domingo, 17 de junio de 2012

Silencio



“Aunque jamás será lo mismo aquel rincón
porque le falta el temblor de tu cuerpo,
y le falta a la noche, el relente
y la envidia de la gente”
-Alejandro Sanz, Silencio.

Se guarda silencio justo cuando se tiene más que decir, pero también cuando hay más miedo.

Se guarda silencio cuando las ganas de gritar intimidan nuestra voluntad.

Si ahora las palabras están guardadas, es porque la sola idea de viajar por el aire y hacer eco en los oídos indicados pone en duda el discurso más elaborado. Y es que hasta la frase más bella puede ser un arma letal si se suelta en el instante y momento equivocado.

Guardar silencio por miedo, y por respeto tanto al presente como al futuro, todo por no querer contaminarlos de la incertidumbre de un hoy sombrío. Silencio para tomar valor o por lo menos aparentarlo. Silencio para el llanto más triste, el que no puede desahogarse por temor a que más calamidades vengan a nublar el destino.

Silencio no por elección ni obligación, sino por resignación. Silencio para desbaratar los puentes del entendimiento con el resto del mundo. Y quedar aislado, en espera de un milagro, o del cataclismo infernal que de una vez consuma lo poco que se mantiene en pie.

Se asume el vacío sonoro temblando por el temporal. Abandonado, solitario, como un refugio donde protegerse y no tener que dar explicaciones de nuestros actos.

Se está en silencio cuando se desea no estar, ni decir, ni existir. Se está en silencio porque es lo más parecido a estar muerto.

Gabriel Revelo
Junio del 2012

domingo, 10 de junio de 2012

Loser (lo que escribí un sábado)


En mi pasado post les platiqué sobre mi visita al Grafocafé, en donde interpretaron mi firma y trazos de mi escritura. Como en estos momentos no estoy de humor ni tengo ganas de escribir otras cosas, les transcribiré lo que redacté aquella tarde de sábado, y que posteriormente analizaron.

Esta es la pachequés que se me ocurrió ‘de botepronto’:

“Lo curioso, no era que Benjamín se considerada un ‘loser’ o ‘luser’ (así lo pronunciaba y por lo tanto, pensaba que así se escribía), sino que él mismo se sintiera orgulloso de serlo. Ser ‘perdedor’, decía, es la mejor forma de justificarse ante cualquier desventura o error de la vida.

Soy perdedor, porque la perfección que añoró me hace buscar el error.

Soy perdedor, porque la vida me parece un juego, y en todo juego se gana y se pierde.

Soy perdedor, porque hasta mi sombra me juega malas pasadas.

Soy perdedor para disfrutar mis pocos triunfos.

Soy perdedor porque me gusta contar historias. Y esas historias de ganadores a los que todo siempre les sale bien a nadie le gustan”.

Lo sé, es una mafufada… disculpen ustedes, es que es domingo.  

miércoles, 6 de junio de 2012

Lo que las letras dicen de mi (una noche en el Grafocafé)



Grafología: Ciencia que describe la personalidad de un individuo y determina características generales del carácter, acerca de su equilibrio mental (e incluso fisiológico), la naturaleza de sus emociones, su tipo de inteligencia y aptitudes profesionales mediante el examen de la escritura manuscrita.

La dinámica es simple. Escribes un par de líneas en una hoja y te cuentan lo que tu firma y forma de escribir dicen sobre ti. Todo esto mientras disfrutas de un cafecito y una rica crepa. Tal es el concepto de Grafocafé, un agradable sitio que conocí el pasado sábado.

Ubicado en el número 323 de la calle Galicia, en la colonia Portales de la Ciudad de México, este acogedor café fue un agradable descubrimiento. Nuestra amiga Brenda nos contó del lugar y decidimos ir en un grupito de amigos el sábado por la tarde. Una vez que llegas eres amablemente recibido por el personal del negocio. Desde ese momento te sientes como en casa.

Los precios son accesibles. Por 150 pesos tienes derecho al análisis de tus letras, a tomar un rico café (yo pedí el mío de chocolate blanco) y a un pastel. En caso de que en lugar de pastel pidas una crepa salada, el precio asciende a 180.

Después de acomodarnos en nuestros lugares, recibimos unas hojas blancas y las instrucciones de escribir por lo menos cuatro renglones de lo que quisiéramos. Unos minutos después, María Fernanda Centeno, nuestra grafóloga, recogió las hojas y comenzó su análisis de cada una de ellas. Ésta era la mía:



Sobra decir que ir a este sitio con personas a los que conoces es toda una experiencia, pues puedes comprobar si lo que dice la escritura de cada quien es o no real. Y saben, para mi sorpresa esta agradable grafóloga le dio en el clavo a la descripción de cada uno.

En mi caso, esto fue más o menos lo que me dijo:

Para empezar la grafóloga me comentó que rara vez había visto una hoja tan compleja como la que entregué (es que escribí en toda la hoja y hasta un dibujo hice). Me dijo que soy sumamente creativo, que todo el tiempo tengo cosas dándome vueltas en la cabeza y que esto bien encausado puede serme muy útil, pero también puede hundirme y no permitirme salir adelante. Me comentó que soy mejor jefe que subordinado, que tengo un carácter fuerte y que soy agradecido y romántico.

También soy independiente, propositivo, inquieto, auténtico e idealista. Soy optimista, por un lado me estreso y me preocupo, pero por el otro tengo la capacidad de levantarme de mis problemas sacando fuerzas de quién sabe dónde. Trabajo mejor solo que en equipo y tiendo a ser perfeccionista y autocrítico. Incluso me enojo conmigo mismo. Si algo se me mete en la cabeza soy necio y obstinado para conseguirlo. En una relación soy controlador y a veces celoso. Es difícil que me entregue y comprometa pues valoro mucho mi libertad.

