jueves, 20 de enero de 2011

Ese gato gordo y naranja



Como toda
buena lasaña, Garfield nació en la cocina de un restaurante italiano una noche
de invierno de 1978, mientras afuera la nieve caía cual queso parmesano. El
dueño del restaurante, ante la obligación de elegir entre Garfield y cerrar las
puertas de su negocio por falta de pasta para cocinar, vendió el gato a una
tienda de animales. Garfield pensó que ya estaba condenado a ser un vagabundo el
resto de su vida, pero un buen día John Arbuckle se cruzó en su camino. El resto
es historia…"

Si me preguntan con cuál personaje de caricatura me identifico más, sin duda alguna diría que con el gato Garfield. Nuestra forma de ser, pensamientos, filosofía ante la vida y hasta gordura son semejantes. No tengo ni idea de cómo ni cuándo empezó mi idilio con éste felino, sólo sé que desde que tengo uso de razón, y hasta la fecha, me ha acompañado en mi vida.

Quizá, meras suposiciones, la primera vez que lo vi lo primero que llamó mi atención haya sido la llamativa combinación naranja-atigrada de su piel. El siguiente paso ocurrió cuando cursaba la educación primaria, y fue hacerme seguidor de la serie animada 'Garfield y sus amigos', programa que religiosamente miraba todas las tardes por canal 5. Gracias a estas caricaturas, me introduje en la peculiar forma de ser de Garfield y sentí una mayor simpatía hacia él. De hecho, el gran doblaje que realizaron en esta serie es de origen chileno, y a partir de él, cada que leo o imagino a Garfield lo hago con esa misma voz.

Después vi los especiales de navidad, día de pascua, hallowen y la película en la que Garfield encuentra a su mamá en las ruinas de un restaurante italiano. Poco a poco me fueron comprando cosas de Garfield, tales como figuritas, estampas o esas famosas paletas de caramelo con base de chicle, cuya funda de plástico tenía la forma de Garfield u Odie, y las cuales coleccionaba y usaba como juguete. El acabose llegó cuando descubrí los libritos que sacó Editorial Grijalbo, y en el que se van recopilando todas las tiras cómicas de Garfield. Me volví adicto a ellos. Cualquier dinero que caía en mis manos, era destinado para comprármelos y devorarlos al instante. A pesar de los regaños de mis padres, que me decían que gastara mi dinero en otra cosa, completé la colección en cuestión de semanas. Hasta la fecha conservo esos ejemplares, suelo recurrir a ellos cuando quiero distraerme o encontrarle sentido a mi vida. En parte, algo de la forma de actuar de ese gato me habla de mi propia personalidad.



Haber leído todas sus tiras cómicas hizo que conociera completamente a Garfield, desde esos momentos mi identificación con él es total. Durante mucho tiempo me creí Garfield. Estudiaba cada uno de los gestos de su cara. Es increíble como con sólo cambiar de posición sus parpados y la forma de su boca se pueden obtener una infinidad de emociones. Alguna vez la sicóloga de mi preparatoria me dijo que tengo una cara muy expresiva. Con Garfield sucede lo mismo. Aun me cuesta trabajo no preguntarme cómo reaccionaría, o qué cara haría mi amigo gordo y naranja ante determinadas situaciones de mi vida. Incluso, y no sé por qué confieso esto, en la secundaria mis compañeros me apodaban ‘Garfield’.

Salvo las dos películas infumables que han hecho, Garfield no ha cambiado mucho. Físicamente el personaje se ha vuelto más estilizado, pero su ingenio y sabiduría gatuna siguen intactas. Ahora se transmite una nueva serie animada cuyos gráficos están increíbles, pero en la que se cometió el tremendo error de hacerlo hablar con sus labios, y no pensar sus diálogos, como sucede con el personaje original.

Actualmente tengo carpetas, despertadores, peluches y cuanta chuchera puedo de Garfield. A veces le olvido por grandes períodos de tiempo, para que cualquier tarde, me baste con ver una imagen suya o programa para recordar mi gusto por él. Odiar los lunes y a las dietas, amar comer, tener a dormir y ver la televisión como un deporte, y ser una extraña mezcla de ternura y descaro son cualidades que también tengo y que si bien, no me llenan de orgullo sí me hacen sentirme comprendido por mi ídolo animado. La psique de Garfield y quienes nos sentimos una copia de él da para muchos estudios. Habrá muchos personajes entrañables de caricaturas a los que les guardo cariño, muchos valientes y llenos de virtudes, pero el número uno es, y será por siempre Garfield. Es en sus manías, egoísmos, defectos y en su falta autoestima que usa para protegerse del exterior, está su encanto. Es el más humano de los personajes y por eso, el más entrañable. Yo soy Garfield.

3 comentarios:

xhabyra dijo...

Garfield!


ah como me gustaba ver su serie animada!


ahora refunfuñe un poco con la nueva que pasan por cartoon network por que le pusieron voz y movimientos de labios.

pero al final he acabado viendolo en cualquier oportunidad!

Xhaludos!



www.xhabyra.com

gabriel revelo dijo...

xhabyra: la serie de principios de los 90's era la onda. también hice corajes con el garfield que mueve los labios, pero al final siempre caigo preso de Garfieldmanía. saludos!!!

Anónimo dijo...

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