martes, 30 de septiembre de 2008

¿Y si la chupó el Diablo?

Si eres una de esas personas purista, seria o conservadora, mejor no leas esta entrada.

Este es uno de esos pensamientos ociosos y sin sentido que tan frecuentemente me invaden. Sucede que el domingo fui a misa. Aunque soy católico (quesque), la verdad tenía un par de semana (ejem, meses) que no me paraba en una iglesia. A la hora de la comunión, una de las mujeres que ayuda al padre, tiró una de las hostias cuando las repartían a los fieles. La recogió y dudaba si dársela o no a un señor que pacientemente esperaba. Finalmente la guardo.

Y aquí me entró la duda: Si cuando algo se cae, popularmente se dice ‘no lo recojas porque ya lo chupó el Diablo’, entonces ¿qué pasa cuando lo que cae es ‘el Cuerpo de Cristo’?, deduzco que sí el Diablo consume la hostia muere al instante ¿no?, pero, qué tal si es al revés, y termina por transmitirle la maldad propia de lo diabólico a dicho alimento? ¿Y si alguien la comiera después, caería poseído?

Jamás tendré las respuestas a estas interrogantes, pero esta guerra entre el bien y el mal me parece por demás interesante. ¿Y si en realidad Dios y el Diablo sólo son dos buenos amigos, de esos que se llevan muy pesado? Si alguien tiene la respuesta a todas las interrogantes planteadas, haga el favor de mandármelas. Me permito hacer estos cuestionamientos porque considero que mi relación con Dios es bastante buena, además, estoy seguro de que él creador del universo tiene un gran sentido del humor, sólo así se explica tanta belleza a nuestro alrededor.

Me acabo de comer un dulce. Al abrirlo resbalo y fue a dar hasta el piso de mi casa. Si alguien me ve haciendo cosas raras, es porque me chupó el diablo y necesito urgentemente un exorcista (con hostias nuevas).

sábado, 27 de septiembre de 2008

Chiquita



Chiquita existió y un libro nos cuenta su vida. Como una tórtola ansiosa de aires de libertad, así era ella. Testaruda, artista, bailarina, seductora, sincera, arrogante, cantante, decidida y decenas de adjetivos más podrían ser adjudicados a esta cubana nacida en 1869 y que conquistó los teatros, vaudevilles y ferias de Estados Unidos y las principales ciudades de Europa. Por si fuera poco, Espiridona Cenda, mejor conocida como “Chiquita”, tenía la particularidad de medir 65 centímetros de estatura.

El cubano Antonio Orlando Rodríguez, Premio Alfaguara de Novela 2008 por ‘Chiquita’ desarrolla una maravillosa biografía hasta llevarla a niveles ejemplares que la convierten en una historia exquisita, redonda e inolvidable en la que las fronteras de la realidad y la ficción se funden de forma perfecta, creando escenarios cercanos al realismo mágico. Esta novela resulta atractiva desde cualquier punto de vista por el que se le vea: Como la historia de un personaje femenino inolvidable, como testimonio de la época dorada de los espectáculos de vaudevilles o como un documento histórico de la historia política por la que atravesaba el mundo a finales del siglo XIXX y principios del XX.

Originaria de Matanzas, Chiquita decide dejar un futuro incierto por la agitación que la lucha de independencia en Cuba trae consigo, para cumplir con su sueño de triunfar como una artista en Estados Unidos, convirtiéndose en una de las figuras del espectáculo más importantes. Aunque por sí misma, la historia de Espiridona Cenda bastaría para hacer de esta novela una obra inolvidable, otros elementos la vuelven todavía más invaluable. Para empezar, la historia se cuenta no por uno ni por dos, sino por tres narradores tan diferentes entre sí y ubicados en diferentes tiempos. Además está toda la fantasía en la que el autor nos hace dudar, pues al adentrarnos más y más dentro de la narrativa de “Chiquita” uno termina creyendo ciegamente que todo lo leído es posiblemente verosímil. ¿Y los hechos y personajes históricos que se van cruzando con una delicadeza envidiable con la existencia de la Liliputiense? ¿Y todo ese mundo en el que las ‘rarezas de la naturaleza’ llenaban teatros y robaban aplausos sin consideración? ¿Ya se percataron de la grandeza de un personaje pequeñito pero lleno de vida?

Cofradías secretas, un pez prehistórico del Caribe tropical que termina en las aguas del Río Sena, el asesinato de un Presidente, un amuleto, liliputienses capaces de estar en dos lugares a la vez, una clarividente que puede ver el futuro en las orejas de las personas, una gallina que pone huevos de oro, amores intensos, un perro diabólico que deambula por las noches o un misterioso robo. Carros pequeños, un incendio en un circo, una periodista loca; y mejor aquí me detengo, pues si bien mi mente podría seguir desentrañando elementos de la novela de Orlando Rodríguez, lo mejor es leerla y descubrir como yo, un mundo en el que la grandeza no tiene tamaño.

Terminé de leer “Chiquita” desbordando emoción. Hay veces que uno no cree posible que las letras puedan mover tantas emociones y éste es el caso. Novelas inolvidables como está valen la pena si desde el primer momento nos hacen volar hasta universos en los que todo nos parece nuevo y en el que caben miles de posibilidades pues todo es posible.

