de ahora tendría que replantear mi vida. Dejar este blog, conseguir algún productor que me lance como cantante y me consiga algún papel en alguna novela o serie televisiva.

Empecé a imaginarme a cientos de chicas persiguiéndome. Sería más famoso que esos Big Time Rusher y hasta que el Justin Bieber. Cuando nuevamente revisé el comentario que me habían dejado en YouTube  descubrí la verdad. En realidad eso de “eres rusher” ido dirigido a mí, sino a otra usuaria que antes había comentado mi video y cuya imagen de perfil tenía al grupillo ese. Así me quedó todo claro. Ambas niñas son fans del grupo y estaban platicando entre ellas. Aquí se ve claramente mi error:


Qué oso.

Una parte de mi se siente avergonzada por lo sucedido. Para variar hice el ridículo y lo sigo haciendo contándolo aquí.

Aun así nuevamente vuelvo a respirar tranquilo. No soy un rusher…  por fortuna. Ya hasta andaba dudando de mi hombría. 

lunes, 27 de mayo de 2013

Poesía de un hombre solitario

 
“Yo ya no quiero, no, yo ya no quiero  
seguir todas las noches vigilando 
cuándo voy a dormirme, cuándo.
Yo lo que quiero es que pase algo,
que me muera de veras
o que de veras esté fastidiado,o cuando menos que se caiga el techo
 de mi casa un rato”.
- Fragmento de "A estas horas, aquí", de Jaime Sabines.  
 1. La poesía y yo

Tengo una relación extraña con la poesía. Si bien nunca he sido un gran lector de este género literario, sí tengo algunos libros que me gustan mucho, sobretodo de exponentes de la lengua española. Quizá no sea nada del otro mundo, pues mis gustos son de lo más predecibles: Mario Benedetti, Jaime Sabines, Pablo Neruda o José Emilio Pacheco, por citar algunos.

Lo confieso, me gustan mucho más los versos libres a los rimados. Supongo que eso de andar contando silabas y haciendo cuadrar la métrica tiene una parte matemática que nunca me resultó del todo atractivo.

2. La poesía y la música

Supongo que mi primer acercamiento a la poesía fue con la música. En algún momento de mi vida (en mis primeros años de preparatoria) el amor, o más bien, la búsqueda de él, hicieron que comenzara a prestarle especial atención a la letra de las canciones. No me llevó mucho tiempo descubrir que aunque hay canciones escritas simplemente para divertir o darle sentido a un ritmo en particular, hay otras, cuya fuerza lírica era capaz de llevar mi conciencia hacia otros rumbos. Esta sensación sólo la experimentaba cuando leía.

Un día ya lejano compré una antología poética de Jaime Sabines. Así relacioné el mundo musical y el poético. Deduje que para saber si la letra de una canción era buena o mala, había una prueba infalible: recitarla a modo de poema. Si sonaba bien y seguía provocando emociones, es que la letra realmente era buena.

Después vinieron mis intentos por escribir poesía. Al principio lo hice con rimas y versos obteniendo siempre resultados desastrosos. Después probé con la prosa, aunque jamás le di vida a nada sobresaliente.

3. La maestra Lourdes

Llegaron los años en la universidad. Recuerdo que una de las materias que curse a mitad de la carrera estaba orientada a la literatura poética. Las clases eran impartidas por la maestra Lourdes, una viejecita apasionada por su clase que nos hacia leer poemas de amor y a la que confieso, solía desesperar junto con mis amigos Isaac y Ángel. Siempre estábamos platicando entre nosotros y todo nos causaba risa, como a los tontos. Varias veces la maestra nos sacó del salón, pero aunque no lo parecía, la apreciábamos.

En algún momento la engañamos preguntándole si conocía al poeta chileno Sebastián González (en realidad nos referíamos a “Chamagol”, famoso jugador del Atlante en ese entonces) y le recitamos un supuesto poema suyo, que en realidad era una porra futbolera:

“Cómo no te voy a querer…
cómo no te voy a querer,
si llevo azul en las venas…
y de color grana es mi corazón”

A la profesora le gustó tanto el “poema” que nos prometió buscar más sobre ese poeta chileno, que repito, no existía.

