Resulta que hace casi una semana (el sábado pasado, para ser exactos) salí a un bar con tres de mis mejores amigos. Según yo, aprovecharía la ocasión para poner en practica mis dotes en el arte de la seducción y poder así, llamar la atención de una o más chicas. Puras buenas intenciones que como siempre, el destino se encarga de echar abajo.
Dicen que la practica hace al maestro. Enunciado completamente veraz y aplicable en toda circunstancia, menos en el amor, escenario en dónde por cierto, la practica sí te convierte en maestro, pero del ridículo. Y yo, la noche del sábado 18 de agosto iba dispuesto a todo, menos a convertirme en imán de la desgracia. Cuando uno es soltero y decide salir en busca de la aventura, sabe que la noche es terreno fértil para que cualquier cosa suceda.
Un hormiguero, eso es precisamente un bar en un fin de semana. Cientos de seres rastreros con las antenas monitoreandose entre sí, mandándose mensajes y pugnando por encontrar y ser encontrados. Por eso entre al hormiguero del Bull en Coyoacan con la mejor actitud y toda la ilusión de quién mínimo espera salir de la rutina. El lugar repleto me decía que entre el montón de personas reunidas en aquel local, debería de haber un porcentaje decente de chicas solteras y sin compromiso, de ese porcentaje, algunas tendrían que reunir las cualidades que yo busco. Aunque ahora que lo pienso, quizá ese es mi problema, lejos de buscar mujeres con cualidades que me agraden, busco mujeres con ‘defectos y manías’ que no me agradan del todo, pero que me hacen depender de ellas como de una droga... y... ¡oh brillante deducción señor Revelo, llegaste a esa conclusión 4 post antes!.
Decía, antes de que mi ‘yo desquiciado’ asaltara mi escritura, que al entrar al Bull de Coyoacan tenía la seguridad de que por lo menos un ‘nicho’ de aquel mercado de alegres señoritas (concedámosles el beneficio de la duda) serían prospectas ideales para mi. Pero, y aquí viene la porquería asquerosa y mal oliente del emparejamiento en un bar... ¿un servidor lo sería para ellas?. De entrada uno tiene que hacerse esa pregunta cuando por fin consigue mesa, pide una cerveza bien fría y con una mirada mucho más avanzada y moderna que la de Robocop comienza a escudriñar y escanear como con rayo láser a las mujeres de todas las mesas aledañas que la oscuridad y el humo proveniente de cientos de cigarrillos permite.
En mi mesa mis dos amigas y mi amigo hablaban de quién sabe qué cosa. La verdad, la música rock estaba tan alta que en lugar de hacer un esfuerzo por leerles los labios, preferí enfilar toda mi atención a un grupo de cinco chicas que alegremente platicaban y fumaban. Las cinco ¿amigas?, ¿primas?, ¿compañeras de trabajo?, estaban preciosas. Sin embargo, mi instinto selectivo prudentemente me aconsejaba fijar la atención en alguna de ellas, dedicarme a enviarle miradas y después a esperar que ocurriera un milagro.
Ya sé que es injusto descartar personas por su comportamiento o apariencia (igual y eso hacen conmigo y he ahí la explicación a mi bendita suerte), pero siguiendo mi instinto elegí a una de las cinco: La más tierna, agradable y la única de las cinco que no fumaba. Justo iba a comenzar a mirarla, cuando los ojos comenzaron a arderme muchísimo. ¡Mis tres amigos estaban igual!, seguramente, al estar en una esquina del segundo piso, el humo del lugar (que no está precisamente bien ventilado) se acumula más que en otras zonas y vuelve el ambiente más denso. Comenzaron a llorarme los ojos, arrugué mi rostro para quitarme esa sensación horrible y fue justo en ese momento cuando la niña linda volteo y me miro con unos ojazos de miedo. Lastima que lo que ella vio, era más parecido a un viejito en un velorio, que al posible hombre de su vida.