Un siglo después de sus años de gloria, Chiquita sigue cultivado seguidores, yo soy uno de ellos.

¿Ver hojas verdes sólo te incita?
¿El fresco arroyo tu pico invita?
¡Ay de mi tórtola, mi tortolita,
que al monte ha ido y allá quedó!

jueves, 25 de septiembre de 2008

... volví a verla

Quiso el destino que sucediera el pasado sábado. Volví a entrar a la tienda Adidas de la Condesa y como tanto lo esperaba ahí estaba ella: La ‘Güerita condechi buena onda-fresa-nice con actitud’ cuyos poderes seductores me hicieron comprar una chamarra carísima hace cinco meses. De nuevo su encanto me envolvió y una vez más me habría endeudado con cualquier prenda de la famosa marca de las tres franjas.

Lo malo es que en esta ocasión mi pobreza era mayor que mis ganas de hacerla ganar una buena comisión. Los 50 escasos pesos de mi cartera me dijeron que con eso ni para un café del ‘Starbus’ (así le digo yo) me iba a alcanzar. Ni modo, a veces hasta las historias de amor necesitan un poco de presupuesto. Un día de estos, cuando sea rico volveré a la Adidas Condesa y me endeudaré… el siguiente paso será planear una estrategia para conquistarla.

Qué le va uno a hacer… ¿por qué no escribo algo mejor?

lunes, 22 de septiembre de 2008

Mi debut como malo

*** Quisiera que existiera alguna historia para la carta que están por leer, más no la hay. Nació por venganza, despecho y un mucho de resentimiento. La escribí hace más de un año para una persona que deseaba fuera importante en mi vida; aún a la distancia me asombro y desconozco. Nunca la mandé. Nunca había escrito algo tan fuerte.


Estas líneas son para ti. Jamás pensé que el veneno pudiera convertirse en letras. Lo comprobaré contigo. De todas formas, no sé pierde gran cosa (lo digo por ti).

Déjeme descararme. Culparte. Insultarte. Será un placer. Aunque por el momento lo que más me interesa es reclamarte ¿quién te crees que eres para rechazar el amor que te ofrecí?,
¿Cuánto tiempo conviví contigo? ¿meses, un año cuando mucho?. Aunque no sé si se pueda decir ‘conocerte’ a la acción de cruzarme contigo algunas veces en diferentes lugares porque el destino así lo quiso. Gracias a Dios nunca compartimos nada. Mucho menos te consideres mi amiga, que distas mucho de serlo.

Como pude averigüe tu nombre. Después indagué tu dirección de correo electrónico. Cuando te veía (siempre por coincidir mediante terceras personas) trataba de ser amable contigo. Intentaba hacerte reír. Supongo que a tus ojos en algún momento fui simpático y hasta agradable. Y no es casualidad, ante ti no hubo un momento en el que no adoptara una postura de ‘intelectual alivianado’. Quería que me creyeras que escribo, que me gusta la buena música, que puedo ser responsable pero divertido a la vez.

¿Ya sabes que es a ti a quién dirijo estas palabras, o tu gigantesco ego aun no hace que te des cuenta?

¿Será la edad? A lo mejor por ser unos años mayor que tú no comprendes lo lacerante que ‘la indiferencia’ puede llegar a ser. Porque eso es lo que hoy me hace detestarte. No tu desprecio. Sí tu indiferencia. Recuerdas los primeros mails que te mandé. Después algún mensaje. ¿Contestaste alguno?... Dime, ¿no te cansaste de tantas palabras y creatividad que gastaste en responderlos?. Lo mismo pasó cuando te invité a salir: a un café, al cine, a dónde quisieras. ¿Te dignaste a decirme sí – no?. Tan fácil hubiera dicho decir ‘no me interesas pedazo de imbécil, mejor vete a escribir cuentitos ñoños a tu casa y aleja tu fealdad de aquí’.

Al ver que no reaccionabas decidí cambiar de estrategia. Quise jugar con fuego pero me quemé. No con llamas, sí con mi conciencia. Creí que volverme más atrevido me ayudaría. Divertirse con los instintos parece divertido, cargar con la culpa no tanto. Aun así pensé que podría conquistarte de ese modo. Un recadito atrevido por aquí, un mensaje insinuante por acá. Un correo sugerente por allá. De nuevo silencio.

Y yo que insistía.
(A la distancia me doy cuenta que te presté más atención de la que realmente merecías).
Y tú te espantaste. Ajá. T-e-e-s-p-a-n-t-a-s-t-e . Al menos ahora que lo lees acéptalo. Según tú te iba a ocasionar un problema. Según tú desconocías mi actitud. Según yo, sigues siendo una niña.

¿Pensaste qué estaba locamente enamorado de ti?, ¿Qué tu belleza me cautivo y que desde que decidiste cortar toda comunicación conmigo estoy pasándola fatal?

Aquí te va la verdad (para que no te confundas):
Ni eres la número uno en mi vida. Ni la más guapa. Ni estoy, ni estuve, ni estaré enamorado de ti. Si intenté acercarme a ti fue porque en algún momento me pareciste simpática, pero nada más. Honestamente no me veo derramando ni una lágrima por ti. Analízate bien y verás que estas muy lejos de ser única. Date cuenta: rallas en lo común. En lo sin chiste. Agradecida deberías de estar, que alguien, además de los niñitos que normalmente te rodean, te haya puesto atención.