4. A estas horas, aquí

En algún momento del semestre la profesora organizó un concurso sobre declamación poética en el que todos deberíamos participar. Al principio aquello no me llamó mucho la atención, hasta que me cayó el veinte que una de las chicas que me gustaba estaba conmigo en esa clase y pues quise impresionarla. Me puse a buscar e

ntre mis libros un poema lleno de romanticismo, que me hiciera quedar como un tipo bohemio, romántico e interesante. Entonces me topé con “A estas horas aquí”, de Jaime Sabines, y decidí que ese poema iba mejor conmigo.

Me lo aprendí en un día. Aquellas palabras describían cómo me sentía justo en aquel momento de mi vida. Llegó el momento de recitarlo frente a todos mis compañeros, y lo hice con todo el sentimiento del que fui capaz.

Este es el poema, leído el propio Sabines:



Según yo, recité aquel poema de una manera excepcional. Y creo que así fue, pues todos me miraban atentamente y creo que hasta conmovidos. Entonces la profesora Lourdes hizo un comentario que marcaría mi vida:

- Muy conmovedor Revelo. Esto que acaba de recitar su compañero, es una poesía para los hombres solitarios…

Bastó aquel comentario para que todos estallaran a carcajadas. Para nadie era un secreto que en ese tiempo añoraba el amor, por lo que la observación de la maestra le causó mucha gracia a mis compañeros.  Me puse rojo y acepté mi derrota sabiendo que le debía varias a Lourdes.

No gané el concurso de poesía, ni el poema que recité tuvo los efectos deseados (gracias al comentario de la maestra).

5. Poesía para sobrevivir

Año y medio después, ya en el último semestre de la carrera, mi situación sentimental era aun más caótica. Los dos intentos que tuve por encontrar el amor resultaron una catástrofe. Estaba por salir de la universidad y esto lo veía como el punto final a una fallida historia de amor. Unas semanas antes de que terminara las clases, me compré un disco de canciones inéditas y rarezas de Alejandro Sanz. Empecé a leer la letra de esas canciones a modo de poemas. Me conmoví demasiado y quise escribir algo similar. Pase los siguientes días escribiendo pensamientos que pensaba, eran lo más aproximado a poesías.

Al final el amor se me escapó y sufrí mucho, pero esos pensamientos amorosos escritos torpemente por mí me mantuvieron a flote. Muchos de ellos los he publicado en este blog, junto con otros que he ido escribiendo durante los años siguientes. La mayoría los podrán leer dando clic aquí.

6. La poesía que nunca se calla.

Ya no suelo escribir poesía (o intentos) con tanta regularidad. Sin embargo sigo buscando poemas en las letras de las canciones y adquiriendo de vez en cuando algún libro de este género literario.

Hace poco me enteré que la maestra Lourdes había fallecido. Entonces entendí que había disfrutado su clase, y que aquellas palabras que me dijo después de que recité “A estas horas, aquí” las dijo sin malicia.

Ahora me causa gracia su comentario, y sí, tenía razón, aquella poesía es de un hombre solitario. Ese que soy, que he sido. 


jueves, 23 de mayo de 2013

A diez años de la publicación de "Diablo Guardián"



Hace 10 años hizo su aparición una de las novelas más importantes de la literatura mexicana contemporánea: Diablo Guardián, obra que catapultó a Xavier Velasco como escritor de altos vuelos, y que nos entregó a Violetta, uno de los personajes femeninos más fascinantes y complejos de la literatura latinoamericana.

¿Cuántas novelas merecen ser celebradas al paso del tiempo? No muchas. Lo cierto es que uno sólo festeja a quien le parece entrañable o querido. A quién de una u otra forma ocupa un lugar importante en nuestras vidas. En el caso de la literatura, sólo muy pocas obras literarias logran mantenerse no sólo en el gusto del público, sino en el imaginario colectivo.

Diablo Guardián no sólo fue y sigue siendo un éxito en ventas. Esta novela además ha conquistado a decenas de miles de lectores tanto en México como en el extranjero. No es para menos, cada una de las páginas que conforman este libro poseen un ritmo vertiginoso y propio de un autor que sabe su oficio y en cuya pluma, la historia de Violetta y Pig adquiere solidez y la vuelve entrañable.