Como sea, una mesa (al lado de la de las cinco fantásticas) se desocupó y nos cambiamos de lugar. Ya con los ojos despejados y una expresión normal en la cara, ya no de rictus mortem, comencé a considerar revalorar la ocasión que el destino me daba: justo a mis espaldas, estaba la probable Sra. de Revelo. Si me hacía un poco hacía atrás, mi espalda y la suya establecían contacto, situación que repetí en un par de ocasiones. Por lo menos, aquel leve roce lleno de tensión para mi (digo ‘para mi’, porque igual y ella ni cuenta se dio) me decía que iba bien. Entonces comencé a pensar en la manera de establecer comunicación con ella. Y este es un punto decisivo, pues no es lo mismo decirle ‘hola, ¿cómo te llamas?' a una chica rebelde y con tintes rocker-punk-socialista de izquierda, que a una amante de la música pop, que ha una amante de la literatura, que a una chica independiente, etc. Lo más fácil y comodino hubiera sido suponer, de acuerdo a su vestimenta, que se trataba de una ‘chica fresa’, pero ¿y si no?. Yo mismo a veces me visto como señor y disto mucho de serlo. Y eso sin tomar en cuenta el ruido... ¿cómo espera la vida que uno hable de amor si con la música a todo volumen ni yo mismo me escuchaba?.
Además no he mencionado que lo complicado del asunto no era ya tanto agradarle a ella, sino agradarle a sus otras cuatro acompañantes. ¿Qué tal si comenzaban a reírse?. Quien haya estado expuesto a las risitas burlonas de un grupo de mujeres sabe que aquello es peor que encontrarse entre una jauría de lobos. Qué tal si a sus ojos, resulto demasiado gordo, demasiado mal vestido, demasiado despeinado, demasiado aburrido, demasiado infantil, demasiado chaparro (agréguele usted, todos los ‘demasiado’ que considere necesarios), etc.
Ya sé que uno tiene que tener confianza en si mismo, que para querer a alguien primero debemos querernos a nosotros mismos y más, pero hasta un ciego se daría cuenta que hay mujeres que se arreglan tanto que su perfección no hace sino asustar y hacer que hasta el más seguro de los hombres se sienta ‘pequeñito’ junto a ellas. Muchas mujeres andan por ahí, abusando de su belleza y rompiéndole la seguridad a cientos de mortales. ¿Cómo hacerle entonces, para que la seguridad de uno no salga medio muerta de un lugar rodeado de princesas?.
Tantos pensamientos, el ruido, la cerveza que esa noche me sabía horrible y ‘la espalda a mis espaldas’ hicieron que necesitara un respiro. Decidí ir al baño. Al ponerme de pie, sin darme cuenta, le tire la charola a un mesero que pasaba a lado mío con una copa llena de un trago que seguramente ‘era carísimo’. El contenido fue a dar a la mesa de mi derecha, justo encima de una preciosa mujer rubia, la copa se cayó y rompió en mil pedazos haciendo un gran escándalo, y lo peor, las 5 fantásticas de la mesa de atrás voltearon a verme con una expresión de ‘pobre diablo, miren como está haciendo el ridículo’, el mesero me miraba con odio, la rubia empapada con cara de fastidio y sus acompañantes (todos hombres) con ganas de golpearme. Podía haber enfrentado la situación como un hombre, pero mi vejiga llena de cerveza demandaba urgentemente que visitare el baño, que al fin y al cabo fue lo mejor, pues a mi escenita sólo le faltaba el que estuviera orinado.
Así que salí corriendo al baño. Hice lo que tenía que hacer y me puse a pensar en que manera podría salir bien librado del asunto. Pensé pero no se me ocurrió nada, así que después de cinco minutos de ausencia volví con la poquita de dignidad que me quedaba para darme cuenta que las cinco fantásticas ni me voltearon a ver a mi regreso, el mesero se había arreglado con mis amigos para no cobrarme ni siquiera la copa que rompí y la rubia y sus amigos ya estaban calmados. Todos comprendieron que fue un accidente y estaban ya calmados. Todos menos yo, por lo menos esa noche el romance tendría que esperar.
El tiempo restante que pasé ahí, me dediqué a mirar como los malos del cuento, léase los patanes, vividores, déspotas y prepotentes son los que más se divierten y de verdad tienen éxito con las mujeres. ¿Así de patético es el asunto?. Pregunto porque me parece que el tener las mejores intenciones casi nunca sirve para otra cosa que no sea el hacer el ridículo.
A ver que me dura más, si las ganas de seguir buscando el amor o la dignidad.