Por último, para que lo sepas y te quedé muy claro. Yo sigo aquí. Sonriendo. Sin pena alguna y convencido de que la que perdió por mojigata (más gata que moji) fuiste tú. Ni siquiera estoy arrepentido de haberte ocasionado malos ratos. Al contrario. Eso de meterme en líos me está encantando. Jugar al amor sin falsos sentimientos ni espejismos es fenomenal. ¿Te das cuenta?, no dudo que ahora que me he vuelto más despiadado, falso e hipócrita finalmente podré gustarte.

Me pondré mi recién comprado traje de demonio debajo del de oveja. Esto de ser malo es fabuloso.

Te dejó con un costal de verdades sobre ti. A ver si puedes digerirlas sin ahogarte. Mientras yo voy a seguir riéndome de ti... Y a encontrar a otra que de seguro valga más que tú.

sábado, 20 de septiembre de 2008

Padrino ¿yo?


Te das cuenta de que el tiempo pasa cuando las responsabilidades que adquieres son cada vez más importantes, y a la vez, gratificantes. Uno ni cuenta se da, pero el tiempo no perdona y en el momento menos esperado te das cuenta de que has crecido… y la vida te da una de sus inesperadas sorpresas.

En mi caso llevó poco más de 24 horas digiriendo una de las noticias más importantes (si no es que la más) que he recibido en el año: seré padrino de primera comunión de mi sobrino Luis Fernando el 8 de noviembre (sí, el mismo de la entrada de la tarjeta romántica). Fueron sus papás quienes anoche me lo pidieron y yo, sin vacilar ni un segundo acepté. Me dijeron que entre varios candidatos fui la mejor opción. Ante palabras así muy poco se puede decir para agradecerles la confianza que en mi vertieron. En la religión católica ser padrino de un niño es ver por él y ser algo así como ‘un segundo padre’… ¿cómo agradecer una distinción así?

Pienso en aquél honor gigante, grandísimo y enorme que alguna vez cayó en mi papá, y que ahora comparto en su lugar junto a mi mamá, y me pregunto si estaré listo para una responsabilidad así. Aunque mi alma y mi corazón me dicen que el destino y las cosas pasan por algo, que ahora mismo puedo tener mil defectos, puedo carecer de madurez y que en muchos aspectos de mi vida aún me falte demasiado por crecer, pero de que le pondré ganitas para hacer lo mejor posible, de eso no me cabe ni la menor duda.

Alguna vez mi prima Juli y su esposo Gabriel, actores intelectuales de mi nombramiento como padrino de Luis Fe, entraron a éste blog. Si lo volvieran a hacer me gustaría decirles que sigo mudo, es paralizante y a la vez motivo de una inmensa alegría el que decidan que mi vida y la de su familia se entrelace aun más. Porque podrán venir tiempos felices, difíciles o como al universo mismo se le pegue la regalada gana, pero ahora más que nunca tenemos la garantía de contar los unos con los otros.

No sé si ustedes escogieron al mejor padrino para Luis Fernando, pero sin dudarlo ni un segundo, les digo que ustedes me regalaron al mejor ahijado que se podría pedir. Y no le voy a fallar.

martes, 16 de septiembre de 2008

3 detalles del puente

Son fiestas patrias en México y la costumbre dicta que nadie debe hacer nada, más si el 15 y 16 de septiembre se encuentran precedidos de un fin de semana y ocurre lo deliciosamente inevitable: hacemos puente. En otras palabras, desde el sábado hasta hoy martes al país entero le dio por andar de fiesta o en el mejor de los casos, no hacer nada. Por supuesto yo hice lo segundo, pero como éste blog simple y sencillamente se niega a que deje pasar este día sin escribir nada en él, pues les dejo estas tres mini entradas:

1. El bello durmiente

Lo siguiente me da tanta pena, que pensé seriamente si escribirlo o no. Pero debido a que hacer el ridículo es parte de mi, me veo obligado a confesar que entre ayer y hoy dormí 15 horas, lo cual no tendría nada de extraordinario si no lo hubiera hecho en plena noche del 15 de septiembre, en la cual todos los mexicanos, mexicanas y coladas no duermen, dan el grito de independencia, comen toneladas de antojitos mexicanos y se embriagan con tequila hasta el amanecer. No se crean, mi intención era hacer todas y cada una de esas cosas pero últimamente el sueño ha hecho estragos en mi. O el trabajo ya me está pasando factura o ya estoy viejito.

