miércoles, 22 de octubre de 2008

Cuaderno de viaje 2 - Los campechanos (y las campechanas)


Dos días en estas tierras me han bastado para conocer la forma en la que viven los campechanos. Antes de venir me preguntaba si eso de vivir la vida ‘campechanamente’ tenía algo que ver con la vida en esta ciudad: absolutamente.

Vivir en Campeche tiene su chiste, como no. Entre el intenso calor, los días soleados, la brisa de la tarde y la rica comida típica, que hace que uno se encuentre todo el tiempo con el estomago lleno, poco tiempo queda para preocuparse por otra cosa. Y es que, si algo se encuentra completamente ausente en la existencia de los campechanos es, precisamente, la preocupación. La Ciudad transcurre en calma a todas horas, quizá con excepción de las 3 a las 5 de la tarde, momento en el que los lugareños abandonan las calles para dormir un par de horas y descansar las comilonas que uno tiene por acá.

Dice el dicho (valga la redundancia redundante) que ‘a dónde fueres has lo que vieres’, así que para no desentonar con el ambiente campechano ayer y hoy he dormido placida y relajadamente en las tardes. Igual y es un desperdicio perder el tiempo cuando uno está en una ciudad que no es la suya, pudiendo estar conociendo diversos lugares. Yo pensaría lo mismo, pero de verdad es imposible luchar contra el ambiente de somnolencia que se apodera del ambiente.

Y así transcurre la vida por acá. Sin prisa por nada ni por nadie. Con una lentitud que a veces exaspera pero que la mayor parte del tiempo resulta muy agradable para aquellos que tenemos la manía de holgazanear. Acá los días se vuelven años y las tardes eternas. Las horas duran más que una batería Duracell y las noches son de una tranquilidad que cualquier defeño envidiaría. De hecho esa es mi única queja hasta el momento, la vida nocturna muere, por muy tarde, a las 10 de la noche. Van dos días que salgo en la noche en búsqueda (muy arreglado y perfumado, uno nunca sabe) de algún tipo de aventura o diversión y he tenido que regresar más pronto de lo deseado. Ojalá y está noche sí encuentre algo, porque eso de encerrarme en el hotel a las 10 de la noche está medio deprimente. O igual y así son las noches campechanas.

Concluyamos con que los campechanos son bonachones, que les gusta levantarse temprano para poder tener tiempo de dormir por las tardes y que en general, no tienen prisa por nada. Ahora, las campechanas son otra cosa. Todas tienen un no sé qué que hace que los campechanos anden aun más en las nubes. Empezando con la recepcionista del hotel en el que me hospedo (cuyas curvas me tienen dando vueltas la cabeza y me hacen balbucear tonterías cada que pido las llaves de mi cuarto), pasando por la chica que tengo justo en la computadora de a lado en éste café internet, hasta las educadoras con las que a medio día compartí un camión de la zona arqueológica de Edzná (post que escribiré, lo prometo, en los próximos días). La mayoría son delgadas y tiene ese acento porteño-yucateco que hipnotiza a quien las escucha.

El centro histórico de Campeche podrá estar lleno de atractivas extranjeras. Gringas rubias y altas, o elegantes y hermosas europeas, son opacadas por las bellezas locales que son, desde ya, otro motivo para no querer irse de aquí.

Casi dan las ocho de la noche y la noche campechana me pide que salga a buscar más aventuras. Vivencias que al fin y al cabo son el combustible de este vicio llamado escritura ¿Quién soy yo para negarme? Iré a un evento literario que un grupo universitario presenta en un teatro de la ciudad, después quién sabe…


Ciudad de Campeche, Campeche
Octubre de 2008

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Campeche es el peor estado en el que he vivido. Su gente es grosera, retrógrada e intolerante con los que no son nacidos ahí. El calor es abrasador, las calles polvorientas, la gente holgazana, mediocre y abusiva; en fin, lo peor. Lo único que he de reconocer es que obviamente no todos son así, hubo personas que fueron muy amables y no hay forma de negar que su comida es deliciosa.

gabriel revelo dijo...

anónimo:pues a mi me encantó... aunque debo decir que es diferente vivr ahí que ir sólo de vacaciones...

saludos!

Anónimo dijo...

Dos días no son suficientes para conocer el carácter de una sociedad. Yo acabo de regresar de allá y concuerdo con el primero comentario (y eso que solo estuve una semana). La campechanos son groseros, prepotentes. Les pides información para una dirección o como tomar un transporte público y no te saben responder. No son para nada amigables. Sé que no puedo generalizar pero de 10 personas, 8 te tratan groseramente y burlonamente.
Yo creo que tienen un sentimiento de inferioridad tremendo y de ahí viene que sean prepotentes. Ven al turista nacional con signo de euros y dolares y apenas te descuidas ya te quitan una tajada de tu dinero. No hay opciones de transporte público para ir a los sitios de interes turístico, todo lo tienes que hacer a través de tour operadoras que tienen precios muy altos o a través de taxis. Los taxistas se aprovechan, te ven cara de estadounidense y te quieren sacar un ojo de la cara con un trayecto de 15 minutos.
Las páginas web que te indican que visitar están muy alejadas de la realidad. De verdad si se mueren por conocer Campeche vayan, pero lleven una buena reserva de dinero porque mucho se te va en pagar taxis porque su red de transporte interna no es buena. Les recomiendo que solo se queden dos días, con esos basta y mejor váyanse a Mérida. Esa si que es una ciudad amigable con los turistas, no solo extranjeros, sino con los nacionales.
Sí creen que la ciudad de Campeche es un destino de playa, mejor no traten de experimentarlo. Váyanse a otro estado con playas, ellos no las tienen.
Y algo que se me hizo bien extraño es que al preguntarles por las zonas mayas, hablaran tan despectivamente de ellas. Seguro esto explica que no sea sencillo llegar a ellos abordando transporte público, solo a través de taxis o tour operadoras que por persona te cobran arriba de $1200.

Así que como les digo, lleven una buena reserva de dinero porque a los campechanos les gusta robar a los turistas. Son burlones y ladrones. Es una lástima porque yo creía que serían igual de amigables que los habitantes de Mérida. Me quedo desilusionada de Campeche, tenía tantas ganas de conocer esa ciudad, lo único bueno es que por mis propios ojos me dí cuenta que no vale la pena como destino turístico.