sábado, 19 de mayo de 2007

Envidia de la buena





“Lo difícil no es encontrar el tiempo para escribir,
sino toparse con la inspiración”


Mi amigo y vecino Jonathan Chande, un año menor que yo, estudió Cibernética en la Universidad La Salle. Al parecer trabaja por el rumbo de Santa Fe y vive con su mamá a unas casas de distancia de la mía. Además, en sus tiempos libres, tiene un par de blogs en los que escribe acerca de mil y un temas interesantes con bastante regularidad y atino.

Hace un par de meses, por motivo de su cumpleaños tuve la oportunidad de asistir a una comida en su casa y enterarme de que mi buen amigo escribe, además de sus blogs, un diario. Y lo hace a la vieja usanza, en una especie de cuadernillo de pasta negro, cuyas páginas blancas llenas de caligrafías finamente trazadas por bolígrafos de tinta negra y azul, le dan un toque de elegancia y distinción a los escritos.

Me impresionó saber que lleva años escribiéndolo. No crean que lo hace ocasionalmente, al contrario, por las fechas uno se da cuenta de que el autor lo hace de manera bastante constante y detallada, de tal manera que cualquier acontecimiento en su vida está registrado por su propio puño y letra.

Originalmente, la intención del ‘Jony’ era mostrarme sólo un escrito de su diario, correspondiente al día de la muerte de mi padre. Y obviamente, un servidor no se quedó quieto y empezó a hojear aquel cuadernillo de apuntes en el que con sólo una miradilla pude enterarme de chismes, secretos, anécdotas, pensamientos, y de más pormenores de la vida de mi amigo, quien un poco irritado me pidió en repetidas ocasiones que me limitara a leer lo que me había señalado.

Siempre ocurre que termino por desesperar a la gente. Después de unos minutos de sana lectura de lo que ‘no me importa’, Jony me quitó el cuadernillo y la comida siguió sin novedad alguna. Obviamente (y sé que la victima lo leerá), me enteré de muchas cosas que de seguro el autor preferiría quedaran en el anonimato “ñaca ñaca” (eso pretendía ser una risa maléfica). Pero como soy tan bueno, no las comentaré hoy, sino hasta el próximo año bisiesto (saquen sus cuentas, y verán que no falta mucho).

Ya en serio, saco el tema del diario por la simple y sencilla razón de que yo siempre he querido tener uno. Eso de escribir el día a día de nuestras vidas e irlo guardando para la posteridad y satisfacción personal me parece delirante. Durante mi infancia varias veces intenté escribir uno, pero siempre la desidia y la falta de ganas terminaban por abortar mis buenas intenciones.

Por eso, el que Jonathan haya logrado ser constante por años me da envidia, pero de la buena, pues no conforme con llevar un registro casi perfecto de su vida, redacta de una manera tan interesante que uno podría pasarse la tarde entera leyendo. Encuentros, desencuentros, romances, enamoramientos, vida cotidiana, sentimientos, etc. Todo cabe en un diario sabiéndolo acomodar.

Dirán algunos respetables lectores, que al poseer yo un blog de cierta forma aspiro a tener una especie de diario electrónico. La verdad es que no. Mientras yo escribo regularmente, tres veces por semana en éste espacio de temas variadísimos y sin relación (lo que alcanzo a escupir, a veces con mucho trabajo de mi cabeza), Jony en cambio, con mucho menos tiempo libre que yo, lo hace siempre de forma ordenada y coherente cada que algo significativo ocurre en su vida, eso sí, sin descuidar sus blogs que de tan diferentes y variados, parecen escritos por diferentes personas.

Por eso mi amigo me da envidia, recalco de nuevo, ‘de la buena’. Él es capaz de escribir sobre diferentes cosas en un día, y siempre le suceden cosas interesantes. Parece que siempre tiene la inspiración de su lado y la originalidad del otro. En cambio yo, que supuestamente me considero un intento de escritor, carezco de toda consistencia. Escribo diario, sí, pero casi todo termina en la basura. Sufro, con una constancia aterradora, de bloqueo del escritor, y para colmo, en mi vida nunca ocurre nada interesante.

Me siento a escribir y las ideas no llegan. Imaginemos entonces, que haría yo con el propósito de escribir un diario personal. ¡Claro!, lo de siempre: tirarlo por la borda. Lo mismo sucede con éste blog, no público diario no porque no quiera, sino porque no siempre salen textos medianamente aceptables, y a veces, ni el intento hago. Digamos que escribo para curarme el corazón, más por necesidad que por vocación. Generalmente, cuando un texto nuevo aparece en éste espacio es porque algo pasó, que me hizo refugiarme en la escritura. Sí, ya lo sé, estoy ya muy mal.

En fin. Todas estas palabras para decir que mi amigo y vecino Jonathan Chande nació con ese don de tener siempre que decir y de volver su vida la más interesante. Y eso, me provoca envidia de la buena.

2 comentarios:

Gonzalo Del Rosario dijo...

Quizás lo escribe bien porque sabe que nadie lo leerá más que él . . .osea: él, porque pienso que es un "diario personal", no una bitácora abierta al ciberespacio como lo son los blogs, donde cualquiera puede escribir un comentario por más idiota que sea.
Por otro lado, hay gente que no puede dejar de escribir, inspirándose siempre de las cosas más simples de la vida.
Yo no puedo escribir todo el día, aunque lo quisiera. Mucho menos todos los días, no, yo también lo intenté alguna vez, con resultados desastrosos.
Tu pata tiene ese don, y es sano envidiarlo.

dKsh dijo...

"hay gente que no puede dejar de escribir, inspirándose siempre de las cosas más simples de la vida"
Completamente de acuerdo con ese comentario.
No es que no pase nada interesante en tu vida.. tal vez sea q no lo notas..

Ptss Ptss: ¡Abre los ojos!