Como les conté, hace poco más de una semana volví de unas mini vacaciones. De ese viaje a Catemaco, Veracruz, me traje recuerdos,
experiencias, vivencias… y otra desagradable sorpresa.
Una mañana de esta
semana veía la televisión encuerado en mi cuarto mientras esperaba que
se me secara el desodorante para no manchar la ropa. Entonces en una de las
paredes la vi... una araña negra inmensa (bueno, como de unos 4 centímetros) que
caminaba muy quitada de la pena.
Me pasmé por el horror. En cuestión de segundos recordé
que días atrás, en Catemaco, vimos varias arañas negras de ese tipo e incluso
alacranes. Por alguna extraña razón en aquella zona este año abundaron los
insectos y alimañas ponzoñosas. Entonces hile las ideas: ese bicho me lo traje
desde allá. Rápidamente agarré una chancla. Cuando intenté aplastarla, la muy
desgraciada me saltó encima. Como pude la esquivé pero ya no pude ver donde
cayó. Moví varios muebles decidido a darle muerte, pero no di con ella.
Me seguí vistiendo. 5 minutos después la vi pasar por el
piso. Nuevamente me abalancé sobre la arañota, pero se me escapó a una
velocidad que aún ahora me aterra. Esa cosa se movía rapidísimo, hasta parecía
que corría.
La hubiera seguido buscando pero ya tenía que irme a
trabajar. Pasé el resto del día preocupado por la araña. Pensaba en cómo le
había hecho esa criatura horrible para sobrevivir tanto tiempo. ¿Se vino en la
maleta, en el auto, en una de mis ropas? ¿Y cómo le había hecho para sobrevivir tantos días? ¿Y si tenía crías? ¿Y
si me picaba? ¿Y si es radiactiva?
Cuando regresé a casa tenía miedo entrar a mi cuarto, y sólo
lo hacía para lo estrictamente necesario. Ya en la noche del lunes me resultó
complicado conciliar el sueño. Despertaba continuamente con miedo a de pronto
sentir un piquete mortal o unas patas malignas recorriendo mi cuerpo.
Después pensé que era ridículo que le tuviera miedo a un
animal tan pequeño, por lo que al otro día, ya cansado de tener miedo, se roció
mi cuarto desde muy temprano con insecticida y se cerró la puerta. Por unas 10
horas mi dormitorio fue una auténtica cámara mortífera. Me fui a trabajar y
hasta en la noche que regresé, abrí nuevamente el cuarto para que se ventilara
y no me hiciera daño dormir ahí.
* * * * *
Seguramente la araña ya debe estar muerta. Aunque debo
reconocer que una parte de mi aún teme que ese insecto gigante sea inmortal y
regrese cuando menos lo espere. Aún hoy cada que entro a mi cuarto me siento un
poco inquieto. Al igual que Harry Potter y Ron cuando se internaron al bosque
donde vive Aragog, o Frodo y Sam cuando llegaron al antro de Ella-Laraña, no
estoy tranquilo y temo por mi integridad.
Según yo no les tenía miedo a las arañas, ya vi que no es
así. Si muero a causa de una extraña picadura, ya saben por qué fue.
1 comentario:
Valla que no se entere tu hermana de que convertiste tu cuarto en una camara mortifera porque es begana, ehhh.
te quiero
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