Siempre me parecieron atractivas las capsulas del tiempo.
Esos paquetes con objetos y/o documentos característicos del presente, que son guardados
por un tiempo determinado (casi siempre años), con la finalidad de que en un
futuro lejano sean reabiertos para conocer más de cómo se vivía en el pasado.
Sin saberlo he participado en dos especies de capsulas
del tiempo. La primera de ellas en este blog, cuando escribí un texto un 29 de febrero del 2008 y me atreví releerlo un 29 de febrero del 2012.
La segunda capsula del tiempo en la que me vi inmiscuido,
si es que puede llamársele así, fue hecha en la primavera de 1995. Acababa de
entrar en la secundaria del Instituto Don Bosco. En ese momento la sección era
sólo para hombres. La verdad yo no era muy sociable (o todos eran muy
sangrones) y no encajaba mucho con los demás. Aun así, fui incluido en esa dinámica
un tanto peculiar.
Una mañana cualquiera, entre cambio de clases, uno de
nuestros compañeros descubrió que uno de los mosaicos del piso del salón estaba
flojo. Como el maestro de la siguiente clase no llegaba, alguien tuvo la
ocurrencia de que en una hoja pusiéramos la fecha, el nombre y firma de cada
uno de nosotros, la generación a la que pertenecíamos y un mensaje que no
recuerdo qué decía, y que lo confieso, ahora me gustaría leer.
Colocamos esa hoja debajo del mosaico, y con un pegamento
pegamos la orilla. Horas después, ese pedazo de piso ya no estaba flojo. Según
pensamos, nadie se daría cuenta de que esa carta estaría ahí en un par de años.
Hasta ahora no sé si esa hoja fue descubierta. Yo dejé de
estudiar en el Instituto Don Bosco en el año 2000 y hasta donde sabía, nuestra
capsula del tiempo seguía ahí. Tengo planeado volver algún día a mi ex escuela,
entrar en ese salón y buscar ese escrito. ¿Qué dirá, qué pensábamos en esa
época unos simples estudiantes de secundaria privada? El problema es que si
descubren a un ex alumno de hace años levantando el mosaico de uno de sus
salones seguramente no sería muy bien visto, y terminaría haciendo el ridículo.
Aun así, soy necio y sé que algún día terminaré
cometiendo esa locura. Espero averiguarlo algún día qué decía nuestra capsula
del tiempo.
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