Me encerré en mi cuarto a leer el periódico cerca de las 6 de la tarde… después ya no supe más hasta que un mensaje de uno de mis amigos me despertó por ahí de las 3 de la mañana, como vi que ya era muy tarde para cualquier cosa, volví a dormirme hasta las 9 de la mañana. Ni cené nada, ni salí, ni me embriagué, ni vi el Grito de Independencia del Presidente Calderón, ni nada. Hasta el otro día (hoy en la mañana) vi en el noticiero el resumen de lo que fue el acto presidencial, el grito chafisima de López Obrador (que alguien le diga que es un viejo ridículo) y el atentado que se perpetro anoche en la ciudad de Morelia y que dejó ocho muertos y unos cien heridos. Lo del atentado es condenable por dónde se vea… haya sido el narco, el crimen organizado o unos descerebrados, el punto es el mismo: rompen la paz y las victimas es el mismo pueblo; y eso no se vale. De poder le diría a mi México, hoy en cumpleaños número 98 que no se preocupara, que muy pronto se va a curar de esta enfermedad que no sé cuando contrajo y que me duele mucho. Aunque la fe se encuentre tan abrumada por la realidad, de todos modos te quiero con toda el alma país de mi vida. Este blog condena el atentado y pide al cielo por que algún día la paz reine de verdad en esta tierra.

Desayuné el pozole que originalmente era para cenar. Todo eso y mucho más me perdí. Ya sé, soy un looooser.

2. Arráncame la vida

Para quitarme el mal sabor de boca fui al cine y vi “Arráncame la vida”, película mexicana basada en la novela del mismo nombre escrita por Ángeles Mastreta. Contrario a lo que me pasa con las películas basadas en libros que ya leí, a esta no terminé odiándola; es más, por momentos hasta buena me pareció.

La manufactura de la cinta es excelente, no por nada está producción es hasta ahora, la más cara del cine mexicano (aproximadamente 10 millones de dólares). Hay escenas muy bien logradas por medio de paisajes bellísimos de época y tomas de varios sitios representativos de las ciudades de Puebla y México que retratan muy bien el país de los años 30´s del siglo pasado. En cuanto al guión, es bastante fiel a la novela, y aunque (como es natural) se agregan y quitan cosas de la historia original, en general la adaptación es más que aceptable. Si acaso diré que el mayor error es que el personaje de Andrés Ascencio es un desgraciado en la novela y en la película no tanto, vamos, hasta sus ocurrencias hacen reír al público en más de una ocasión. Por lo demás la recomiendo para verla en una tarde lluviosilla, de esas que casi no hay en septiembre.

Como dato cultural y que no tengo por qué contar, leí “Arráncame la vida” hace unos diez años y me gustó mucho y lo leí en tiempo récord debido a que era nuestra tarea en clase de literatura y la niña que en ese entonces me gustaba (por no decir me encantaba) lo leía recargada en mi espalda en las tardes en las que hacíamos el servicio social en el departamento de psicología de la prepa en dónde estudiábamos. Idiotamente pensaba que si no podía ganarme su corazón, al menos podría ganarle a leer el libro más rápido que ella. Al final gané la carrera pero no su corazón.


3. A las cinco en el astoria


También me compre un disco: “A las 5 en el astoria”, la nueva producción del grupo español “La Oreja de Van Gogh” y que marca una nueva etapa en la agrupación al estrenar vocalista. El temor de que la entrada de Leire después de la salida de Amaia le cambiara la esencia al grupo queda disipada con “El Último Vals”, primera canción (que también es el sencillo que actualmente promocionan en la radio) del álbum y que actualmente me tiene como idiota escuchándola una y otra y otra vez. Seguramente les ha pasado que una canción se les pega y que la letra les queda que ni mandada a hacer, pues eso mismo me ocurre con este tema que de pies a cabeza me describe… ¿quieren saber en que anda mi corazón hoy en día?, esta canción se los dirá por mi:

Dale clic aquí

Sin dejar de lado que me enamoré a primera vista de la nueva vocalista, los discos de “La Oreja de Van Gogh” siempre me han gustado tanto por su sonoridad tan peculiar como por las letras tan finas y bien logradas que manejan en cada una de sus canciones. Cada uno de sus discos me ha cautivado y este pinta para no ser la excepción. De hecho, hace unas horas manejaba por la ciudad escuchando el disco y la canción “Jueves” me conmovió como hace mucho no me pasaba. La letra es bellísima y habla de los atentados terroristas en Madrid del 11 de marzo del 2004. Una joya que no pueden dejar de oir:





Y aquí termina esta entrada que habla de todo un poco y a la vez de nada. Si algo no me gustó es haber mencionado la palabra “atentado” dos veces. ¿Cuándo le dará al mundo por ser normal?

domingo, 14 de septiembre de 2008

Susurro


Despiertas. Ayer, como casi cada noche, tuviste pesadillas. No hace falta que te esfuerces demasiado en recordar los detalles que sabes de memoria. Siempre el mismo sueño que desde hace meses se repite sin que sepas muy bien la causa.

Aunque algunos detalles suelen variar, siempre te ocurre lo mismo: El miedo te paraliza hasta que logras abrir los ojos y vuelves a la realidad de tu cuarto. Suspiras aliviada y le pides a Dios que las pesadillas se detengan un día de estos. Siempre es el mismo pánico, que guardas para ti misma Fabiola, pues nadie debe saber que a tus diecinueve años a veces mojas la cama por los intensos ataques de miedo que sufres después de cada pesadilla. Por eso casi nadie sabe tu secreto. Pensarían que estás loca o exagerando, tal y como Mamá te dijo hace unas semanas cuando te reprendió por haber ensuciado las sabanas a tu edad. Después te mandó durante un mes entero al psicólogo quien afirma, padeces ataques de ansiedad.