Soy desconfiado, un tanto hipocondríaco y tiendo a exagerar las cosas. Soy sarcástico e irónico, tiendo mucho a la nostalgia y suelo regresarme al pasado, de hecho, cargo algo que no he podido dejar ni cerrar ese círculo. Soy bien administrado en todos los sentidos, siempre termino lo que inicio y soy inteligente. Soy introspectivo y tengo un mundo interior muy grande. Soy sonriente y amable, pero si me hacen enojar y lo deseo, sé qué decir para causarle daño a los que me rodean.

Podría dedicarme al diseño o a la mercadotecnia. A cualquier cosa que tenga que ver con crear o dibujar.

Y la verdad, sí... De hecho me gustó mucho todo lo que se dijo de mi. Después, a quienes íbamos en pareja nos hizo un análisis de cómo es nuestra relación, y esto fue lo que nos dijo a Tania y a mi:

Ambos somos exigentes y siempre queremos tener la razón. Nuestra relación es apasionante, aunque cuando nos enojamos tenemos peleas épicas pero también sabemos comprometernos. Somos dominantes pero también nos impulsamos mutuamente para seguir adelante. Aunque eso sí, ella manda en la relación.

Después de nuestras respectivas lecturas, aun estuvimos un rato platicando con la grafóloga, quien por cierto, a todos nos cayó muy bien. Es una chava amigable y extrovertida que incluso es columnista de una revista y colabora con varios medios.

Antes de despedirnos hablamos de política. De acuerdo a las firmas de los presidenciables, ella nos comentó que Peña Nieto se tiene muy poca confianza a sí mismo, López Obrador es necio y a como de lugar quiere tener la razón, y Gabriel Quadri es el más inteligente.

Así concluyó está velada. De verdad no pueden dejar de ir al Grafocafé. Yo pienso volver muy pronto. Da clic aquí para ir al sitio web del Grafocafé.

sábado, 2 de junio de 2012

Tommy Hilfiger: el aroma de mis pocos triunfos, y muchas derrotas



Me acompaña desde hace más de diez años. No lo hace diario, sino sólo en ocasiones especiales. Quizá por eso la asocio inmediatamente a esos días, y sobre todo noches, en las que mi vida ha quedado marcada para bien o para mal. Hablo de la loción para hombres de Tommy Hilfiger.

Sé que suena tonto y de lo más ridículo dedicarle un post a una fragancia comercial, pero para ser sincero, desde hace mucho me resulta imposible separar esta aroma a muchos de mis recuerdos. Todo comenzó en el 2002, cuando entre los obsequios que mi mamá me trajo del extranjero se encontraba una caja de la versión masculina de Tommy Hilfiger. Ella me contó que en cuanto la olió pensó que era ideal para mí. Después de abrirla y dudando un poco de su buen gusto me rocié un poco, y saben, me gustó.

Días después mi tío Miguel supo de mi regalo y dijo que laboral y socialmente hablando era adecuado usar alguna fragancia para dejar una buena impresión. Me pareció un buen consejo pero no lo seguí al pie de la letra. Nunca antes había usado ningún tipo de perfume que fuera “propiamente mío”, y la idea de usarlo a diario mi regaló me parecía absurdo.

¿Para qué si hoy sólo veré a mis amigos hombres?

¿Para qué si es un día común de escuela y por cierto, me aburriré dos horas en la tediosa clase de francés?

Decidí entonces usar mi loción sólo cuando la ocasión lo ameritara. Así me educaron, ¿qué quieren que haga? Toda mi existencia había observado a mi papá poniéndose sus perfumes más finos antes de alguna fiesta elegante. Él mismo me inculcó esta idea: la elegancia debe estar acompañada de una buena fragancia. Lo recuerdo rociándome el contenido de alguno de sus frascos carísimos antes de alguna Navidad o Graduación, así como decirme, antes de algún viaje de práctica en mis años de preparatoriano, que me llevará una de sus lociones "por si una noche salía en a la discoteca".

Por eso, desde hace diez años sólo saco la Hilfiger cuando la ocasión es lo suficientemente especial. Obviamente la voy reponiendo cuando se acaba, no crean que el mismo frasquito me ha durado tanto. Nunca he sabido un carajo de perfumes. Desconozco si es la mejor fragancia, o la más cara, o si está de moda. Sólo sé que usarla es un detonante para saber que ese día está llamado a ser importante.

Tommy Hilfiger ha estado presente en varios momentos entrañables de mi vida, como también en muchas de mis derrotas. Estuvo en esas fiestas de universidad en las que me divertí como un loco, pero también en esas salidas a algún tugurio en el que las cosas no salieron como esperaba y terminé con el corazón roto. En fiestas familiares, en mi desastroso viaje de graduación acapulqueño en el que todo fue un fiasco y en mis borracheras más memorables.

Hasta la fecha, oler uno de estos perfumes es como subirme a un vertiginoso tobogán de emociones. Ahí están las reuniones en casa de mi amigo Ángel, la emoción de ir apestando con ese aroma el interior de mi auto mientras me dirigía a mis citas con la noche y sus aventuras. Ese olor también me remite a esas madrugadas de cruda moral y de desamor, en las que apenas soportaba la aroma de mi loción mezclada con el olor a tabaco y alcohol.

