jueves, 24 de mayo de 2012

Enrique Peña Nieto ¿huele a chanchullo?


¿Excitantes, motivantes, emocionantes? Hay muchas formas de definir lo que ha estado pasando durante los últimos días en México. Cuando las elecciones presidenciales parecían más que definidas las cosas han dado un giro sorpresivo.

Todo comenzó con la desafortunada visita a la Universidad Iberoamericana por parte de Enrique Peña Nieto, candidato del Partido Revolucionario Institucional a la presidencia. El mal recibimiento que tuvo por parte de los estudiantes, provocó unas desafortunadas declaraciones por parte del equipo de campaña del candidato. Para empeorar las cosas, muchos medios de comunicación minimizaron o no reportaron los hechos ocurridos en la Ibero. Desde ahí surgió un descontento generalizado en contra del priísta.

Desde entonces varios movimientos se han gestado desde la sociedad. La Marcha #YoSoy132, las marchas #AntiEPN, y movilizaciones a favor de López Obrador han sido constantes. En general exigen un trato igualitario y justo tanto de políticos como de medios de comunicación. Que no se esconda la información, que no se manipule el contenido, que no se mienta.

He seguido todos estos eventos de manera muy atenta. Difundiendo la información que creo justa por medio de mi Twitter e informándome lo más que puedo. No he podido asistir aun a ninguna marcha pero entiendo bien por lo que se lucha. Ahora bien, ¿cuál es mi postura?

Desde antes que comenzarán los movimientos en contra de Peña Nieto y el sesgo informativo, algo me olía mal. No podía (y sigo sin hacerlo) comprender cómo es posible que el candidato priista tenga tanta ventaja en las encuestas que diversos medios han presentado. Diferencias de casi 20 puntos con respecto a los segundos lugares. Según estos muestreos, casi la mitad de los consultados consideran a Peña Nieto como la mejor opción para que nos gobierne.

Solía pensar que estos números se aproximaban a la realidad, pero entonces me entraron las dudas y comencé a sospechar que en todo esto había gato encerrado. Para empezar, el excesivo número de spots y espectaculares del candidato tanto en televisión, radio y anuncios espectaculares. Después, preguntando en mis círculos más cercanos (familia, amigos, compañeros de trabajo) sólo encontré a una persona que votaría por el PRI. Uno de entre más de 40 personas. Entonces surgieron las encuestas de diferentes universidades, en donde según los resultados, Peña Nieto estaba distante del primer lugar. En las redes sociales el repudio en contra del candidato priísta es total, aplastante diría yo. Además, las marchas multitudinarias Anti-Peña Nieto hacen que las cuentas nomás no me cuadren.

Hace seis años la mitad de mis conocidos votarían por Obrador, la otra por Calderón. Hoy, sin embargo, lo constante es el rechazo hacia Peña Nieto.

En honor a la verdad no puede negarse que tanto la juventud, el sector de la población que tiene acceso a la información vía internet y la gente del DF, no representan un amplio porcentaje del total de votos. También sé que en zonas de provincia en donde no hay tanta información la tendencia de votación puede ser diferente. Incluso las personas mayores pueden tener una opinión muy diferente a la de los jóvenes. Pero aun así, la diferencia tan abismal que quieren hacernos creer que lleva Peña Nieto se me hace irreal.     

A últimas fechas he leído constantemente diversos periódicos, así como visto y escuchado todos los noticieros posibles. Y no, no es ninguna paranoia, verdaderamente hay información que no es difundida, o se minimiza, o se da de forma incorrecta. En mi percepción sí se ha protegido a Peña Nieto en los medios. Ni cómo negar que en Twitter sucede lo mismo. Con boots príistas encargados de incrustar Trendings Topics a favor de su candidato, o de borrar aquellos que les resultan desfavorables.

Por suerte no soy el único que no se traga la farsa que ocurre ante nuestros ojos. La resistencia que la población ha tenido ya rinde sus frutos. Por más que vaya en contra de sus intereses, los medios han tenido que mostrarse más abiertos a informar sobre estos movimientos para mantener su credibilidad. Y por eso todas estas inconformidades son valiosas. Mientras de a poquito vaya cambiando el sistema, más pasos daremos hacia la consecución de un mejor país.

Y así están las cosas. Desconozco en qué parará todo esto, pero el que la juventud esté despertando me parece más que alentador. Aclaro que soy apartidista y sigo sin saber por quién votaré, pero eso no me exime de mi derecho de pedir unas elecciones justas, en donde al final sea el pueblo quién elija a su gobernante, y no los intereses de unos cuantos.  

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