jueves, 29 de noviembre de 2007

Mientras te espero



“Y eso me pone más nerviosa, sospechar que
de seguro los años te han sentado de maravilla mientras que en mí sólo han
causado estragos”


Me llamaste la semana pasada, querías que nos viéramos hoy. No lo esperaba, quizá por eso me inquieté tanto. Quién iba a decir que un encuentro casual entre dos amigos ocuparía mi pensamiento de lunes a domingo. En otras condiciones, el reencontrase con un viejo conocido no tendría porque volverse un tormento, al contrario.

Estoy parada en la entrada del Sanborns de Coyoacán. Y mientras te espero, para que negarlo amigo, pienso en ti. Me doy cuenta que esta tarde de domingo no soy la única persona que fijó como punto de encuentro el acceso a esta tienda-bar-restaurante, fácilmente somos una docena, o quizá un poco más, cada uno sumido en sus propios pensamientos. No dudo que entre nosotros, alguien espere con impaciencia al amor de su vida, o a un familiar. Hoy, tal vez alguno de los presentes declare su amor, o todo lo contrario. A veces me gustaría leer los pensamientos ajenos; así, sin problema alguno sabría por qué aquel hombre de cabello canoso revisa su reloj impacientemente, o por qué la jovencita que esta frente a mi sonríe justo cuando termina de quitarle el último pétalo a una flor que deshoja.

Se supone que tendrías que estar aquí desde hace tres minutos, ¿exagero?, probablemente no encuentras donde estacionar el auto, o el trafico... ¿en domingo?... te mantiene varado en una de las calles de la ciudad. Ahora, mientras te espero, estoy segura que no estaría tan nerviosa por tu ausencia si no hubiera llegado veinte minutos antes a nuestra cita.

Ya son cuatro minutos. Los segundos corren y como a cualquier mujer me exaspera que me hagan esperar.

Mientras te espero un par de niños pasan corriendo a mi lado, suenan las campanas de un carrito de helados y un grupo de jóvenes rodean un puesto de pulseras y artesanías. Miro a la gente que este día libre recorre este pintoresco barrio; vienen, van, se detienen, compran chicharrones con limón y salsa. Y tú que no llegas, y está bien, pues una parte de mi desearía no verte y ahorrarme así un mar de explicaciones que a mis treinta años no tendría que estar dando. Para matar el tiempo saco el espejo de mi bolsa, reviso que el labial y las sombras aun permanezcan donde deben. Me veo guapa, pero sospecho que ni todo el maquillaje podría maquillar la tristeza y el cansancio físico y mental de mi semblante.

Y así, entre pensamientos y divagaciones siguen pasando los minutos de tu retraso, que ahora son diez y que espero, sepas justificar. O mejor no. Tal vez sea demasiado paranoica para armarte un drama por nada, sobre todo si tomamos en cuenta que hace siete años que no te veo. Mientras te espero, una chica de suéter rojo que también esperaba afuera de este negocio se reencuentra amorosamente con quien a leguas se ve que es su novio. Una brisa refresca el cálido ambiente, un perro duerme debajo de una banca del parque y por cuarta vez en la tarde te confundí con uno de los muchos peatones que frente a mi pasan.

Ahora temo no recordar bien las facciones de tu cara, pero automáticamente desecho este pensamiento llamándome ‘tonta’. Te sigo esperando, y sin querer recuerdo que pasé toda la secundaria y preparatoria enamorada de ti. Entonces cometiste la estupidez de embarazar a tu novia de la universidad y casarte cuando aun no cumplías los veinte años. Mientras te espero, comprendo que desperdicié una vida mientras empeñaba mi corazón en una causa perdida. Poco a poco perdí el contacto contigo. Sé que eres un abogado exitoso y que tuviste dos hijos más, la última una niña. Y eso me pone más nerviosa, sospechar que de seguro los años te han sentado de maravilla mientras que en mí sólo han causado estragos. Te juro por mi vida que esta falda y mi blusa roja no tienen otro motivo que el verme un poco más saludable. Y si de casualidad, llegaras a encontrarme un poco más atractiva, te prometo no hacerme ilusiones. Sé que amas a tu esposa y que si en el pasado no te fijaste en mi, ahora menos tendrías por qué hacerlo.