Fracaso amatorios, momentos sublimes en los que los astros se alinearon para que un día fuera sublime, bodas, bautizos, comuniones. Compromisos de trabajo. Ilusiones quebradas, esperanzadores encuentros. Muchos celos, rabia y lágrimas. También besos y risas sinceras. Todo eso esconde la esencia que contiene un frasquito de Tommy Hilfiger. Parece mentira que gran parte de mi pueda guardarse en partículas de alcohol y viajar por el aire en forma de olor.

Siempre tengo mi loción Tommy, lista para cuando sea necesario agregar otro momento digno de inmortalizarse en mi álbum aromático de recuerdos.

martes, 29 de mayo de 2012

El arte de escribir comedia



Quienes me conocen de hace muchos años, sabrán que unos de mis mayores sueños era el ser escritor de programas de comedia. Incluso llegué a escribir sketches y muchos bosquejos de un sitcom llamado "La Esperanza muere al último" que recoge mis vivencias en la preparatoria, cuando pasé de una escuela de varones a una mixta sin idea alguna de cómo tratar a una mujer.

Por aquellos tiempos (2002) era tanta mi fascinación por el tema, que incluso tuve la oportunidad de entrevistar a tres de los escritores de comedia de Eugenio Derbez, que en aquel tiempo conformaban C.R.E.O (el equipo de creativos de este comediante mexicano).

Siempre he admirado el trabajo de Derbez y el de todo escritor de comedia. Por eso, al releer estas entrevistas recordé lo mucho que me gusta éste mundo. Y el sueño sigue ahí, quizá alguna vez lo retome. Por lo pronto, les comparto esta entrevista:

1- ¿De dónde surgió la inquietud de escribir comedia?

RESPUESTA JESÚS PERRUSQUIA (ESCRITOR): A partir del concurso de Máximas que lanzó Eugenio Derbez y Douglas, en el cual gané un premio. Me entrevisté con Gus Rodríguez y me comentó del proyecto CREO. Escribí mis sketches, y me aceptaron, pero la verdad es que nunca pensé que pudiera ser escritor de comedia.

RESPUESTA DE ENRÍQUE GONZÁLEZ (ESCRITOR): Pus, no es por ser copión, pero mi respuesta es igual a la de Perrus.

IGNACIO VALDÉS (COORDINADOR DEL CREO): Estudié en el centro de capacitación de escritores, y por casualidad llegué a la producción de Eugenio. Ya me había interesado por escribir comedia. Incluso tengo algunas otras cosas escritas, que tienen un tinte humorístico, pero no son propiamente comedia, y poco a poco fue que llegué aquí


2- ¿Cuáles son los problemas que ha enfrentado por dedicarse a la comedia en México?

RESPUESTA JESÚS PERRUSQUIA (ESCRITOR): Que quita mucho tiempo y no puedo estar con mi familia todo el tiempo que quisiera.

RESPUESTA DE ENRÍQUE GONZÁLEZ (ESCRITOR): Estudio arquitectura y absorbe mucho tiempo escribir un sketch, así que descuido un poco la escuela.

IGNACIO VALDÉS (COORDINADOR DEL CREO): Ser escritor es muy mal pagado, ya que no se toma en cuenta el valor real que tiene, tanto en esfuerzo y creatividad, para sacar un sketch, y cuando lo que se escribe no es del gusto del productor, no dudan en hacerlo pedazos, o correr gente.


3- ¿Cuál es su opinión de la comedia mexicana actualmente?

RESPUESTA JESÚS PERRUSQUIA (ESCRITOR):  Se van por lo guarro, con poca creatividad y se abusa del atractivo visual.

RESPUESTA DE ENRÍQUE GONZÁLEZ (ESCRITOR): Que son puras guarradas, y con poco ingenio.

IGNACIO VALDÉS (COORDINADOR DEL CREO): La comedia por televisión se hace en base a los ratings y a lo que los estudios de mercado dan como resultado. Si la comedia en México es mala, en gran medida es porque así lo pide el público. Sobre esto, hay que tomar en cuenta que el 70 % de los mexicanos, son de clase media baja y baja.


4- ¿Qué tipo de comedia le gusta más escribir?

RESPUESTA JESÚS PERRUSQUIA (ESCRITOR): Fársico.

RESPUESTA DE ENRÍQUE GONZÁLEZ (ESCRITOR): Doble sentido, fino. Albur bien escrito, no vulgar. (escondido)

IGNACIO VALDÉS (COORDINADOR DEL CREO): Humor negro.


5- Existe represalia hacia el contenido de la comedia en México?

RESPUESTA JESÚS PERRUSQUIA (ESCRITOR): Sí.

RESPUESTA DE ENRÍQUE GONZÁLEZ (ESCRITOR): Sí.

IGNACIO VALDÉS (COORDINADOR DEL CREO): No propiamente represalia, sino ciertos lineamientos que son los que indican el perfil a quien se dirige la televisión. Si se habla de la libertad de escribir lo que a mi me gusta, la televisión, no es el medio para hacerlo, ni el público mexicano, ya que el teatro permite toda la libertad de expresión, pero la taquilla indica que al público no le gusta lo que lo hace pensar o lo que está muy complejo. Quiere divertirse y pasar el rato bien.


6- ¿Quién considera que es el icono de la comedia mexicana?

RESPUESTA JESÚS PERRUSQUIA (ESCRITOR): Chespirito.

RESPUESTA DE ENRÍQUE GONZÁLEZ (ESCRITOR):  Cantinflas.

IGNACIO VALDÉS (COORDINADOR DEL CREO): Cantinflas.


7- ¿Por qué cree que la comedia influye en la cultura mexicana?

RESPUESTA JESÚS PERRUSQUIA (ESCRITOR): La mayoría de los mexicanos ven a los comediantes como ídolos, copian su manera de vestir, lenguaje... etc, quieren ser como ellos.

