miércoles, 20 de octubre de 2010

500 pesos


A mi sobrino Juan Carlos suelo verlo muy poco. Serán unas tres o cuatro veces al año cuando mucho, siempre en eventos o reuniones familiares. Alto, cabello castaño. Dicen que está guapo, yo no sé de esas cosas. A sus 24 años dicen, ha tenido una vida dura, agitada, cruel. Su papá cayó preso cuando Juan apenas era un niño. Juan casi no conoció a su papá, éste murió en prisión supuestamente debido a una neumonía, versión que hasta ahora, muchos ponen en duda. Toda su vida Juan vivió con su madre. Nadie sabe dónde extravió el camino, ni porque la vida lo llevó desde muy joven a verse implicado en problemas de drogas y delincuencia. Varios familiares intentaron ayudarlo dándole trabajos y consejos. Lo último que supe de él, fue que ya estaba regenerándose y había entrado a la policía.

Jamás esperé que nuestro próximo encuentro se daría el pasado domingo por la mañana. Eran las 11 de la mañana y aun en piyama veía la televisión. Sonó el timbre. Con sorpresa vi que era Juan Carlos. Un taxi lo esperaba. Me pidió permiso para usar el teléfono y lo hice pasar. Parecía que apenas venía de la fiesta, traía los ojos algo rojos y se notaba nervioso. Una vez dentro, ni siquiera volteó a ver el teléfono, se dirigió hacia dónde estaba y muy serio me dijo:

- Bueno pues, para que me hago tonto. Tú sabes los problemas en los que siempre he estado metido. Drogas, delincuencia. Hoy me corrió mi mamá de mi casa, fui a ver a mi tío (…) y de plano me corrió y me dijo que no me quiere volver a ver. Nadie me ha querido ayudar, no sé dónde voy a pasar esta noche y la verdad estoy metido en un problemón. Debo mucho dinero, y si no lo pago hoy me van a matar. Lo único que quiero es salir de esta bronca y largarme de la ciudad. Tú ya viste, afuera está un taxi esperándome. No sé qué hacer. Entonces quería ver si podrías ayudarme con algo, de verdad lo necesito. Sé que no somos muy unidos, pero necesito conseguir el dinero...

¿Qué contestar después de esto? Después de unos segundos de incomodo silencio, sólo se me ocurrió decir:

- Mira… sólo tengo 20 pesos. Lo cual no era mentira, sino una verdad a medias. Como recién había pasado la quincena, sí tenía dinero, pero no cambio

Juan Carlos me miró con cara de ‘no mames’. Seguramente su deuda era mayor y yo ofreciéndole 20 míseros pesos. Él estaba desesperado, seguía hablando de sus problemas y de la situación insalvable en la que estaba. Comencé a intranquilizarme. No es que le tuviera miedo a mi sobrino, ni que pensara que él pudiera hacerme nada, pero tener una situación así en la sala de mi casa resultaba estresante. Entonces cometí lo que hasta ahora no sé si fue un error o un acierto: abrir mi bocota.

- Bueno… lo más, pero lo más que podría hacer… y fíjate, me dejarías ‘despelucado’ y sin dinero, sería darte 500 pesos. ¿te sirven?

Apenas mencioné lo que le ofrecía, su semblante cambió.

- Sí, me sirven mucho. Gracias. Es que mira, hasta traigo un cuchillo para asaltar a alguien si no consigo el dinero…

Y que saca un cuchillo oxidado y filoso de la bolsa izquierda de su pantalón. Sabrá Dios qué cara hice, pero Juan Carlos intentó tranquilizarme

- … obvio, no iba a hacerte nada. Eres familia y se han portado bien conmigo.

Juan Carlos me abrazó y entre agradecimientos prometió no volver a molestarme, que esa sería la última vez. No pude evitar percibir un fuerte olor a alcohol mientras lo tenía más cerca. Se retiró de mi casa y sólo alcance a decirle que se cuidara.

