domingo, 15 de agosto de 2010

Historias mafufas


No les aseguro que lo que están por leer sea cierto, pero me juraron una y otra vez. Quedará en usted, querido lector de éste blog, emitir su juicio final y darle el calificativo a estas historias de ‘hechos sobrenaturales’ o ‘mafufadas inventadas’. Los tres relatos que a continuación citaré fueron contados por un compañero del trabajo (al que por cierto, ya le dieron las gracias) en una de esas reuniones de viernes cuyo único objetivo es alcoholizarse. Fue justo en la última etapa de la reunión, cuando los pocos asistentes que aun estábamos presentes, comenzamos a contar cosas de ‘espanto’.

Fuimos recorriendo los temas clásicos: Ovnis, conspiraciones de los gobiernos, profecías de temblores, el origen de los humanos, fantasmas, civilizaciones perdidas, brujería, y un largísimo etcétera que hizo que la plática cada vez se pusiera más interesante. Uno a uno fuimos hablando de las cosas raras que nos han pasado. Por ejemplo, yo conté la experiencia del fantasma peninsular que robó mi cámara fotográfica en Mérida, mi amigo Ángel que está embrujado y así sucesivamente. Fue en uno de los intervalos de las historias cuando Héctor, chavo dedicado a tatuar y con peinado de mohicano, se puso de pie y dijo “pues yo les voy a contar la cosa más extraña que me ha pasado en la vida”, y comenzó.

(Antes de leer su primer historia, es importante aclarar que su timbre de voz es muy similar al de los chavos hippies-chairos-marxistas que abundan en Coyoacán y en los mercados de artesanías. Aclarado esto, continuamos )

Narra él…

Historia 1. Esferas en el cielo

-“La siguiente, es la cosa más extraña que me ha pasado en la vida. Hace como cinco años iba para el trabajo y al pasar por una calle vi que todos volteaban al cielo. ¿Pues qué estaban viendo? Le pregunté a una señora y me dijo ‘esos como globitos que están en el cielo’. Me fijé bien y ahí estaban goooei, unas esferitas plateadas muy pequeñitas que apenas se veían y que se movían bien raro. Pues me puse a verlas un rato. No sé cómo, pero cada vez se hacían más y más esferitas dando vueltas. Estaba tan impactado que ya ni quise ir a trabajar. Mejor le hablé a mi cuate Carlos y le dije ‘goooooei, estoy teniendo la experiencia de mi vida, ven a verlas’. Y pues que llega y hay nos quedamos viendo. Al principio eran unas cinco, pero cada vez eran más y más, al final eran como cincuenta o más de esas cosas. Entonces pasó lo más raro goooei. Ahí tienes que al principio el cielo estaba azul-azul, sin una sola nube, bien chingón. Pero de pronto, estas esferas comienzan a sacar como humo mientras dan vuelta. Y no me van a creer, pero ese humo formaba nubes, y así, en cosa de 10 minutos, ya tenían todo el cielo nublado. Osea, esos güeyes hicieron las nubes, tantas que dejaron todo nublado y ya ni se veían. Y ya, todavía me quedé ahí unos minutos para ver que pedo, pero ya no pasó nada.”

Después se quedó callado. Los demás siguieron contando cosas de espanto hasta que Héctor recordó que tenía otra experiencia que narrar.



Historia 2. Las luciérnagas misteriosas

-“La cosa más extraña que me ha pasado en mi vida, sucedió cuando tenía quince años. Yo era Scout y junto con un compañero tuvimos el reto de trazar una ruta y recorrerla. Decidimos hacerlo a lo largo del estado de Chiapas, y pues la cosa era que precisamente ese año dio inició el conflicto de los Zapatistas y pues estaba peligroso goooooei. Fuimos los dos solos y empezamos a internarnos en la selva. Uno de esos días, pasamos por una cueva inmensa, yo me quería quedarme a dormir ahí, pero mi amigo Carlos, no quiso y me dijo ‘nel weeeey, ni madres, puede ser peligroso’. Total que esa noche dormimos a unos kilómetros de ahí, en una supuesta zona de acampar, pero en la que no había nadie. Nos dividíamos el tiempo para que mientras uno dormía, el otro se quedaba afuera de la casa de campaña vigilando goeeeeei, y pues en esa estaba, en mi horario de velar cuando me puse a ver a las luciérnagas. No mames gooooei, bien bonitas. En verlas me entretuve como una hora. Pero pues la neta, no eran luciérnagas. Porque yo las he visto y sabia que esas lucecitas pequeñas que veía a lo lejos no eran luciérnagas. Y poco a poco, iba viendo las luces más grandes. Desperté al Carlos diciéndole ‘Carlos, goooooei, ven a ver esto, no mames, está increíble. Las luciérnagas están raras’. Ni me peló el cabrón y las madres esas seguían ahí. De ser pequeñitas iban haciéndose más grandes. Primero eran como del tamaño de un balón, después como de medio metro y luego como de dos metros. Unas madrezotas de dos metros de diferentes lugares comenzaron a rodearnos goooooei, pasaban a lado y se perdían entre los árboles. Y pues que vuelvo a despertar al pinche Carlos y al ver las luces dijo ‘no mames weeeeeey vámonos, nos van a matar. Yo leo revistas de Ovnis y de seguro vienen por nosotros. No mames weeeeeey nos van a llevar en una nave’. Pero pues ni caso le hice. Yo estaba maravillado con el espectáculo. Le dije ‘cabrón, disfruta, no mames, es la experiencia de tu vida goooooei’. Carlos sacó su cuchillo por si las dudas y vio su reloj ‘no mames, a penas es media noche goooooei, falta mucho para que amanezca’. Y las luces seguían pasando, de todos los tamaños y colores. Algunas pasaban rozando la tienda de campaña, otras iban en el cielo. ¡No mamen, que espectáculo gooooei, ojalá lo hubieran visto! Lo más cabrón era que las luces se dirigían hacia donde estaba la cueva en la que nos íbamos a quedar. Y pues ya, así estuvimos despiertos toda la noche y las luces seguían pasando. Me quedé dormido como a las 5 de la mañana y cuando me desperté las cosas esas ya no estaban goooooei. Le dije al Carlos que fuéramos a la cueva a ver que había pero no quiso. Nos fuimos en chinga y creo que fue lo mejor goooooei"

