jueves, 6 de junio de 2013

Wicked


Mi amigo Huriat, el culpable

Sería el verano del año 2005, 2006 a lo mucho, cuando una soleada tarde de sábado Claudio, Huriat y yo fuimos a un centro comercial por comida rápida. No teníamos gran cosa que hacer, pero aun así decidimos pedir para llevar lo que habíamos ordenado. Ya en su casa, Huriat nos preguntó de la nada:

- ¿Han visto Wicked?

Supongo que Claudio y yo hicimos cara de “no tengo la menor idea de lo que estás hablando”, pues nuestro anfitrión inmediatamente nos explicó que se refería a un musical que estaba triunfando en Broadway, y cuya trama se centraba en la historia de la Malvada Bruja del Oeste, la misma del cuento del Mago de Oz. Según nos contó, en la obra se narra la vida de la famosa bruja verde y nos daba una interesante premisa: en realidad ella no es tan mala.

Por horas nos habló con pasión sobre la trama de la obra, mencionando a personajes como Glinda, Elpheba, o los Munchkins. Conscientemente dejé de prestar atención a lo que Huriat nos decía;  no porque no resultara interesante el planteamiento de aquella obra, sino porque sabía que algún día la vería y no quería que me arruinaran la emoción de descubrir esa historia por primera vez.

Desde ese día me quedó clavada la espinita por Wicked. Toda mi infancia había pensado que la bruja verde del Mundo de Oz era mala, y de buenas a primeras me enteraba que en realidad las circunstancias de su vida fueron las que la volvieron así.


Wicked, primer acto

Pasaron cerca de dos años desde aquella vez que Huriat nos habló de Wicked, sin embargo, no se veía que la obra fuera a llegar a México, por lo que me resigné a seguir esperando. Sin embargo, una tarde de viernes recorría la librería de un centro comercial y por suerte vi en una repisa un libro titulado “Wicked. Memorias de una bruja mala”. Me bastó con tomarlo y leer la contraportada para casi volverme loco: en aquella novela escrita por Gregory Maguire, fue de dónde se basaron para adaptar la obra que tantas ganas tenía de ver.

El teatro musical no es mi pasión, pero la literatura sí. Haberme topado con ese libro era mucho mejor que si me hubieran dicho que la obra venía a México.

Media hora después ya estaba en casa leyendo y así estuve durante los días venideros. Llegué hasta la página 100 y luego lo dejé. La historia me estaba gustando, pero la lectura de otros libros hizo que la dejara de lado.

Wicked, segundo acto

Año y medio después me sentía culpable por haberme dado por vencido con Wicked. Nuevamente comencé a leer el libro. Nuevamente me adentré en la historia de Frex, un párroco unionista casado con Melena. Un día, Frex tiene que salir a evitar que se monte un espectáculo pagano en un pueblo cercano y deja sola a su esposa, quien esa noche da a luz a una niña con la piel de color verde a la que llamarán Elpheba.

Esta niña de comportamiento extraño cambiará la vida de sus padres y en cierta forma hará que la desgracia alcancé a quienes la rodean. Pasado el tiempo ingresará a un instituto en donde conocerá a la soberbia y seductora Glinda, una chica popular con la que muy a su pesar entablará una relación de amistad.

En esos años, Elpheba comienza a luchar por los derechos de los Animales que hablan y comenzará a desconfiar del Mago que vive en Ciudad Esmeralda y del poderío que sostiene sobre todo Oz.

Conforme se avanza en la historia, la trama adquiere un toque más oscuro y nos presenta varios estudios muy interesantes sobre religión, educación, los derechos individuales en un mundo regido por la política, y sobre todo de la maldad y su concepción. Justo cuando las cosas se ponían más difíciles para Elpheba, otra vez me dio por leer tres libros a la vez, dilema del que no salí bien librado y por lo cual nuevamente dejé el libro cuando ya había avanzado 3 cuartos de la trama.

Wicked, tercer acto

Hace menos de dos meses me enteré de la noticia: para otoño de este año, montarán el musical de Wicked en México. Y el interés volvió de nuevo. Tras año y medio de nuevamente haber abandonado la lectura, una vez más retomé la novela, está vez más emocionado que las dos veces anteriores, y ahora sí, con la firme decisión de terminarla. No podía permitirme ver la obra sin haber terminado de leer la historia en la que está basada.

Nuevamente me vi de vuelta en la tierra de Oz, justo para recorrer la parte final de la vida de Elpheba, por mucho la más obscura pero también la más emotiva e intensa. Conforme recorría las últimas 100 hojas mi emoción fue aumentando hasta llegar a un final apoteósico.


Nunca me había costado tanto llegar hasta el final de un libro. Lo cierto es que el retrasar hacerlo por casi cuatro años me hizo estar mucho tiempo dentro del universo descrito en la novela de Maguire, y fue todo un hallazgo. El estilo narrativo aun sigue impactándome: es fuerte, por momentos obscuro y sexual, pero conserva partes llenas de magia y sentido del humor. Cuando uno empieza la historia planteada casi no guarda relación con el relato que todo conocemos del Mago Oz, libro para niños escrito originalmente por Lyman Frank Baurm y publicado en 1900. Al final todo cuadra. Llegar a ese punto es lo que hace de este libro una delicia.

Hay un camino amarillo, un león, unos zapatos rojos, una bruja buena, monos alados, un tornado… pero todo aparece de manera tan sutil y natural que ni siquiera advertimos cuando vamos entrando al Oz del cuento original.

Por fin terminé de leer Wicked, aunque parte de mi pensamiento sigue buscando en los recovecos de mi memoria más motivos para jamás olvidar a esa bruja a la que todos juzgan de mala, pero cuya historia completa no sólo hace que la comprendamos, sino incluso que sintamos aprecio por ella.

El musical estrenará en México dentro de unos meses y seguramente lo iré a ver. No he querido averiguar mucho al respecto de la trama del musical, quiero verme nuevamente sorprendido por Elpheba.

Lo único que sé, es que se acerca la hora de desafiar la gravedad.  

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