miércoles, 1 de diciembre de 2010

FIL Guadalajara, por fin te conozco


Un recorrido, toda la noche, de ocho horas en camión de la Ciudad de México a Guadalajara. Esperar en la terminal a que salga el sol, tomar un taxi al hotel, esperar otras dos horas a que alguna de las habitaciones fueran desocupadas por otros huéspedes para poder ocupar una. Tomar un baño y a pesar del cansancio, salir casi corriendo, comer cualquier cosa en un mercado cercano y de ahí, caminar 15 minutos hasta llegar a la Expo Guadalajara, maravillarme comprar mi boleto, cruzar la entrada principal y deshacerme de emoción al pensar ‘por fin te conozco’.

Así de breve pero emocionante y vertiginoso fue mi primer encuentro con la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Después de cruzar esa barrera que separaba al mundo común con el maravilloso universo de la literatura lo demás poco importa. Nadie nos dice cómo reaccionar cuando logra realizar un sueño. En mi caso no tuve ni tiempo de pararme y pensar absolutamente en nada. A los pocos minutos corrí a la presentación de la nueva novela de Guillermo del Toro, saliendo recorrí la zona internacional. Me pareció enorme. Compré una tasa para el café, un libro. Recorrí la zona destinada a León y Castilla, la invitada de honor a esta celebración. Tan sólo el primer día pasé unas 10 horas caminando de una presentación a otra, recorriendo stants infinitos, comprando alguna novedad, deteniéndome a tomar algún refresco y después de tomar aire continuar perdido en lo que han sido algunas de las horas más felices de mi vida. Un escritor por aquí, otro por allá, gente de todo tipo movida por una única pasión: las letras.


No importa a cuántas ferias del libro se haya ido, como la FIL de Guadalajara no hay dos. Desde la funcionalidad y magnitud de las instalaciones, hasta el ambiente que se vive en cada uno de los días, éste evento no tiene par. He aprovechado cada instante que he podido y me he dejado ir. Twittear, tomar fotos, comprar libros, encontrar a figuras literarias, volver a ser niños en la zona infantil, sentarse y ver el fluir de los demás, enojarse porque uno quisiera que en lugares así el tiempo fuera eterno y nos permitiera visitar todas las opciones posibles.

Al finalizar cada día llegar al hotel después de caminar en calles obscuras y solitarias los mismos 15 minutos que hicimos de ida. Llegar cansado pero con las ganas de hasta en sueños seguir en el mundo en el que la ficción y las palabras, hacen del mundo real un mal chiste, el cual por ahora, no tengo interés en escuchar.

Quiero volver, desde ya, siempre…

2 comentarios:

drneon dijo...

Gabrielito! Me hubieras avisado, me acredité este año como Prensa y al final no pude ir... si se te ocurre volver este fin de semana por favor avísame.

Abrazo

Pedro

gabriel revelo dijo...

Pedro: sólo fui dos días, gracias de todas formas por el ofrecimiento, y aun más, por leer éste blog. Un abrazo amigo.