martes, 7 de diciembre de 2010

Te fui infiel con Guadalajara


'Guadalajara, estas hermosa’, fue lo único que pude escribir en mi twitter mientras me perdía en sus calles. Ni cuenta me di cuando me conquistó. Si fue mientras caminaba, miraba sus monumentos o comía en uno de sus mercados poco importa ya; de todas formas poco hubiera podido hacer. Cuando uno se enamora es el último en enterarse y el primero en ir por la vida con la fascinación como mascara, y la ensoñación como vestimenta. Quizá por eso, hace unos días se me veía tan sonriente mientras cínicamente recorría a la novia de Jalisco.

En algún momento ingenuamente dije que ninguna ciudad sería capaz de seducirme como lo hace la Ciudad de México. Me equivoqué. Si bien mi vida y todos sus sentidos siempre estarán unidos al DF, la coqueta Guadalajara me hizo ojitos (tapatíos) y no pude negarme. Se dice que lo que los infieles buscan es probar sabores nuevos, pues bien, la perla tapatía me ofreció un sabor peculiar, diferente pero agradable. Mi primer encuentro con ella fue en febrero de éste 2010. Nueve meses volví a la FIL y sin buscarlo me enamoré de una ciudad a la que cada vez encuentro más bella.

Moderna, limpia, histórica. Son muchos los rincones de Guadalajara que se me antojaron inolvidables. En su aire se respira libertad, espacio. Zonas dedicadas a la bohemia, amplias avenidas con fuentes y espacios para la reflexión, parques acogedores, colonias en las que dan ganas quedarse para siempre, sofisticadas áreas verdes, edificios históricos y un ritmo muy peculiar, entre apacible y cosmopolita.


Pocos lugares me estremecen tanto como el Centro Histórico de Guadalajara. Desde la Catedral hasta el Hospicio Cabañas, a cada paso hay una vista impactante. Pocos espacios de arrebatadora belleza panorámica. Además, el resto de la ciudad es un mosaico de todo lo que conforma a una urbe fascinante. Más allá de la Minerva o el arco de Guadalajara están todos esos escenarios dignos de una historia que ante todo, tendría que estar llena de emotividad. Si tuviera que nombrarla de otra manera, Guadalajara se llamaría alegría.


El otro año esta ciudad será sede de los Juegos Panamericanos. Probablemente por eso deslumbra. Mi romance con ella duró poco, pero a la distancia y al paso de los días sigo sin olvidarla, y como en cualquier historia de amor lejano, lo que más duele es no saber cuándo volveré a verla. Mientras esto ocurre trataré que mi Ciudad de México no sospeche de mis suspiros. Háganme el favor de guardarme el secreto.

2 comentarios:

drneon dijo...

Eso sin considerar lo más atractivo de esa ciudad: sus mujeres. Regularmente son muy altivas e inacsesibles, pero se entiende que saben lo que tienen y lo sben cotizar.

Un abrazo carnalito!

gabriel revelo dijo...

pedro: soy un idiota, tienes razón, omití lo principal. que bueno que me confirmas lo de altivas e inacsesibles, pensé que era sólo idea mia. un abrazo de vuelta.