Hace 10 años…

Apenas salía el sol esa mañana del 24 de febrero del 2003, cuando Xavier recibió una llamada proveniente de Madrid. Desde el otro lado del Atlántico recibió la noticia que semanas atrás esperaba escuchar: su novela Diablo Guardián había obtenido el VI Premio Alfaguara de Novela, imponiéndose a otros cuatrocientos sesenta y dos manuscritos provenientes de América Latina y España.

A partir de ese día, la vida de Xavier cambió para siempre. Autor underground casi desconocido, y habituado a trabajar en las sombras, de pronto se vio ante los reflectores que significan la consecución de un premio literario de gran envergadura. Unas semanas después, Velasco viajaría hasta España, y recibiría formalmente el premio. Diablo Guardián fue editado en los países de habla hispana.


Diablo Guardián

Aunque sólo el tiempo lo dirá, no me parece descabello afirmar que Diablo Guardián está destinada a convertirse en un clásico de la literatura nacional. Su brillante manejo del lenguaje (sobre todo el que le otorga a la protagonista), la destreza para jugar con los tiempos narrativos de acuerdo a las necesidades de la historia, y la irrupción de una heroína como Violetta, hacen que leer Diablo Guardián sea una experiencia literaria completa. Uno ríe, se conmueve, hace corajes, se enamora, y en algún punto la historia también te lacera las entrañas. Hay momentos en los que por más daño que ciertos párrafos nos causen, se vuelve imposible apartarnos de ella.

¿En qué preciso instante nos atrapa la historia de una joven de quince años, que huye a la frontera con el dinero que les robó a sus padres?

Quizá ocurre cuando por medio de un espejo se magnifican los miedos y deseos del propio lector a través de la protagonista. Diablo Guardián es la historia de una mujer encantadora, interesada, descarada y dispuesta a siempre hacer lo que se le da la gana. Una mujer que quiere escapar de todo y que tiene una enorme prisa por vivir. Quiere ganar todo para apostarlo al instante. Vive una carrera a toda velocidad y no le importa estrellarse.

Violetta, que en realidad no se llama así, es hija de una familia de clase media que sin mucho éxito aspiran al ‘American Way of Life’. Para aparentar, cada integrante de este clan se pinta el pelo de rubio y hablan en inglés la mayor parte del tiempo. Un tanto fastidiada de esta vida a la que según ella no pertenece, Violetta toma el dinero que por años sus papás llevaban robándole por medio de colectas fraudulentas a la Cruz Rojas. Con eso cruza la frontera y llega hasta Nueva York, en donde quema cien mil dólares en tiempo récord. Para seguir con el ritmo frenético de su nueva vida (ropa lujosa, joyas, drogas), Violetta se ve obligada a enganchar a hombres en los lobbies de los hoteles, y otras artimañas que con el tiempo irá perfeccionando.



Este frenético ritmo de vida terminará de una forma abrupta, cuando a su regreso a México se encuentra con su Diablo Guardián, el único capaz de jugarse todo por una historia de amor improbable, pero a la medida de cualquier pobre infeliz. En este rubro encontramos a Pig, personaje perdedor y para su desgracia enamorado de Violetta. Resignado a siempre jugar el papel de héroe desde las sombras, ese que le teme al amor pero que tiene unas terribles ganas de caer en sus garras, ese que está obsesionado con una mujer letal y peligrosa a la cual no podrá dejar nunca.

Al final, Diablo Guardián podrá ser la historia de una adolescente que huyó a Nueva York con ganas de volverse millonaria y terminó seduciendo hombres en los hoteles para estafarlos, o la historia de un corrupto como “Nefestófeles”, o la de un huérfano que le teme a los hombres lobo. ¿Qué más da si en sus páginas cabe Mario Bros, Superman, kilos enteros de cocaína, ‘The Passenger’ de Iggy Pop, un Corvette amarillo, Las Vegas y Cuernavaca? Todo dentro de esas páginas atrae como un imán al lector, pues en cada párrafo es imposible no encontrar referencias propias. Y esto último, es lo que uno busca cuando lee.