Dicen que la practica hace al maestro. Enunciado completamente veraz y aplicable en toda circunstancia, menos en el amor, escenario en dónde por cierto, la practica sí te convierte en maestro, pero del ridículo. Y yo, la noche del sábado 18 de agosto iba dispuesto a todo, menos a convertirme en imán de la desgracia. Cuando uno es soltero y decide salir en busca de la aventura, sabe que la noche es terreno fértil para que cualquier cosa suceda.
Un hormiguero, eso es precisamente un bar en un fin de semana. Cientos de seres rastreros con las antenas monitoreandose entre sí, mandándose mensajes y pugnando por encontrar y ser encontrados. Por eso entre al hormiguero del Bull en Coyoacan con la mejor actitud y toda la ilusión de quién mínimo espera salir de la rutina. El lugar repleto me decía que entre el montón de personas reunidas en aquel local, debería de haber un porcentaje decente de chicas solteras y sin compromiso, de ese porcentaje, algunas tendrían que reunir las cualidades que yo busco. Aunque ahora que lo pienso, quizá ese es mi problema, lejos de buscar mujeres con cualidades que me agraden, busco mujeres con ‘defectos y manías’ que no me agradan del todo, pero que me hacen depender de ellas como de una droga... y... ¡oh brillante deducción señor Revelo, llegaste a esa conclusión 4 post antes!.
Decía, antes de que mi ‘yo desquiciado’ asaltara mi escritura, que al entrar al Bull de Coyoacan tenía la seguridad de que por lo menos un ‘nicho’ de aquel mercado de alegres señoritas (concedámosles el beneficio de la duda) serían prospectas ideales para mi. Pero, y aquí viene la porquería asquerosa y mal oliente del emparejamiento en un bar... ¿un servidor lo sería para ellas?. De entrada uno tiene que hacerse esa pregunta cuando por fin consigue mesa, pide una cerveza bien fría y con una mirada mucho más avanzada y moderna que la de Robocop comienza a escudriñar y escanear como con rayo láser a las mujeres de todas las mesas aledañas que la oscuridad y el humo proveniente de cientos de cigarrillos permite.
En mi mesa mis dos amigas y mi amigo hablaban de quién sabe qué cosa. La verdad, la música rock estaba tan alta que en lugar de hacer un esfuerzo por leerles los labios, preferí enfilar toda mi atención a un grupo de cinco chicas que alegremente platicaban y fumaban. Las cinco ¿amigas?, ¿primas?, ¿compañeras de trabajo?, estaban preciosas. Sin embargo, mi instinto selectivo prudentemente me aconsejaba fijar la atención en alguna de ellas, dedicarme a enviarle miradas y después a esperar que ocurriera un milagro.
Ya sé que es injusto descartar personas por su comportamiento o apariencia (igual y eso hacen conmigo y he ahí la explicación a mi bendita suerte), pero siguiendo mi instinto elegí a una de las cinco: La más tierna, agradable y la única de las cinco que no fumaba. Justo iba a comenzar a mirarla, cuando los ojos comenzaron a arderme muchísimo. ¡Mis tres amigos estaban igual!, seguramente, al estar en una esquina del segundo piso, el humo del lugar (que no está precisamente bien ventilado) se acumula más que en otras zonas y vuelve el ambiente más denso. Comenzaron a llorarme los ojos, arrugué mi rostro para quitarme esa sensación horrible y fue justo en ese momento cuando la niña linda volteo y me miro con unos ojazos de miedo. Lastima que lo que ella vio, era más parecido a un viejito en un velorio, que al posible hombre de su vida.
Como sea, una mesa (al lado de la de las cinco fantásticas) se desocupó y nos cambiamos de lugar. Ya con los ojos despejados y una expresión normal en la cara, ya no de rictus mortem, comencé a considerar revalorar la ocasión que el destino me daba: justo a mis espaldas, estaba la probable Sra. de Revelo. Si me hacía un poco hacía atrás, mi espalda y la suya establecían contacto, situación que repetí en un par de ocasiones. Por lo menos, aquel leve roce lleno de tensión para mi (digo ‘para mi’, porque igual y ella ni cuenta se dio) me decía que iba bien. Entonces comencé a pensar en la manera de establecer comunicación con ella. Y este es un punto decisivo, pues no es lo mismo decirle ‘hola, ¿cómo te llamas?' a una chica rebelde y con tintes rocker-punk-socialista de izquierda, que a una amante de la música pop, que ha una amante de la literatura, que a una chica independiente, etc. Lo más fácil y comodino hubiera sido suponer, de acuerdo a su vestimenta, que se trataba de una ‘chica fresa’, pero ¿y si no?. Yo mismo a veces me visto como señor y disto mucho de serlo. Y eso sin tomar en cuenta el ruido... ¿cómo espera la vida que uno hable de amor si con la música a todo volumen ni yo mismo me escuchaba?.
