
Alo Presidente Chávez, ¿qué hará usted cuándo lea este texto?... ¿mandará a cerrar mi blog, para poner uno en el que sólo se hablé bien de usted? Gracias a Dios su tiranía tiene fronteras y puedo extenuar mi opinión sobre su gobierno, por cierto, indignísimo para la nobleza de un pueblo como el venezolano.
Con todo y que no considero demasiado ético meter mis narices en los asuntos internos de otras naciones, pues en parte, no me gustaría que lo hicieran con el mío, hoy hablaré de Chávez, pues su accionar trasciende más allá de la política de estado para coartar uno de los principales derechos de los seres humanos: el de la libre opinión.
El domingo pasado, la emisora Radio Caracas Televisión transmitió por última vez después de más de cuarenta años de ser la televisora particular más importante en Venezuela. Obligada por el gobierno bajo el argumento e implementación de ‘medidas democráticas y bolivarianas’ para tener un nuevo canal con un contenido orientado a la exaltación de los valores nacionales. Así se lee y hasta se oye muy bonito, la verdad es otra.
Vamos reconociendo que al señor Chávez le incomoda que se piense diferente. No tolera que haya personas capaces de sostener y debatirle que sus puntos de vista, y modo de concebir el mundo, no son siempre los correctos. Son innumerables la cantidad de desaparecidos, detenidos y perseguidos durante los últimos años en Venezuela, debido a la poco tolerancia del gobierno a la libre expresión. Para un dictador (sí señor, eso es lo que Chávez es desde hace ya mucho tiempo) un medio de comunicación particular no puede ser sino un polvorín que en cualquier momento puede estallar en contra de sus intereses.
Al final, como un amante celoso que impide que su novia tenga contacto con alguien más por temor de que ‘la haga pensar’, así Chávez es, desde hace mucho, celador de la información que su pueblo recibe. Para su desgracia, los venezolanos no son tontos. Basta ver como ante cada medida autoritaria del mandatario cada vez más ciudadanos protestan, provocan disturbios, manifiestan su inconformidad. No estoy a favor de la violencia, pero a veces no hay otro camino para los cabeza dura.
Gracias a Dios su pueblo no es el único que hace corajes con su despotismo. Miles de personas en el mundo hemos sido testigos de los atropellos que usted, en nombre de su estúpida ideología ha cometido. ¿Quiere pasar a la historia?, ¡felicidades, lo está logrando! Tanto odia a Bush que está compitiendo directamente con él, pero por el título del más necio. Ambos censuran a sus medios. Ambos cometen actos atroces en nombre de un derecho divino y de sus pueblos que, dicho sea de paso, cada vez los apoyan menos.
El cierre de Radio Caracas Televisión es decirle a la población ‘no necesito que piensen’. Es cerrarles entretenimiento, oportunidades de trabajo, debate, libertad. Es atentar contra la dignidad y los derechos. Pisotear la individualidad para obligar a todos a una misma pluralidad. ¡Qué asco! Gracias a Dios vivo en un país en el que puedo opinar lo que quiera, sin temor a que al otro día me desaparezcan.
Definitivamente Venezuela no merece tales atropellos. Aguanten, no hay tiranías que sobrevivan mil años. Podrán quitarles los medios, pero la libertad de pensamiento ni con la muerte se acaba.
Censúreme si puede.
Con todo y que no considero demasiado ético meter mis narices en los asuntos internos de otras naciones, pues en parte, no me gustaría que lo hicieran con el mío, hoy hablaré de Chávez, pues su accionar trasciende más allá de la política de estado para coartar uno de los principales derechos de los seres humanos: el de la libre opinión.
El domingo pasado, la emisora Radio Caracas Televisión transmitió por última vez después de más de cuarenta años de ser la televisora particular más importante en Venezuela. Obligada por el gobierno bajo el argumento e implementación de ‘medidas democráticas y bolivarianas’ para tener un nuevo canal con un contenido orientado a la exaltación de los valores nacionales. Así se lee y hasta se oye muy bonito, la verdad es otra.
Vamos reconociendo que al señor Chávez le incomoda que se piense diferente. No tolera que haya personas capaces de sostener y debatirle que sus puntos de vista, y modo de concebir el mundo, no son siempre los correctos. Son innumerables la cantidad de desaparecidos, detenidos y perseguidos durante los últimos años en Venezuela, debido a la poco tolerancia del gobierno a la libre expresión. Para un dictador (sí señor, eso es lo que Chávez es desde hace ya mucho tiempo) un medio de comunicación particular no puede ser sino un polvorín que en cualquier momento puede estallar en contra de sus intereses.
Al final, como un amante celoso que impide que su novia tenga contacto con alguien más por temor de que ‘la haga pensar’, así Chávez es, desde hace mucho, celador de la información que su pueblo recibe. Para su desgracia, los venezolanos no son tontos. Basta ver como ante cada medida autoritaria del mandatario cada vez más ciudadanos protestan, provocan disturbios, manifiestan su inconformidad. No estoy a favor de la violencia, pero a veces no hay otro camino para los cabeza dura.
Gracias a Dios su pueblo no es el único que hace corajes con su despotismo. Miles de personas en el mundo hemos sido testigos de los atropellos que usted, en nombre de su estúpida ideología ha cometido. ¿Quiere pasar a la historia?, ¡felicidades, lo está logrando! Tanto odia a Bush que está compitiendo directamente con él, pero por el título del más necio. Ambos censuran a sus medios. Ambos cometen actos atroces en nombre de un derecho divino y de sus pueblos que, dicho sea de paso, cada vez los apoyan menos.
El cierre de Radio Caracas Televisión es decirle a la población ‘no necesito que piensen’. Es cerrarles entretenimiento, oportunidades de trabajo, debate, libertad. Es atentar contra la dignidad y los derechos. Pisotear la individualidad para obligar a todos a una misma pluralidad. ¡Qué asco! Gracias a Dios vivo en un país en el que puedo opinar lo que quiera, sin temor a que al otro día me desaparezcan.
Definitivamente Venezuela no merece tales atropellos. Aguanten, no hay tiranías que sobrevivan mil años. Podrán quitarles los medios, pero la libertad de pensamiento ni con la muerte se acaba.
Censúreme si puede.