Diablo Guardián es una novela sobre apostar todo o nada. Tirar los dados con el único deseo de sentir que uno está vivo. Este juego siempre interminable de deshacernos ‘de a poquito en letras’ lo encontramos en ‘Diablo Guardián’.
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Su Violetta, nuestra Violetta… 10 años después

Diez años han pasado desde que fue publicada la primera edición de Diablo Guardián. Desde entonces, Xavier Velasco ha publicado otros títulos como El Materialismo Histérico, Luna Llena en las Rocas, Éste que ves, Puedo explicarlo todo y La Edad de la Punzada, consolidándose como uno de los autores latinoamericanos más importantes. Sin embargo, Diablo Guardián sigue siendo su novela más representativa.

A pesar del tiempo transcurrido, la frescura de Diablo Guardián permanece intacta. La historia sigue atrapando a más y más lectores, e incluso próximamente saldrá al aire su adaptación como serie televisiva.

Para celebrar estos diez años de éxito, cosa ciertamente difícil en el mercado editorial, Alfaguara lanzó una edición conmemorativa de Diablo Guardián, la cual, además de una nueva portada, incluye el prólogo “La Coatlicue de Saks”, escrito por Enrique Serna, y “Mi Violetta”, un extenso texto en el que Velasco nos cuenta ‘la novela detrás de la novela’.


Durante los últimos años he tenido la oportunidad de asistir a varias presentaciones de Xavier e incluso de charlar con él en diversas ocasiones. De todos estos encuentros fui armando una especie de aproximación sobre cómo fue armado el personaje de Violetta y algunas claves detrás de la construcción de Diablo Guardián. No obstante, fue hasta leer el texto incluido en esta edición especial, cuando finalmente el rompecabezas quedó resuelto.

Pocas veces un narrador se molesta en explicar cómo fue incubando una historia, de dónde vienen sus motivaciones o el sufrido (aunque por lo mismo disfrutable) proceso de gestar una novela. Con “Mi Violetta”, Xavier no sólo enriquece la lectura de su novela, sino que además, hace que su protagonista adquiera aun más fuerza, y se aferre aun más en nuestra memoria. Así, por más que Violetta nos siga pareciendo terrible y peligrosa, no dejamos de guardarle un gran cariño.

Estos 10 años son un pretexto perfecto para volver a acercarnos a esa mujer que se escabulló por años de Xavier, y que finalmente tomó forma en una novela que a nadie deja indiferente. Nos la regaló para que cada quién la adapte e intérprete a su antojo. Ha dejado de ser suya, ahora es nuestra Violetta.

*** Texto de mi autoría, publicado originalmente en Sopitas.com

viernes, 17 de mayo de 2013

Los pájaros mamados que protegen a los ponys gigantes



La otra noche soñé con una idea millonaria y pacheca, de esas que sólo se nos presentan cuando dormimos después de haber cenado mucho: una serie de televisión, que de existir, sería un trancazo. Su nombre sería “Los pájaros mamados que protegen a los ponys gigantes”.

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Trataría precisamente de 4 pájaros fortachones que protegen al mundo. Uno es un pingüino, otro un cuervo y los otros dos no recuerdo que eran. Para verse más mamados sólo usan un pantaloncito y ya. Igual y tienen pelo en pecho, pero con tantas plumas pues no estoy seguro.

Estos pájaros, además de mamados, son a todo dar, malhablados y todo un desmadre. Pura risa con las peladeces que dicen.

Uno de los pájaros (creo que el cuervo) era metalero y tenía el pelo largo.

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La vida de los pájaros mamados no es fácil, pues también tienen otra encomienda muy importante: cuidar a unos ponys gigantes. Bueno, eso sólo lo sabe uno de los pájaros. En cambio los otros tres lo ignoran y se sacan de onda porque a cada rato se andan encontrando con los chingados ponys gigantes.

Lo curioso es siempre pasa lo contrario: los ponys gigantes acaban salvándole el pellejo a los pájaros fortachones.

Casualmente los ponys gigantes también son 4. (Y son medio mamones, la verdad).

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La cosa se pone buena cuando llegan los malos (no me acuerdo si eran animales o humanos, pero eran “los malos”) y con un arma especial encogen a uno de los ponys gigantes. Es decir, lo vuelven un pony de tamaño normal.

Entonces, el pájaro mamado que sabe el secreto de los ponys gigantes, le confiesa a sus compañeros que deben cuidar a los ponys gigantes, pues sólo quedan 3, y si “los malos” también los encogen el mundo se colapsaría y todos morirán. ¿Por qué? Pus nomás.

