lunes, 6 de julio de 2009

Las batallas en el desierto


- Dedicado a Rosalía Campillo

Me acuerdo, no me acuerdo. La he leído tres veces y cada vez me sorprende más. Lo cierto es que de unas décadas para acá, esta historia siempre ha estado presente en el colectivo nacional. Tan simple pero complicada. Breve pero infinita. Instalada en el pasado pero tan actual como si la trama estuviera ubicada en el presente. Así de magistral es “Las Batallas en el desierto” del maestro José Emilio Pacheco.

Escribo sobre “Las Batallas en el Desierto” no sólo por los 18 años de la publicación de esta maravillosa novela, ni por el cumpleaños número 70 de su autor o el Homenaje Nacional que tuvo lugar hace unas semanas. Aunque a una obra así, escrita con tal maestría, se le debe abordar desde todas las perspectivas posibles, es indudable que su mejor análisis y valor reside en la experiencia de cada uno de quienes hemos tenido la oportunidad de toparnos con esta historia de amor. De ahí cada lector la hará suya y le otorgará su propia estructura, acorde con los cimientos de nuestra educación sentimental y nuestra relación con la nostalgia.

A diferencia de la mayoría, mi primera lectura de “Las Batallas en el desierto” no fue como parte de una tarea en la secundaria, sino en otoño del año 2004, cuando cursaba mi último semestre en la universitaria. Lo encontré en el librero de mi casa. Lo primero que me sorprendió de aquel libro del que ya había oído tantos elogios fue su brevedad. En no más de 70 hojas estaba contenida, me decían, una de las novelas mexicanas cumbres del siglo XX. Traducida a varios idiomas y objeto de múltiples estudios, ensayos, películas e incluso una gran canción de Café Tacvba. Esa tarde lluviosa de octubre comencé su lectura en el interior de mi auto en el estacionamiento de la UVM Campus Tlalpan. No pude parar. La leí de corrido. Azorado por una narrativa que por sí misma fue un embrujo. Nunca me arrepentí de haber faltado a la primera clase de aquella tarde. Lo único que recuerdo es haber entrado a la siguiente clase con una sensación de andar flotando, de estar y no estar en el año 2004 sino en un periodo atemporal en una Ciudad de México que ya no existe.

Hoy volvía a leerla. Hoy volví a enamorarme al recorrer cada una de las páginas con esa emoción que acelera el corazón. Reviví como la primera vez (siempre pasa así con Pacheco) la historia de Carlos, el niño que se enamoró de Mariana, mamá de uno de sus compañeros de la primaria. ‘Por alto esté el cielo en el mundo, por hondo que sea el mar profundo’. De aquel imposible se desprende un escenario disfuncional perfecto en el que lo mismo cabe la corrupción política, la critica a la iglesia, a la ciencia y a la educación. “Las Batallas en el Desierto” es además el retrato de una sociedad mexicana que se nos perdió. De la vida de una ciudad que no volverá y que el mismo José Emilio describe como ‘el mundo antiguo’, ese en el que el señor del costal robaba niños, los boleros inundaban las ondas sonoras, no había tostadoras de pan en el país, los refrigeradores funcionaban con un bloque de hielo que debía cambiarse y los ríos cruzaban a la Ciudad de México. Es en aquellos años, en los que se aseguraba que el siglo XXI traería la prosperidad anhelada, en donde mi memoria ha querido instalarse.

Podría leerla mil veces y mil veces terminaría impactado por lo redondo de esta novela. Hace unos meses conocí a José Emilio Pacheco y me impactó su sencillez. Por eso ahora estoy seguro de que el mejor homenaje que se le puede rendir es recorrer sus obras y dejarnos emocionar. La maravilla es que éste libro nos conoce. Sabe de los anhelos y de lo duro que es añorar lo que ahora son ruinas. De esto se trata la literatura de José Emilio, de evocar las profundas huellas que la vida nos va dejando.

