
Por eso no intentes entenderme.
A menos que pudieras entrar en mi mente. Volverte pequeñita (más) y entrar en mí por medio de letras, sonidos o sabores. Llegarás entonces a ‘GabrieLandia’, el lugar más incoherente del universo. En la entrada te recibirá Doña Burlesca, una señora gorda como ballena y mal humorada como tu suegra. Sólo te dejará entrar si le regalas un kilo de cacahuates. Una vez dentro, deberás tener cuidado con los mapaches desnudistas que piden limosna, con el pollo asesino musical y con las ratas que revientan cuando las tocas. Es probable que te de hambre, no te preocupes, puedes comer gallinas de gelatina.
Si quieres puedes volar. Si quieres puedes dejar de respirar (no es tan difícil, aunque a veces lo olvidamos). También puedes volar, pero no te lo recomiendo, no querrás chocar con algún tiburón con alas, de esos que son tan frecuentes en el otoño morado. En GabrieLandia puedes morir hasta 42 veces, por lo que es muy común que las personas, semi dioses, animales rabiosos y humanoides del lugar, actúen con total negligencia e imprudencia.
En GabrieLandia vive 'Tristisímo' el alebrije, el Zarazú (un duende bromista), el Dandy (un maniático asesino que usa mascara de gay), el muñeco de cataplasma y el Monito Feliz (presidente del lugar). Todas las tardes a las 5 (menos los martes) hay un desfile en mi honor, siempre va mucha gente que no se aburre de ver lo mismo. Yo visto de etiqueta (dice 'Lavar en seco. Made in Kuwuait’), con una capa de terciopelo negra aventándole uvas a la gente. Vuelo muy lejos y me estrello contra el sol... y por eso se hace de noche. A las 9 horas renazco, vuelvo a materializarme para tomar jugo de manzana por tres horas enteras. Después salto como conejo y muchos bebés me avientan pedazos de mantequilla. Otros días me convierto en un ombligo gigante lleno de pelusa.
Hay muchas cosas más en este reino de cabeza. Pero creo que no me creen (nadie) ni una pizca de lo que escribo. A lo mejor en alguna ocasión retome el tema.
No me jodan con que todo lo que escribí es pura estupidez ¡eso ya lo sé! Soy inmaduro e idiota. Soy un niño sólo que sin frescura. Quién sabe si me quedaré así, con la cabeza llena de criaturas que ni respeto me tienen. Así soy. ¿Algún día creceré? Creo que es malo no hacerlo. Creo que no me hará ningún bien.
Mira las tonterías que invento por miedo a ver la realidad. Si te parece un lugar divertido, te equivocas. En GabrieLandia no existe el amor, tú eres el amor. Sigues sin visitar mi mundo de incoherencias.