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Los ponys gigantes ni eran tan grandes. Eran como caballos normales. Por eso los pájaros mamados no entendían por qué tanto alboroto.

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En algún punto de la historia sale Zooey Deschanel y el negro que sale con ella en la serie New Girl. Aunque no recuerdo qué tenían que ver con los pájaros mamados.


En mi sueño, a los pájaros mamados mal hablaos terminó cayéndoles gordo eso de andar cuidando a los ponys gigantes.

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Creo que el negro que sale en "New Girl" era uno de los pájaros mamados. Pero no estoy seguro. Igual y era su identidad secreta o algo así.


En una parte del sueño uno de los pájaros mamados cantaba 'El ciclo sin fin' (la del “Rey León”) pero en el patio de la primaria en la que estudié.

Y ya, ahí sonó el despertador y me tuve que ir a trabajar.

No sé por qué siempre acabo soñando mafufadas así. Si algún productor quiere llevar esta gran idea a la televisión, háblenme, podemos negociar.  

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Algo así eran los pájaros de mis sueños, pero más mamados y más groseros:



… creo que de ahí me surgió la idea, o el sueño. 

lunes, 13 de mayo de 2013

Masaje sin final feliz


Como escribí hace unas semanas en este blog, me dio por dedicarme a correr y ya hasta participé en mi primera carrera. Por desgracia, mi carrera deportiva en el atletismo podría llegar prontamente a su final.

Hace quince días fui a entrenarme a los Viveros de Coyoacán. Era una mañana de domingo y por primera vez en mi vida corrí cerca de 8 kilómetros, por lo que me sentía muy feliz y realizado. ¡Incluso ya me imaginaba en las olimpiadas, ganando una medalla para México! Horas después, cuando caía la tarde comenzó a dolerme la rodilla izquierda. El dolor persistió un par de días más, aunque lo atribuí al esfuerzo que había hecho.

Para el siguiente domingo nuevamente fui a entrenar, está vez al Autódromo Hermanos Rodríguez. Comencé a correr y por ahí de los 2 kilómetros nuevamente comenzó a dolerme la rodilla izquierda. Al principio no le di importancia y así corrí otro kilometro, hasta que el dolor se volvió insoportable y tuve que terminar el circuito caminando. Toda esa tarde tuve un gran dolor en mi rodilla, tanto que caminaba con problemas, y ni que decir de subir y bajar por las escaleras.

Al otro día parecía robot a causa de mi rodilla izquierda dolorosa. Dos días después la molestia desapareció, pero me quedé con el pendiente y por eso, este fin de semana vino a mi casa un fisioterapista (o algo así) que me habían recomendado.   

El huesero llegó poco antes del mediodía. Con su cama de masajes plegable, en la que me acosté con short y mi playera futbolera (es que era sábado de quehacer). Después de explicarle mi situación, me examinó. Tras explorar mis huesos dijo que estaba todo descuadrado, que tenía la cadera abierta (¿?) y que una de mis piernas era más larga que la otra. Que por eso cuando corría desgastaba más una rodilla.

Puso música tranquila como para meditar. Entonces comenzó a darme una reverenda madriza. Me tronó ambas piernas, los brazos y la cabeza. Me pasó un rodillo por la espalda, me sacudió bien feo y al final, después de que parecía que estaba practicando lucha libre conmigo, me untó una substancia caliente, apestosa y de uso veterinario en la rodilla. Luego me pidió que me vendara la zona. Yo me reía para no llorar.

El huesero me dijo que no me debía  bañar en lo que restaba del día ni dejar que me diera el aire en la rodilla. Por eso me puse una rodillera de señora y no me bañé en el resto de la tarde. O bueno, sí. Sólo abrí la regadera para mojarme el cabello y ponerme shampoo para no oler tan feo ni tener los pelos sebosos. Fue todo un show bañarme así, pero al final lo logré.

Pensé que mi primer masaje profesional sería algo más sensual. Que una chica guapa y con apariencia nórdica usaría sus manos suaves para poner mis chakras en santa  paz y que hasta un final feliz tendría. En lugar de eso, un señor corpulento vino a mi casa, me dio una patiza y ni un café me invitó. 

