Pensemos un momento en Japón.
Tamagochis, Geishas, Nintendo, Godzila destruyendo Tokyo por lo menos tres veces al año; Nissan, caricaturas que causan epilepsia, kimonos, la siempre sexy Sailor Moon, los luchadores de sumo, Oliver Aton, sanitarios de un metro cuadrado, Seiya, Sushi y por supuesto, Gokú, son algunos de los gloriosos inventos que le debemos a los nipones. Sin embargo, cada que uno piensa que en el Sol Naciente ya no hay cabida para una innovación más, terminamos sorprendernos a causa de una nueva ‘ocurrencia’. En está ocasión tan exótica, que cuesta trabajo creer que sea real.
La noticia salió hace más de una semana: La empresa japonesa Hime & Company ofrece como prestación a sus empleados la posibilidad de incapacitarse si estos atraviesan por una decepción amorosa. Dicha firma de relaciones públicas, considera que un corazón roto requiere, al igual que un embarazo, un duelo, o un matrimonio, de cierto tiempo fuera de las actividades laborales, pues según Miki Hiradate, director de la empresa, los trabajadores que sufren una ruptura sentimental, bajan considerablemente su rendimiento y terminan, tarde o temprano, haciendo cosas extrañas.
Los simpatiquísimos directivos de Hime & Company consideran que suspirar cada tres segundos, leer y releer una y otra vez cartas llenas de cursilerías de tiempos pasados, o llorar al escuchar ciertas canciones, aumenta la posibilidad de de sufrir algún accidente.
La llaman “Licencia por corazón roto”, y si bien, cualquier empleado de la compañía tiene derecho a solicitarla, tiene el ligero inconveniente de que el tiempo de recuperación concedido es demasiado breve: un día para los recién llegados a sus veintes, dos días a los mayores de 25 y tres para los treintañeros.
En un principio la nota me pareció una tontería. Después consideré que la medida tomada por el consorcio japonés es justa y después, hasta insuficiente. Quienes hemos tenido el corazón roto (dudo que alguien mayor de 13 años pueda excluirse de esta categoría) sabemos lo insufrible que se vuelven esas tardes en los que hasta respirar se vuelve un asunto espeso. No se está en sus cabales, vamos, ni siquiera en este mundo; en parte porque en tales circunstancias el resto del mundo poco nos importa, y en parte porque reconozcámoslo, nos gusta tirarnos al drama. Pero… ¡¿un día?!... Cualquiera, con un mínimo de conciencia y un poquitísimo de experiencia en la vida, sabe que un corazón dañado no se repara de la noche a la mañana. Pueden pasar semanas, meses o hasta años para que ciertas heridas en el alma cicatricen; eso sin contar el riesgo, siempre latente, de que en el momento menos pensado nos desangremos a la mínima provocación.
Otra incoherencia es que se le den más días de incapacidad a los empleados de más edad, cuando la realidad por lo general, es a la inversa: se sufre más por amor cuando se es más joven y la inexperiencia y falta de madurez hacen que se ponga todo en una relación. Con los años uno aprende que después de un ‘adiós’, por duro que parezca, siempre habrá más, aunque claro, quién soy yo para catalogar los sentimientos, cuando ni siquiera soy capaz de controlar los míos, y en asuntos del corazón, ando más perdido que Hansel y Grettel en el bosque.
Si la “La licencia para corazón roto” llegara a México, seguramente pasaría más tiempo incapacitado que trabajando. Y no por gusto, sino porque honestamente, considero que un amor que de tanta intensidad llega a doler, simplemente no es amor. Mi forma de enamorarme es profunda y llena de entrega, por desgracia, mi proceso de olvido es aun más agudo.
Sigo sin entender, que esto del amor es un juego. Para colmo, ni las reglas me sé. Sólo incapacítenme, y no pregunten más.
Tamagochis, Geishas, Nintendo, Godzila destruyendo Tokyo por lo menos tres veces al año; Nissan, caricaturas que causan epilepsia, kimonos, la siempre sexy Sailor Moon, los luchadores de sumo, Oliver Aton, sanitarios de un metro cuadrado, Seiya, Sushi y por supuesto, Gokú, son algunos de los gloriosos inventos que le debemos a los nipones. Sin embargo, cada que uno piensa que en el Sol Naciente ya no hay cabida para una innovación más, terminamos sorprendernos a causa de una nueva ‘ocurrencia’. En está ocasión tan exótica, que cuesta trabajo creer que sea real.