RESPUESTA DE ENRÍQUE GONZÁLEZ (ESCRITOR): Porque la gente se ve reflejada en los personajes de los sketches.

IGNACIO VALDÉS (COORDINADOR DEL CREO): Lo que funciona, tanto en la comedia como en la dramaturgia en general, es que el público se sienta identificado con los sucesos y los personajes, siempre y cuando tengan un punto entrañable, que hagan que se congracien consigo mismos (público) ejemplo: el chavo del 8, a quien se le perdonan todas sus travesuras, porque es pobre, no tiene nada, ni padres ni casa ni comida.... Causa ternura, sin caer en la lástima, por ser una combinación adecuada de travesuras y torpeza de alguien indefenso.  En el caso de cantinflas, es la voz del pueblo oprimido, que surge y se “venga” del poder y de su desventura de ser pobre, con su ingenio, frescura y malicia para hacer justicia. Eso le gusta al pueblo, ya que se siente identificado con la opresión, y por otra parte, no se identifica en lo malo, sino en lo estoico del personaje, y de su ingenio para enfrentar las injusticias que él mismo vive... Un poco como súper héroe, que enfrenta sus mismos problemas, pero los soluciona con cinismo e ingenio.


8- ¿Cuál es su mayor satisfacción en su trabajo?

RESPUESTA JESÚS PERRUSQUIA (ESCRITOR): Que lo vean millones de personas, por t.v.

RESPUESTA DE ENRÍQUE GONZÁLEZ (ESCRITOR): Que lo vean millones de personas, por t.v.

IGNACIO VALDÉS (COORDINADOR DEL CREO): Resolver problemas que se conjuntan en cuanto a exigencias de producción, con técnicas de dramaturgia... Esto es, saber cómo contar una historia que guste al público, cubriendo las altas exigencias de producción, las cuales contemplan la aspiración de un elevado rating, por medio de mostrar lo que el publico quiere ver, que muchas de las veces no es tan fácil adivinar.


9- ¿Cuál es su método para hacer reír al público?

RESPUESTA JESÚS PERRUSQUIA (ESCRITOR): Exagerar los vicios de los mexicanos.

RESPUESTA DE ENRÍQUE GONZÁLEZ (ESCRITOR): El doble sentido.

IGNACIO VALDÉS (COORDINADOR DEL CREO): No es propiamente un método, sino una técnica... Contar una historia, del tipo que sea, requiere una técnica, contar una historia cómica, es conjuntar la teoría con el cinismo, sólo que una de las premisas de la técnica, es que no cualquier chiste le queda a cualquier personaje, hay que conocer muy bien a los personajes, para saber en qué situación ponerlos, para que resulte chistoso, eso se logra mediante el choque conceptual, mediante la respuesta estúpidamente inesperada, Mediante la sorpresa, mediante la técnica de tensión y distensión, la irreverencia... etc. No es tan sólo ser ocurrente y chistosito.


10- ¿Qué consejo le daría a las personas que quieren dedicarse a la comedia?

RESPUESTA JESÚS PERRUSQUIA (ESCRITOR): Pensar las 24 horas del día en la comedia... Que no se desanimen, y que coman frutas y verduras

RESPUESTA DE ENRÍQUE GONZÁLEZ (ESCRITOR): Tratar de ser lo más original posible y un poco de suerte para encontrar el lugar adecuado con las personas adecuadas, que reconozcan tu trabajo.

IGNACIO VALDÉS (COORDINADOR DEL CREO): Hay muchos lugares para aprender la teoría, las técnicas de dramaturgia, algunas claves para poder cortar camino, hasta el momento, no conozco ninguna otra estructura dramática que la aristotélica, y es la que funciona hasta en los chistes, que es:

PLANTEAMIENTO – DESARROLLO – CLIMAX – DESENLACE...

(QUE PUEDE CAMBIAR DE ORDEN, PERO NO PUEDE FALTAR NADA, PORQUE SE VUELVE ABURRIDA O POCO CLARA LA HISTORIA, EN EL GÉNERO QUE SEA.)

Esto ayuda, pero en realidad, es muy difícil que alguien enseñe a escribir a alguien... Sólo leer, ver comedia, analizar a las personas, exagerar sus vicios y saber contar una historia y/o situación, lo más claramente posible... Escribir... Escribir... Escribir... Y ser auto exigentes con el trabajo... Los críticos más duros... Como dice Eugenio Derbez: La risa se arrebata. Entrégale a alguien lo que escribiste, y velo a la cara mientras lo lee... Si se ríe, es bueno, si no se ríe, pero al último te dice que está padre, no le creas... La risa es la única clave.

jueves, 24 de mayo de 2012

Enrique Peña Nieto ¿huele a chanchullo?


¿Excitantes, motivantes, emocionantes? Hay muchas formas de definir lo que ha estado pasando durante los últimos días en México. Cuando las elecciones presidenciales parecían más que definidas las cosas han dado un giro sorpresivo.

Todo comenzó con la desafortunada visita a la Universidad Iberoamericana por parte de Enrique Peña Nieto, candidato del Partido Revolucionario Institucional a la presidencia. El mal recibimiento que tuvo por parte de los estudiantes, provocó unas desafortunadas declaraciones por parte del equipo de campaña del candidato. Para empeorar las cosas, muchos medios de comunicación minimizaron o no reportaron los hechos ocurridos en la Ibero. Desde ahí surgió un descontento generalizado en contra del priísta.