Había que rendirle un homenaje así a esta novela. Ahora comienzo a leer “La edad de las tinieblas”, nuevo poemario de José Emilio Pacheco.

7 comentarios:

Jessie dijo...

Buenas Gabrielito, aplausos para mí porque soy la primera.

Jessie dijo...

Bueno, con lo del libro, ya sé que te encanta leer novelas, y saber de que es de alguien que admirás. alguna vez mencionaste a Cristina Pacheco, no? y se ve la admiración es de toda la familia, ahora es turno del hermano de Cristina, de José Emilio.

Eso de las batallas en el desierto, representa, ó sea, suena como a una paz, porque normalmente en un desierto casi no hay nada.

Oye, sos de las personas que se hunde tanto en un libro? O sea, si cuando lees, ya no le ponés atención a otra cosa? tanto, que hasta lo que imaginás tiende a volverse a realidad?

Y es igual si lo leés la segunda vez de la primera? A mí me pasa que cuando leo algo 2 veces, siento lo mismo, y no hay ninguna diferencia.

Te saludo y me despido.

Atentamente:
Jessie, siempre primera

Jessie dijo...

Buenas de nuevo, ya oí la de Café Tacuba, uff, esa canción, te digo, me parece tranquila, pero la letra da mucho de qué pensar, bueno, no tanto. Es como decís, simple, pero complicada, porque realmente es simple pero pensás en lo complicado. Que trememda resultó Mariana, darle propuestas indecorosas a Carlitos para que luego él declare su amor a ella. Ja!

Te saludo y me despido de nuevo.

Atentamente:
Jessie (ja! ni Dios puede hacer que yo deje de ser la primera en éste post! je!)

Ulises dijo...

Es muy bueno!!! a mí megustala mamá de alguien, jajajaja. Y bueno, me encanta como maneja la pérdida de la inocencia Mr. Pacheco.

gabriel revelo dijo...

jessie: gracias por tus constantes visitas. bueno, josé emilio no es hermano, sino esposo de cristina. en el caso del título 'las batallas en el desierto' es porque se hace referencia a un juego que en los recreos el protagonista jugaba con sus compañeros, el chiste era que hubiera dos bandos (judios vs arabes)y se disputara un territorio tierroso. la obra, más que paz habla de todo lo contrario. de la intranquilidad e incomprensión que puede provocar el amor inocente y el despertar hacia la madurez. la novela podría envolverse en la palabra 'nostalgía'. y sí, me hundo mucho en los libros aunque nunca los he confundido con la realidad, pues esta, es más irreal. por cierto, si el libro es bueno, cada que se relea siempre se encontrarán cosas nuevas. y ojo, mariana jamás le hace propuestas ni intenta que carlos se enamora de ella. todo pasó sin que se planeara así.

nery: ese es el encanto y virtud de Pacheco. nos habla de una perdida que todos tendremos, tuvimos o estamos teniendo. suerte con la mamá en cuestión. saludos!

Anónimo dijo...

Como todas las semanas me dispuse a pasar mi tiempo libre visitando tu blog!.... que aunque ya no es sorpresa encontrar cosas interesantes hoy me topo con un "condimento" a una obra literaria que aprecio y que alguna vez, ya hace varios añitos, me recomendo mi hermana... Sin haberla olvidado ni mucho menos vivido,te agradesco el recordarme ...["La vida de una ciudad que no volvera"]... Y quiza solo sea yo pero hubo un frase, insgnificante, tonta y "fea" talvez, que se quedo grabada en mi memoria y que de vez en cuando utilizo...

"Chino chino japones, come caca y no me des"

jajajaj

Xo´s :*

kika :)

gabriel revelo dijo...

kika: quién sabe a cuántos nos ha marcado esta novela, pero todos guardamos un recuerdo grato de ella. y ¿sabes?, la frase del 'chino chino japonés' también se me quedó grabada... hasta en esos detallitos José Emilio es un genio. gracias por tu visita amiga.