viernes, 15 de febrero de 2008

El dinerito duele

Les diré que nunca he sido un esclavo del dinero. Lo cual no significa que lo aborrezca, al contrario, de tenerlo en demasía estaría escribiendo estas líneas en una modernísima laptop en Johannesburgo, y no en la computadora de escritorio de mi casa. Estoy de acuerdo con aquello de que el dinero no lo es todo en la vida, pero vaya que la aligera bastante.

Yo hablando de dinero en un viernes de quincena... ¿no sería lo más correcto andar en la calle gastándolo como dicta la tradición del mexicano?. Probablemente esa vocecilla ahorrativa dentro de mi me aconseja tener aunque sea cien pesos en la bolsa, pues nunca se sabe ‘qué pueda pasar’. ¡Diablos!, ahora que lo pienso, ese ‘qué pueda pasar’ puede comprender ser raptado por extraterrestres, ser poseído por un demonio o sufrir un embotellamiento, en estos, como en muchos otros casos, los mendigos cien pesos no nos servirían ni para limpiarnos las lagrimas, pero uno desde chiquito ha sido educado para no despilfarrar todo el capital existente por más que el nuevo CD de Michael Jackson, esos tenis de futbol Niké y la nueva playera de la Selección Nacional le hagan ojitos a nuestra pobre tarjeta.

No sé trata sólo de ir y gastar, que al fin y al cabo eso cualquier idiota lo hace, el problema es todo el contexto que rodea los mundo laboral y económico y que a últimas fechas parece se han puesto de acuerdo para fregarme la existencia.... y ahí voy otra vez a ventilar mi vida privada: No soy rico (hablando de dinero, pues mi cuerpo es una sabrosa-sabrosura). El trabajo que tengo no es para nada bien pagado y además no cuento con ninguna prestación (servicio médico, caja de ahorro, membresía en un Sport City, viajes pagados por la empresa a Europa cada medio año; en fin, cosas sencillas y necesarias). Honestamente tampoco me gusta lo que hago, aunque la verdad me la paso de maravilla pues en la oficina hay personas maravillosas y valiosas (ya voy a empezar de cursi) que hacen que los días pasen rápido (bueno, a veces). La verdad, comparado con muchos conocidos gano muchísimo menos y ellos no se pegan las desveladas ni las mal pasadas que me acomodo diario.

Seguramente varios de ustedes, a esta altura del texto pensarán que soy un quejumbroso, y tienen razón.

Le sigo. ¿Saben lo frustrante que es llegar a la quincena, recibir su pago y al hacer cuentas mentales salir debiendo?. Ahora mismo, si me comprara todo lo que necesito (por mera necesidad, no por lujo) me quedaría en ceros. Por eso muchos decidimos no gastarnos todo con la ilusa esperanza de que ‘ahora si pa’ lo otra quincena’, y así nos podemos pasar medio año con la intención de comprarnos un par de calzones y por fin poder jubilar nuestros boxers augurados.

Como si lo anterior no fuera motivo suficiente para deprimirse, el joven trabajador por honorario inexperto como yo debe enfrentarse a una carga más: La Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Desconozco porque el Gobierno piensa que los ciudadanos de éste país ganamos lo mismo que los habitantes de Londres y por eso nos cobran impuestos hasta por respirar. Por eso cuando pienso que tiene como cinco meses que no rindo mi declaración de impuestos y que con cada cheque que recibo mi pequeña deuda puede ir aumentando (o no, pues sé de mucha gente a la que nunca le han cobrado nada). Como consuelo, (o desconsuelo, según se vea) muchos amigos y compañeros de la oficina tienen la misma angustia. Obviamente rendiré mi declaración, el problema es el mismo que acabo de exponer: siempre lo dejo para la otra quincena, pues en esta tengo muchos gastos.

