sábado, 15 de agosto de 2009

Un viejo terror que regresa


Tengo miedo y no creo poder dormir. Pensé que aquel viejo temor se había quedado en el pasado. Al igual que los niños de la película ‘Eso’ creyeron, erróneamente, haberse deshecho de aquel maldito payaso que los atormentaba, yo pensé que el terror había terminado años… por desgracia también me equivoqué.

En la historia de Stephen King, el payaso regresa para cobrar venganza de aquellos niños, ya convertidos en hombres. En unas horas su vida vuelve un infierno, aun más fuerte e intenso que la primera vez. Por un lado está el pánico de lo que fue. Por otro, la incertidumbre de las nuevas desgracias que vendrán. Así me siento a estas horas. El miedo se apodera de mí. No precisamente por culpa de un payaso diabólico sino de algo quizá peor: Los Pitufos.

De la caricatura de estas criaturas azuladas surgieron unos muñequitos que en la década de los ochenta hacían la delicia de chicos y grandes. De repente comenzaron a circular rumores acerca de que esas figuritas eran malignas y cobraban vida en la noche. Incluso, se llegó a mencionar que un par de niños murieron presa de estos ataques. Lo tétrico fue que de repente dejaron de transmitir la caricatura de los Pitufos salió del aire y sus juguetes dejaron de circular. Verdad o mentira, el mito sobrevivió por años. Yo tenía varias de estas figuritas y las tiré a causa de los rumores que escuchaba en la primaria. A pesar de mis pocos años sabía que algo malo estaba pasando con esa caricatura.

Hace unas horas casi me desmayo cuando recorría la sección de juguetes de un supermercado y me encontré con esto:


Regresaron del infierno para vengarse de aquellos niños que en ese entonces nos deshicimos de ellos. Quienes tuvieron su infancia hace más o menos veinte años saben que el regreso de los muñecos de Los Pitufos no es poca cosa. La nostalgia regresa, pero acompañada del miedo a que el cuento finalmente resulte verídico. Yo por si las dudas duermo con el seguro puesto en la puerta de mi cuarto y por nada del mundo me compraré una de estas figuras. Lo malo es que les tomé una foto, y quizá ya me estén siguiendo la pista. Los Pitufos han regresado. Por favor, despiértenme de esta pesadilla.

6 comentarios:

dKsh dijo...

Lo peor del caso es q quiero uno de esos. . . =S
Aunq sabes no me acuerdo muy bien de eso de q cobraban vida y te hacían daño (tengo poca retención de datos, sobre todo datos antiguos xD)

Saludos

Jorge Atarama dijo...

Bueno, aqui en Perú nunca dejaron de pasar la serie por esos motivos, lo único que se comentaba era las relaciones incestuosas entre papá pitufo y pitufina. Que bravo una mujer entre tanto tiburón.

Tulius Ciceron dijo...

CAAAAlllate K!

que yo tire como 3 de esos inches monos porque en la primaria deciamos que eran malditos y en la noche cobraban vida..

incluso un wey dijo que lo vio moverse cuando estaba dormido!! aahhh!!!! pa que lei tu post! :P jajaja

gabriel revelo dijo...

keisha: no te acuerdas porque eres jóven jejeje... y no te los compres, vaya a ser la de malas ¿quién va a comentar luego en mi blog?--- saludos.

jorge: ya ves, aparte de asesinos, inmorales jajaja.

maverick: pues tendremos que andarnos con mucho cuídado... por lo pronto yo duermo con un lanzallamas debajo del colchón. ojala al wey que los vio moverse no le cree demasiado trauma esta noticia. saludos!

Victoria dijo...

que horror!!!!!!!
yo me acuerdo que ARA (una jugueteria por el toreo) tenian un pitufo gigante! me encantaba pero costaba un dineral...
y mi madre que no tenia corazon para negarme nada, ahi estaba junte y junte, eran 9,999,000 pesos ni se cuantos dolares serian en esa epoca pero MUCHOS!

inmediatamente a eso empezaron los rumores escalofriantes de estos muñecos.. que bueno para la economia del hogar pero que malo si es que como dices vienen a cobra venganza!!!

buenisimo tu post!!!

gabriel revelo dijo...

victoria: imaginar ese pitufote me da miedo. tan sólo de pensar que ese gigantón venga a mi casa a buscarme hace que me haga pipí en los pantalones. dios nos agarre confesados y nos protega de la ira del pitufote. ¡saludos!