Fue el sábado pasado cuando sucedió el hecho heroico en una de esas tradicionales fiestas-familiares-elegantes, en un bautizo para ser precisos. Una vez más voy a contar detalles de mi vida privada (que sé no le interesa a casi nadie) y no contento con eso, también lo haré con algunos elementos de mi familia, a los cuales seguramente no les agradará mucho leer este post.
Pero bueno, las grandes hazañas deben contarse y si por ello me hago acreedor a que me dejen de hablar hasta navidad, pues corro el riesgo. Volvamos pues, a los hechos. Después de la ceremonia del bautizo de la pequeña Rebeca (en una de las capillas privadas de la Basílica de Guadalupe) familia, invitados y su servidor fuimos a comer al restaurante del lobby de un hotel de la zona. Hasta ese momento todo era feliz y fantástico hasta que los meseros empezaron a servir la comida. Uno podía elegir entre dos menús: Sopa de Tortilla y Milanesa a la Cordone Blue para los adultos, y hamburguesa con papás a la francesa para los niños. Por supuesto, yo quería la hamburguesa; obviamente, me sirvieron la milanesa.
En lo que llegaba su hamburguesa, el hijo de uno de mis tíos iba y agarraba las papás de uno de los hijos de una de mis primas. ¿¿¿si se entiende verdad???. La prima, un poco harta y otro poco de mal humor, se molestó por esta situación y se hizo de palabras con mi tío. Éste no se quedó callado y le respondió. El esposo de ella se enojó y le gritó una grosería (pen”$jo) a mi tío. Él se la regresó (la grosería). El esposo de la prima se levanta amenazadoramente de su lugar. Mi tío hace lo mismo. Mi prima detuvo a su marido. Otra prima detuvo a mi tío.
- A la salida lo arreglamos. Comentó el esposo de mi prima.
Por respeto no puse los nombres de los implicados, pero sí una foto en la que aparece el Tío y el esposo conviviendo en paz hace unos meses (aunque ya se veía que se traían ganas).
Lo anterior ocurrió en cuestión de segundos y muy pocos en la comida nos dimos cuenta. Sin embargo, la amenaza de que la cosa podría continuar después de la comida hizo que aquellos que presenciamos la escena estuviéramos al pendiente de cada uno de los movimientos de los dos implicados. Obviamente, estar vigilando lo que pasaba no impidió que me comiera mi milanesa. Si se iban a armar los trancazos, lo mejor era estar bien alimentado.
La mayoría de las veces, cuando dos hombres ‘bravuconean’ y amenazan con liarse a golpes, pocas veces se pasa de las palabras a los hechos. Uno es feliz amenazando y recibiendo amenazas y confiar casi con ciega confianza que esos ‘nos vemos a la salida’ que escuchábamos en la escuela, pocas veces se materializaban en algún ojo morado. Aun así no me hagan caso, pues quién ahora escribe sólo se ha peleado unas cinco veces en su vida y no podría catalogarse de ser un experto en la materia.
La comida pasó y algunos invitados decidieron comenzar a retirarse. Cuando vi que mi tío se levantó y se dirigió a la salida dentro de mi se activó un mecanismo de salir también y ver (por chismoso, no crean que por otra cosa) si pasaba algo más. Quién sabe de dónde salió el esposo de mi prima, el chiste es que de repente ambos se dirigían a la salida, caminando a muy poca distancia. Nunca supe quién empezó a decirle de cosas a quién, pero en un abrir y cerrar de ojos ahí estaba mi tío y el esposo de mi prima discutiendo y amenazándose, hasta que finalmente el esposo de mi prima empujo a mi tío que tampoco se quedó quieto y le soltó una patada que nunca impactó su objetivo. La pelea estaba más que cantada, habría golpes a menos que algún valiente paladín de la justicia se decidiera a intervenir y frenara la violencia sin importar si en el acto arriesgaba su vida. Entonces intervine.