Pobre de ti Fabiola. Que cada noche sueñas con estar acostada en el polvoso piso de un frío y viejo cuarto de piedra. Lleno de ratas a las que oyes correr por aquí y por allá, imaginando su cercanía a causa de la obscuridad casi total del recinto, apenas violada por una pequeña rendija que deja entrar un insípido rayo de luz. Durante la pesadilla, intentas moverte desesperadamente, y no puedes. Tu cuerpo esta rígido, como muerto. Paralizada notas como los espesos cabellos de los voraces roedores invaden hostilmente tus brazos, entrepierna, vientre y cuello. Algunos empiezan a morderte. Y sabes, porque esta historia la vives cada noche, que la peor parte está por llegar. Siempre, aunque estás perfectamente consciente de que no debes hacerlo, diriges la mirada al techo manchado de sangre... y la miras. No sabes muy bien quién o qué es aquel cuerpo de toscos rasgos femeninos y vestido blanco, desgarrado y percudido, que siniestramente flota justo arriba de ti. Su piel, de una tonalidad negrusca-azulada es repugnante, aunque en nada comparada con la expresión de dolor en su rostro en descomposición y franco rictus morten. Más horribles son sus amarillentos y podridos ojos que te miran fijamente. Pobre de ti Fabiola, que a estas alturas del sueño rezas para que todo termine. Y en cambio, sientes cómo caen sobre ti hilos de sangre podrida y maloliente, provenientes de aquel mortífero ser que sorpresivamente empieza a llorar, gritando frases que no comprendes, pero que laceran tus oídos y llenan tu alma de muerte. Con la poca razón que te queda, notas como aquel cadáver viviente se abalanza sobre ti. Y despiertas temblando. Así es casi cada noche. Por eso odias cuando cae la tarde. Porque se acerca tu calvario secreto.

Por eso, ¿Qué va a ser de ti Fabiola, ahora que tus papás salen al extranjero una semana gracias a un viaje de negocios? Durante el día, sabes cuidarte muy bien sola, pero... ¿qué tal de noche?.

* * * * *
Hace tres días, Fabiola, llevaste a tus papás al aeropuerto. Desde entonces te has hecho cargo de ti misma. No ha sido difícil. Por la mañana vas a la escuela. Saliendo prefieres dirigirte a casa de alguna de tus amigas o escapas a un centro comercial, donde dejas que pase el tiempo. Te da miedo estar completamente sola. Sin embargo, y para tu sorpresa, hace una semana que no has tenido pesadillas. Has tenido, en cambio, sueños ‘normales’ en los que todo es luz, color y felicidad. Tampoco has mojado la cama, y comienzas a pensar, un tanto en broma, un tanto en serio, que talvez tienes alergia a tus padres.

* * * * *
Dos días más, y ni rastro de las pesadillas. Te sientes tan bien que hasta hoy disfrutaste un bello atardecer, que anunciaba la llegada de otra noche, libre de horror.

* * * * *

Cuatro días después, y uno antes de le llegada de tu familia. Has olvidado todas tus preocupaciones y volviste a reír. Feliz piensas que esta tranquilidad será el comienzo de días de paz.

* * * * *

Es jueves en la noche. Decides irte a dormir justo cuando va terminando el último programa de la barra de entretenimiento de Canal 5. Revisas que las cerraduras de las puertas estén correctamente cerradas, le dejas a tu perro ‘Bombón’ comida en su plato y apagas todas las luces de tu casa. Noches atrás tardabas mucho en dormirte, en esta ocasión solo te llevó un par de minutos. Al principio no sueñas nada.

Después te encuentras en una playa con tus papás, tus abuelos y hasta tu prima Arlet está contigo. En el sueño eres feliz haciendo un castillo de arena, que se viene abajo por culpa de una ola.

Entre sueños sientes frío. Sin abrir los ojos sientes que tus sabanas están amontonadas en tus pies. Las jalas con un movimiento automático y sigues dormitando.

Ahora tu salón de clases es el escenario del sueño. Aunque sólo estás tú y Ernesto, tu amor platónico. La plática marcha tan bien, que no te sorprende que súbitamente te pida que seas su novia. Obviamente aceptas, cerrando el pacto con un beso. De este sueño sí que no quieres despertar.

Una vez más sientes que estás destapada. Ni siquiera te inmutas en voltear y buscar las sabanas. Vuelves a jalarlas y con un movimiento automático te tapas de nuevo.

Caminas con ‘Bombón’ por un bello campo verde, lleno de flores de las más variadas especies y colores. Hasta ti llega la humedad del lago con la que el viento se encarga de refrescarte. Sientes el cálido sol, acariciándote la piel.
Un poco de frío. De nuevo las sábanas al pie de tu cama. Un poco cansada piensas entre sueños, y sin abrir los ojos, si dormir destapada o no. Optas por taparte, una vez más.

Estas afuera de tu casa, a obscuras y en silencio te preguntas en dónde estarán todos y por qué están las luces apagadas. ¿Acaso no habrá nadie? Con miedo introduces la llave en la cerradura y lentamente abres, esperando encontrar lo peor. Y entonces un grito de ¡Sorpresa! invade todo. Es una fiesta en tu honor Fabiola. Ahí están todos tus primos, tus papás, tus amigos, y hasta Ernesto.