Volvió a quedarse callado unos segundos. Después contó lo siguiente:



Historia 3. El hombre al que le salían luces del pecho

-“Pero la vivencia más rara de mi vida goooooei, fue cuando tenía como 13 años. No sé porque a mi amigo Carlos y a mí nos dio por salirnos en la noche ‘a buscar sombras’. Nos salíamos como a las 2 de la madrugada y según nosotros, con palpar las cosas sabríamos dónde encontrarlas. Nunca veíamos nada, pero eso no impedía que cada día nos fuéramos obsesionando más con las dichosas sombras. Así estuvimos unos tres meses, hasta que una noche Carlos se desesperó y quiso irse. Yo seguí un poco más de tiempo hasta que de pronto al girar en una calle obscura, detrás de mi había un sujeto de pie. Vestía todo de blanco, tipo hindú, pero no pude verle la cara pues de su pecho salían varías luces que me impedían verle el rostro goooooei. Fueron unos segundos pues de pronto desapareció. Fue tan impactante gooooooei que saqué un cigarro y aunque ya no estuviera le dije ‘aquí te ofrendo esto güey, chido por haberte manifestado y sólo quiero pedirte algo, ayúdame a descubrir quién soy’. Le dejé el cigarro y me fui. Al otro día, no mamen goooooei, no pasó nada, pero en la noche tuve un sueño rarísimo goooooei. Soñé que estaba desnudo en una calle y de pronto había unos cabrones persiguiéndome. No sabía por qué pero querían matarme. Me perseguían y yo no sabía qué hacer. Corría y me seguían. No mames goooooei, me desperté sudando y en eso veo que dentro de mi cuarto, estaban los mismos que querían matarme y dije ‘no mames goooooooei, sigo soñando’ y seguí corriendo. Me aventaban cosas y mientras yo escapaba ellos me seguían persiguiendo. Después desperté y ahí seguían de nuevo, y yo ‘puta madre, pues qué pasa’. Seguí soñando cosas raras hasta que llegó la mañana. Todo el día estuve pensando ‘pues qué hice gooooooei’. La noche siguiente fue lo mismo. De nuevo me perseguían para matarme y de nuevo fue una noche intranquila goooooooei. La tercera noche soñé que estaba dentro de una casa de muros altísimos gooooooei, como las del centro. Entonces descubrí que seguía desnudo pero además, tenía alas gooooooei. Caminé y entonces salí hasta un patio. Abrí las alas y me fui volando hacia el cielo azul goooooei. Y ya, desperté y desde ese día no volví a soñar nada parecido. Aun así goooooei, muchas veces siento la presencia del ser que aquella noche me encontré”.

Le pregunté aterrorizado si en aquel momento aquel ser estaba entre nosotros. Respondió que no. Esas fueron las historias mafufas de nuestro ex compañero Héctor… ¿alguna de ellas será cierta?

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ja,ja,ja. Sin afan de molestar, yo creo que tu amigo más bien sufrio el efecto de algún tipo de droga y por eso veía tantas luces. Ah! y el amigo Carlos era imaginario.

Me has hecho la tarde con tu relato.Besos!!

Dely

Anónimo dijo...

Buenos relatos y eso de las luces alguna vez me pasó algo parecido, sin fumar ni beber nada claro está. Saludos desde Lima Perú.

gabriel revelo dijo...

dely: pues conociendolo no descarto tu teoría jajaja. no sé si el tal carlos era imaginario, pero que joda juntarse con él ¡siempre pasa algo raro!

anónimo: me intriga lo de las luces ¿pues qué te pasó? saludos desde méxico.