Según él, ya podría correr al otro día. Así, ayer domingo nuevamente fui a correr a la Deportiva. Como el huesero-curandero me dijo que siempre debía calentar antes de correr, pues eso hice. Aunque eso de “calentar” pues no sé si lo hice bien. La verdad nomás le hice al cuento. Realicé unas sentadillas, caminé y estiré las piernas. Tras dos kilómetros de calentamiento me animé a correr.

Al minuto el dolor de rodilla volvió ligeramente, por lo que reduje la intensidad de mi trote. El dolor continuaba, así que opté por dejar de forzarme y hacer el resto del recorrido caminando.

De vez en cuando me ganaba la desesperación y la impotencia. Volvía a correr y nuevamente aparecía el dolor. Así, con pequeños arranques y un tanto decepcionado terminé de recorrer toda la pista. El resto de la tarde la rodilla me dolió poco. Gracias a que no me forcé tanto, la molestia no es tanta como la semana pasada. 

Y así me encuentro ahora. Ya no tan adolorido pero casi seguro de que el dolor en mi rodilla izquierda volverá en cuanto me aventure a correr nuevamente. Últimamente he recibido varios consejos de conocidos, amigos y familiares: qué si debo calentar bien, que me revisé con un ortopedista, que haga ejercicios para fortalecer las rodillas y que me cuide, pues se me puede salir el líquido amniótico (u algo parecido, es que no me acuerdo del nombre exacto) de las rodillas.

En fin, esperaré a la otra semana. Según el masajista-rompe-huesos necesito varias madrizas varios masajes más para quedar bien. Pero soy desesperado y con varias carreras en puerta me preocupa no poder correr bien. Veré que tal me siento tras un par de masajes más.

¿Será el final de mi carrera deportiva en el mundo de la corrida? ¿Me curará el huesero a base de masajes? ¿El dolor se me quitará como por arte de magia, gracias a un milagro de Santa Claus en plena primavera?

Ya veremos, y como siempre, lo estaré escribiendo por aquí. Mientras tanto, recen por mi rodilla izquierda.    

jueves, 9 de mayo de 2013

Capsula del tiempo



Siempre me parecieron atractivas las capsulas del tiempo. Esos paquetes con objetos y/o documentos característicos del presente, que son guardados por un tiempo determinado (casi siempre años), con la finalidad de que en un futuro lejano sean reabiertos para conocer más de cómo se vivía en el pasado.

Sin saberlo he participado en dos especies de capsulas del tiempo. La primera de ellas en este blog, cuando escribí un texto un 29 de febrero del 2008 y me atreví releerlo un 29 de febrero del 2012.

La segunda capsula del tiempo en la que me vi inmiscuido, si es que puede llamársele así, fue hecha en la primavera de 1995. Acababa de entrar en la secundaria del Instituto Don Bosco. En ese momento la sección era sólo para hombres. La verdad yo no era muy sociable (o todos eran muy sangrones) y no encajaba mucho con los demás. Aun así, fui incluido en esa dinámica un tanto peculiar.

Una mañana cualquiera, entre cambio de clases, uno de nuestros compañeros descubrió que uno de los mosaicos del piso del salón estaba flojo. Como el maestro de la siguiente clase no llegaba, alguien tuvo la ocurrencia de que en una hoja pusiéramos la fecha, el nombre y firma de cada uno de nosotros, la generación a la que pertenecíamos y un mensaje que no recuerdo qué decía, y que lo confieso, ahora me gustaría leer.

Colocamos esa hoja debajo del mosaico, y con un pegamento pegamos la orilla. Horas después, ese pedazo de piso ya no estaba flojo. Según pensamos, nadie se daría cuenta de que esa carta estaría ahí en un par de años.

Hasta ahora no sé si esa hoja fue descubierta. Yo dejé de estudiar en el Instituto Don Bosco en el año 2000 y hasta donde sabía, nuestra capsula del tiempo seguía ahí. Tengo planeado volver algún día a mi ex escuela, entrar en ese salón y buscar ese escrito. ¿Qué dirá, qué pensábamos en esa época unos simples estudiantes de secundaria privada? El problema es que si descubren a un ex alumno de hace años levantando el mosaico de uno de sus salones seguramente no sería muy bien visto, y terminaría haciendo el ridículo.