Desde entonces varios movimientos se han gestado desde la sociedad. La Marcha #YoSoy132, las marchas #AntiEPN, y movilizaciones a favor de López Obrador han sido constantes. En general exigen un trato igualitario y justo tanto de políticos como de medios de comunicación. Que no se esconda la información, que no se manipule el contenido, que no se mienta.

He seguido todos estos eventos de manera muy atenta. Difundiendo la información que creo justa por medio de mi Twitter e informándome lo más que puedo. No he podido asistir aun a ninguna marcha pero entiendo bien por lo que se lucha. Ahora bien, ¿cuál es mi postura?

Desde antes que comenzarán los movimientos en contra de Peña Nieto y el sesgo informativo, algo me olía mal. No podía (y sigo sin hacerlo) comprender cómo es posible que el candidato priista tenga tanta ventaja en las encuestas que diversos medios han presentado. Diferencias de casi 20 puntos con respecto a los segundos lugares. Según estos muestreos, casi la mitad de los consultados consideran a Peña Nieto como la mejor opción para que nos gobierne.

Solía pensar que estos números se aproximaban a la realidad, pero entonces me entraron las dudas y comencé a sospechar que en todo esto había gato encerrado. Para empezar, el excesivo número de spots y espectaculares del candidato tanto en televisión, radio y anuncios espectaculares. Después, preguntando en mis círculos más cercanos (familia, amigos, compañeros de trabajo) sólo encontré a una persona que votaría por el PRI. Uno de entre más de 40 personas. Entonces surgieron las encuestas de diferentes universidades, en donde según los resultados, Peña Nieto estaba distante del primer lugar. En las redes sociales el repudio en contra del candidato priísta es total, aplastante diría yo. Además, las marchas multitudinarias Anti-Peña Nieto hacen que las cuentas nomás no me cuadren.

Hace seis años la mitad de mis conocidos votarían por Obrador, la otra por Calderón. Hoy, sin embargo, lo constante es el rechazo hacia Peña Nieto.

En honor a la verdad no puede negarse que tanto la juventud, el sector de la población que tiene acceso a la información vía internet y la gente del DF, no representan un amplio porcentaje del total de votos. También sé que en zonas de provincia en donde no hay tanta información la tendencia de votación puede ser diferente. Incluso las personas mayores pueden tener una opinión muy diferente a la de los jóvenes. Pero aun así, la diferencia tan abismal que quieren hacernos creer que lleva Peña Nieto se me hace irreal.     

A últimas fechas he leído constantemente diversos periódicos, así como visto y escuchado todos los noticieros posibles. Y no, no es ninguna paranoia, verdaderamente hay información que no es difundida, o se minimiza, o se da de forma incorrecta. En mi percepción sí se ha protegido a Peña Nieto en los medios. Ni cómo negar que en Twitter sucede lo mismo. Con boots príistas encargados de incrustar Trendings Topics a favor de su candidato, o de borrar aquellos que les resultan desfavorables.

Por suerte no soy el único que no se traga la farsa que ocurre ante nuestros ojos. La resistencia que la población ha tenido ya rinde sus frutos. Por más que vaya en contra de sus intereses, los medios han tenido que mostrarse más abiertos a informar sobre estos movimientos para mantener su credibilidad. Y por eso todas estas inconformidades son valiosas. Mientras de a poquito vaya cambiando el sistema, más pasos daremos hacia la consecución de un mejor país.

Y así están las cosas. Desconozco en qué parará todo esto, pero el que la juventud esté despertando me parece más que alentador. Aclaro que soy apartidista y sigo sin saber por quién votaré, pero eso no me exime de mi derecho de pedir unas elecciones justas, en donde al final sea el pueblo quién elija a su gobernante, y no los intereses de unos cuantos.  

domingo, 20 de mayo de 2012

Cometas por el cielo chilango (mi primer concierto de LOVG)


Habrá sido por ahí del 2001 cuando compré su primer disco. Seducido por un par de sencillos que me habían gustado al escucharlos en la radio, me aventuré a comprar "El viaje de Copperpot", segundo álbum de estudio del grupo La Oreja de Van Gogh. Desde entonces comencé a comprar sus discos venideros y podría decirse que me volví su seguidor. Más de diez años después, por primera vez los vi en concierto.

Viernes 18 de mayo del 2012, Pepsi Center de la Ciudad de México, 20:30 horas. Para ser honesto no tenía mucha idea de qué esperar. Uno suele escuchar discos y llevarse grandes sorpresas o decepciones cuando escucha esas mismas melodías en vivo. Cada material de La Oreja de Van Gogh que fui adquiriendo a lo largo de los años me dejó más que satisfecho. Estar ahí valía la pena.

Con este grupo me pasa algo muy peculiar. Sus temas, más que canciones, las considero historias. Cada que compro uno de sus discos lo hago con la emoción de quien compra un libro de cuentos, ansioso por dejarme cautivar por la narrativa y creatividad en la que personajes y situaciones cobran vida. Antes que músicos, considero a los integrantes de La Oreja de Van Gogh como escritores de algunas de las historias que más me han cautivado y acompañado a lo largo de mi vida.

Mentiría si no dijera que La Oreja de Van Gogh y sus literarias canciones forman parte de mi educación sentimental. Por eso, después de acompañarme por años no me lo pensé mucho para ir a su presentación. Y saben, no me decepcionaron, al contrario, fue un C-O-N-C-I-E-R-T-A-Z-O.

Se sabe que una banda es virtuosa en tanto su música en vivo suene igual o mejor que en su disco de estudio. Y eso pasó con La Oreja. Melodías ejecutadas con maestría. Cada uno de los cinco integrantes daba lo mejor de sí, y eso se notaba en la respuesta del público, con quienes los españoles conectaron de inmediato.

