martes, 28 de agosto de 2012

Cuando el amor caduca



Tendrá más o menos un mes, que en una reunión con amigos, platicaba con mis amigos Ángel y Rosalía cuando de la nada surgió el tema.

-… y qué tal, que ‘Fulanita de tal’ ya tuvo un hijo.

Y se hizo el silencio, y ambos me voltearon a ver.

-¿Qué no sabías? Me preguntaron angustiados, como disculpándose.
-Pues no. Respondí
-¿Ya ves?, ¡para que le dices!. se reclamaban entre ellos.

Yo veía el espectáculo más bien divertido. Ángel y Rosalía pensaron que la noticia me afectaría. Y es que ‘Fulanita de Tal’ anduvo conmigo en la universidad…


 * * * * *

Acapulco Guerrero, Diciembre del 2004
Viaje de Graduación de la Universidad

Supongo que uno se da cuenta cuando una historia llega a su fin. Por más intentos que después uno haga por prolongarla o extenderla, siempre hay un momento en el que se atraviesa del ‘quizá’  al ‘nunca más’. En mi caso fue cerca de las 7:30 de la mañana, al pie de una playa. Soportando la cruda física y sobreviviendo a la resaca moral. Tras dos días de idas y venidas emocionales, en las que mi corazón sufrió más subidas y bajadas que en una montaña rusa, terminé por darme por vencido.

Ese día, tirado en un camastro, solo y con ganas de estar en cualquier otra circunstancia, veía salir el sol mientras analizaba todo por lo que había pasado en los últimos dos años, y más aun, en esos días: un tequila Sunrise, una plática afuera de un centro comercial, unas copas de cristal arrojadas desde el balcón de un treceavo piso, una mañana triste a lado de una alberca, una noche en un bar que acabó con cualquier ilusión, o un caminar por la costera de madrugada (descalzo, como zombie y con los pies hechos pomada). 

Horas después partí de regreso a la Ciudad de México en un estado deplorable. Viendo negro el porvenir y convencido de que cualquier noticia sobre ‘ella’ en el futuro, me devastaría.


* * * * *

Y no fue así. Muy al contrario. Vi la foto donde aparece con su bebé, me dio gusto por ella y proseguí aquella noche como si nada. Ignoro en qué momento una noticia así perdió su capacidad de destrucción masiva en mi existencia. Debí intuir que estaba fuera de todo embrujo la tarde que me atreví a releer las cartas que alguna vez le escribí , y más que tristeza, sentí pena ajena por mi cursilería.

Algo similar ocurrió cuando hace año y medio, mientras curioseaba en Facebook me topé con la foto de la boda de “Sutanita”, esa muchacha de la que estuve enamorado durante los años en los que cursé la preparatoria…


* * * * *

Puerto Vallarta, Junio del 2000
Viaje de Graduación de la Preparatoria

Un viernes por la noche, se celebraba una misa en uno de los salones del hotel donde todos nos hospedamos. Como la escuela de la que salía era religiosa esa era la forma en la que aquella generación nos decíamos adiós. Llevaba cinco días en Vallarta siguiendo cada uno de los pasos de ‘Sutanita’, intentando crear casualidades y tratando de hacer que esas tardes me sirvieran más que los tres años en los que por cobardía no me atreví a decir nada.

Quería declarar mi amor, aunque no tenía ni el más mínimo argumento ni indicio que me dijera que ese acto suicida tendría aunque fuera un poquito de éxito. Ya sé que era muy tonto pedir un milagro cuando no se hace ni lo más mínimo por conseguirlo. Aun así, aquella misa de una hora se me iba como agua. No quería que acabara porque sabía que tras ella, tres años llegarían a su fin, y mi ridícula persecución terminaría en nada.

Por eso, mientras compartía por última vez el mismo espacio físico con ella, decenas de escenas se repetían obsesivamente en mi mente. Lo peor es que esa historia sólo me la conté yo, y por lo tanto, sólo a mi me lastimaba. Terminando la misa subí al camión sin atreverme a mirar atrás. Dormí durante todo el viaje de regresó a la ciudad y no volví a ver a ‘Sutanita’ más que dos veces más. Pensé que el día que me enterara de que anduviera o se casara con alguien más mi mundo se derrumbaría…


* * * * *

Y cuando eso pasó no se derrumbó nada. Ni siquiera hubo un leve temblor. Por curiosidad vi la foto de aquella boda y de ahí seguí perdiendo el tiempo en otras paginas de Internet. De estos rencuentros con ‘Fulanita de Tal’ y ‘Sutanita’ aprendí que los dolores, por más intensos que parezcan, algún día pasaran. En algún momento las heridas no sólo cierran, sino que también enseñan.

Con el tiempo la vida va poniendo a cada quien en su lugar, y ahora yo me encuentro en un buen sitio. Viviendo mi propia historia con alguien más y viendo hacia delante. De esos días en Acapulco y Puerto Vallarta sólo queda el recuerdo. De mi presente quedan cientos de hojas en blanco, las cuales estoy ansioso por escribir. 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo mejor es que hoy, tienes una niña linda que se ve que te quiere, educada y sobre todo con la que te ves muy feliz y contento. Viva Tan! Atte. July

gabriel revelo dijo...

July: Claro, hoy eso y otras muchas cosas están bien :)