domingo, 20 de junio de 2010

José y Carlos, In Memoriam

Aunque se hayan ganado el derecho a eternamente ser Monsiváis y Saramago. Respetuosa, pero sobretodo, amistosamente, hoy les llamaré por sus nombres de pila. José y Carlos, con su partida se apoderaron de la atención no sólo del sector intelectual, sino de todas y cada una de las esferas de la vida pública nacional e internacional. Se suponía que hoy postearía sobre el triunfo de México ante Francia, en el Mundial de Futbol. Al enterarme del deceso de ambos escritores me pasó como a muchos, el futbol, al menos por unas horas, pasó a segundo término. Y no, no es oportunismo, simplemente es darle salida a esta necesidad que tengo de hacerle saber al mundo, que de otra forma, los echaré de menos.


José Saramago (1922-2010)

Solamente he leído dos de sus novelas. Suficientes para apreciarlo, insuficientes para quedar saciado de su estilo inigualable. Mi primer acercamiento fue con ‘Levantado del Suelo’, épica obra que retrata la situación la precaria situación que se vivía en el campo portugués a principios del siglo XX. Tras el impacto inicial de los primeros párrafos, mi adaptación al manejo de José de los signos de puntuación, y al ritmo vertiginoso se su narrativa, me descubrí frente a una forma de contar historias que me sedujo. Leer a Saramago es subirse a un tren bala y no querer bajarse de él. Es sentir la vertiginosa velocidad de retratar hasta el más mínimo detalle segundo a segundo. Un par de años después quise volver a experimentar más de esa literatura tan nueva para mi, entonces devoré ‘Memorial del Convento’ y firme un pacto de total admiración hacia el buen Saramago, mismo que hasta hoy mantengo. Penosa, pero también afortunadamente, me queda demasiado Saramago por descubrir. Sus mejores novelas están ahí, esperándome, teniendo una cita pactada que no pienso perderme. Irónicamente su muerte me ha mostrado lo vivo que José está. En las últimas horas, la vorágine noticiosa me ha hecho adentrarme en su vida. Fascinado he visto entrevistas en las que la persona se desdobla del escritor y concluyo con una sonrisa: es un gusto conocerle, señor Saramago.


Carlos Monsiváis (1938-2010)

¿Qué decir, que no se haya mencionado ya durante éste fin de semana, de Carlos Monsiváis? ¿Cómo intentar si quiera, pretender aportar ‘algo más’, que los principales intelectuales del país no hayan hecho ya, de manera impecable? Haré mi mejor intento por no defraudar con mis palabras, la memoria de quién habló, y fue referente de todo. Tal como me pasó con El Santo, Chabelo, o Cantinflas, mi primer recuerdo de Monsiváis no existe. De pronto apareció en mi conciencia social y ni cuenta me di. Con ‘Monsi’ no aplica el decir ‘es que no leí nada de su obra, no lo conozco’, pues todos lo escuchamos. En algún momento de nuestra existencia escuchamos su punto de vista sobre los más diversos temas de la vida nacional. No había tema en el que el maestro Monsiváis no hubiera profundizado. En cada acontecimiento verdaderamente importante, su voz siempre era autorizada y sus conclusiones, guía y termómetro dentro del caos de lo inexplicable que resulta México. La última vez que lo vi fue en el 2007, en la presentación de un libro en la casa azul de Frida Kahlo. Ahí comprobé que Monsiváis, siempre sería Monsiváis. Esa inteligencia envidiable, su archivo infinito de la cultura contemporánea, su personalidad dicharachera y humilde, su siempre dispuesto sentido del humor, y sobre todo, su inagotable capacidad de análisis sobre la vida cotidiana. Es cierta esa afirmación de que sin Monsiváis, una parte de México se fue, que nos quedamos sin el cronista más importante y representativo de los últimos 50 años. También es cierto que preservar su legado (libros, ensayos, artículos periodísticos, conferencias) es darle vida a ese México que a veces se nos escapa, aquel que realmente huele y sabe a nosotros.

José y Carlos. Carlos y José… bienvenidos a la perpetuidad, esa que sólo gozan unos cuantos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Definitivamente grandes pérdidas… Me pegunto si el mundo se quedará sin intelectuales, las letras hoy parecen más muertas.

Dely

gabriel revelo dijo...

Dely:... pero afortunadamente, están ahí, serán eternas y con el tiempo cobrarán vida.