Además no he mencionado que lo complicado del asunto no era ya tanto agradarle a ella, sino agradarle a sus otras cuatro acompañantes. ¿Qué tal si comenzaban a reírse?. Quien haya estado expuesto a las risitas burlonas de un grupo de mujeres sabe que aquello es peor que encontrarse entre una jauría de lobos. Qué tal si a sus ojos, resulto demasiado gordo, demasiado mal vestido, demasiado despeinado, demasiado aburrido, demasiado infantil, demasiado chaparro (agréguele usted, todos los ‘demasiado’ que considere necesarios), etc.
Ya sé que uno tiene que tener confianza en si mismo, que para querer a alguien primero debemos querernos a nosotros mismos y más, pero hasta un ciego se daría cuenta que hay mujeres que se arreglan tanto que su perfección no hace sino asustar y hacer que hasta el más seguro de los hombres se sienta ‘pequeñito’ junto a ellas. Muchas mujeres andan por ahí, abusando de su belleza y rompiéndole la seguridad a cientos de mortales. ¿Cómo hacerle entonces, para que la seguridad de uno no salga medio muerta de un lugar rodeado de princesas?.
Tantos pensamientos, el ruido, la cerveza que esa noche me sabía horrible y ‘la espalda a mis espaldas’ hicieron que necesitara un respiro. Decidí ir al baño. Al ponerme de pie, sin darme cuenta, le tire la charola a un mesero que pasaba a lado mío con una copa llena de un trago que seguramente ‘era carísimo’. El contenido fue a dar a la mesa de mi derecha, justo encima de una preciosa mujer rubia, la copa se cayó y rompió en mil pedazos haciendo un gran escándalo, y lo peor, las 5 fantásticas de la mesa de atrás voltearon a verme con una expresión de ‘pobre diablo, miren como está haciendo el ridículo’, el mesero me miraba con odio, la rubia empapada con cara de fastidio y sus acompañantes (todos hombres) con ganas de golpearme. Podía haber enfrentado la situación como un hombre, pero mi vejiga llena de cerveza demandaba urgentemente que visitare el baño, que al fin y al cabo fue lo mejor, pues a mi escenita sólo le faltaba el que estuviera orinado.
Así que salí corriendo al baño. Hice lo que tenía que hacer y me puse a pensar en que manera podría salir bien librado del asunto. Pensé pero no se me ocurrió nada, así que después de cinco minutos de ausencia volví con la poquita de dignidad que me quedaba para darme cuenta que las cinco fantásticas ni me voltearon a ver a mi regreso, el mesero se había arreglado con mis amigos para no cobrarme ni siquiera la copa que rompí y la rubia y sus amigos ya estaban calmados. Todos comprendieron que fue un accidente y estaban ya calmados. Todos menos yo, por lo menos esa noche el romance tendría que esperar.
El tiempo restante que pasé ahí, me dediqué a mirar como los malos del cuento, léase los patanes, vividores, déspotas y prepotentes son los que más se divierten y de verdad tienen éxito con las mujeres. ¿Así de patético es el asunto?. Pregunto porque me parece que el tener las mejores intenciones casi nunca sirve para otra cosa que no sea el hacer el ridículo.
A ver que me dura más, si las ganas de seguir buscando el amor o la dignidad.
10 comentarios:
VAAAAA QUE HE ESCUCHADO SITUACIONES MAS VERGONZOSAS ..NO SE PERO PARTICULARMENTE EL LUGAR DONDE QUERIAS EMPEZAR ALGO DE CONVERSA ERA EL MENOS INDICADO
Y NI TE CREAS ASI COMO PUEDEN EXISTIR MUJERES MUY BELLAS TAMBIEN EXISTEN HOMBRES MUY GUAPOS QUE NOS HACEN TEMBLAR Y CON UN SOLO HOLA POR MAS LINDA QUE FUERA LA MUJER SE SIENTE PEQUEÑISIMA.
