Inteligente y simplemente divertida, así es “Amaneceres del Husar”, la primera novela del no menos genial Eduardo Casar, ensayista, profesor, guionista y conductor del programa La Dichosa Palabra (por cierto, uno de mis favoritos).
Éste libro tiene varias complicaciones, empezando por encontrarlo. Pasé semanas enteras recorriendo varias librerías de la Ciudad hasta que por mera casualidad lo encontré en la Librería del Sótano de Coyoacán. Inmediatamente lo compré, pues Eduardo Casar siempre me ha parecido un tipazo lleno de buen humor y leer una obra de su autoría me causaba mucha curiosidad. La verdad no me decepcionó ni tantito, la novela es verdaderamente entretenida y llena de ingenio.
En apariencia el argumento es sencillo: la historia trata sobre las peripecias de un Husar (así, sin acento) que da clases de judo en el Colegio Militar y un día se descubre embarazado (intelectual y literalmente). Entonces acompañamos al Husar en sus diversos encuentros con el ritmo de la vida cotidiana y el lenguaje, éste último, elemento central de la historia que hace de cada párrafo, de cada línea, una autentica fiesta narrativa. Paradójicamente, en esa creatividad radica otra de las complicaciones de la novela, ya que a ratos su lectura no es fácil y demanda más atención de la cuenta tanto en los juegos de palabras como con los capítulos poéticos denominados ‘Husar adentro’.
Éste libro tiene varias complicaciones, empezando por encontrarlo. Pasé semanas enteras recorriendo varias librerías de la Ciudad hasta que por mera casualidad lo encontré en la Librería del Sótano de Coyoacán. Inmediatamente lo compré, pues Eduardo Casar siempre me ha parecido un tipazo lleno de buen humor y leer una obra de su autoría me causaba mucha curiosidad. La verdad no me decepcionó ni tantito, la novela es verdaderamente entretenida y llena de ingenio.
En apariencia el argumento es sencillo: la historia trata sobre las peripecias de un Husar (así, sin acento) que da clases de judo en el Colegio Militar y un día se descubre embarazado (intelectual y literalmente). Entonces acompañamos al Husar en sus diversos encuentros con el ritmo de la vida cotidiana y el lenguaje, éste último, elemento central de la historia que hace de cada párrafo, de cada línea, una autentica fiesta narrativa. Paradójicamente, en esa creatividad radica otra de las complicaciones de la novela, ya que a ratos su lectura no es fácil y demanda más atención de la cuenta tanto en los juegos de palabras como con los capítulos poéticos denominados ‘Husar adentro’.
Aun así vale la pena leer ‘Amaneces del Husar’, sobre todo si lo que se busca es pasar un buen rato y finalizar cada capítulo con una sonrisa en la boca. Personajes como la Susodicha, el General, el Coronel Aguilar y el Adelantado, entre otros, le dan el toque perfecto a la novela. Un libro diferente, original como su autor, que apuesta por un personaje extravagante que va y viene por la Ciudad de México, descubriendo otras realidades y otorgándole al lector diversos enfoques de un mismo escenario.
El siguiente es un fragmento del capítulo ‘Encuentro con el Trolebús’:
"El trolebús se hizo a la parada. El Husar, al abordaje, afanoso como un elefante equivocado. Pagó. Otra vez. Una vez más. De nuevo. Ahora sintió que algo se traía entre manos: era el boleto. (...) Una viejita le clavó muy hondo su mirada azul. El Husar tuvo que aprovechar la quietud de un alto para extirpársela del ojo donde se le había clavado, muy lente de contacto.
La viejita se levantó para cederle el asiento, diciendo algo completamente intraducible (hay que tomar en cuenta la edad de la señora y la ley de Quilis según la cual es el mínimo esfuerzo el que empuja la lengua).
--Gracias señora --se defendió el aumentado aceptando agregando: --Ya no hay caballeros.
--Ya no --contestó la viejita con un dejo de firme tristeza en la voz y en el gesto otro dejo más o menos igual.
--¿Le llevo sus cosas? --correspondió el Husar.
--Sí --le dijo la viejita, entregándole dos divorcios, un hijo muerto, un chevrolet azul modelo 47, una noche en la azotea de un hotel en Puerto Vallarta, una nieta violinista, la Historia general de México en dos tomos, un hombre aburrido, una foto en el periódico donde está con Adela, un florero de Tonalá que le había regalado José Antonio, la excurción de Bojórquez al Cañón del Sumidero, una mañana anaranjada del 32, lo del eclipse, un cuento de Bertold Brecht, un tocadiscos Philco con la aguja original, un beso, una nevada, unas flores, la borrachera en la que quiso vomitar en el closet, una libreta de Florencia, una declaración en una servilleta, la noticia del suicidio de Roque, la serenata, los langostinos al chipocle, el sermón de la montaña, el accidente, aquel café fuerte y fragante, dos partos naturales, dos botellas grabadas, un intento de diario, un tono exacto y el mar, con sus punzantes cordilleras azules."