Ya ni sorpresa hay. De nuevo destapada. De nuevo te tapas. Sin voltear o siquiera abrir los ojos. No recordaras sobre qué fueron los próximos tres sueños que tuviste, pero sí que de nuevo sentiste frío y que de nuevo jalaste las sábanas hacía ti. Insomne te causó gracia éste juego de las sábanas que atribuiste a lo mucho que de seguro te moviste por lo realista y feliz de tus sueños. Así pasan las horas de esta noche, entre un desfile interminable de historias alojadas en tu subconsciente.

¿Serán las tres de la madrugada? El frío roza uno de tus pies. Un poco fastidiada de tu forma de dormir, te das cuenta de nuevo de la ausencia de las sábanas y un pensamiento absurdo recorre fugazmente tu pensamiento... ¿Y si ella está ahí? Estás acostada boca arriba sobre tu cama, temiendo abrir los ojos para encontrar a esa horrible criatura suspendida sobre ti. Sudas frío. Y de repente, con valentía, abres los ojos y diriges la mirada al techo de tu cuarto. No hay nada. Inmediatamente los cierras y caes en un nuevo y profundo sueño.

Ahora eres una súper estrella. No sabes cómo paso, pero estás cantando ante diez mil fanáticos que vitorean tu nombre y la letra de una pegajosa canción pop que interpretas. Ves tu nombre en pancartas repartidas a lo largo de las tribunas de aquel gigantesco auditorio. Y sigues cantando aquella canción rosa: - Llévate mi vida la vida, pero no me dejes la melancolía-. Detrás de ti, un juego de luces acompaña tu belleza.
Frío de nuevo. Un poco harta de que tus sueños terminen en la mejor parte abres los ojos y te inclinas hacia tus pies para botar las sábanas de una vez por todas. Y de repente la vez al pie de tu cama. Más cerca que en tus sueños, despidiendo esa luz verdosa que la cubre y ese hedor maldito que es más real que nunca. El mismo vestido blanco, la misma piel cangrenada y agusanada. El mismo rostro, entre hinchado y huesudo. Sus cabellos escasos y canosos. Y los mismos ojos amarillentos y llenos de pus a punto de estallar. Sientes que pierdes el control de tus esfínteres y un chorrito de orina recorre tus piernas. Ya no sabes qué hacer Fabiola, quieres correr, gritar, pero no puedes, tu cuerpo se volvió pesado de repente y no te obedece más. Sólo puedes llorar y ahogarte en espasmos, justo cuando eso que tienes enfrente comienza a gritar con su voz horrible frases que no entiendes pero sabes, anuncian tu muerte. La vez acercarte a ti Fabiola, mientras oyes a tu perro ladrar.

* * * * *
Es viernes por la tarde. Y tus papás Fabiola, no se explican por qué no has ido por ellos a la terminal aérea, ni por qué no contestas el teléfono de casa o tu celular. Más enojados que preocupados toman un taxi hasta el centro de Tlalpan que de seguro les saldrá carísimo. Llegan y después de tocar sin respuesta una y otra vez, abren la casa que está cerrada con llave. Descubren que todo está ordenado, y en silencio. Gritan tu nombre una y otra vez. Un poco alarmados buscan en la cocina, el estudio, la sala y el baño de la planta baja. Nada, ni rastro de ti. Cuando tu mamá entre a tu cuarto se ahogará en un grito de dolor. Tu papá la escuchará y acudirá enseguida para darse cuenta del por qué su mujer yace desmayada en el piso de tu dormitorio: Todas las paredes de tu cuarto estarán llenas de sangre, en el piso verá algunos restos del cadáver brutalmente despedazado de ‘Bombón’. Y en medio de la cama, sentada con la mirada perdida y los ojos amarillentos estás tú. No responderás a los llamados de tu padre que llorando te preguntará que pasó. Nunca más volverás a ser la misma Fabiola.

* * * * *

Soy un alma en pena. No puedo matar. Pero sí volverte loca y hacerte perder la razón. Y creo, eso debe ser peor que la muerte. Para las almas condenadas eternamente en el infierno, el susurro del miedo ajeno se convierte en nuestro único consuelo.


Gabriel Revelo –Teatro Blanquita de la Ciudad de México, Agosto 2006
Basada en una historia de la vida real.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Parecer leyenda


Sucedió el pasado viernes 5 de septiembre en la fiesta de una amiga. Como sucede en este tipo de festejos, eran mucho más los asistentes desconocidos que los invitados originales; lo cual, permitía que la socialización y coqueteo estuvieran a la orden del día. Cerveza, cigarros, sabritones (nunca pueden faltar), música para bailar y un montón de mujeres atractivas por todos lados eran la tonalidad de una noche que pintaba para ser interesante, o cuando menos, fuera de lo común,

Ahí estaba con mis amigos, en medio de un montón de personas que ni conocía y que se movían al ritmo de la música… y una señorita atractiva pasa a mi derecha, y otra guapísima baila a mi izquierda… y otro grupo de ellas platican y se secretean frente a mí… y yo tomándome mi tercera cerveza de la noche discuto con mis acompañantes a cuál de esas féminas sería mejor abordar… lo malo, es que yo no suelo hacer esas cosas, y para prueba están las casi cinco horas que estuve en aquella fiesta y en las que no hice más que mirar y esperar que el destino (de quererlo así), fuera el que moviera los hilos de las coincidencias y los encuentros esa noche.