Era una gran postal. Los integrantes de La Oreja de Van Gogh (a quienes tanto había visto, pero sólo en fotos) emocionando a cientos de personas que no dejaban de saltar y corear las canciones. Por el tipo de música que interpretan, llegué a pensar que sus conciertos estarían más orientados a la calma. Y sí, pero también hubo mucha energía. Fue de esos conciertos en los que el público raramente encuentra un espacio para sentarse y descansar.

"Deseos de cosas imposibles", "Muñeca de trapo", "París", "La Niña que llora en tus fiestas", "El Último Vals", "Cometas por el cielo", "Puedes contar conmigo" y por supuesto la mítica "Jueves". Escucharlas una y otra vez durante años. Adoptarlas como parte de los momentos importantes de mi vida y finalmente verlas ejecutar frente a mis ojos fue una gran experiencia. Ni que decir de Leire, la vocalista que con su maravillosa voz y presencia escénica me dejó gratamente sorprendido.

Aquellas historias que tanto me gustan, "leídas" en directo, adquieren una mayor emotividad y fuerza, y se clavan en el corazón de quien sin saberlo, esperaba ese momento desde hace mucho. Canción tras canción era una ráfaga de recuerdos-reflexiones-anécdotas que redondearon la noche.

De pronto, quien asiste a un buen concierto, siente su corazón acelerado y emocionado cuando éste recién termina. Así me pasó con esta presentación que se me fue como agua. Al final quedé con ganas de volver a verlos en vivo, no importa que tenga que esperar otros diez años para hacerlo.


Pd. Gracias a mi compañera de concierto, por darle sentido a las canciones y hacer de esa noche algo aun mejor. 

Aquí un video de no muy buena calidad,  grabado durante esa noche (no lo tomé yo).



El Pepsi Center

A pesar de esta maravilla de concierto, hubo un detalle que a los asistentes nos tuvo con cara de espanto durante todo el evento. La forma en la que se tambaleaba el segundo nivel del Pepsi Center. Yo que estaba ubicado debajo de ese piso puedo decir que más de la mitad del concierto esa estructura se cimbraba peor que si estuviera ocurriendo un sismo. Por tanta vibración a causa de los saltos de la audiencia las lámparas estuvieron a punto de caer sobre el público que se encontraba debajo. Incluso hasta caía polvito y pedacitos como de yeso.

El Pepsi Center no tiene ni un mes de haberse inaugurado y ya se encuentra en esas condiciones, ojalá y las autoridades de protección civil hagan algo al respecto. De no ser así, un día no muy lejano podría ocurrir una tragedia en ese sitio. Toco madera.

martes, 15 de mayo de 2012

Hasta siempre, querido Carlos Fuentes


El día se partió en dos a partir de la noticia que hoy llena los noticieros. En un principio no lo creí, incrédulo pensé que se trataba de una de tantas bromas similares y siniestras que recorren las redes sociales con más frecuencia de la que quisiéramos. Como si se tratara de un familiar o amigo cercano mi primera reacción fue negarlo. Con el paso de las horas va llegando la resignación.

Pero habrá que irse haciendo a la idea. Hoy murió el escritor Carlos Fuentes, y es inevitable que los amantes de la literatura sintamos profundamente la pérdida.

Y no, no pretendo vanagloriarme diciendo que leí todos sus libros y soy un experto en su obra, al contrario, confieso que descubrí tarde a Fuentes, que mi primer intento por adentrarme en su creación quizá no fue el más adecuado o el correcto para quien lo aborda inicialmente, pero sí el que me dejó en claro la grandeza y riqueza de sus letras. Así comencé las páginas de Terra Nostra, una novela ¿histórica? un tanto compleja y pesada, pero llena de simbolismos, imágenes literarias sublimes y una mexicanidad desbordante. Habré tenido unos 22 años.

Mis dos experiencias consecuentes con la literatura de Carlos Fuentes fueron Aura y La Región más Transparente, dos novelas cumbres de la literatura mexicana, y me atrevo a decir, pilares de la escritura mundial. Con Aura descubrí la intención y ritmo que se le puede dar a un texto cuando se emplea la segunda persona; con la Región más transparente asistí maravillado a la narración de toda la Ciudad de México en una sola novela, en donde nadie ni nada falta. Nadie como Fuentes para entender esta metrópoli con su melancolía y luminosidad, con su miseria y su glamur.

Ocasionalmente leía alguna de sus obras, siempre cautivado y sobre todo, intentando absorber las claves de ese estilo tan universal y versátil que manejaba. Fuentes, como pocos autores, solía arriesgar y buscar nuevas formas narrativas. A veces le salía, a veces no, pero esa forma de adaptar su escritura en función del texto siempre me pareció llamativa. Aunque escribía como un ciudadano del mundo, sus palabras nunca dejaban de estar impregnadas de México.

En el 2008, con motivo de su Homenaje Nacional tuve la oportunidad de asistir a varias ponencias sobre su obra, e inclusive a su conferencia magistral en el Auditorio Nacional el 24 de noviembre del 2008. Esa noche por primera vez vi a Carlos Fuentes y fue emocionante. Escuchar la fuerza de su voz, esa elocuencia envidiable al hablar y la claridad de sus ideas fue impactante.




Hace un año ofreció una firma de libros en la Librería Gandhi de Miguel Ángel de Quevedo. Esa lluviosa tarde asistí a su encuentro junto con mi hermana, y tímidamente llevé sólo uno de sus libros. Al estar frente a él me sentí intimidado. Aquel hombre de 82 años lucía fuerte, elegante, culto. Las pocas palabras que crucé con él fueron meditadas y cuidadosamente expresadas, temía hacerlo enojar o decir algo fuera de lugar. No podía estar más equivocado, el maestro Fuentes en realidad fue amable y sencillo conmigo, escuchó atentamente lo que le dije e incluso accedió a tomarse una foto con nosotros.