‘Para eso existen los héroes’ dice el mago de la película animada “El Último Unicornio” cuando en la trama casi todo está perdido. Pues para eso existo yo también, que sin medir consecuencias me arrojé (con mis reflejos de gato montés y de Jorge Campos) sobre el esposo de mi prima en cuanto los oponentes comenzaron a lanzar golpes al aire. Lo tomé de la cintura y con una fuerza que quién sabe de dónde tomé (él es más fuerte y alto que yo) lo levanté, giramos hacía una pared y lo sujeté fuertemente. A mi tío otras personas más lo detuvieron y así los golpes no pasaron a mayores, pero ahí ya no tuvo tanto chiste, pues el verdadero peligro lo viví yo al meterme entre la lluvia de golpes y actuar de manera tan rápida.
Lo que siguió después fueron insultos de un peleador al otro, promesas de que las cosas no se van a quedar así, una prima (que ni tenía nada que ver) llorando, mi abuela angustiada (tanto que hasta después se puso a rezar el rosario) y enojos entre otros miembros de la familia que tal cual se tratara de un partido de fútbol rápidamente formaron dos bandos. Después del vergonzoso desmán público que armaron nadie tuvo la atención de dirigirse al héroe de la tarde y preguntarme si estaba bien. Pude haber recibido algún golpe en el rostro (imagínense, si de eso vivo) o en alguna parte de mi delicado cuerpo. Gracias a mi no hubo sangre, ni dientes rotos o una vergüenza mayor ¡¿¡¿¡¿¡y quién me agradeció!?!?!?!?. Absolutamente nadie.
Está fue la historia de cómo desafié a la muerte una tarde de febrero. Sigo esperando mi homenaje.
5 comentarios:
Como buen reportero de policiaca que soy, te hago una nota a manera de homenaje:
Sábado 2 de febrero
Raúl V. Ortiz
Evita trifulca valiente joven.
Tras una acción arriesgada y heróica, un joven evitó que las amenazas de dos rijosos, se convirtieran en un zafarrancho.
Fue en un exclusivo hotel de la Ciudad de México, en la que luego de un bautizo, dos sujetos que sacaron a relucir viejas rencillas, por poco y se lían a golpes en el restaurante.
Los dos peleoneros, quienes omitieron sus generales, a punto estuvieron de llegar a las manos, si no es que un valiente joven intervino a tiempo y evitó la trifulca.
Gabriel Revelo González, de 25 años de edad, indicó que vio a los hombres amenzarse como en la escuela con el típico "Nos vemos en la salida", y desde ese momento estuvo al tanto de ambos individuos quienes al acercarse a la salida empezaron a discutir.
"Estaba muy tranquilo comiendo una milanesa cuando los vi discutir, sabía que en cualquier momento ambos explotarían y quise estar cerca para evitar el conflicto familiar", fueron las palabras de Revelo González, quien intervino en el justo momento en que los patines y las trompadas zumbaban en el aire.
Afortunadamente, no hubo lesionados que lamentar y el valiente Gabriel no recibió el merecido crédito a su heroíca acción, a pesar de haber puesto en riesgo su integridad física.
Saludos
Aplausos de pie. ¡¡¡Viva viva el Gabriel!!!
Si los amables lectores de este blog ya estamos por empezar a recolectar llaves para hacerte un "menumento" en homenaje a tu heróica y valiente intervención!!
raúl: hombre, nunca me habían hecho una nota policiaca, y menos como homenaje. quedó mucho mejor que la entrada original. la guardaré para presumirsela a mis amigos.
lata: gracias, son los mejores aplausos que he recibido en mi vida.
valeria: tendré una estatua, ¡perfecto!, hare que mis familiares se enojen más seguido. espero que la estatua éste en reforma. jaja, saludos.
me encanto la historia.. ya podemos iniciar nuestra propia liga de superheroes...
ademas te mereces otro homenaje pro haber visto el ultimo unicornio y acordarte de las sabias palabras del mago Cedrik ...
abrazos!!!
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