La noticia salió hace más de una semana: La empresa japonesa Hime & Company ofrece como prestación a sus empleados la posibilidad de incapacitarse si estos atraviesan por una decepción amorosa. Dicha firma de relaciones públicas, considera que un corazón roto requiere, al igual que un embarazo, un duelo, o un matrimonio, de cierto tiempo fuera de las actividades laborales, pues según Miki Hiradate, director de la empresa, los trabajadores que sufren una ruptura sentimental, bajan considerablemente su rendimiento y terminan, tarde o temprano, haciendo cosas extrañas.
Los simpatiquísimos directivos de Hime & Company consideran que suspirar cada tres segundos, leer y releer una y otra vez cartas llenas de cursilerías de tiempos pasados, o llorar al escuchar ciertas canciones, aumenta la posibilidad de de sufrir algún accidente.
La llaman “Licencia por corazón roto”, y si bien, cualquier empleado de la compañía tiene derecho a solicitarla, tiene el ligero inconveniente de que el tiempo de recuperación concedido es demasiado breve: un día para los recién llegados a sus veintes, dos días a los mayores de 25 y tres para los treintañeros.
En un principio la nota me pareció una tontería. Después consideré que la medida tomada por el consorcio japonés es justa y después, hasta insuficiente. Quienes hemos tenido el corazón roto (dudo que alguien mayor de 13 años pueda excluirse de esta categoría) sabemos lo insufrible que se vuelven esas tardes en los que hasta respirar se vuelve un asunto espeso. No se está en sus cabales, vamos, ni siquiera en este mundo; en parte porque en tales circunstancias el resto del mundo poco nos importa, y en parte porque reconozcámoslo, nos gusta tirarnos al drama. Pero… ¡¿un día?!... Cualquiera, con un mínimo de conciencia y un poquitísimo de experiencia en la vida, sabe que un corazón dañado no se repara de la noche a la mañana. Pueden pasar semanas, meses o hasta años para que ciertas heridas en el alma cicatricen; eso sin contar el riesgo, siempre latente, de que en el momento menos pensado nos desangremos a la mínima provocación.
Otra incoherencia es que se le den más días de incapacidad a los empleados de más edad, cuando la realidad por lo general, es a la inversa: se sufre más por amor cuando se es más joven y la inexperiencia y falta de madurez hacen que se ponga todo en una relación. Con los años uno aprende que después de un ‘adiós’, por duro que parezca, siempre habrá más, aunque claro, quién soy yo para catalogar los sentimientos, cuando ni siquiera soy capaz de controlar los míos, y en asuntos del corazón, ando más perdido que Hansel y Grettel en el bosque.
Si la “La licencia para corazón roto” llegara a México, seguramente pasaría más tiempo incapacitado que trabajando. Y no por gusto, sino porque honestamente, considero que un amor que de tanta intensidad llega a doler, simplemente no es amor. Mi forma de enamorarme es profunda y llena de entrega, por desgracia, mi proceso de olvido es aun más agudo.
Sigo sin entender, que esto del amor es un juego. Para colmo, ni las reglas me sé. Sólo incapacítenme, y no pregunten más.
8 comentarios:
los japoneses están bien locos, jaja. su humor es raro, sus programas de concursos y eso...y ahora esto.
coincido contigo, entre más viejo deberían ser menos días, pero solo dan un día a la juventud, un día no alcanza para nada de cualquier cosa.
he pasado por aqui rápido y...me ha encantado! me gusta eso de la licencia...para bien o para mal yo tambien soy de esas personas que lo ponen todo!!
alvi doc: y sin embargo, los japoneses son maestros en dos cosas: sus caricaturas y sus peliculas de terror.
teka: habemos varios raros que aun hoy en día, damos todo. gracias por tu comentario y tu visita, que bueno que te gustó lo que leíste y ojalá vuelvas pronto.
Buen blog, saludos.,
En mi última ruptura amorosa, hace ya como 10 años, creo que habría tomado una licencia de tres meses!
No sólo se me partió el corazón en esa ocasión.
Saludos!
wilmer: ¡¡¡gracias!!!
enakam: por eso digo que un día es insuficiente je je, saludos hasta Perú.
Estos japoneses, son rete inteligentes.
am: y rete parecidos je je
Publicar un comentario