El tormento con esto de Hacienda no empieza cuando uno tiene que rendir cuentas, no, empieza cuando se tienen que llenar los malditos recibos de honorarios que insisto, están embrujados. Si alguna vez los han llenado sabrán que cualquier rayón, letra de más o tachadura es suficiente para que el papelito pierda su validez y uno tenga que proceder a llenar otro, y otro, y otro, hasta que por fin se logra el milagro de llenarlo sin error alguno. En esos menesteres soy un completo imbecil, no les miento si les digo que cada mes echo a perder unos seis recibos de honorarios para lograr tener los dos que necesito entregar en el trabajo.

Precisamente la semana pasada, después de sufrir con el llenado de los recibos, la encargada de recogerlos me pidió que les pusiera las cantidades previas, desglosadas con IVA y de cantidad total. Anteriormente siempre los había entregado en blanco por si había algún descuento por faltas o retardos, pero ese día me pidieron que les pusiera la cantidad. Me preguntaron mi horario y lo que ganaba. Le conteste con honestidad y supongo que me entendió mal pues al dictarme las cantidades que supuestamente me correspondían estás aumentaron un poco. Paso todo tan rápido que ni siquiera tuve tiempo de plantearme si comunicarle o no el error a la encargada. Hoy que recibí el cheque de mi quincena me di cuenta que recibí la nueva cantidad que el ‘aumento involuntario’ hizo posible.

Toda la semana había pensado si corregir o no éste error. ¿Y si nunca se dan cuenta y gano más? ¿Y si sí? ¿Me descontarán lo que me dieron de más, me correrán?. Pero hoy tuve un día horrible, no desayuné ni comí, salí dos horas y media tarde por estar corrigiendo errores que ni fueron míos y además todavía me regañaron concluí en que ese aumento es más que necesario, y que tan culpable soy yo por no haber dicho nada del error en las cifras del pago, como también lo son ellos por no fijarse bien en lo que hacen.

Cuando se termina una carrera la ilusión de tener un trabajo bien pagado y satisfactorio es tan grande, que la desilusión de chocar con el mundo real siempre dolerá mucho. Comienzo a hartarme de un mundo en el que mi salud y animo se desgasta, en el que se gana a penas lo justo y esto se convierte en innecesario gracias a todo lo que los impuestos nos quitan. Por eso las quincenas (como la de hoy) no hacen más que ponerme de mal humor y me llevan a preguntarme ¿cuál es el chiste de trabajar?. Desde que lo hago tengo menos dinero, menos animo y menos tiempo libre.

Espero no escribir la próxima entrada desde la cárcel.

4 comentarios:

Luna Nueva dijo...

mmmm, creo q junte mis 2 comentarios de tus 2 ultimos post jijiji, bueno saluditos, ya ves me apasiones escribiendo ja ja ja

Anónimo dijo...

APOYO LA MOCIÓN OJALÁ YO HUBIERA CORRDO CON ESAS SUERTE... TIENES RAZÓN, EL AUMENTO QUE TE DISTE ES APENAS NECESARIO, A VECES ME PARECE TAN PATÉTICO QUE DESPUÉS DE UN AÑO YO SIGA EN ESA SITUACIÓN PERO EN REALIDAD NO LOGRO ENTENDER PORQUE NO ENCUENTRO UN EMPLEO ... EN FIN POR SUERTE YO TAMBIÉN TENGO GENTE QUE HACE QUE ESTOS DÍAS SEAN MENOS PESADOS Y SABES QUE ENTRE ELLOS ESTÀS TU Y YA SABES KIEN JAJA....XIMENA

Alviseni dijo...

el mundo real es tan feo a veces. uno tiene que adaptarse o perecer.

deseo que te vaya bien, amigo revelo.

nos leemos :)

gabriel revelo dijo...

luna: no te preocupes, gracias por ambos comentarios en uno.

xime:algún día de estos podremos salir de ahí ja ja... gracias por hacer los días de trabajo menos pesados.

alvi: adaptarse, que otra nos queda. gracias, ojalá tu vida también marche perfecto. nos leemos.