sábado, 1 de enero de 2011

El tonto del Monumento


¿Qué diablos hacía el 1 de enero, caminando solo y de noche en el Monumento a la Revolución? Ni yo mismo lo supe. Mucho menos sé si sea correcto empezar el año con un post así de confuso.

Salir de casa al atardecer. Dejar el auto. Decidir llegar a mi destino usando el transporte público y únicamente con 20 pesos en la cartera. Llegar al citado Monumento de la Revolución con el pretexto idiota de ver su remodelación. Llevaba días escuchando que había sido remodelado y que había quedado hermoso, sobre todo si uno asiste de noche y lo observa iluminado. Por eso, esta tarde de sábado decidí matarla ahí, en aquel sitio en el que alguna vez participé en un baile masivo y al que ahora acudía en busca de respuestas.

Las dos horas que invertí en ir y venir han sido como de otra dimensión. Me moví por inercia. Pensé sin tener en mente nada. Veía pasar gente y autos sin prestarles la más mínima atención. Fue hasta que estuve frente al Monumento de la Revolución cuando, por así decirlo, volví a la tierra. No eran exagerados los comentarios que hablaban de que la ahora llamada ‘Plaza de la República’ quedó impresionante después de varias obras de remodelación. La iluminación correcta hacia los muros de la construcción, amplios espacios, fuentes que varían la intensidad, forma y dirección de sus chorros, un museo y elevador a la parte superior de la estructura.

Lo recorrí unas tres veces, con el corazón sobrecogido por la majestuosidad y belleza de un lugar que hasta no hace mucho, había perdido brillo. Me siento orgulloso de lo que veo, de la historia que precede y justifica la existencia de aquel espacio que sin embargo, no todos entienden. O no lo entiendo como ellos. O el tonto soy yo. O en los últimos días la vida me ha vuelto un amargado. El hecho es que me desagradó que hubiera tantos vendedores ambulantes, o que alrededor de las fuentes danzantes hubiera tantas personas divertidas viendo como decenas de niños, algunos adolescentes y uno que otro viejo ridículo se atravesaban corriendo en medio del agua, gritando y salpicándose. En un lugar así debería tenerse respeto por los valores que se supone, deberían transmitirse a los ciudadanos. Para mojarse están los balnearios, para vender comida están los mercados, pero no le hagan esto a un sitio que infunde respeto y orgullo.

Posiblemente no sea para tanto y el motivo de mi actitud defensiva sea que de unos días para acá poco o nada tiene sentido. Curiosamente es a principios de año cuando se deberían tener las ideas y los planes a futuro más claros que nunca, pero en mi caso es todo lo contrario. Al igual que con La Plaza de la República, mi vida en teoría tendría que estar plena. Lo malo es que siempre sobran o faltan cosas. Ponerme a comparar mi porvenir con un monumento histórico sólo me convierte en un tonto, y eso mismo me convierte en el tonto del Monumento a la Revolución. Aquel que se encuentra confundido y hasta cierto punto temeroso, el que quisiera cambiar y darle, de una vez por todas, sentido a su vida, pero es incapaz de ser y hacer feliz a los que le rodean. Si el 'Tonto de la Colina' de la canción de The Beatles habla pero nadie lo escucha, el tonto del Monumento de la Revolución piensa y ni él se entiende. Ve ‘peros’ en dónde los demás ven diversión y hace comparaciones ridículas y enredosas. Temé ser incomprendido y no estar a la altura de las cosas. Le teme al cambio pero sabe que es necesario.

Bonito post para comenzar el año. Sin pies ni cabeza, y con el corazón a punto del paro cardiaco. Así ha sido mi primera noche de éste 2011. Noches así no llevan a ninguna parte, pero rompen en mil pedazos la tranquilidad y cansan mucho. Han pasado tan sólo unas horas desde que regresé de Monumento a la Revolución. Debe ser el inicio de año el que me pone así. Eso, o que soy un tonto loco que comienza a darse cuenta de que la coherencia se le fue junto con el año 2010.

Casi nunca muestro mis sentimientos, pero hoy están a flor de piel.

4 comentarios:

Aristóteles dijo...

Caminos de luz para ti.

Gracias por tu historia.

Un abrazo.

gabriel revelo dijo...

Gracias por tus deseos Aristoteles. De igual forma, te agradezco tu visita al blog. un abrazo, de vuelta.

Anónimo dijo...

Lo importante no es el miedo sino poder vencerlo! La vida es son retos a vencer!!! un abrazo

gabriel revelo dijo...

gracias anónimo, esa es la formula.