sábado, 22 de noviembre de 2008

El arte de novelar

¿Qué se puede decir, que no se haya comentado ya, en torno a Carlos Fuentes? ¿Quién no ha oído hablar de él? Quienes nos hemos dejado seducir alguna vez por sus letras sabemos que del maestro se podrá decir todo y siempre quedará algo más en el tintero, pues la obra de Fuentes tiene cabida tantos aspectos, que su universo se extiende ilimitadamente hacia cualquier campo de la vida.

Tomando en cuenta lo anterior, resulta comprensible que en el marco del Homenaje Nacional a Carlos Fuentes en sus 80 años, lejos de hablar del homenajeado, las mesas redondas y expositores se dediquen a hablar de los escenarios en los que su obra se desarrolló, y no en su obra como tal. Hablar de periodismo, de la vida cultural de México y de los cuentos, ensayos y novelas en general, es la mejor manera de rendirle honores a uno de los escritores más importantes a nivel mundial.

Por más que sea imposible por cuestiones de tiempo y espacio, uno como aspirante a escritor, quisiera estar presente en cada uno de los eventos que se han celebrado en el país durante las últimas semanas. Aun así se tiene que estar. De alguna u otra forma no participar en este homenaje a uno de los escritores que más admiro no me lo perdonaría mucho. No lo pensé dos veces cuando me enteré que la UAM (Universidad Autónoma Metropolitana) preparaba una serie de mesas redondas tituladas “El Arte de Novelar”, en las que participarían varias de las más grandes figuras de la literatura latinoamericana, elegidas por el mismo Fuentes.



Una de ellas se celebró ayer en la tarde en el precioso y recientemente remodelado Centro Cultural del México Contemporáneo , con una plantilla de escritores de primer nivel: Elena Poniatowska (Francia), Xavier Velasco (México), José Ramón Ruíz Sánchez (México), Wendy Guerra (Cuba), Vicente Herrasti (México), Adrián Curiel Rivera (México) y Jorge Volpi (México), todos ellos presididos por Carlos Montemayor (México).

Aunque el evento estaba anunciado para dar inicio a las 4 de la tarde, llegué unos minutos después de las 3. Con el tiempo a mi favor me dediqué a recorrer las calles aledañas al lugar (República de Brasil, República de Perú y la Plaza de Santo Domingo), mítica zona de la Ciudad de México en el que el aroma a surrealismo se respira en cada palacio, en cada piedra, en cada rostro de los muchos que transitan la zona. Una vez dentro del Centro Cultural Universitario uno se da cuenta que esa tarde está invitado a un gran evento. Un escenario imponente, las cámaras de distintas televisoras, fotógrafos de prensa, distintas figuras de la cultura nacional y la expectación de quienes como yo, decidieron acudir esa tarde a una fiesta literaria que prometía.

Como sucede cuando algo impacta nuestra vida y no sabemos cómo o qué fue lo que pasó. Dar una lista detallada de cómo se fueron sucediendo los eventos en aquella mesa redonda me resulta imposible pues todo fue como un sueño, como asistir a una ceremonia en la que cada minuto se vuelve memorable. Recuerdo, en cambio, un sinfín de estampas: El inicio de la mesa sin la presencia de Xavier y Elena; lo guapa que me resultó Wendy Guerra; el impacto inicial de ver a Volpi y a Joserra, idénticos a como se ven en televisión y en fotos; la elegancia y porte con la que Carlos Montemayor comenzó a prescindir el evento; la repentina llegada de Xavier, siempre tan desfachatado y tan divertido como siempre es él; el turno en el que cada uno de los exponentes hizo suyo y le impregnó su estilo personal ya fuera leyendo o hablando sobre literatura; la aparición de Elena Poniatowska y el cálido recibimiento que tuvo… y así, en medio de un frío que Ruiz Sánchez definiría como digno de Helsinki la tarde se convirtió en noche.

¿Qué mejor homenaje a Fuentes que hablar de la novela como arte indiscutible?

Herrasti rememoró como gracias a la transcripción de textos llegó a la vocación novelística. Volpi, educado en un hogar en el que su padre veneraba la literatura clásica, descubrió en el estilo de Allan Poe el camino que en adelante deberían seguir sus textos. Wendy Guerra, con su acento cubano lleno de sensualidad, leyó un pequeño texto acerca de sus aventuras aduanales que desemboca en la importancia de contar historias para explicarse mejor la vida. Adrián Curiel improvisó una charla sobre la manera en la que escribió alguna de sus novelas, particularmente como las apariciones nocturnas que veía en su cuarto de un hombre durante su infancia le dictaron el estilo que haría suyo a partir de ese instante. Xavier, cosa rara, hizo su tarea y leyó un texto memorable (que se encuentra en su blog) sobre las venturas y desventuras del novelista y su continua lucha por sobrevivir al jugarse el todo por el todo en cada línea que escribe. José Ramón habló sobre la literatura del bien, que también tiene su atracción a pesar de percibirse menos atractiva que la del mal. Finalmente Elena Poniatowska lanzó al aire un sinfín de anécdotas no sólo de su amistad con Carlos Fuentes (al cual conoció desde antes de que éste se volviera escritor), sino de otros grandes escritores como Juan Rulfo y José Emilio Pacheco. Carlos Montemayor cerró el evento deseando que la luz de la creación novelística no se termine nunca.

Y ahí estaba yo, en un lugar mágico en pleno centro histórico de la ciudad. Con varios de los mejores escritores de la lengua española a unos pasos de mi. Verlos, palparlos, saberlos tan humanos como cualquiera y percibir su sencillez. Ninguno se retiró de inmediato. Tanto escritores como lectores querían seguir prolongando esas horas en las que todos fuimos uno. Tal es una de las dichas del arte de novelar.

La literatura termina siendo indispensable a la vida. Más que un retrato, en la escritura la existencia se recrea y acompaña al hombre en todas sus sensaciones. Sana dolencias. Termina con los temores. Por más que cada autor tenga su idea de concebir el milagro de la creación narrativa todos coinciden en que fuera de ella nada tiene explicación ni coherencia.

De regresó caminaba por la plaza de la constitución. La noche de viernes ya era diferente en esta ciudad en la que como dijo Xavier Velasco, nada es imposible pero en cambio, todo es probable.

3 comentarios:

Jessie dijo...

Gabrielito, Gabrielito!!! después de leerte, una cosa me quedó dando vueltas a la cabeza, y es saber porqué hicieron redondas las mesas, me recuerda a los caballeros del rey Arturo.

Bueno, supongo que disfrutaste, porque hasta cierto punto, me resulta emocionante saber que viste a alguien que admirás mucho y pudiste participar de todas las actividades que se realizaron allá.

A, y por cierto, la respuesta a la pregunta del principio es yo, ó sea, yo no sabía quien es Carlos Fuentes, pero leí tu post ya ahora ya lo sé.

Te saludo y me despido

Atentamente:
Jessie, la primera

xhabyra dijo...

YO ODIO EL ARTE DE NOVELEAR, EL DE NOVELEAR LAS DE TELEVISA CLARO ESTA.


YA LLEGO TU PLAYERA, CUANDO GUSTES PASAR POR ELLA AL BLOG.

ES TALLA MEDIANA COMO LA PEDISTE ;)

gabriel revelo dijo...

jessie: "mesas redondas" es el termino que se le da a la discución de determinadas ideas por distintos especialistas. y agregando, Carlos Fuentes es una de las figuras literarias más importantes a nivel mundial. cuidate mucho.

xhabyra: gracias ja ja, pasaré por ella.