martes, 28 de octubre de 2008

Cuaderno de viaje 5 - El mejor momento de Campeche

La tarde a punto de caer en la hermosa bahía de Campeche, y yo que salgo de aquel restaurante bar con el impulsivo deseo de ver ocultarse al sol desde el malecón de la ciudad.

Bebida hidratante en mano recorro presuroso las calles que me llevarán a la frontera que forma la tierra con el mar, ahí dónde decenas de enamorados, románticos (que estos dos últimos no son lo mismo) nostálgicos, soñadores y aventureros de ocasión se reúnen para presenciar el espectáculo que con cada ocaso nos regala la vida.

Llego y la brisa del mar me da la bienvenida. Ha sido un día maravilloso y su fin no promete ni tiene por qué ser menos espectacular. Los últimos rayos de sol bañan delicadamente los edificios que sucumben ante ese agradable calorcito y a uno se le alegra el corazón. Bebida hidratante en una mano, cuaderno de notas en la otra y el iPod esperando la melodía que acompañará el momento; me declaro listo para unos minutos inolvidables.

Tomo una foto para perpetuar la muerte del sol.


Cuando se está a punto de encontrarse con uno mismo el ambiente se siente enrarecido. Desde mi llegada a Campeche sabía que éste momento, en el que se explicaría el por qué de mi presencia en aquella ciudad de ensueño, llegaría. Seleccioné aquella canción que tantos recuerdos salados me trae. Comencé entonces a hablar conmigo mismo.

Es raro esto, de encontrarme frente al mar con el corazón lleno de aire, sin ninguna habitante que pueda llamarlo suyo. Es, desde hace muchos años, la primera vez mis ojos ven ese intenso azul marino sin que mi mente reproduzca una y otra vez un nombre de mujer acompañando el compás de las olas. Esto de estar lejos sin añorar no me resulta normal, por un lado la calma llena de paz mi alma, aunque no niego que también extraño las tormentas de una pasión desatada, incontrolable y peligrosa. Mis sentimientos son como éste océano infinito, el problema es que acostumbré a la marea alta, y ahora que las aguas están serenas no me siento del todo cómodo.

El mar, el amor y yo somos una combinación de la que nunca salgo bien librado. La carga de sensualidad que trae los sabores del mar siempre terminan por hacerme llorar lágrimas de sangre. Fueron años de querer vencer ese sentimiento de amar, de suicidamente ir contra la corriente. Esta tarde es diferente y con la playa de testigo confirmo que me siento bien… pero vacío. Puedo dormir sin que nadie me robe el sueño; pero al despertar, durante esas horas en las que le hago frente a la vida, extraño ese motor que me impulse a ser un poquito mejor.

Vine a esta tierra llena de encanto para conocerme, para aprender e irme convenciendo de que nunca, en mi condición de humano, estaré conforme con lo que tengo. Asimilar que el truco está en saber apreciar la belleza del mar, esté en calma o en tempestad. Ser feliz en la soledad y en la ilusión. Saber que el chiste de la vida son momentitos como el que este atardecer hace que me enamore de la vida. A eso vine a Campeche, a tener, por más que no lo pueda expresar con palabras, una de las experiencias más profundas de mi vida.

A mi alrededor personas de distintas nacionalidades compartimos el mismo espacio, aunque sin duda la mente de cada uno vuela a universos muy distantes entre sí. El cielo se vuelve amoratado con toques de rojo carmín. Mi hora favorita del día se despide con otra canción que ni pintada para la ocasión. Le digo adiós a esta tarde, a Campeche y cierro el cuaderno de viaje.


Para checar las fotos de mi viaje a tabasco, da clic aquí y elige el álbum ‘Tabasco 08’.

3 comentarios:

Jessie dijo...

Wow Gabrielito, increíble lo que un atardecer frente al mar nos puede hacer hacer, como eso de hacerse de mil pensamientos tan bonitos que justo has posteado y subido en tu libreta.

Y como soy la primera en dejarte un comment, tomá un tequila (creo que es la bebida típica de México, y si no, me decís) a mi salud por eso.

Te saludo y me despido deseando que abras otra libretita de viajes y preguntándome que otra cosa postearás mientras abrís la siguiente libretita de viajes.

Ah! y por cierto, recordás que te dije que te iba a dar un premio? pues ya cuanto antes te voy a dar el diamante jessie de Octubre 2008 por ser tu libreta muy cómica y al mismo tiempo interesante, sólo dejáme encontrar ese diamante que no sé dónde lo dejé y te lo mando por mail.

Te saludo y me despido

Atentamente:
Jessie

Jessie dijo...

Ah, por cierto acabo de leer que vivís en Iztapalapa. Enhorabuena por eso. Y como mi papá ha estado allá, me pregunto si los has visto por allá alguna vez.

Te saludo y me despido

Atentemante:
Jessie

gabriel revelo dijo...

jessie: en efecto, el tequila es la bebida de por acá. si quieres leer sobre otros viajes que he hecho, checa los relatos que tengo en la categoría 'tripping'. y de iztapalapa, creo que es poco probable que me haya topado con tu papá pues esa zona de la ciudad es inmensa. saludos y como siempre, gracias por darte tus vueltas por acá.