Desde entonces guardé la satisfacción de haber conocido tres vertientes muy distintas de Fuentes. Ya lo conocía por medio de su obra, años después como orador y pensador, y esa tarde del 2011 lo traté unos minutos y conocí a un hombre accesible y educado. Su partida parecía impensable, lejanísima.

Cuando uno es niño nunca piensa que sus padres o familiares cercanos van a morir. De tan cotidianos y presentes que están en nuestras vidas, uno los piensa eternos, invencibles, inmunes al tiempo. Hasta que el destino nos juega una mala pasada y la confusión nos deja sumidos en una espesa melancolía.

Subo a mi cuarto y tomo mi ejemplar de La Región Transparente. Lo abro y en la primera página está la firma del Maestro Fuentes, así como el resto de sus letras que jamás se irán.

In Memoriam
Carlos Fuentes

sábado, 12 de mayo de 2012

Mi inolvidable segundo encuentro con Paul McCartney (On The Run, en el Zócalo)



La historia de esta crónica data desde 1993, año en el que Paul McCartney visitaba por primera vez México. Mi papá, que siempre fue fanático de los Beatles se moría de ganas por ir al concierto que ofreció en la Ciudad de México. Y no fue. ¿El motivo? Ese mismo año, pero meses atrás, Michael Jackson también vino a México con su gira Dangerous. No eran tiempos de mucho dinero. Mi papá decidió darme gusto y en lugar de ir a ver a Paul, decidió ir conmigo a las hoy legendarias presentaciones del Rey del Pop en el Estadio Azteca

Sir Paul volvería a tierras mexicanas 9 años después. En esa ocasión, a pesar de nuestra insistencia y la de sus hermanos y sobrinos, tampoco fue. Mi mamá estaba a unas semanas de irse a conocer Europa, por lo que mi papá prefirió ahorrar todo el dinero posible para que mi mamá llevara muchos euros al viaje.

Un año después mi papá murió. Nunca vio a un Beatle en vivo.

En el 2010 McCartney vino por tercera vez a México. Cumpliendo una especie de deuda con mi papá, asistí al primero de los conciertos que el británico ofreció en el Foro Sol. Esa noche cumplí uno de mis sueños de toda la vida. Gracias a mi papá crecí escuchando a los Beatles. Oír anécdotas, historias y saber un sinfín de cosas relacionadas con ellos forjaron mi afición por estos genios de la música.

Pensé que jamás volvería a ver a Paul McCartney. Sin embargo, cuando hace un par de meses me enteré que el rockero haría una presentación de su gira On The Run en el Estadio Azteca me prometí estar ahí. Días después salieron a la venta los boletos por medio de la nefasta "Preventa Banamex" y casi se acaban. Cuando salieron a la venta para el público en general, sólo quedaban localidades arriba de los 3 mil pesos. El gasto era excesivo y me fui resignando a no ir. De ir con un revendedor, ni hablar, los precios eran todavía más elevados.

Días después se anunció que McCartney también se presentaría gratuitamente en el Zócalo capitalino de la Ciudad de México. Lugar emblemático del país. Mi esperanza de volver a estar en un recital con un Beatle renació nuevamente.

Días antes del concierto de Paul en el Azteca mi novia, y varios buenos y grandiosos amigos hicieron varios intentos por conseguirme algún boleto para estar en el estadio. Por desgracia, sólo encontramos boletos caros. Decidí no ir. La noche de ese concierto revisaba en internet los pormenores de lo que sucedía en el Azteca. Me resultaba frustrante saber que en esos momentos se celebraba un concierto memorable, y yo me encontraba en mi casa. La situación empeoró cuando se anunció que por motivos de seguridad, para el concierto en la Plaza de la Constitución sólo se permitiría el ingreso a 80 mil personas. El resto podría presenciarlo por medio de pantallas gigantes colocadas en las calles aledañas al Zócalo. Era martes 8 de mayo y en las noticias ya reportaban filas de personas para asegurar su lugar en el concierto. Cientos de personas acampando en la espera de ingresar el 10 de mayo, día en el que se permitiría el acceso a partir de las 8 de la mañana.

Yo trabajaría el miércoles y jueves. A dos días de distancia. Llegar a ese concierto y alcanzar lugar me parecía una misión imposible.

Todas las crónicas y comentarios sobre el recital en el Estadio Azteca me inquietaron más. Se hablaba de uno de los mejores conciertos que se le había visto a Paul. Mientras la gente seguía aumentando la longitud de las diferentes filas.

Finalmente llegó el 10 de mayo. Día de las Madres en México. Día del concierto de Paul en el corazón del país. Mi rutina empezó de forma habitual. Llegué a las 7 de la mañana al trabajo. Continuamente revisaba y escuchaba reportes sobre el número de personas que ya estaban en el Zócalo. A las 10 de la mañana había dos mil. A la 1 de la tarde 20 mil. Minutos antes de las 2 apagué mi computadora. Manejé hasta la colonia Viaducto-Piedad y me estacioné en una calle aledaña al metro. En el auto me cambié y me puse mi playera y mi chamarra de The Beatles. Agarré mi capa de plástico por si llovía y emprendí el viaje.

Después de acercarme en metro, empecé a caminar por las calles del Centro Histórico. Cuando finalmente llegué al acceso respiré tranquilo. El ingreso era fluido. Me revisaron varias veces y finalmente entré a la plancha del Zócalo. A lo lejos divisé el escenario. Ya estaba adentro. Me sentí feliz, sólo era cuestión de horas para volver a encontrarme con Sir Paul McCartney. Eran las 3 de la tarde.