10, 11, 12 de la noche… y nada…
1,2 de la madrugada y seguimos igual…

Salvo el ambiente que a causa del alcohol se ha transformado a mí alrededor, pocas cosas sobresalientes han pasado. Ellas bailan cada vez más desinhibidas. Su forma sugerente de bailar y las sonrisas que le dirigen a todo mundo son una invitación a correr el riesgo de un rechazo… total, si ni las conocemos ¿al otro día quién se iba a acordar?

Más o menos a las 3 de la mañana decidí retirarme. El cansancio de una semana llena de trabajo hizo que la pesadumbre del sueño se apoderara de mí. Si a eso le agregamos que 3 horas después tendría que volver al trabajo, se vuelve más que comprensible que deseara dormir aunque fuera una hora antes de reintegrarme a la maldita vida laboral. El problema era que ella no pensaba lo mismo. Nunca supe de dónde salió. Estaba ya afuera de la fiesta, a punto de abrir la puerta de mi auto, cuando de la nada apareció una chica lindísima con una pregunta extrañísima para mí.

- Amigo, ¿me puedo recargar en tu auto?
- Es que ya me voy.
Respondí.
- No, no te vayas, quédate un rato más.
- Es que tengo mucho sueño… y a las 6 de la mañana tengo guardia en mi trabajo.

Es difícil discutir con una mujer así. Delgada, cabello negro rizado, cuerpo de tentación y extrovertida. De verdad tenía un sueño infernal y en ese momento tenía ganas de dormir, pero ver a un ángel de ese calibre enfrente de uno hace dudar a cualquiera. Eso sin contar que los dos amigos que me acompañaron hasta la puerta comenzaron a sonsacarme e inmediatamente (no los culpo) se pusieron del lado de la femme fatale.

- Bueno, quédate una hora y ya. Arremetió la jovencita seductora.
- De verdad no puedo, es que quiero dormir aunque sea un poquito y…
- ¿Media hora?
- Cinco minutos.
Respondí medio desesperado y rogándole a Dios el poder estar lo más rápido posible sumido en el más profundo de los sueños.
- Media hora.
- 5 minutos…
- Ni tú ni yo, veinte minutos.
Murmuraron sus delgados labios al momento en el que esbozaban una sonrisa maliciosa.

Al final acepté. Ella se recargó en mi auto y aunque yo tenía todo el deseo de platicar con ella no pude. La vista se me nublaba, las extremidades me dolían a causa del agotamiento y las ideas simplemente brillaban por su ausencia. Lo que hice fue abrir una de las puertas del auto y sentarme dentro de él, total, lo que ella quería era recargarse en el auto. Los supuestos veinte minutos sólo fueron tres. La cabeza me dolía y el estar ahí esperando me puso de tan mal humor que terminé por salir del auto y ordenarle a la chica que por favor se quitara pues ya me iba. Esta vez su sonrisa letal no me convenció. Entre enojada y triste (más la primera que la segunda) ella se retiró. Aun hoy me reprocho lo que hice, y mis amigos ni se diga. Sé que el cansancio que tenía no es pretexto. Me la paso quejándome de que el amor rara vez se cruza por mi vida, y cuando lo hace termino por mandarlo de regreso. Ay, Gabrielito nunca aprenderás. ¿No se supone que ellas los prefieren patanes?

Tiempo después comprendí que esto de las relaciones humanas no deja de ser un juego en el que se puede ganar o perder, pero sin perder la sonrisa y las ganas de ser feliz y seguirse divirtiendo. Los últimos días los he pasado buscando la manera de lograr ese equilibrio que traiga al amor de vuelta. No se trata únicamente de estar haciendo tonterías sino de también, resultarle interesante al sexo opuesto. Entre el machismo y payasada, o atrevimiento y ternura, o seductor y divertido, debe haber ese punto medio y perfecto. Y saben, lo encontré.

Llevaba meses buscando esta escena en You Tube y por fin la encontré. En ella, el Patrullero 777, interpretado brillantemente por el cómico mexicano Cantinflas se infiltra en un antro de mala muerte con el fin de obtener información sobre un tal Johnny, temible delincuente padrotón. Independientemente de que los diálogos y la escena en sí son una joyita, la actitud, presencia y estilo del 777 (divertida y seductora) es, como él dice, la onda verdadera.



‘Parezco leyenda’ dijo el 777 y ni como negarlo. Salir a retar la noche, meterse en líos y no sufrir ni un rasguño. Robar corazones y ser relajado. He visto éste video hasta el hartazgo para empaparme de las actitudes de aquel personaje inolvidable. Me dejaré el bigote, ensayaré esos pasos de baile, me compraré unos lentes obscuros de patrullero y me compraré una de esas camisas setenteras. Saldré a un barcillo y arrasaré con ellas. Eso sí, prometo dormir antes.

Quién quita y me encuentro a la chica del auto otra vez.

domingo, 7 de septiembre de 2008

"Como tú no hay dos..."

