jueves, 5 de enero de 2012

Por eso la ausencia...


In Memoriam Lisandro Cortés.

Y de pronto dejé de escribir en este blog. Y así llegó el fin de año y se me encimó el 2012. Y soy un maldito maleducado, porque contrario a otros años ahora no hice ningún recuento de lo que me pasó a lo largo del 2011. Ni felicité a mis lectores. Ni les conté qué hice o dejé de hacer en las fiestas navideñas. Me encontraba, si es que la justificación sirve de algo, sin hallar ese momentito oportuno para sentarme a escribir. No es que no tuviera idea de qué contarles, sino más bien no encontraba la ocasión para depositar en este espacio los pedacitos de pensamiento incoherente que a veces habitan mi cabeza dura.

Fue precisamente una de las últimas noches del año pasado cuando inutilmente intentaba escribir un post. Abandoné la misión no por falta de ganas, sino porque de repente una cadena de mensajes de Facebook llamó toda mi atención. Por medio de un mensaje me enteré de la muerte de uno de mis compañeros de generación de la Universidad. Un infarto fulminante acabó con la vida del buen Lisandro. No fue mi amigo íntimo, es más, fueron pocas las veces que llegué a platicar con él, pero era un buen tipo. No se metía con nadie, siempre era amable y era un buen estudiante. Siempre es triste enterarse de la muerte de alguien con quien compartiste algún momento de la vida. Más si esa persona era joven (no tenía más de treinta años) y su partida fue de forma inesperada.

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He pasado los últimos meses quejándome de mi salud. Un problemita que espero no sea mayor me ha tenido en jaque 10 de los últimos 12 meses. No obstante, enterarme de la muerte de alguien me hace replantearme que mis malestares son cosas de niños. Que mi vida no está en peligro, que puedo hacer mi vida de forma normal y que no estoy postrado en una cama me hacen encarar de mejor forma al año recién llegado.

¿Por qué tenemos que ver la desgracia en otros para darnos cuenta de lo mucho que tenemos?

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Hace no mucho, releyendo varias de mis textos de hace años en este blog, sentí como si algo se me hubiera perdido. Como si el ‘yo’ que escribía en entonces y el de los últimos meses fueran dos personas completamente diferentes. Estilos y temáticas completamente dispares. Para serles franco, mis post antiguos me parecían más honestos y llenos de sentimiento. Más sufridos e intensos. Ahora no sé, como que he perdido la chispa.

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Entonces el autor del blog se entera del fallecimiento de un contemporáneo y avergonzado se dice que lo verdaderamente importante es poder seguir teniendo vida para escribir, y que el estilo importa un carajo cuando lo valioso es seguir poder respirando y dejar constancia de ello por medio de palabras.

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He dejado de ver mariposas en todos lados como hasta hace poco lo hacía, espero optimista que mi salud mejore y ya me resigne a no hacer el mismo tipo de blog que hace varios ayeres. Soy un inconsciente hablando de ausencias menores cuando Lisandro ya no está con nosotros.

- Cállate ya, y mejor vive... y después escribe. Me lo imagino aconsejándome. Aunque en la vida nunca me dijo nada tan personal.

Y eso haré. Ignoro porque de pronto vino la imagen de él regañándome. Y así elijo comenzar el año. Blogueando aquí, intentando hacer que esto de sentarme y alimentar El Incomprensible Mundo de Gabriel Revelo valga la pena. Dejaré de filosofar tanto para sentarme a escribir y que la vida me de salud, es lo único que necesito.

Bienvenido 2012, a ver qué historias me haces contar…

Nos leemos…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Nunca dejes de escribir! Un fuerte abrazo deseandote lo mejor para el 2012!!!
Angelica (:

gabriel revelo dijo...

Gracias Angie, un abrazo y que el 2012 sea también un gran año para ti.