Siempre se me complica reseñar un libro. El sentimiento de que no le hago la menor justicia a una obra literaria siempre queda flotando en el aire. Ahora, con ‘Amaneceres del Husar’ esa sensación es aún mayor; por eso, si ya los enredé de más no me hagan caso y lean lo que el mismo Eduardo opina de su novela.
En conclusión, un libro disfrutable.
El siguiente es un fragmento del capítulo ‘Encuentro con el Trolebús’:
"El trolebús se hizo a la parada. El Husar, al abordaje, afanoso como un elefante equivocado. Pagó. Otra vez. Una vez más. De nuevo. Ahora sintió que algo se traía entre manos: era el boleto. (...) Una viejita le clavó muy hondo su mirada azul. El Husar tuvo que aprovechar la quietud de un alto para extirpársela del ojo donde se le había clavado, muy lente de contacto.
La viejita se levantó para cederle el asiento, diciendo algo completamente intraducible (hay que tomar en cuenta la edad de la señora y la ley de Quilis según la cual es el mínimo esfuerzo el que empuja la lengua).
--Gracias señora --se defendió el aumentado aceptando agregando: --Ya no hay caballeros.
--Ya no --contestó la viejita con un dejo de firme tristeza en la voz y en el gesto otro dejo más o menos igual.
--¿Le llevo sus cosas? --correspondió el Husar.
--Sí --le dijo la viejita, entregándole dos divorcios, un hijo muerto, un chevrolet azul modelo 47, una noche en la azotea de un hotel en Puerto Vallarta, una nieta violinista, la Historia general de México en dos tomos, un hombre aburrido, una foto en el periódico donde está con Adela, un florero de Tonalá que le había regalado José Antonio, la excurción de Bojórquez al Cañón del Sumidero, una mañana anaranjada del 32, lo del eclipse, un cuento de Bertold Brecht, un tocadiscos Philco con la aguja original, un beso, una nevada, unas flores, la borrachera en la que quiso vomitar en el closet, una libreta de Florencia, una declaración en una servilleta, la noticia del suicidio de Roque, la serenata, los langostinos al chipocle, el sermón de la montaña, el accidente, aquel café fuerte y fragante, dos partos naturales, dos botellas grabadas, un intento de diario, un tono exacto y el mar, con sus punzantes cordilleras azules."
Siempre se me complica reseñar un libro. El sentimiento de que no le hago la menor justicia a una obra literaria siempre queda flotando en el aire. Ahora, con ‘Amaneceres del Husar’ esa sensación es aún mayor; por eso, si ya los enredé de más no me hagan caso y lean lo que el mismo Eduardo opina de su novela.
En conclusión, un libro disfrutable.
5 comentarios:
El fragmento que transcribiste es excelente. Quiero leerlo. Saludos!
Con lo poco que leí del libro, ó sea, el fragmento, ya me dan ganas de leerlo. Que mal que en Céfiro no lo venden.
Y mi papá que anda por allá, le diré que busque el libro y lo compre para mí.
Has dicho Coyoacán? a mi papá le gusta mucho visitar Coyoacán cuando va a tu país, le gusta el lugar y más un cantobar que se llama "de todo corazón" en el que tocan trova y bohemia, bueno, él ha dicho eso.
Y sobre tu pregunta de tu respuesta de mi comment de tu post anterior, la respuesta es: que yo nací en un avión que iba rumbo a España, aunque mi familia es toda una mezcolanza: mi apellido suena como Italiano, entonces yo soy Italiana, y mi papá también, seguro mi abuelo (q.e.p.d.) era Italiano también, pero mi Abuela es Francesa, ó más bien, su apellido suena Francés, y el de mi bisabuelo, como es el mismo, también. Pero mi bisabuelo, mi abuela y mi papá hablan muy bien el Español, entonces creo que más bien no es cuestión de apellidos, sino de ascendencia, asíque, tengo ascendencia Italiana y Francesa, pero no por parte de mi bisabuelo, mi abuela y mi papá, sino de más arriba.
Espero no haberte aburrido con eso.
Te saludo y me despido
Atentamente:
Jessie, tu amiga... Europea
am: sí te gustó ese fragmento, seguramente te encantará el resto del libro.
jessie: a mi también me gusta coyoacán, es más, queda bastante cerca de dónde tranajo. ojalá puedas encontrar el libro, por acá es medio dificil. Es editado por 'punto de lectura'. y gracias por la explicación de tu origen, es bastante interesante pero... entonces, ¿dónde vives? ¿en españa?.
jan: interesante, otra parte de tu blog...
bueno, te respondo en tu blog. saludos!
Excelente comentario, suena a una invitación para leerlo. Aunque...de verdad es tan difícil de.conseguir?
Excelente comentario, suena a una invitación para leerlo. Aunque...de verdad es tan difícil de.conseguir?
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