Aun así, soy necio y sé que algún día terminaré cometiendo esa locura. Espero averiguarlo algún día qué decía nuestra capsula del tiempo. 

domingo, 5 de mayo de 2013

Sopla el viento por la tarde



Si llegué aquí, fue porque algo me llevo a ti. Ya ves, el destino no se encapricha porque sí.

Cae la tarde y sopla el viento. El sol brilla pero no quema. Las hojas caen mientras el mundo adquiere esa atmósfera que algunas veces conecta el cielo con el corazón. Hacen falta instantes así, no para pensar ni para la reflexión, ni siquiera para sentir que uno tiene sangre en las venas  y está vivo; más bien, si hacen falta momentos congelados, es para dejarnos llevar. Para volvernos tierra, o mariposa. Ser todos y no ser nadie. Irnos. O quedarnos. Pero sin preocuparnos de las consecuencias de nuestras decisiones. Porque al fin y al cabo eso es la vida: el hacer y deshacer a cada paso que damos. Ya depende de nosotros el angustiarnos o no en el camino.

Es en esos segundos de conexión con el universo, cuando aprovecho para viajar al país de los supuestos, al sitio que jamás fue pero que se quedó con las ganas de ser. Lugares que antes de ciudades fueron ruinas. Murallas que colapsaron antes de levantarse. En esos escombros están enterradas decenas, quizá cientos de historias que jamás protagonizaré. Triunfos, amores y dolor que para bien o para mal no me alcanzaron ni eran para mí. Solamente resurgen como espectros en ocasionales fugas del pensamiento, los cuales a veces alimentan la nostalgia y la curiosidad, pero que instantes después mueren como lo que son: nada.

Que sople el viento y que me lleve, o que la tarde se pinte de obscuridad. Hoy da igual. Ignoro qué fuerza es la que guía nuestro camino en este laberinto de la existencia humana. ¿Algo me arrastró hacia ti, o fui yo quien inconscientemente te llamaba desesperado? Nunca lo sabré y qué bueno, porque en ese misterio descansa el amor que nos une.

Quizá lo nuestro sea fruto de un malentendido, pero no de la casualidad. El mundo no puede estar construido por bases tan endebles. Detrás de cada gesto, de cada movimiento, de cada encuentro, hay una precisión matemática compleja e imposible de calcular. Y sin embargo, pensar en este engranaje de encuentros y engranajes  sería una pérdida de tiempo. No lo entenderíamos, ni siquiera sabríamos bajo que preceptos opera. Por eso, cuando sopla el viento por las tardes lo mejor es lanzarse al abandono y volvernos susurro.

Que sople el viento y nos vuelva estrellas. Para brillar por años, aun después de que nuestra vida se apague.

Que sople el viento y el mar nos arrastre en su marea. Así tendremos la certeza de que a pesar de la tempestad, algún día encontraremos la calma de alguna orilla.

Que sople el viento y nos lleve bien lejos. Por bosques, ciudades y montañas. Que nos vuelva viajeros eternos cuyo movimiento sea calmado sólo por la lluvia.

Que sople el viento y su sonido nos amalgame con el de los pájaros que cantan al amanecer, porque es en esas horas -aparentemente más oscuras- cuando más necesito sentirme acompañado.

Que sople el viento en una tarde apacible cuando cae la noche. Que mi soledad momentánea se acompañe de tu infinita presencia, que transmute en todo mi entorno y haga lo que quiera de mí.

Que sople el viento. Yo me dejo llevar.

Tú eres mi viento. Yo sólo anhelo ser tu veleta.  

miércoles, 1 de mayo de 2013

Volví a pasar por aquella casa blanca de la esquina...

Volví a pasar por esa casa blanca que está en la esquina de mi casa, la misma sobre la que escribí hace casi 4 años.

Aunque hacía mucho que no detenía mi mirada en ella. Ayer no pude evitar ponerle atención. Estaba en penumbras.  La ventana del último piso estaba entreabierta. Del interior asomaba una cortina blanca percudida que ondeaba terroríficamente. Extrañamente no soplaba aire ni nada alrededor se movía, sólo ese pedazo de tela. Sentí frío y un escalofrío. No aguanté más que unos segundos antes de marcharme de ahí corriendo.  


Hoy me acordé de ti, el triste protagonista de esa historia, y al que nunca conocí.