martes, 25 de febrero de 2014

50-3


En el argot futbolístico, se considera como una goleada aquellos marcadores donde un equipo vence por 3 o más goles de diferencia a su rival. En este sentido, nadie negará que es difícil ver perder por goleada a tu equipo favorito, pero lo es mucho más sufrir una derrota así estando en la cancha.

1. El equipo que nació para perder

Nunca jugué futbol a nivel profesional, aunque eso sí, por años practiqué este deporte en los parques de mi colonia a los que varias veces iba con mis amigos del barrio a jugar las clásicas retas. También estuve en un par de equipos de Fut7 y Futbol Rápido en los que si bien nunca gané, sí me divertí mucho.

Y por supuesto jugaba en la escuela. Lo que estoy por narrar ocurrió precisamente en mis años en secundaria. Estudiaba el cuarto año en el Instituto Don Bosco, escuela en la que se prioriza la práctica del deporte y donde constantemente se realizaban torneos futboleros en los que casi siempre participaban sólo los alumnos más populares. Y digo casi siempre, porque en una ocasión me animé a formar mi propio equipo y lanzarme a la aventura futbolera.

Los equipos eran de 8 elementos (2 en la banca y 6 en la cancha) y los partidos se desarrollaban en los dos recesos o descansos que teníamos al día (uno de media hora y el otro de 50 minutos). En honor a la verdad debo decir que mi equipo estaba integrado por personajes que no éramos muy buenos para eso del fut. Sólo dos tenían un nivel aceptable, el resto éramos bastante malitos. Bueno, yo no tanto, la verdad es que más o menos me defiendo.

Para ese torneo mi plan era jugar como portero y ocasionalmente como defensa con vocación ofensiva. 

Los nombres de los equipos deberían corresponder a ciudades del continente americano, y la verdad, no me acuerdo ni cómo se llamaba el nuestro. Creo que Anchorage (por la ciudad en Alaska), aunque no estoy seguro, es más, creo que así se llamaba otro equipo que sí triunfó, pero ni modo, es mi post y yo escribo lo que quiero. De lo que sí me acuerdo es que jugábamos con playera azul. En fin, todos los equipos se dividieron en grupos de 4, en donde calificaban los dos primeros. 

Honestamente el torneo me emocionaba, días antes de su inicio me imaginaba ganando no sólo los primeros tres juegos, sino el torneo mismo. Pero en la práctica la historia fue muy diferente. 

2. El inicio que nadie imaginó

El primer juego lo perdimos y gachamente. Generalmente cuando se inicia un torneo uno lo hace con la mayor ilusión y ganas del mundo, por eso, el desconcierto fue mayor cuando apenas iban 3 minutos de juego y nos clavaron el primer gol. A la siguiente jugada nos metieron otro y luego otro. Así, de pronto nos vimos perdiendo 7-0 en los primeros diez minutos. La verdad el marcador nos picó la cresta y metimos un gol, sin embargo, la reacción nos duró poco porque en un descuido nos metieron otros 5. 

Pensando en que quizá yo era el problema pedí cambio y pasé de la portería al campo de juego. El resultado fue igual o más desastroso: el primer "tiempo" terminó con un contundente y humillante 19-1. 

3. Cuando los imposibles se vuelven realidad… en tu contra

Si pensábamos que las cosas ya no podían ir peor, estábamos muy equivocados., pues para el segundo recreo, el chisme de que se estaba suscitando una “goleada de antología” se esparció por el resto de los grupos de la secundaria y cuando volvimos a la cancha después de tres horas de clases, teníamos un nutrido grupo de aficionados observando las acciones de lo que muchos consideraban era algo histórico y nunca antes visto en los patios de la escuela. 

Nuestros rivales salieron obsesionados con meternos la mayor cantidad de goles posibles, por lo que desde el inicio comenzaron apedreándonos el rancho. Y la cosa les estaba saliendo bien, pues en menos de cinco minutos, “según ellos” la cosa ya iba 30-1. Si entrecomillé la frase anterior es porque era tanta la presión del público, que el equipo contrario comenzó a valerse de triquiñuelas y a contar como gol muchas jugadas que no lo eran. 

Como no había arbitro aquello se volvió una anarquía. Éramos 8 contra el resto de la escuela. Aún así, como Dios nos dio a entender logramos meter dos goles a favor. Así pasó el tiempo, entre el juego sucio y un montón de goles en contra. Al principio mis compañeros y yo estábamos bien enchilados y mentando madres, luego ya nos valió y nos resignamos al linchamiento deportivo y social. 

Pa’ colmo cuando estuve a punto de mandar el balón al fondo de la portería rival, un alumno de otro grado se atravesó sin fijarse y chocó con el balón. De nada sirvieron mis argumentos de que ese debió contar como gol. 

No recuerdo en qué momento los rivales comenzaron a fantasear con meternos cincuenta goles, por lo que apresuraron la marcha y contaban sus tantos al doble. Total, cuando sonó la campana anunciando el fin del recreo y del juego, todos decían que el juego había concluido 50-3. Minutos después llamaron a los capitanes de cada equipo (aún no sé por qué carajos yo era el capitán de mi equipo) para informar sobre los marcadores. Ahí, con toda la pena del mundo tuve que corroborar que ese marcador había sido real, ante la mirada atónita del resto de los capitanes. Qué oso. 

Nos dieron una madriza y ni las manos metimos, sí, pero no fueron cincuenta goles. De ser justos el marcador debió ser 30-7.

4. Después del trauma

Por días se habló de lo sucedido, lo cual sirvió para que nuestros dos próximos rivales se confiaran y esos duelos fueran un poco más decorosos. Uno lo perdimos 5-3, el otro lo ganamos 2-1. 

Finalmente no calificamos. Entonces pensé que jamás superaría el trauma. Con el tiempo seguí jugando y tuve mejores resultados futbolísticos. Ahora me doy cuenta que no fue para tanto y que al final, todo quedó en una anécdota que hoy cuento como algo jocoso. 

5. Al menos no fuimos los únicos…

Lo que nos pasó se compara con las peores derrotas de la historia en el futbol profesional, que son:

- AS Adema, de Madagascar 149 - Stade Olympique L'Emyrne (SOE) 0, dentro del Campeonato Malgache de Fútbol de 2002 (Esto se explica por una protesta el equipo perdedor se dedicó a meterse autogoles). 

- Arbroath FC 36 - Bon Accord 0, por la Copa de Escocia de 1885.

- Australia 31-0 Samoa Americana, en el 2001.

1 comentario:

Anónimo dijo...

tu sigue jugando y divirtiendote que la vida hay que VIVIRLA.