Después de ese encuentro pasé varias horas pensando en lo que había hecho. Me dolía haber perdido 500 pesos de esta forma. Suelo ser muy recatado y dudoso para gastar dinero. Antes de comprarme algo me lo pienso mucho, y ahora, de buenas a primeras perdía un billete de la nada. Ignoro que tan valido sea decir que malgasté el dinero, supongo que la respuesta la tendrá Juan Carlos. Quisiera que mi pequeña aportación sirva para que de una vez por todas pague su deuda y encause su vida. Por desgracia algo me dice que peco de optimista.

De cualquier manera, un buen porcentaje de la cantidad que entregué a Juan Carlos acabará engrosando las finanzas del narco y crimen organizado. A esa maquinaria maldita no le importa valerse de lo que sea con tal de fortalecerse. Acaba con la vida de miles de personas y la convierte en un infierno para quienes están cerca.

Desde el domingo hasta hoy le he contado mi anécdota a varias personas. Me han dicho que debo acercarme más a Juan Carlos y ayudarlo; otros me recriminan mi debilidad, haberle dado dinero de una manera tan sencilla. Seguramente ambas posturas tienen razón. Sigo recriminándome el haber sido tan cobarde y no haber hablado con él. Pude haberlo detenido de cualquier manera y dejé que se fuera. Desconozco que hizo con los quinientos pesos, si pago su deuda, dónde está pasando las noches o si asaltó a alguien… Perder mi dinero fue lo de menos.

Si vuelvo a ver a Juan Carlos quiero verlo recuperado, de lo contrario y por mucho que duela, prefiero no encontrármelo.

8 comentarios:

juna dijo...

Wow!! que dificil situacion, yo hubiera hecho lo mismo que tu pero con esa sensacion de ah pero por que si no es justo??!!

Ra. dijo...

no mas dinero ... o seguira regresando ,.,, no lo dejes pasar si llega intoxicado todos corren riesgos,,, y si vuelve dile que no tienes trabajo desde la ultima vez que lo viste ...

Ra. dijo...

no mas dinero ... o seguira regresando ,.,, no lo dejes pasar si llega intoxicado todos corren riesgos,,, y si vuelve dile que no tienes trabajo desde la ultima vez que lo viste ...

gabriel revelo dijo...

juna: pues sí, pero todo pasa tan rápido, que a veces es díficil tomar la decisión correcta. gracias por tu visita.

ross: seguiré tus consejos. espero que no vuelva, pero ára la próxima estaré más preparado. siempre es un grato placer que me visites. saludos!

Anónimo dijo...

Haz el bien sin mirar a quien. Todo lo que das en bien se multiplica. Eres muy buena persona, como tus papás y estoy segura salio de tu corazon. PD. Si quieres te presto cobro pocos intereses ja ja ja. No le vuelvas a prestar a veces| es la mejor forma de ayudar.

gabriel revelo dijo...

prima: gracias por lo que piensas de mi... mejor no me prestes jojojo, no quiero ser más pobre. saludos!

Victoria dijo...

de verdad lo que hiciste te salvo de otro mal rato, tu quedate con la buena obra, si el lo malgasta, lo tira o sabra Dios que haga es su problema, tiene una vida dificil SI, pero esa no es la salida, y como te dijeron antes.
La proxima vez no le abras la puerta si llega sin avisar o sin alguna razon, no vaya a ser, el anda en malos pasos y sabes que?, lo que si podrias tener a la mano es el telefono y el folleto si es posible de algun anexo a AA, por si te lo vuelves a topar sepas que hay quien puede ayudarlo, lamentablemente no creo que debas hacerlo tu solo.

suerte!
yo tengo un caso muy parecido en mi familia

gabriel revelo dijo...

Gracias Vic, tomaré en cuenta cada una de sus sugerencias. aunque es claro que si él no quiere ayudarse, nadie lo hará. suerte con el caso de tu familia, espero que todo salga bien.