martes, 29 de abril de 2014

El dilema del policía


Sucedió hace un par de semanas, un martes de abril alrededor de las 3 de la tarde, para ser más exactos. Me encontraba atorado en el tráfico, acompañado de mi novia, quien dormía apaciblemente en el asiento del copiloto después de un día de trabajo. La idea era ir a comer a un restaurante. 

Quizá sea correcto dar mi ubicación, para que aquellos que conozcan la Ciudad de México puedan darse una idea de dónde ocurrió lo que estoy por relatarles: Me encontraba en la calle Xola, también conocida como Eje 4 Sur o incluso como avenida Te, a la altura de la estación de Metrobús Upiicsa, en la Colonia Granjas México. Estaba en los carriles de la derecha, un tanto atontado por el sol, mientras esperaba que el semáforo se pusiera en marcha y poder avanzar un poco más. 

En esas andaba cuando de pronto escuché algunas groserías y mucho alboroto. Al levantar la mirada ví que de un Tsuru que estaba dos autos delante del mío, bajaron dos hombres que amenazaban a otras dos personas que se echaron a correr. Las dos personas que huían traían pistolas, las dos personas que las perseguían también. 

Los hombres que escapaban y quienes los seguían venían en dirección hacia dónde nos encontrábamos. En medio de la carrera los segundos intentaban apuntarle a los primeros. Sabiendo que pasarían a lado nuestro y temiendo que algún disparo se le escapara a alguno, tomé la cabeza de mi novia (que seguía dormida) y la incliné hacia mí, tratando de anteponer mi cuerpo sobre el suyo para protegerla, mientras con una de mis manos intentaba subir el vidrio de su puerta. Ella despertó por lo inesperado de mis movimientos y enojada me preguntó qué me pasaba, lo único que pude responderle fue que no alzara la cabeza. 

Los cuatro hombres pasaron corriendo a nuestro lado y se metieron en una de las estrechas calles de esa colonia, alejándose de la avenida en la que estaba. Lo anterior sucedió en apenas un 

Como si todo se tratara de una sincronía planeada, el semáforo cambió a verde y los vehículos comenzaron a avanzar. En ese momento, el Tsuru del que habían bajado los dos hombres dio vuelta en “U” de forma temeraria e imprudente, circulando en sentido contrario a toda velocidad y adentrándose en la calle en la que momentos antes habían entrado perseguidos y perseguidores. 

Entonces, corriendo detrás de todos ellos, atravesando la calle sin importarle los autos que comenzaban a transitar, iba un policía, quien iba desenfundando su pistola y también entraba en la calle antes mencionada. Llegó mi turno de avanzar y me alejé de ahí. 

* * * * *

Minutos después entramos a un Vips. Después de explicarle a mi novia lo que había ocurrido ambos formulábamos posibles teorías sobre lo que habíamos visto. ¿Un asalto donde los delincuentes no esperaban que sus victimas estuvieran armadas? ¿Un pleito personal? ¿Ajuste de cuentas entre narcomenudistas? Nunca lo supimos. A decir verdad, lo que en realidad nos inquietaba era la suerte de aquel policía que había decidido cumplir con su deber e ir detrás de aquellos sujetos armados. 

Seguramente el policía se encontraba cubriendo su turno en la estación del metrobús y cuando vio lo sucedido decidió intervenir y a toda prisa abandonó su puesto para ver qué sucedía. 

Por más que busqué en las noticias y en redes sociales no encontré ni una sola mención sobre lo ocurrido, por lo tanto, tampoco supe la suerte de aquel policía cuya acción me pareció heroica. Sea cuál sea el motivo de aquel pleito, se requiere mucho coraje para ir corriendo detrás de cuatro sujetos armados que sabrá Dios a que estaban dispuestos. Muchos en su lugar hubieran preferido no arriesgar su vida ni meterse en problemas, total, su responsabilidad era lo que ocurre dentro de la estación de Metrobús, no fuera de ella. 

En tiempos en los que la policía goza de tan poca aceptación social, y a menudo son poco respetados por la gente, ver a uno de ellos arriesgar su vida por el bienestar de los ciudadanos es algo que me hace confirmar que no todo está mal en este país y en sus instituciones. Hay gente buena y dedicada que día a día salen a dar lo mejor de sí mismos y a cumplir su chamba con creces. 

Probablemente ese policía jamás leerá esas palabras, pero seguramente lo hará alguna persona que de una u otra forma haga algo por sus semejantes, para ellos va este texto. 

2 comentarios:

Partido Social Player dijo...

excelente relato! como frase standard diré "un aplauso", pero la verdad es que ese policia merece mas que eso... mis mejoires deseos para el y los suyos....

xochitl dijo...

Muy bien por el policía, tienes razón este oficio no es para todos se necesitan agallas y mucha fortaleza emocional, mis respetos claro para policías como estos que son honestos.
Por último me quedo con el detalle que narras de haber protegido con tu vida a tu novia, que lindo:)