POR CIERTO MIL BESOS Y FALTA ALGUNA PREGUNTA?
Como dice la arañita awwww, que mala noche pasaste.
la verdad es que talvez lo que pasa es que cuando uno se preocupa tanto por algo es cuando peor sale, relajate un poquito y no te preocupes tanto, al final las viejas somos mas basicas.
Por decirte algo, hice un sondeo entre mis amigas, y llegamos a la conclu, de que si es importate que te atraigan fisicamente (que no es lo mismo, que decir que deben ser un clon de X actor)(cada mujer es un universo...), pero lo que realmente nos atrae son los maes con los que puedas hablar algo importante pero que de igual modo te puedas reir con él.
Dice el Subcomandante Marcos que sacarle una sonrisa o una lagrima a una chica que esta lejos, es un modo de hacer que ya no lo esté tanto...
No sé, en la de menos tiene razón y de algo te sirve el consejo...
un besote
27 de agosto de 2007 02:27 AM
Pesada situación. Todo tu post me dio ideas para escribir tanto más: mujeres, antros, dignidad, chicos rudos (y afortunados), y un casi extenso etcétera. Para que olvides la mala noche, y te rías/asombres de otros tipos de vida nocturna, por qué no lees Luna llena en las rocas, al fin, sé que te gusta leer a Xavier Velasco. De lo demás, llevatela con calma. Supongo que a todos nos llegan esos momentos de soledad llenos de exasperación, pero igual si te tranquilizas y te tomas las cosas un poco menos en serio, en primera, te dejarás de sentir como el bicho raro, y en segunda, las mujeres se darán cuenta de esa actitud. Y, creo que no se pierde nada en acercarse y hablarles. Suerte para la siguiente noche...
Bueno, entre el amor y la dignidad, prefiero unos piscos con los amigos. Unos tequilas, en tu caso. Me he reido, mi estimado, eso se agradece. Un abrazo!
uuuuu!
yo mejor no digo nada...
cambie de direccion xD
sintomadpresion.blogspot.com
uyy pues de esas noches hay muchas, y no solo les pasa a ustedes, aunque bueno, yo casi no salgo a antrillos y menos a ligar...
Pero bueno, mejor alégrate que el incidente de la copa no haya pasado a mayores...
Aquí os dejo abrir un libro muy útil para que lo miréis, se llama El Gran Juego, y es un gran éxito.
Se trata de un libro de estrategia, ya sea política, militar o de marketing, pues inclusive en la actualidad se dice que emplea en las carreras de empresariales o derecho. Con lo que veas se puede practicar mucho sobre estrategias, autocontrol, PNL, lenguaje verbal y corporal, liderazgo, seducción, manipulación, persuasión y lucha por el poder.
Saludos.
http://www.personal.able.es/cm.perez/Extracto_de_EL_GRAN_JUEGO.pdf
muchas gracias a todos por leer mis riduculeces amorosas...
pam. mil besos a ti, y pregntas siempres las hay.
topo. luna llena en las rocas es buenisimo, tengo la edición de cal y arena, y también la de alfaguara. es más, yo no soy mucho de salidas, pero si por algo algunas noches me doy mis escapaditas es porque esos relatos me ensañaron que la noche siempre ofrece algo más.
sol. no te fies mucho de marcos ja ja, aunque por ser tú la que me da el consejo, lo tendré en cuenta.
ipa: venga, que te acepto el pisco!!! (y después un tequilita pa que apriete el asunto).
karen: otro cambio de blog mujer??? me daré mi vuelta.
valeria: bueno, yo tampoco soy muy fan de los antros, éste más bien era un bar de coyoacan; y sí, hubo un momento en el que me querían cobrar la copa (para el caso, con lo que exigian podía haberme comprado una docena).
carolus: por naturaleza desconfió de ese tipo de libros, pero mañana tengo un tiempecito libre e iré a una librería. lo checaré, igual y vale la pena.
jaja perdonà me has robado
risas con este post
tranquilo chè que no has sido el primero ni el ultimo
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