Fue una tarde de abril del 2007 la última vez que vi al maestro Alejandro Sanz en concierto. En aquella ocasión fui sólo y supe que tarde o temprano me volvería a encontrar con él. Finalmente, el pasado sábado esos casi tres años de ausencia fueron pagados con creces. El Tour Paraíso pasó por México… está es mi versión de los hechos:
Seguirá siendo un misterio que es lo que hace que con el tiempo cada persona vaya inclinándose hacía determinado tipo de música e intérpretes. Podrá influir la educación y hasta cierto punto el ambiente en el que uno se desenvuelve, pero la decisión y orientación final nace desde muy dentro del corazón. Escuchamos determinada música porque nos identificamos con ella, porque a través de música y letra se nos cuentan historias que ya vivimos o que quisiéramos protagonizar. Nace así una extraña empatía con quién ve y piensa las cosas de manera parecida. En mi caso, caí preso de las canciones de Alejandro Sanz el día en que por televisión vi el video de 'Amiga mía' y descubrí que aquel hombre no sólo desnudaba mis sentimientos sino que además, describía de una forma original poética al mundo.
Por eso cada disco, cada concierto, cada ocasión que tengo de acercarme a su creación es garantía de que algo maravilloso ocurrirá. Por eso también, había que llegar temprano el pasado viernes hasta el Auditorio Nacional (no fuera a ser la de malas y nos tocara tráfico). Perder el tiempo viendo los puestecitos de recuerdo, pedir una, dos o hasta tres cervezas para que el tiempo se pasara más rápido. Perderse entre besos y plática con quien sabes, es la acompañante ideal para noches así. Luego encontrarse con tus mejores amigos, ubicar nuestros lugares y seguir charlando. Finalmente, pasaditas las 21 horas y con el recinto prácticamente lleno, empezó una vez más la magia.
Ahí estaba el buen Sanz, aquel al que desde hace considero un amigo por siempre escribir canciones que describen exactamente mi vida. Acompañado de músicos y corista excepcionales, el sonido de cada una de sus interpretadas esa noche adquirían el adjetivo de ‘sublimes’. Sería ocioso enumerar canción por canción, basta comentar que las dos horas que duró el concierto se fueron en un suspiro, fueron tantas las emociones que se movieron en mi interior que hasta perdí la cuenta. Un concierto vale la pena cuando te abandonas y te vuelves títere del sonido. En un momento determinado te descubres abrazando amorosamente a tu novia mientras escuchas la canción que con tanta ilusión le dedicaste. Otras veces cantas con tanta energía ‘Viviendo de Prisa’, canción que tantas veces te salvó de la barranca emocional y te conmueves seriamente al escuchar en vivo 'Si hay Dios'.
No faltó nada y sobre energía, entrega, entusiasmo. Alejandro Sanz no es el mismo de hace tres años. Ha rejuvenecido, se ve más alegre, más seguro, más inspirado. Quién sabe por qué nunca envejece y quién sabe por qué siempre sabe que repertorio presentar. Para nuestra noche del pasado viernes la selección no pudo ser mejor: muchas canciones de ‘Paraíso Express’, su último disco; sus grandes e infaltables éxitos y una que otra joya que jamás pensé sacaría del baúl de los recuerdos. Si acompañamos lo anterior con un maravilloso y moderno equipo de luces tenemos como resultado un autentico recital en el paraíso.
Hoy es domingo y escribo desde un Starbucks. La poesía y romance de esa noche sigue acompañándome y no tengo para cuando curarme. Las atmosferas que son creadas con inspiración y talento tardarán en despejarse de mi memoria. Fue un recital inolvidable. Nos vemos en la próxima gira Maestro Sanz, gracias por tu música.
Seguirá siendo un misterio que es lo que hace que con el tiempo cada persona vaya inclinándose hacía determinado tipo de música e intérpretes. Podrá influir la educación y hasta cierto punto el ambiente en el que uno se desenvuelve, pero la decisión y orientación final nace desde muy dentro del corazón. Escuchamos determinada música porque nos identificamos con ella, porque a través de música y letra se nos cuentan historias que ya vivimos o que quisiéramos protagonizar. Nace así una extraña empatía con quién ve y piensa las cosas de manera parecida. En mi caso, caí preso de las canciones de Alejandro Sanz el día en que por televisión vi el video de 'Amiga mía' y descubrí que aquel hombre no sólo desnudaba mis sentimientos sino que además, describía de una forma original poética al mundo.
Por eso cada disco, cada concierto, cada ocasión que tengo de acercarme a su creación es garantía de que algo maravilloso ocurrirá. Por eso también, había que llegar temprano el pasado viernes hasta el Auditorio Nacional (no fuera a ser la de malas y nos tocara tráfico). Perder el tiempo viendo los puestecitos de recuerdo, pedir una, dos o hasta tres cervezas para que el tiempo se pasara más rápido. Perderse entre besos y plática con quien sabes, es la acompañante ideal para noches así. Luego encontrarse con tus mejores amigos, ubicar nuestros lugares y seguir charlando. Finalmente, pasaditas las 21 horas y con el recinto prácticamente lleno, empezó una vez más la magia.
Ahí estaba el buen Sanz, aquel al que desde hace considero un amigo por siempre escribir canciones que describen exactamente mi vida. Acompañado de músicos y corista excepcionales, el sonido de cada una de sus interpretadas esa noche adquirían el adjetivo de ‘sublimes’. Sería ocioso enumerar canción por canción, basta comentar que las dos horas que duró el concierto se fueron en un suspiro, fueron tantas las emociones que se movieron en mi interior que hasta perdí la cuenta. Un concierto vale la pena cuando te abandonas y te vuelves títere del sonido. En un momento determinado te descubres abrazando amorosamente a tu novia mientras escuchas la canción que con tanta ilusión le dedicaste. Otras veces cantas con tanta energía ‘Viviendo de Prisa’, canción que tantas veces te salvó de la barranca emocional y te conmueves seriamente al escuchar en vivo 'Si hay Dios'.
No faltó nada y sobre energía, entrega, entusiasmo. Alejandro Sanz no es el mismo de hace tres años. Ha rejuvenecido, se ve más alegre, más seguro, más inspirado. Quién sabe por qué nunca envejece y quién sabe por qué siempre sabe que repertorio presentar. Para nuestra noche del pasado viernes la selección no pudo ser mejor: muchas canciones de ‘Paraíso Express’, su último disco; sus grandes e infaltables éxitos y una que otra joya que jamás pensé sacaría del baúl de los recuerdos. Si acompañamos lo anterior con un maravilloso y moderno equipo de luces tenemos como resultado un autentico recital en el paraíso.
Hoy es domingo y escribo desde un Starbucks. La poesía y romance de esa noche sigue acompañándome y no tengo para cuando curarme. Las atmosferas que son creadas con inspiración y talento tardarán en despejarse de mi memoria. Fue un recital inolvidable. Nos vemos en la próxima gira Maestro Sanz, gracias por tu música.
3 comentarios:
Qué chido que viste al Sanz. Yo lo vi en Monterrey con el amor de mi vida, que aunque ya no lo es, al menos cumplimos el sueño de verlo juntos.
Por como lo platicas tocó el mismo repertorio que el de la noche del domingo pasado.
Un abrazo mi buen.
que envidia que fuiste
raúl: qué buena onda que al igual que yo, también disfrutaste el video con alguien muy especial. y sí, seguramente fue el mismo (y por lo tanto, excélente) repertorio.
victoria: ya habrá chance de que lo veas =).
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