El concierto estaba programado para las 9 de la noche. ¿Qué hacer 6 horas? Para empezar busqué algo de comer. La única opción que encontré fue ir al McDonalds que está a un lado de la plancha del Zócalo. Después de formarme casi medía hora por fin pedí una ensalada, unas papas a la francesa y un agua simple. Yo quería una hamburguesa, pero mi actual dieta no permite ese tipo de comida.

Cerca de las 4 de la tarde ocupé mi lugar. En medio de la plancha del Zócalo, ni muy lejos ni muy cerca del escenario. Un buen lugar. Entonces comenzó a llover. Una hora duró el chipichipi del cual me protegí con ayuda de mi capa de plástico. A las 5 de la tarde me senté un rato. Como sucede en estos eventos, la red 3G de Telcel se saturó. No tenía diversión alguna. Dormité un rato. Pensé mil y un tonterías y dejé que el tiempo pasara lento lento.

Cerca de las 19 horas el Zócalo lucía un espectacular lleno. No sólo la plancha central se encontraba así, las calles cercanas eran un inmenso mar de personas. A las 19:30 horas un DJ amenizó la espera con versiones curiosas (a veces en español) de The Beatles. Cayó la noche. Los bellos palacios y edificios que rodean al Zócalo ya lucían iluminados, llenos de personas que no querían perder detalle de algo que ya prometía ser histórico.

20:42. Las pantallas comenzaron a proyectar una especie de collage interminable con imágenes de Paul a lo largo de su carrera, mientras de fondo se escuchaban varios de sus éxitos en remix.

A las 9 de la noche todo quedó en penumbras. Unos segundos después el escenario se iluminó de azul y apareció Paul McCartney vistiendo un saco rojo. Comenzaron los gritos y la euforia colectiva. Una hipnótica energía recorría el cuerpo de cada uno de los asistentes. La estrella hizo un gesto de saludo al público y comenzó a tocar melodía Hello Goodbye.


Así empezó una de las mejores noches de mi vida. Escuchar a un Beatle en pleno centro histórico de la Ciudad de México era indescriptible. Saberse en medio de un acontecimiento memorable y ver con tus propios ojos a una leyenda de la música es shockeante. Cuesta creer que frente a ti está el autor de varias de las canciones que te han acompañado no sólo a ti, sino a gran parte de la humanidad a lo largo de tu vida.

Suspirar, gritar, agitar las manos al ritmo de la música, ver un mar de luces a tu alrededor siguiendo el ritmo de una canción. Mantenerte quieto mientras suena All My Loving y todos brincan menos tú, que te quedas quieto sólo para descubrir que literalmente ‘la tierra tiembla’. Conmoverte cuando Paul interpreta al piano The Long And Winding Road, My Valentine o And I Love Her.


Escuchar a la gente conmovida y ver a Paul feliz. Un país entregado a uno de los músicos vivos más importantes de la historia. Escucharlo hablar español y pasarla bien, alimentaba aun más esa vibración tan especial que sentía cada una de las más de 200,000 almas presentes.

Entonces interpretó Obla di Obla da con mariachi. Los presentes fuimos comprendiendo que presenciábamos el mejor concierto en la historia de la Ciudad de México. Todo un repertorio de canciones que estremecían a la audiencia, todas históricas y emblemáticas, todas importantes. Aquel momento era mágico, esperanzador, sublime.

Cuando McCartney recordó a George Harrison interpretando Something comencé a llorar. Lágrimas por estar viviendo algo así, porque gracias a esas canciones me sigo sintiendo conectado con mi papá, porque las dos veces que he visto a Paul siento que pagaba la deuda de esos dos conciertos que él no pudo presenciar, porque gracias a Sir Mario Revelo conocí a The Beatles, y una unión así jamás se podrá romper.

Otro momento especial sucedió cuando Give Peace A Chance comenzó. Escuchar un himno a la paz en un país que está en guerra contra el narco y ver cientos de rostros conmovidos fue un bálsamo, un recordatorio de que este país está lleno de gente buena.

Y los presentes perdimos noción de nosotros mismos. Todo se volvió un viaje al cielo, un momento apartado del tiempo. Live and Let Die y su espectacular interpretación teniendo de fondo la Catedral Metropolitana fue un orgasmo a los sentidos. La hermandad generada en Hey Jude o la conmovedora Let It Be que me hizo llorar por segunda vez en la noche.


Aquel concierto duró tres horas. Se tocaron 40 canciones y se emocionó a miles de almas, no sólo a las presentes, sino a las que seguían la transmisión vía internet. El final no pudo ser menos apoteósico con las interpretaciones de la magistral Yesterday y una de mis favoritas, la mezcla de Golden Slumbers-Carry That Weight-The End, que para mí resumen la esencia Beatle.

Cuando Paul abandonó el escenario todos éramos felices. No importaba el cansancio ni que pasara de la media noche y al otro día hubiera que trabajar. Si McCartney a sus casi 70 años dio tremendo conciertazo sin pedir tregua, ninguno de los presentes estábamos en posición de quejarnos, al contrario.

Llegué a mi casa a la 1 de la mañana, con la espalda desecha y los pies adoloridos, pero jodida y chingadamente emocionado.

10 de mayo del 2012 queda marcado en la vida del país, de la Ciudad, de mi vida. He visto a Paul dos veces, mi cuerpo sigue vibrando, las melodías retumbando en mi mente. Papá, estamos a mano.