Una pareja de ancianos compran una bolsita de pepitas. Te espero afuera del Sanborns de Coyoacán, mítico lugar donde nacen y mueren historias citadinas. Ya son doce minutos y sin querer te veo a lo lejos. Vestido casualmente, no hace falta que te acerques más para darme cuenta que te ves mejor que nunca. Temo que no me reconozcas. Me gustaría escapar pero es demasiado tarde. A lo lejos me saludas. Finalmente estas frente a mi, me saludas y abrazas cálidamente, y siento como si el tiempo se congelará tan sólo en ese instante para dos. Lo intentas, pero no puedes aparentar que mi estado físico te sorprende: lo escueto de mi delgadez y la escasez de mi cabello que intento cubrir con una boina. Me invitas a tomar un café al local más próximo. Quizá ahí, tome el valor suficiente para confesarte que desde hace años padezco leucemia. Me quedan cuatro meses de vida.

13 comentarios:

SOL dijo...

awww
me clavé en la narracion
que pena me dio la pobre =0(

Alviseni dijo...

esa foto..ya sé que es en coyo pero mmm se parece a la calle de bolívar jaja, a la altura del paso ese que hay entre gante y bolívar precisamente, downtown. greetings.

Nadia dijo...

ahy ke triste.... :( me imagine la escena y todo ahyy dios .... te mando saluditos gabriel ke tengas bonito fin de semana :D cuidate espero ke estes mejor :D

Anónimo dijo...

Mmmm, excelentemente narrada, vas detallando las imágenes de manera que recreas el ambiente muy chido, pero nunca encuentro un indicio de su enfermedad, por lo que el final me parece una salida en falso. Quizá lo hiciste a la carrera. O es sólo un fragmento, no lo sé, pero a mí me pasa igual. Cuando se hace una historia a la carrera suele fallar el final. Pudiste haberte extendido mucho más e igual y por la excelente narración, como lector no perdería el interés, pero como te digo, sí faltó ese pequeño indicio.
Es mi humilde opinión.
Te mando un abrazo y espero que el sábado remontemos. Y podrás ver a nuestros Potros de cerca otra vez en la final de ida :D
EL AZUL GALOPA EN MIS VENAS, EL GRANA EN MI CORAZÓN.

Anónimo dijo...

Sorry, hice una mala lectura. Sí aparecen varios indicios,jeje mea culpa, por leer apresuradamente.
Pero insisto que pudo ser más extensa y mejor jijiji. Pudiste haber explotado esos minutos que se le van de vida a la pobre mujer esperando. De todos modos excelente texto, Felicidades.

Lata dijo...

Changos...
Que dramón.
:(

Anónimo dijo...

Linda historia...triste, pero linda.

Anónimo dijo...

me impacto..

hasta senti feito :(

Yuli Castro dijo...

“Y eso me pone más nerviosa, sospechar que de seguro los años te han sentado de maravilla mientras que en mi sólo han
causado estragos”

Me encantó la frase.

Te mando muchos saludos y te felicito por lo que haces.

gabriel revelo dijo...

Yuli: gracias por la felicitación y gracias por el comentario y la visita. a veces me siento atrapado en esa frase jajaja. vuelve cuando quieras. un saludo.

Maricielo ;D dijo...

Awww que brava la narracion, esta muy buena (y)
Me fascino, pero que mal final =\
Pero deberias continuar la historia *-*

gabriel revelo dijo...

Maricielo: gracias por tu visita y más por tu comentario... ¿seguir la historia? quizá... aunque algo me dice que el punto final fue definitivo. vuelve cuando quieras.

gabriel revelo dijo...
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