martes, 5 de julio de 2011

Puedo Explicarlo Todo



“… el título de esta novela es una enorme mentira. Uno dice ‘Puedo explicarlo todo’ cuando ya lo descubrieron infraganti y no puede explicar nada. ‘Espérate mi vida, no es lo que tú piensas, ‘déjame que te explique...’ ¡no es cierto, son mentiras!, el personaje claro que no puede explicar todo, se metió en tal cantidad de problemas que pues, ese es un abierto pretexto, un pretexto mentiroso. Ya te cayeron en la mentira, y estás tratando de salir vivo del problema…”
- Xavier Velasco, hablando de su novela “Puedo explicarlo todo”.



No tengo ni idea de cómo comenzar éste texto. Han pasado ya varias semanas desde que terminé de leer “Puedo explicarlo todo”. Para mi sorpresa, tampoco puedo explicar casi nada de esta novela. Después de recorrer las más de 700 páginas que la conforman, sólo tengo la certeza de abandonar un fascinante universo de personajes y situaciones que por meses, se volvieron parte de mi vida, hasta el grado de hacer que me olvidara del resto del mundo. Pocas veces, me tardo tanto en leer un libro que quisiera devorar lo antes posible. Tras llegar a la última página, quedé como tocado, hechizado. Ni siquiera he podido comenzar a leer algún otro libro. Algo en las páginas de ese libro me impide dejarlo de lado, desprenderme de él, pasar a otra historia. No es casualidad que retrasara hasta niveles absurdos llegar al desenlace.

A lo largo de los últimos años, en varias ocasiones he tenido la oportunidad de platicar con Xavier Velasco, la última de ellas en noviembre del año pasado, precisamente en la presentación de “Puedo explicarlo todo” en la FIL de Guadalajara. Sé de la gran dedicación y esfuerzo que para él significó terminar esta novela. A diferencia de "Diablo Guardián", cuya acción se centra en dos personajes (Pig y Violeta), “Puedo Explicarlo Todo” cuenta con una rica gama de personajes. Todos trascendentes, diferentes. Si tuviera que explicar está novela, diría que trata de Joaquín Medina Félix, un hombre con la vida destrozada, que a sus treinta años vive oculto en una casa, con la obligación de escribir un libro de autoayuda; aunque también trata de Dalila, una niña de nueve años que le da un toque luminoso a toda la novela y que se vuelve la cómplice perfecta de Joaquín. Habla de Gina Carranza, madre de Dalila, dedicada a organizar fiestas para solteros y cuyo pasado está trágica y amorosamente unido al de Joaquín. También está Imelda, mujer seductora, estafadora consumada, a veces amante y protectora de Joaquín, otras veces su mayor tormento. E incluso, Isaías Balboa, pícaro personaje y defraudador, que busca crear toda una filosofía de vida, y sueña con emular a Alfred Nobel. O qué tal Nancy Félix, la desenfrenada, bipolar y ambiciosa madre de Joaquín. Todos ellos, y muchos más, forman parte de todo éste mundo lleno de mentiras y falsedades. De jugarretas chuecas y travesuras imprudentes.

Una de las virtudes de esta novela, está en el ensamble perfecto de personajes, en dónde los demonios internos, y los muertos deambulan en toda la novela. Conforme se avanza en la lectura, uno va llenándose de preguntas que a cuenta gotas van resolviéndose. Así aparecen Manolo, Juan Pablo Palencia, Mauricio, Alejandrina Sanz Berumen, Domigo Balmacera y otros individuos que inquietan por no saber cuáles son las verdaderas intenciones de cada uno de ellos. Hablo de “Puedo explicarlo todo” y vuelvo a entrar en un tobogán de escenas y elementos memorables que vuelven a esta novela, una obra viva, entrañable, que duele pero divierte, que nos miente y hace que hasta lo disfrutemos. Un perro y un conejo rescatados y que viven con un mentiroso, trio de fugitivos; un falso profeta que acude con su discípulo a velorios para enredarse con viudas y vivificarlas por medio del acto carnal; un brazo humano abandonado en el Pedregal del Distrito Federal, un niño que enamorado que una vez espió a su vecina y quedó prendado de ella; unos secuestradores presos; unas cartas anónimas firmadas por el misterioso Capitán Urubú. ... Quisiera contarles todo, decirles los recovecos y conexiones afortunadas (y la mayoría de las veces, desafortunada), entre cada uno de los personajes, pero quiero que aborden cada uno de sus capítulos con la misma ansiedad detectivesca con que yo lo hice.

Soy una suerte de Joaquín, ese personaje un tanto imprudente en sus acciones, atado a los fantasmas del pasado, un especialista en meterse en problemas y hundirse en ellos, muchas veces por placer. Aquel que también puede ser el doctor Alcalde, o en casos especiales, el inquisivo maestro Basilio Laexus. No sé sí sea el destino, pero el que leyera “Puedo explicarlo todo” en este momento de mi vida ha sido una extraña fortuna. Hay novelas que nos marcan, que sentimos como nuestras. Quizá por eso no puedo dejar de hojear mi ejemplar, ni de traerlo de aquí para allá. Está novela está construida como los grandes clásicos. Una vez más un torrente de emociones me acompañaron a lo largo de mi travesía en sus palabras. Una vez, Xavier Velasco volvió a hacerlo.

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