El de la foto es mi sobrino Luis Fernando. A sus 9 años dice tener novia, yo le creo. Constantemente revisa su celular (el tercero que le compran pues siempre termina perdiéndolos) para checar si su amada le ha mandado algún mensaje. Aunque lo más probable sea que ni él ni ella tengan crédito en sus teléfonos móviles… cosas de la edad.

La otra vez nos acompaño a una papelería. Mientras comprábamos algunas cosas “El Güero”, como cariñosamente le decimos, comenzó a revisar las tarjetas de felicitación de uno de los mostradores del local.

- Me encantaría darle una de estas a mi novia. Nos dijo de un modo insinuante.
- ¿Quieres llevarle una?, escoge la que quieras, te la compramos.

Feliz como una lombriz, Luis Fer empezó a revisar minuciosamente cada tarjeta. Asuntos como elegir una tarjeta para nuestra novia a los 9 años es de los importante y requiere que nos tomemos nuestro tiempo. Y así lo hizo por cerca de 15 minutos, mismos en los que las frases y los muñequitos de las tarjetas iban y venían sin que el enamorado se decidiera.

Cuando comenzamos a pensar que ahí nos llegaría la noche “El Güero” estalló en mil carcajadas y sonriendo con su dentadura chimuela nos dijo: “Quiero esta”. Nos mostró su elección y todos coincidimos en que no podía ser mejor. Aunque su diseño era bastante sencillo, lo importante estaba en el mensaje de un muñequito como animal que adelante decía: “Como tú no hay dos …” al abrirla, la frase se completaba con “…hay un montón”.

A mi también me dio mucha risa y envidia ¿por qué no había de esas tarjetas en mis tiempos estudiantiles?, seguramente con una de esas sí me hubieran hecho caso. Se la compramos, faltaba más. Muy contento dijo que se la daría en cuanto pudiera. Hoy en día desconozco si lo hizo, pero no me cabe la menor duda de que me dio una lección de vida con esa elección. Darse el lujo de burlarse del amor y hasta de su novia sin mostrar la menor preocupación sólo puede hacerlo la inocencia de un niño. Quisiera ver cuántas chicas de mi edad reciben esa tarjeta sin que nos la regresen mínimo con una cachetada.

A Luis Fernando y sus 9 años poco le importa el qué dirán. Es más, seguramente para él la diversión de entregar la tarjeta es más llamativo que el amor mismo. Y esa, supongo, es la clave para disfrutar del afecto y de la vida en general: no tomarse las cosas tan en serio. Yo debería hacer lo mismo, pues si han leído regularmente éste blog, se habrán dado cuenta de que soy un dramático de lo peor, que suelo complicar hasta niveles infinitos cualquier asunto que tenga que ver con el amor y que pocas veces está satisfecho con su vida sentimental.

El mensaje de la tarjeta también debería de aprendérmelo muy bien y repetírmelo cada vez que a la necedad le da por apoderarse de mi cerebro. No perder la cabeza por una sola persona, y de ser así, tener la desfachatez para burlarme de la situación, pudiendo entrar y salir libremente de ella sin rasguños y sí con muchas risas.

Gracias a este pasaje aprendí que lo importante es volver a lo básico y dejar esa tendencia infumable que tengo de complicar todo con mis preocupaciones absurdas. Desconozco en que momentos a mi corazón le dio por tomarse tan en serio y se convirtió en un viejito mal humorado. Ojalá haya alguna manera de rejuvenecerlo pues quiero burlarme del amor (ya es hora, pues el desgraciado me ha hecho sufrir lo indecible). Por lo pronto lo primero que tengo que hacer es “convertirme en leyenda”

Sabrán a que me refiero en mi próxima entrada, no se la pierdan.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Perdona la soledad

Sólo me sé un número telefónico de memoria, el tuyo. No por eso, aun hoy, el marcarlo deja de imponerme respeto. Nervioso, lo intento de nuevo, sólo para colgar, en cuanto escucho el tono de marcado. Decepcionado de mi falsa valentía decido rendirme tempranamente y pensar en algo más. ¿Y si voy a buscarte y de una vez por todas despejo dudas? ¿Y si mejor me callo, y maduro? Perdona si visto de inútil agonía este romance muerto hace ya un buen tiempo. No soy yo, es la soledad, mi soledad.

Si me cuesta alejarme de ti, no es necedad. Es soledad. Por eso mis días son todos tristes, por tu ausencia, porque inevitablemente necesito saber de ti para calmar mis deseos de enloquecer e ir hasta dónde estés. Es soledad. Soledad de ti. Soledad por ti y por lo que fui. Soledad de amor. Soledad espiritual. Soledad de sentimientos, de caricias. ¿Cuántos tipos de soledad existen? No lo sé, pero con seguridad padezco todas.

Por eso me he vuelto tu sombra. Para fingir que de una u otra forma, sigues a mi lado. Perdona la soledad, que me hace escribir tantas tonterías carentes de sentido. Disculpa, si en unos minutos, horas o días, la soledad me da la valentía de ir a buscarte; o marcarte, y esta vez, no colgar en cuanto descuelguen al auricular.

Perdona a la soledad, y su manía de acompañar a los más débiles.